RÓGER SANTIVÁÑEZ. INÉDITOS.

 

                                                                                                                                                                        fotografía de Nadia Sharova



Alana [ rumbo a Barranquilla ]

 

1

 

Por las frondas reino soleado

Son cabellera o cintura / el cielo

Azucarada estela perfecta

Sobre intocado frescor en

Los fuegos recuperado afán

De sonreírte sin calzón por

La suave & preciosa silva

De tu nombre guarda

 

Resuello de soledad &

Oscura fragancia en la

Limpia embrujada cuyo

Jazmín todavía se recrea

Chiroca / meses de frutas

Cantos recordados & estambre

De tu corazón

 

Dime esa pluma que

Llevabas desnuda en tu

Orejita / si aún refleja

El reverso de tu íntima

Ternura / abriga esos bordes

Con que amarte en minifalda

De blue-jean / códice

De incertidumbre

 

2

 

 

Pórticos secuaces abren las

Fauces recorriendo resplandores

Recientes renovados al son

De la marimba plástica

& la mandolina crinolina

De la infancia feliz

 

Se saltan las puas finales

Soñando pubis angelicales

Vidente en el fondo de la

Noche oscura del alma

Llena de brisas quiméricas

En el mazapán de su

Madrugada

 

Por fín las dunas acrecientan

Sus soleadas soledades

& las estrellas se vengan

Con el brillo del payaso

Azul de los cuentos frac

Asados

 

Secretos perdidos en la

Piscina de tus nalgas

Hubo diosa pero ya no

Quiere

 

3

 

Volátil la suavidad melancó

Lica en sus pajarines desasidos

El mar & oscuras estelas

Son risas para papisas

Desvestidas sin mácula

Sin roche en los huecos ins

Tantáneos imbricados

 

Nada enciende la luz ama

Necida en el rocío de Lima

Es tan solo su soledad

Prístina en lejanos arenales

Apareces como un sueño

Surtido en miríadas de

Flores calatitas intactas

 

Había chiroca o choqueco

En bautizos de floresta chu

Lucanas tránsito de avis

Pas mortecino atardecer

Mariposea en tu memoria

Sin truza roja de sentido

Siente silente su postura



4

Meandros titubeantes deslizan

Panales enmielados son el

Pálpito que late en tu te

Quiero & el petate vuela

Volando en tu jean ajustado

O cuello de cisne sería

En cuatro que voltea

 

¿Quién sabrá si el anillo

Vibrátil se aposenta en

La majada honda de

Ti misma? Dime

Si esta poesía llega

Al claústro & hace

Quorum que mora

 

& enamora morada en

La chicha baiada entre

Las márgenes de píndaros

Dadivosos suculentos si

Nuosos en tu celestial

Vaivén inusitado

Nunca raca

 

 

 

 

 


Róger Santiváñez nació en Piura, ,costa norte del Perú. Estudio Literatura en la Universidad de San Marcos de Lima y obtuvo un Ph.D. en poesía latinoamericana en Temple University. “Comunión de los santos” [Libros de la Resistencia, Madrid 2023] es su mas reciente compilación poética. Fue profesor en Princeton University, Drexell University, Haverford College -entre otras- y actualmente vive a las orillas del río Cooper, sur de New Jersey, dedicado a la escritura y al estudio de los lenguajes de la poesía.


MARCELO NICOLÁS CARRASCO. ESTO NO ES UN ARTE POÉTICA

 

                                                                                                                                                                                                                                              Bárbara de Vries


Esto no es un arte poética

 

La raíz de la poesía sale al mundo……………………………………..

……………………………………………………hundiéndose en la tierra

………………………………....socavando el exterior…………………….

para salir al interior…………………………………………………………..

…………………………………………arando el aire como a un sueño

sin paisaje…………………...sin parajes……………….sin parientes

……………….solo atisbos de la luz………………………………………..

…………………………………………….atisbos poderosos……………….

 

El espectro de la luz……………………………………........................

………………………………en la raíz de la poesía………………………..

Del espectro de la luz………………………………………………………..

………………………………..al infinito y más allá del infinito……….

Del espectro de la luz………………………………………………………..

………………………………..al infinito y más acá del infinito……….

 

Un adentro en un afuera………………………………….………………..

…………………………….sin cimientos ni hormigón ni materiales

 

Un recinto hecho de nada………………………………………………….

…………………………..que no obstante…………………………………….

………………………………………….....es algo y todo........................

 

La raíz de la poesía………………………………………........................

……………………………..en el éxtasis de un niño que no duerme

que en su sueño dislocado………………………………………………….

………………………sueña un prisma de colores que no entiende

pero palpa………………………………………………………………………….

………………..pero absorbe…………………………………....................

……………………….................pero incita………………………………….

 

Un afuera en el adentro de ese niño…………………………………..

Un cuchillo disgregando la visión en ese ojo……………………….

 

Los efectos de la poesía…………………………………......................

…………………hacen creer a los cadáveres que viven….............

a los vivos da por muertos……………………………….....................

………………………………………..o por ciertos………………………………

 

Esta planta se renace…………………………………...........................

………………………………..cada día…………………………………………….

……………………………………………….y nunca muere……………………

 

 

=

 

 

La poesía es una planta alucinógena……………………………………

…………………………………………………………y vuela consigo misma

Es la puerta de salida de este mundo………………………………….

…………………………………………………….para entrar de lleno en él

 

La poesía es en su esencia una sustancia excepcional………….

……………una excepción a toda regla que no existe……............

……………una existencia universal………………………………………….

…………………………………………………un paraparadigma…………….

…………………………………………………un antidogma……………………

………………………………………………...un contracanon...................

 

Aparece la poesía………………………………………….........................

…………….cuando todas las palabras son insuficientes…..........

………………….cuando todas las palabras ya no sirven para más

 

 

 

                                                                                                                                                                     Bárbara de Vries



Okapi

 

La poesía es una extraña aparición

en un sitio parecido a las selvas tropicales

de África central

 

 Ciertas bandas de pigmeos

—habitantes de la selva y lenguas alejadas de otras lenguas

por la selva y por su hondura—,

solían referirse a un animal que nadie había visto,

(salvo ellos,

claramente).

 

Los pigmeos describían en su lengua

 —tan extraña como el animal que describían—

y al mostrárseles imágenes de otras criaturas

para hallar un parecido,

ellos agitaban la cabeza con que no,

continuamente

 

Hubo un día,

en que quienes deseaban encontrarlo — al animal—

se lo toparon frente a frente

y supieron que era él a quien buscaban

(aunque no sabían bien qué diablos era).

 

El misterio develado no dejó de ser misterio.

Los pigmeos esta vez dijeron sí

y continuaron normalmente con su lengua

su distancia

sus anzuelos y su hondura.

 

La poesía sigue pareciéndose a una extraña aparición

en la espesura de las selvas

de África central.

 

007

 

Después del tono, grabe su mensaje

 

Los teléfonos nos dicen que la poesía es literatura.

Que no es más que una llamada telefónica que no contesta nadie.

Los teléfonos no saben lo que es una llamada telefónica.

 

Las voces que solían contestar al otro lado del teléfono

se encuentran bajo tierra o en el hospital donde se hayan

no reciben más visitas ni llamadas telefónicas.

 

Ya no hay nada que esperar en el teléfono.

 

Ya no hay nada que esperar de los teléfonos.

 

Porque aquí ya no hay más voces para decir nada

y no quedan más oídos que respondan en ninguna parte.

 

Pero hay cosas que decir respecto a la naturaleza de la poesía

sin necesidad de voces ni teléfonos ni oídos ni literatura.

 

Poesía es una llamada telefónica que nadie hace

y que algo la contesta de un lugar desconocido.

 

 




 Marcelo Nicolás Carrasco (Santiago de Chile, 1999). Se tituló como Profesor de Castellano en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Es autor de la plaquette Catalepsia (Ed. Piélago, 2015) y del libro de poesía Trópico de Libra (Ed. Queltehue; 2019, 2022), al que pertenecen los textos de esta muestra.

Con poemas inéditos, recibió una Mención Honorífica en el Premio Roberto Bolaño (2021). 

Entre otras actividades, como cantautor, presentó su single Mama Marx (2024), tango homenaje a la poeta Carmen Berenguer; y fue curador, junto a Ernesto Muñoz, de la exposición Mandrágora Siglo XXI, dedicada al grupo surrealista chileno.

 

 

SOLEDAD LEPEYIAN. SERIE NEGRA, CABALLO BLANCO

 

                                                                                                                                                                                      Carla Van de Puttelaar


2. Encuentro objetos tirados en la calle, insectos y animales, zapatos sin su par, gente sin par. Cartas de baraja solitarias, boca abajo, encubriendo identidades y designios. Las «E» de acero de silicio ―algo de los transformadores, la inicial de un nombre y una esperanza perdida―. Pendientes, medias a medias, sin su par.

Qué cosa más triste es ver un perro sin dueño junto a un hombre descalzo, en posición fetal bajo una bolsa de nylon, con un zapato solo, del que ambos beberán agua de lluvia.

La razón de ser del zapato no es el pie, sino el par. ¿Dónde está el zapato ausente? Con tantos objetos para ver en el cielo, vicisitudes del sol y las estrellas, ¿por qué mirar al suelo cuando camino? Para tropezar con objetos sin par, no entender y preguntar. Del asombro nació la pregunta.

 

16. No hay reparación a través de las palabras, ni por otros medios. No porque sea irreparable lo que hicimos, como cuando algo se rompe y, debido a su grado de destrucción, no puede recomponerse. Las cosas que no están rotas son igual de irreparables que las completamente deshechas, en ambos casos es aplicable el término «irreparable». Para saber si algo puede arreglarse primero tiene que romperse, y solo puede romperse aquello que antes estuvo sano, en el sentido de entero, en el sentido de sido. Es válido decir de algo o de alguien que nació, creció y murió roto, pero no todo lo que puede decirse, y en efecto se dice, es cierto. Los vínculos y las conciencias no nacen rotos. Nacen o no nacen, sin adjetivos. Así que, omitiendo el adjetivo y una premisa, la conclusión de mi razonamiento es que no hay nada que reparar.

 

27. No, mi corazón no es malo. Vengo del infierno, intenté modificar su ordenamiento territorial con las manos. Cavé un pozo. Permanecí ahí hasta que me di cuenta de que no había hecho bien los cálculos, que aquello no tenía sentido. Entonces, cambié de tema. Les conté de Satán y otras metáforas, lo comparé con Batman. Elaboré un complejo esquema conceptual en el pizarrón que nadie copió.

 

68. El ómnibus frenó de golpe. Mirna perdió el equilibrio y dos dientes; los recogió con parsimonia y guardó en su riñonera. Se tomó un taxi para llegar en hora al trabajo.

Cuando ella camina se rajan las baldosas y marchitan los cactus, tiemblan los contenedores. Se desconoce su efecto sobre el ser humano porque todavía no se ha cruzado con uno. Tiene el cuerpo demasiado entreverado con el alma, lo cual explica su antipatía por el dualismo cartesiano y el sexo casual.

 

102. Los cinco dedos se aferran con pasión a los muslos de mármol de Proserpina, entibiándolos. Los ojos amarillos de la Venus son ojales para el sol y un bien que, aunque no es verdad, es belleza. La belleza no siempre es verdad, la verdad no siempre es belleza. Cuando el espíritu del poeta toma nota del horror de la carne, ¿es su representación una grave denuncia que suscita el estupor por la condición humana o una mera descripción que alardea técnica, insensible y banal, como la de una jarra de té sobre la mesa o la del mingitorio de una iglesia?

¿Será bella la imagen del horror, no por el horror representado, sino por el alma que lo entiende y al pintarlo lo trasvasa, embelleciendo el paredón, el pavor del fusilado, el agujero, seco al principio, del que brotará a borbotones la sangre de miles?

Detrás del mostrador, el carnicero blandía, impúdico y soberbio, la guadaña dorada que deslumbró a la clientela. Después de un año atroz, terminé de saldar la deuda de su infancia difícil y mis cuarenta y siete kilos de picada magra. No fueron baratos mis privilegios. ¿Por qué elegir esta imagen, este parásito mental en concreto, esta pregunta, en vez de otra que, en vez de ser, no es? Porque hay cuestiones más importantes que la vida.

 

103. La mujer se vistió de hombre para poder entrar al matadero. Quiso verse en el charco de la res colgando, la carne blanda y hendida. Pintó de memoria las venas vaciadas y músculos frescos, las tripas en los tambores, el fulgor del gancho. Narró en el lienzo, implacable, la cadena alimenticia. Intoxicada de aguarrás y trementina, con la garganta inflamada y la vista ardiendo, cenó ternera. Quedó afuera de la historia del arte.

 

109. El cuerpo es un tubo macizo rodeado de costras de pus, responsabilidades, pescado podrido, hojas de diarios del lunes, la mirada de los otros, un ungüento epóxico gris, opaco, encima portland y pedregullo, enunciados oscuros, detritos, doble hilera de bloques de granito, la niña, costras de asadera, interrogantes de diez renglones, lo que sacamos de la grasera durante medio siglo, otra hilera doble de bloques de granito, otra capa gruesa de cemento, ladrillos refractarios, revoque fino, tablones de madera, la caricatura de la niña, barniz de acabado mate.

La salida es hacia arriba, hacia el espacio silencioso e ingrávido, no hay otro modo de sortear la muralla tubular. Ahí se respira con el sentido del tacto y los músculos se distienden: no hay nada que sostener.

 

115. Me iré con el caballo blanco en una yegua blanca. Se irán contigo la sinfonía blanca, el rebenque, los gusanos grises.

Los papeles cantarán de noche llamando a sus crías. Partiremos, en dos mitades, una pastilla blanca.


Fragmentos de Serie negra, caballo blanco (La Coqueta editora, 2025).



RAMÓN PERALTA. FAVOR DE CANTAR EN COMPAÑÍA DE LOS CABALLOS

 



1

Necesito una roca luminosa que venga de la otra orilla,

un trampolín ardiendo en el aire,

un cuaderno, un caballo,

para mirarlo a los ojos y que me diga,

¿Qué pasa con la brisa amontonada y el borde del río,

qué se detiene en el ciruelo que demora, que ilumina?

¿A dónde la lavanda después de la abeja,

el carbón y el hierro ardiente, el brote de la dicha,

la llama que se eleva, la pesadilla, la bandera?

¿De dónde tanta rabia, la tristeza, la pena?

¿Cuál de todas las penas?

 

2

El fuego, baja y crece por el instinto y el designio de la ceniza.

El fuego, baja y crece por el destello del relámpago.

Pero vuelve a bajar, casi pálido y tembloroso como la bata de un enfermo

y apenas se levanta nos mira agudamente desde las piedras,

desde sus ojos, universales y enormes de culebra,

desde sus ojos, llenos de sed, rojos, devorando ciudades.

Son cientos de ojos, millares de ojos que miran,

pero en verdad, aúllan sin mover sus bocas.

Y han dejado, a 15 kilómetros,

hileras de muertos rugiendo desconsolados eternamente.

Y entre las columnas de aullidos, los rugidos y las palomas incendiadas

no hemos avanzado nada entre los arbustos del monte

y nos quedamos inmóviles como si descubriésemos la verdad del mundo.

Mi caballo y yo.

Sin haber comprendido la reunión de la brisa que corre arriba de los árboles,

el golpe tieso, marcial, el disparo certero,

el desgarro en los brazos, piernas y el torso,

en el mismo momento que Dios nos ata o respira,

en el cristal puro entre lo puro y por ello irrepetible;

sin comprender totalmente el fin de ciertos libros, también incendiados.

Pero ambos sabemos en el desvarío y en la zozobra de los navíos,

en la médula todavía latente y en la venganza del tiempo,

que nos tenemos uno al otro,

que somos amigos de siglo en siglo, hermanos.

Como los dos únicos hijos que se quedan en el abrazo

sostenidos en un puño de arena,

en el interior del reloj de arena,

casi degollados,

inminentemente degollados,

porque hoy regresa la tragedia.

 


3

Existo como existe el cedro y el musgo de la otra orilla.

Existo como existe lo que se ondula y lo que se adivina en medio de la fuga,

como el punto más áspero en la soga de una campana,

como existe la luz en los ojos primitivos de las ostras,

como la multiplicación microscópica del óxido

que reposa junto al agua rodeada de moscos,

en la punta de un velero casi abandonado.

Como ese ángel de pies de fuego, enemigo y blanco.

Como ese golpe certero que se les da a los conejos entre mañana y tarde.

Por eso digo que existo, en el mismo instante de la vía láctea,

atravesando el aura del cristal más puro de lo puro en el misterio,

comparable con las propiedades curativas de la miel y las montañas

o las primeras piedras de las columnas del cielo,

pero antes, sus llamas eternas y esa brisa que llega de la nada.

Sus llamas y su luz que lo cubren todo

y sus caídas inmensas en un discurso

sobre caballos alados en el verano de Saturno.

Porque toda caída es una afirmación que deviene en el cauce del río,

porque toda caída es una muestra de la inmortalidad del gesto emitido por un Santo,

sostenido entre el brillo de una tetera o por las migajas que picotea un gallo.

Y todo suspiro inmaculado es mi tierra.

No por justicia ni por las culebras enroscadas en una vara

ni por mis ayunos diarios y mis oraciones de anciana,

cuando siento un revolver en la nuca como una carcajada

y me siento como una fruta seca y triste,

alejada del resto de todas las frutas

a la margen del campo bondadoso y fértil

después de la cosecha

y siento, irremediablemente, siento que perezco.

Por eso, hoy,

desde las palomas sumergidas en los sepulcros

y la resonancia del ciclo de los volcanes,

les dejo la muerte.

Así la encontré,

envuelta en medio de un grupo de tallos todavía verdes y un escarabajo,

como un sueño al devenir de la derrota,

hundida como el puño sobre la harina del panadero,

como una revelación, casi invisible que flota al final del gallinero.

Tranquila, como el primer movimiento de la mano en el bautismo

como los lirios encontrados de repente en una isla.

Y no me pregunten más.


4

Esta roca que brama porque apenas fue descubierta después de los etruscos,

esta hierba que ronca y habla desde cientos de bocas,

esta que piso y piensa, porque llevo una antorcha con la lana de la última oveja

del último corral en la última fila de los corrales

y que vi nacer entre mis manos, sangrienta,

mientras perdía sus alas de cigüeña,

mientras el resto de las ovejas miraban aterradas

es la verdad del mundo.

Pero yo no escribo,

escribe el ansia y sus encías verdes,

desde una costa verde rodeada de niebla y el vuelo de los patos.

Escribe el delirio, el abandono colgado del vientre de una vaca.

Escribe el latido de los gansos en un cántaro,

la saliva elegida, el sueño del hombre mil veces fatigado.

También escribe el caracol, el alce, la nutria,

el murciélago y el azufre amontonado.

 

Yo no escribo, escribe mi caballo,

desde el centro del temor apenas ve un cuchillo,

por eso escribe desde la vía láctea,

desde una rivera que crece, con su pata izquierda en un parte de la arena.

 

Yo no escribo, solo giro la mirada,

recordando la fecha de mi cumpleaños.

Lleno de comienzos que se quedan en comienzos,

cubierto de épocas, vestigios y comienzos dispersos.

Como si fuera el último brazo del musgo,

o como si fuera no la estatua,

sino el brazo de una estatua,

dura, detenida, porosa,

que poco a poco es descubierta

por la brocha del arqueólogo,

que piensa que sólo soy cualquier piedra.

Pero lo que soy es un incendio ante los ojos.

Un animal que parece en descanso, pero incendiado,

animal soy animal.

¿Qué animal en silencio?

 

Eso, animal en descanso, vegetal, mineral,

animal en una corriente de aire incendiado.

Así escribe la vida, al tercer o cuarto día,

en todas sus formas,

sentada bajo el tronco de cualquier árbol,

desde el resplandor al fuego en el bosque,

desde el hierro al trueno como un castigo,

desde la cría al luto de los leones,

desde la altura del manto al manto de los niños santos,

con todos los contornos de los rayos de todas las manos santas.

 


5

Bramidos de búfalos en celo,

un golpe de animales en donde ella está finalmente preñada.

Un número, indefinido en la cantidad,

indefinidos búfalos y caballos

como la caída o el conteo inexacto,

tambaleante, de los giros de una moneda en el aire.

Mejor aún,

como la caída inexacta,

de una serie de relámpagos

lanzada por un mago

en una tormenta de verano,

indefinido y dispar

en la noche

indefinido

camina

en busca de la definición rápida pero exacta.

Indefinido el momento en que se torna el remanso.

En lo que queda del remanso y sus plantas que crecen debajo de un puente.

En el momento en que se piensa que se encontró el eco o la aguja

en el viaje de las señales de la radio.

Mejor aún, en el momento que no se entiende a la naturaleza.

Y la tierra gira y gira,

También gira un cangrejo

ante el paso de una fila de cangrejos.

nada lo detiene, y se cree único en el amanecer,

dolorosamente inmenso.

Y lo único cierto, 

es que gira porque es un misterio.

Y pensamos que se debe sólo a la Teoría de la gravedad.

Y a una fotografía conmemorativa de Issac Newton,

casi antes de llegar a una esquina de un salón de clases de provincia.

 

 

 Fotografía de Nadia Sharova