1
Teruel, noviembre 24
Reunidos todos para celebrar y celebrarnos la alegría,
la conciencia de pertenecer a la estirpe rota de los tristes,
esos que ríen como pían a cientos los estorninos,
enloquecidamente, a demasiado volumen siempre,
esos que tiemblan en las ramas de un árbol de otoño
que, como todo el mundo sabe, no es una estación
sino una enfermedad mental, una forma de violencia.
Reunidos en una ciudad cercada y antigua
para hablar de los libros de los demás
–pero haciendo hincapié en los nuestros
para que nuestra futilidad sea evidente,
anunciándonos huecos como simples embalajes–,
he decidido seguir riéndome de mi manera de abismarme
que encuentro turbia y espesa en los últimos tiempos.
Yo que siempre pugno por presidir este aquelarre de gente herida,
que podría embestir a otros machos cabríos por ello
y descuartizarlos desnudo mojando sus jugos
en mis rodillas, en mis manos y en mi rabo.
Yo que os pregunto por qué buscáis la luz del relámpago
como suricatos, como animales sedientos de charco,
yo os daré la posibilidad de una grieta entre el asco y la pena.
Nosotros, que dejamos de hacer pie en la tierra,
que nos aturdimos en la miasma y la ebriedad,
que hemos tragado mierda hasta el vómito
y seguíamos comiendo como sórdidas alimañas
en noches que eran con certeza un suicidio,
con los fluidos de la sombra mojándonos el mentón.
Nosotros, la estirpe de Caín, los del desespero,
Los de si he de morir ahora, sea, los de un qué sentido tiene esto.
Vamos a ensalzar esta falsificada belleza,
esta manera de alambicar el no decir nada,
esta presunta pericia en domeñar la palabra,
y comerciarnos como las putas que somos.
Nosotros, que esperamos a porta gayola un sunami
cabrón y definitivo, hemos llegado a un punto muerto,
repetimos nuestro dolor común, el amor desesperado,
la ilusión de lo nuevo, la seducción de la inteligencia
y el poder que se siente al recibir atención
en algo tan pequeño e inútil como un poema.
Teruel, noviembre 24
Reunidos todos para celebrar y celebrarnos la alegría,
la conciencia de pertenecer a la estirpe rota de los tristes,
esos que ríen como pían a cientos los estorninos,
enloquecidamente, a demasiado volumen siempre,
esos que tiemblan en las ramas de un árbol de otoño
que, como todo el mundo sabe, no es una estación
sino una enfermedad mental, una forma de violencia.
Reunidos en una ciudad cercada y antigua
para hablar de los libros de los demás
–pero haciendo hincapié en los nuestros
para que nuestra futilidad sea evidente,
anunciándonos huecos como simples embalajes–,
he decidido seguir riéndome de mi manera de abismarme
que encuentro turbia y espesa en los últimos tiempos.
Yo que siempre pugno por presidir este aquelarre de gente herida,
que podría embestir a otros machos cabríos por ello
y descuartizarlos desnudo mojando sus jugos
en mis rodillas, en mis manos y en mi rabo.
Yo que os pregunto por qué buscáis la luz del relámpago
como suricatos, como animales sedientos de charco,
yo os daré la posibilidad de una grieta entre el asco y la pena.
Nosotros, que dejamos de hacer pie en la tierra,
que nos aturdimos en la miasma y la ebriedad,
que hemos tragado mierda hasta el vómito
y seguíamos comiendo como sórdidas alimañas
en noches que eran con certeza un suicidio,
con los fluidos de la sombra mojándonos el mentón.
Nosotros, la estirpe de Caín, los del desespero,
Los de si he de morir ahora, sea, los de un qué sentido tiene esto.
Vamos a ensalzar esta falsificada belleza,
esta manera de alambicar el no decir nada,
esta presunta pericia en domeñar la palabra,
y comerciarnos como las putas que somos.
Nosotros, que esperamos a porta gayola un sunami
cabrón y definitivo, hemos llegado a un punto muerto,
repetimos nuestro dolor común, el amor desesperado,
la ilusión de lo nuevo, la seducción de la inteligencia
y el poder que se siente al recibir atención
en algo tan pequeño e inútil como un poema.
2
Señoras, señores, señoris, señoros, señurus: ser ñus,
después de todo, ser ñus del Serengueti,
levantando polvo en el interminable tambor de la llanura,
migrando a través de los rápidos y el cuero y la dentina de los cocodrilos.
Sabiendo que la muerte es solo muerte si te alcanza o si la besas,
sabiendo de lo estéril del apareamiento,
antílopes desgarbados y desgreñados como jevis viejos
que tratan de disimular las calvas del tiempo y lucir estilo.
Marcando con las pezuñas los acentos tónicos, el tam tam preciso,
contando los pasos para solo dar los pactados, droga de confianza.
Hay tantos que nos decimos poeta que uno puede comprender el mecanismo y la naturaleza,
el por qué y el sentido, del crimen.
Después
de todo, todo ha sido nada,
a
pesar de que un día lo fue todo.
José
Hierro
Cuando
me dio un beso la reconocí
Rip
Señoras, señores, señoris, señoros, señurus: ser ñus,
después de todo, ser ñus del Serengueti,
levantando polvo en el interminable tambor de la llanura,
migrando a través de los rápidos y el cuero y la dentina de los cocodrilos.
Sabiendo que la muerte es solo muerte si te alcanza o si la besas,
sabiendo de lo estéril del apareamiento,
antílopes desgarbados y desgreñados como jevis viejos
que tratan de disimular las calvas del tiempo y lucir estilo.
Marcando con las pezuñas los acentos tónicos, el tam tam preciso,
contando los pasos para solo dar los pactados, droga de confianza.
Hay tantos que nos decimos poeta que uno puede comprender el mecanismo y la naturaleza,
el por qué y el sentido, del crimen.
3
El clasismo es una forma figurativa de demostrar el complejo de inferioridad de la élite.
Sin inseguridad no es necesaria reafirmación.
Les tiemblan las piernas,
les tiemblan los privilegios.
(O igual solo somos bocazas
en busca de atención).
Dejo aquí algunas imágenes:
1. la mano de una niña o un niño agarrando la cuerda que sujeta un globo de helio con la forma de cualquier personaje de dibujos animados, la cuerda es áspera como el esparto,
2. un poeta de Logroño de mediana edad camina un total de 32 kilómetros en una ciudad fundada en 1171 a 915 metros de altura sobre el nivel del mar (que está lejos),
3. un plato de jamón, un vino del Jiloca, el suspiro de amante es aquí un dulce con masa quebrada,
llegará la policía.
Con algunos números de teléfono
escriben hoy poesía.
7. Las noches están llenas de fieras pero son las sombras y no las bocas las que nos devoran.
4
La gravedad es la fuerza que sobre todos los poetas
ejerce el ombligo hacia su centro.
Sinónimos o afines de gravedad en el DRAE:
importancia,
trascendencia,
envergadura,
magnitud,
alcance,
dificultad,
peligro,
agravamiento,
agravación,
severidad,
rigor. Los tengo todos.
Seriedad,
circunspección,
formalidad,
compostura,
reserva,
solemnidad,
ceremonia,
dignidad. Sipi, sipi, sipi..., y peco de todos.
Gravitación,
pesadez,
pesantez,
pesor. Me odio pero reincido en todos.
Antónimos u opuestos de gravedad en el DRAE:
levedad,
ligereza. También.
Frivolidad,
informalidad. Quisiera no tomarme tan en serio,
quisiera ser solo un obrero de la palabra,
quisiera escribir algo útil,
que hiciese el mundo mejor
pero, como vosotros,
rara vez intuyo que lo logro.
Dejo aquí las ideas de autoficción y metanoia.
La gravedad es la fuerza que sobre todos los poetas
ejerce el ombligo hacia su centro.
Sinónimos o afines de gravedad en el DRAE:
importancia,
trascendencia,
envergadura,
magnitud,
alcance,
dificultad,
peligro,
agravamiento,
agravación,
severidad,
rigor. Los tengo todos.
Seriedad,
circunspección,
formalidad,
compostura,
reserva,
solemnidad,
ceremonia,
dignidad. Sipi, sipi, sipi..., y peco de todos.
Gravitación,
pesadez,
pesantez,
pesor. Me odio pero reincido en todos.
Antónimos u opuestos de gravedad en el DRAE:
levedad,
ligereza. También.
Frivolidad,
informalidad. Quisiera no tomarme tan en serio,
quisiera ser solo un obrero de la palabra,
quisiera escribir algo útil,
que hiciese el mundo mejor
pero, como vosotros,
rara vez intuyo que lo logro.
Dejo aquí las ideas de autoficción y metanoia.
18
Declaro públicamente que ya no quiero ser yo,
que es muy cansado,
que este texto se escribe desde la autoridad que me confiere:
1. la ilegitimidad esencial,
22
la
menos artística y la más usada por incompetencia
Aristóteles
Aristóteles
Diserto un rato sobre cuestiones posibles y desconcertantes:
1. la reflexión estética antitética,
por ejemplo.
Enrique Cabezón
(Logroño, 1976). Ilustrador, escritor, editor, diseñador gráfico, poeta y
activista: dinamitador cultural, según sus propias palabras. Es autor de
los poemarios Territorio de ceniza (2003), El lenguaje de las
serpientes (2005; junto al poeta José Luis Pérez Pastor), Dios cabalga
los lomos de las muchachas (2005), No busques lágrimas en el ojo del
muerto (2006), Existir en los días (2009), Besar el paisaje
(2013), Desdecir (2013), 28.48 minutos de lectura (Premio del
Libro ‘Ateneo Riojano’ 2023) y Contra la gravedad de los poetas (2025).
Además del e-libro La traición en los colores (2001), las plaquettes Circunvalación
(2021) y Canto tartamudo (2024), Parte de su obra poética dispersa está
recogida en Los dedos azules de la noche (2022), en Estados Unidos fue
incluido en Poetry for the New Millennium (2025, coordinada por Marta
López-Luaces), antología de una serie internacional de lecturas de poesía en el
Jefferson Market de la Biblioteca Pública de Nueva York. En prosa ha publicado
el dietario Sílabas trabadas (2019), la novela Una semilla (2021)
y el ensayo Historia universal de ninguna parte. Olvido, territorio y mapa
de una periferia histórica (2024). Forma parte del proyecto Ediciones del 4
de agosto y es coordinador del festival ‘Agosto clandestino. Poetas en La
Rioja’ desde hace veinte años.
Contra la gravedad de
los poetas
Manifiesto en 30
contusiones y/o fracturas
(Plataforma de Poetas por Teruel, 2025)

ESD: dietilamida de enrique lisérgico. Estupendo trabajo de corrosión y escritura.
ResponderEliminarMe fascina y punto.
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