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miércoles, 15 de octubre de 2025

TEASER: ÓSCAR HIDALGO. CELESTES CUERPOS

 




perspectiva de ave en vuelo

 Clavados en tierra, difícil es tener fe más allá de los humanos

       hombros,

 sobre los que nuestras cabezas crean entelequias

 como madre o padre, sin abstracción, como generosidad o

      solidaridad,

 sin concreción, y una multitud más de palabras que confundimos

 con aquello que en nosotros respira para creer en fantasmas.


Desde las alturas, es clara nuestra prosaica materialidad de polvo,

 nuestra única fe en lo visible, aunque nos engañemos con Dios

 y toda la familia de metáforas con las que hacemos

 oraciones y parábolas para ocultar, con nombres falsos,


el silencio de las cosas, su naturaleza real sin nombres.

 
Las aves son libres de la misión de entender el mundo,

 pero, contemplado desde la altura de su viaje alrededor del globo,

 el hombre no es más que otra partícula del viento,

 y es esa su plena tristeza: nada de especial esconde su materia

 que, aunque suena, no podrá migrar jamás a certeros meridianos.

 


lo inmenso es consuelo


El inalcanzable final del mar: perspectiva de mirada

 sin consuelo y de cuerpo que, con manos vacías,

 anuncia el abismo de inúmeros desconocidos,

 enredados en el propio aire que llena tu horizonte.

 

 Nada de fraternal posibilidad de nube

 cuando la lluvia humedece tus dedos

 y eres incapaz de conmoverte por los muchos suicidas

 que se arrojan siempre de espaldas a los seres celestiales.

 

Situados en los umbrales, pero a puerta cerrada,

 como si esperaran la aparatosa caída del cielo

 por el peso de la luna o las estrellas,

 se les hace un nudo en la garganta y se vuelven fantasmas.

 

 Quieren que las aves como los hombres

 contemplen el mar y se entristezcan de anhelar el firmamento,

 pero lo dicho es cruel y natural pleonasmo:

 cualquier ser que vuele es penoso abatimiento de la luz.

 

Puede mirarnos con vida desde el cielo.


 

 




acróbatas

 Me equivoqué con la metáfora,

 pero jugando con palabras me prendí de ti:

 o bien demasiado literal, o bien demasiado exagerado.

 Dos acróbatas son un trozo de quietud

 entregado al reposo del tiempo, pero el tiempo

 son dos pájaros devorando con avidez la luna.

Con cada palabra que pronuncio

 descascaro un poco más la gran farsa con que escondo

 no la inmensidad sino lo insignificante de mi vergüenza.

 

 Una espiral de voz golpea mi rostro,

 se hace tierra en mis zapatos,

 me exige terminar estas líneas, prosaicamente y con mesura.

 

 Luego, todo comienza a hacer de nuevo agua,

 pero si algo hace agua, la realidad es tan retórica

 como la poesía, es decir, la prosa es poética.

 

 Poesía, verdad profunda más allá de los umbrales,

 conocimiento iniciático del médium,

 materialidad puramente musical del lenguaje…

 

 Solo podría enamorarme de ti o de cualquiera,

 sin rastro de metáfora, si la realidad fuera poesía

 y la prosa, tan solo, una figura retórica que desarmara el silencio


 para poblarlo de trapecios vacíos

 

 

apuntes sobre el huerto de mi padre

 
Otros y yo somos tu tristeza, el sol que se acaba en tus ojos.

 Tu vida, un montón de palabras, salidas de tu propia boca.

 Pretendías que el cielo te pagara tus recuerdos,

 pero la inmensidad celeste no se deja penetrar por ninguna incoherencia.

 Ya tus flores hace mucho que han muerto, y aún no sé decirte padre.

 El huerto ya no existe: no fue de nadie, menos de nosotros.

 Soy la hormiga que tiró el inmenso pacay que nos hacía sombra,

 tu árbol favorito, el que te hacía soñar corriendo en la montaña.

 Fue la única manera de encender el cielo y olvidarte.

 

 

 

 

 

 

PABLO DE CUBA/ CANTOS DE CONCENTRACIÓN

 


Mme. de Asbaje

[Sueño de monja produce monstruos]

De don Luis son las viudas, de Mallarmé las putas,
deja que las niñas el trompo bailen –
Siempre tú, malandro –
Mas queda sola,
expuesta a sus iguales queda sola –
O cuestión de rimas –
Por bellacas, dijo Superiora reclamando le un espacio –
—Ay Madre, es el náufrago venido entre sus líneas,
de sus erguidos torreones he dado fe –
Castaños sus vellos entre risas asomaban:
—Den me esa flora para educar la en lo que el Verso –
Entre los huecos más propicios se acumularon voces:
Piramidal, funesta, miedosa de gacela
una negra por el demonio sacudida
—¡CALLEN! ¡CALLEN!, que pa’ luego es virgo –
—Amore mio, ¿de qué forma? –
Hasta penetrar garganta hasta elevar le el tono –
Entre leonas queda: con indicante dedo –
En süave aparición mostró se en cueros:
—No soy digna de que entres en mi casa
pero una palabra tuya bastaría,
Mallarmé malandro.

 

Métier
[Ya cansada de copular, Sílaba logra esterilidad]

Que Das Kapital fue escrito con amor no caben dudas –
Sus sílabas copulan a todo dar,
a tutiplén fornican para crear labor,
y eso es génesis –
Hasta preñar al Discurso estéril –
En Tréveris, por amor de tu nombre –

Que Sein und Zeit fue escrito con amor no caben dudas –
Unas a otras sus sílabas se aman,
para educar pupilas sus sílabas se aman,
y eso es bello –
Hasta lograr poesía en Auschwitz –
O en hospital de Marsella, en el principio era el Verbo –

Acontecimientos de amor, no caben dudas.





Allí donde Sílaba nace, vía el oído
[Para ejecutar la tala de Selva selvaggia]

Cuando helada y aleteo aprieten Texas
sabrás que de Onto ya te alejas –
Hubo un gorjeo de ficciones
Se oyeron coros en la casa de Sorge
esto es, en la cumbre testaron los rumiantes:
deslenguar a Imagen por lengüilarga ella,
demasiados siglos educada en Meta –
No se pudo escribir poesía después de Auschwitz
aunque hubo erecciones que mulatas iniciaron –
He puesto mi izquierdo para que coma el cuervo
Sus diecisiete maneras (diecisiete) de mirar nos –
Dante, Dante, por qué en la Texas selvaggia ya te adentras,
ofreciendo tu lengua entre novicias? –
Con las mismas manos de ordeñar la, aggie aria,
alimento sano a los modernos –
Voy al encuentro con Guido en inmediaciones de Rímini
pero en el hotel de madame Pujol no podré hospedarme,
salvo insomnio:
He visto a Tarzán Carles saltando duro entre alemanes –
Estuvo paciendo a las reses al fondo
(Félix, felices faunos)
o alambradas cimbraron entre los gases áureos:
Guattari Guattari,
maulló el gato que por lomos escapaba –
1 florín, 2 florines, fijo el junco:
José Lezama Lima blande alta su batuta en Auschwitz.

 

Cuando Poesía volvió a escribir los
[Perdidos unos, otros inspirados]

No se puede escribir la después de Auschwitz –
Olía a vulva entre los pobres desnudos
abrazados
permutaban sus lenguas por amor de los gases:
Ay Janecska Janecska ay dein goldenes Haar ay –
Olía a delirium –
No se pudo escribir la después de Auschwitz –
¿Acaso lo intentas?


Fotografías de Angela Strassheim 

domingo, 12 de octubre de 2025

YISHA. RETRATO DE UN POETA NÓRDICO. TRAD, DE MIGUEL ÁNGEL PETRECCA

 


.1.

Su porte cuando canta parece el de un italiano,
cuando bebe: un ruso borrachín demacrado pero lúcido
Sin embargo, es un Ario de pura raza
un auténtico poeta sueco
A veces, pero sólo a veces
fantasea con la idea de mudarse a Noruega:
en ese país vecino el sueldo de los escritores
es diez veces más alto que en su país.

2

Se dice que es el número tres entre los poetas suecos
En el clímax de su fama
las paredes del subte de Estocolmo
estaban atiborradas con su retrato
Esta primavera vino a KunMing
y en un jardín en la terraza de un edificio
amonesta a los poetas chinos acompañantes:
“Tengan cuidado con el Romanticismo”.
Dice: “Soy un poco pesimista acerca de la poesía china”.
Pero en seguida agrega: “Me refiero a hace tres años”.

3

El día de su lectura en el festival
se la pasa en el cuarto del hotel durmiendo
acumula energías mientras espera reverente
la llegada del único rito en la vida de un poeta
Al atardecer, en camino hacia el lugar de lectura
con jugo de fresa y alcohol blanco
prepara cocktails para todos en el micro
Por supuesto, él mismo toma más que nadie
La lectura de la noche tiene buena acogida
Más tarde, sus esfuerzos por llevarnos a un bar
no obtienen respuesta

4

Durante el desayuno al día siguiente
sobre el libro de notas de la encargada del grupo
dibuja una voluptuosa mujer desnuda
Nosotros de inmediato sentimos alivio:
ah! era esto lo que quería
Pasamos una noche más cavilando
Un crítico medio pelo de poesía conjetura
“es una metáfora- en realidad quiere pan”
Pero finalmente entendemos:
quiere café y también la compañía.

5

Me organizan una presentación afuera,
en la casa de té Colección entre las flores
después de una interminable performance de guzheng
Durante la lectura, su expresión entre la multitud
captura especialmente la atención:
cuando ríe pone cara de idiota
cuando no ríe también, parece volado
Al final, me pide un libro con mis poemas
pero acabo justo de regalar el último

6

Una cuarentona piadosa descubre
que lleva puesta hace días la misma camisa
El hecho de que su itinerario de vuelta
incluya una breve parada en Tailanda
despierta sonrisas cómplices entre los hombres
La última noche
ni siquiera tengo tiempo de despedirme
Lo veo como un fantasma
entrar en un bar fuera del hotel
Esa es la última vez que lo veo
De repente me acuerdo
la noche en el Bosque de Piedra
cuando no paraba de rondarle
a una tailandesa coqueta como una serpiente
también parecía un fantasma.

Yisha
Traducción Miguel Angel Petrecca

《一个北欧诗人的画像

1

他唱歌的架势像意大利
喝酒时像形散神不散的俄国酒
但他是纯种的日尔
货真价实的瑞典诗
他偶——只是偶
也曾萌生移居挪威的念
那个邻国付给作家的薪
比他的祖国高出十倍

2

说他是瑞典头三号的诗
辉煌的当
首都斯德哥尔摩的地
满墙都是他的头
这个春天,他来到昆
在中国的顶楼花园
对中国的同行发出警
要警惕浪漫主
说:对中国的诗歌有点悲观
紧接着又说:这是在两三年前

3

诗歌节登台朗诵的那个白
躲在宾馆的房间中睡了一
养精蓄锐地恭候
一个诗人生命仪式的到
黄昏时在前往朗诵地的面包车
他用草莓汁和中国小白酒
调制成的鸡尾酒款待车上的每一个
当然他自己喝得最多
晚的朗诵大受欢
晚,朗诵结束
他鼓动我们前去泡吧的努
未得

4

第二天的早餐
它在女领班的记事簿
画了个活灵活现的裸体女
们自以为是地释
噢!原来他是想要这个
还惦记了一
蹩脚的中国诗评家猜度说
为隐喻——他要面包
后来我们总算搞明白
他要了咖啡还想要伴侣

5

我被安排在
在悠悠古筝演罢后
间集茶楼上朗诵时
他在听众中的表
格外
笑得像个
不笑时的表
也像飞过的样
他向我索要我的诗集时
刚刚送出了最后一

6

一位好心的中国大姐
发现他的衬衣一周未换
离境后先去泰国再返瑞典的路线
让男人们会心一
最后一夜
甚至没有来得及道
我看见他像幽灵一样
闪进了会场外的一家酒
然后就不
这才猛然记
住在石林的那个
他在妖艳如蛇的傣族歌女身边
徘徊复徘徊
也像一个幽


Fotografía de Christopher Anderson

 

sábado, 11 de octubre de 2025

EDUARDO ESPINA . AQUÍ LA VIDA HACE COMO QUE EXISTE.





A PATRIA, UN OBJETO RECIENTE
(Aquí la vida hace como que existe)

La mortalidad de su materia es lo que
da para empezar: a punto de quedarse
deseada encuentra la perla y el apodo.
Vida como dádiva duradera, como ha
sido la del búfalo y detrás, la pantera.
Entre zancadas hasta cruzar la bruma
más allá del alba añadida a la persona
del paje que pregunta por el anfitrión.
A tiempo de tener lo que nunca nació,
la mañana derrama lebreles de brillo,
la letra que a la voz anuncia naciones,
nada más que la solución de siempre.
Llega la lluvia, la costumbre del agua
y el ocio que por cierto cae en desuso:
la luna en el heno hace a la planicie, el
invierno al venado que alcanza a ceder.
Por su hez ha sido el sitio disminuido,
en algo convertido como cuerno y ahí:
la flecha conocida al quedarse clavada,
el cuerpo dispuesto por la posibilidad.
Podría resumirse así: el margen de los
recuerdos origina con el gerundio y la
canción llevada al grazno del susurro.
Ciervo, hierba y loan luego al viento:
la casa encuentra el coto desconocido.
De toda su estatura hace sentir al cielo.
Duerme la piel a pesar de lo que pasa.
Los ojos dan por verdad a las palabras
las cosas buscan un lugar en la mirada.




Mínimo de ninfa invisible

(Un comienzo es siempre otro)



«de manera que aquellas cosas que no se pueden decir,
es menester decir siquiera que no se pueden decir».
Sor Juana

No se veía nada, mejor dicho no se veía nada.
Tiene razón Sor Juana en lo que haya hallado
y aquello al pie de un epónimo, y a propósito,
¿cuándo verá el oso a su femenino en la miel?
Desde este Luxor a solas, rocas, peñasco, mar
a morir menos que ola en lo que está tan lejos
pero no tanto como la luna más alta que éstas.
Mar de todas las mareas al morir a su manera
a ras de la corriente donde dirá del resto todo.
Y al Sur salpica, rasca el kiss de las quimeras
haría hace un buen rato por ser tan de repente
o tan, buen ciego para la Sor, también Él azor.
Mira cuánto ímpetu ha perdido, o mira cuánto
de todo esto dejaríase mirar en hora, ahora ya.
No se veía nada pero ahora se ve menos, años
de no verse, de bañarse en guarismos a ciegas.
Entonces igual sería a la mirada aun en la cara
de lectura cuando abre la cifra y ve la primera
palabra: eso es ver, esto es el sentido siguiente.
Frase, refranes y no dejes el alma para mañana
ni menos señales su ausencia añadida al cariño
de piraña que de niña comía mirras arrepentida.
Para otra será su ardid, para él la edad indebida.
Caza las cimas si tanto le dio la luz como llegar,
porque ha llegado: comienza con apariencia, en
la misma persona la sorpresa cambia de planes.
Mínimo de mundo visible, el que Berkeley vio
y no este de ahora que a nadie ya no pertenece,
mundo para inclinar a la chancleta la bataclana.
Está frío, en la ingle clama por algo menos ahí.
Mundo, o da lo mismo pues en inglés es world.
Cuando empiece a ser menos, alguien lo sabrá.






Enamorados sólo por esparcimiento

De la escritura que a tu ostra todo atrae
retardando esta inmensidad de materias
aparecidas como clima a quien reparten
por la entera estima de tropas tristes que
dudan desovar el estreñimiento a través
de berenjenas en el perdurar del frutero
que al chirle destripa pelón por el diván
donde sierva mutua de mi verbo junto a
la jaula dormirás aliviada de la ligereza,
porque melodioso soy el desmemoriado
que no canta de la historieta lo pasado y
no sé si fue anoche o pasmado mañana
como aquel revés de mi resma entrando
por las comisuras de las lacas en tu caca
que salpicabas como cal por el gallinero
de igual manera hasta la perdigonada en
el pijamas cuando a dormir se acomoda
restregando el gamulán por los orificios
que a su beneplácito al belfo adormelan
o dime si es mía memoria la que miente
y esas cosas que pasaron dejaron de ser
la tamaña tropa de hetairas cuando eran
tan bien dos cuerpos del otro por detrás
del celofán donde melaza marrón arreas
en los resabios de la vejiga al aguardar
debajo de la pirámide la dudosa verdad
que al buche del entenado se le parezca,
porque causas encuentran a lo ocurrido
por ensimismar el órreo o la semejanza
entre los resquebrajos la penúltima vez
en que pegados del rabo al despeñadero
pues como cae la caspa caen los reinos
por la resolana mejorada donde silba la
belleza traída al momento de los demás
que a su cerco devuelvan aquella noche
en que los desaseados purgaban iguales
a la garcha hinchando el apocado plano
del castrapuercas por la frez enamorada
que mustia vaya, de la orilla al corazón
y a su sazón las sílabas puestas a saltar
la soga en una lona de boda y metáfora.




Razón de todas las cosas

De tal manera imaginaria, las cosas sucedían
para que todo fuera donosura en lo desusado:
la racha entrometida del dedo en el deshabillé,
la sevicia por la blusa azul al soltarla basta el
desacato de desabotonar de las polainas a las
bragas en remedo de ilusiones todo lo demás,
y así el pulso, la unción en marcha él y el final.
Aposento de nombre en la pradera soleosa y
mudo a moverse a dar desvelo de júbilo pero
igual, no. Nadie en la piel más de la cuenta.
En la ducha los afeites hermosean el enredo
y regresa el agua a la noche donde se bañan.
El amor es la única imposibilidad necesaria.

 

MONÓLOGO DE DA VINCI ANTE LO MÁS CONOCIDO QUE PINTÓ 

El beneficio de efigie no lo era
(ni detrás de las madréporas el
estruendo en su otero otra vez)
y tú, estados de ti por la tundra,
a traer sargazos con quien goza
(casi como del cielo saliéndote)
en esa la vez cuando un botón
si tocan la verdad y por boreal
hasta el último abeto que la ve.
En el tiempo detenido delante
la carnada daba al alma como
ejemplo, el silencio salva a la
sabiduría y deja de preguntar.
Mientras llueve en el jardín de
los rivales, la albahaca bañada
por la soledad de los símbolos
aguarda alegres ratos de estos,
el dividendo que vino primero.
A merced de la senda el deseo
más entre las mustias retamas
y yo ya uno en las horas tuyas
llamando a la luz un hallazgo.
(Los que estuvieron hablan de
la promesa de serlo y según la
ganancia, el higo fiel y al final:
la res que agradecida regresara)
Manera sería de filtrar las dotes,
de dar portento a los esparcidos.
Y en blando cetro con la madre
a emprender: sea trébol extraño
rastreando la respiración de los
muertos que aún no empezaron.
Todo eso que el sueño conocía:
la cuadratura de una taza de té,
el árbol de la índole, la orla de
largo pegamen, cuando sólo la
soledad cambiaba de posición.
En mitad del centro su ántropo
la hacía apariencia en persona:
algo la cuida, una historia, una
inercia incierta de saber que sí.
Lo que quedaba para un habla
era aquella llaga fría de follaje
llenando la noción de la lluvia,
el nacimiento de los samuráis.
Pero la osa de satén al saberse
abotonada, en víspera todavía.
Toca por ver si Bizancio vino
a dar vuelta como el venteveo.
Ella para el resto del estambre
obra con la causa en desorden.
Aja el origen lo propio de las
cosas calmas, la belleza en la
cara contraria no se atraviesa.
(Y yo, para traerte cerca de ti.)
Eran de la aridez las limosnas,
la certeza de saquear un costo.
Preciosa filantropía: el cuerpo
da sombra y el suyo, Da Vinci.
En el siglo de los albaricoques,
un alud de óleos y lejanos ojos
que daban vuelta y dejaban ver.
Con ellos, el llanto a otro loto,
la carga, un caracol, cosas allí.
La espuma puesta en el puma,
ámbito que ninguno deshabita,
lapsos de seda como si dijeran
y en el lado de quien anhela lo
elemental, mejor definición de
Narciso: la nada en ti entonada.
A otra entonces con la sed y el
palo amplio aplicado al perdón.
Cumple el plan con lo espiable;
nadie por el hado entre adornos
entrega al braguero lo que sabrá,
agua dejada entre tantos agüeros.
A esa hora, el merecimiento y la
mitad, las zonas al azar soñando.
Toda ansia a saciar, y ya escrita
la cripta que por enero te venera.
Queda la edad, el entendimiento:
el sol en el brillo es lo más veloz,
la Luz se detiene entre nosotros. 



RAZÓN DE TODAS LAS COSAS

De tal manera imaginaria, las cosas sucedían
para que todo fuera donosura en lo desusado:
la racha entrometida del dedo en el deshabillé,
la sevicia por la blusa azul al soltarla basta el
desacato de desabotonar de las polainas a las
bragas en remedo de ilusiones todo lo demás,
y así el pulso, la unción en marcha él y el final.
Aposento de nombre en la pradera soleosa y
mudo a moverse a dar desvelo de júbilo pero
igual, no. Nadie en la piel más de la cuenta.
En la ducha los afeites hermosean el enredo
y regresa el agua a la noche donde se bañan.
El amor es la única imposibilidad necesaria. 



MOMIAS
(Morir entre comillas)

En la invisible inmensidad
del tiempo y de todo les toca
el calor de cada cromosoma,
la cuna que trajo cuanto quiso.
Saben de más venganzas, del
cielo que ha sido demasiado.
(Quietas, calladas como ellas:
es el silencio lo que confiesan)
Dentro de la inmensa morada,
lo mismo la lamia que la hurí.
Ah la unión de los nacimientos,
blancura de holgados brocados,
seda somnolienta para librarlas.
Cabe la verdad que las venda.
Fijeza ni velocidad se les vio
cuando a solas por la cripta,
la piel o algo peor añorando.
La nada que nunca llegaba.
(Quedaron envueltas
para que la muerte
no las hiriera) 




EL TIEMPO EN LO QUE LLEGA MAÑANA
(Con Ludwig Zeller en Oaxaca)

El rumor a helar los rabos a lo largo
del lugar, ánimas de mutua cantidad
anteriores a cada huella que tendría,
(la vida tan dentro, la visión sabida)
cuando más que deseos para sí decía
en desaire de cielo la solución de los
abisinios por la cripta del ojo a dejar
además del modo resplandeciente de
la anguila hacia la isla del comienzo:
todo dividido en la gradiva por durar.
Pero en tal atalaya donde los tullidos
huían inquietados a quitar su cadena
de cadmios amenazados por osadías,
se iban olvidando del alba varada a
un costado, de casi hadas en la edad
airada del error que a lo hermoso de
muy cerca y a lo bello también veía.
El fin a encontrarse con el principio,
la sorpresa con el ciprés en presente:
en la manera del ocioso no amanece
y la velocidad recorre algo recíproco. 


Las ilustraciones corresponden a escenas de películas de Douglas Sirk

CRISTIÁN GÓMEZ OLIVARES. HAY CONGRESOS EN VIENA POR TODAS PARTES


EXTRAVÍOS

Todavía sigue en pie

el hotel de París donde Vallejo

vivió una temporada con Georgette.

Las arañas de rincón representan la nostalgia de infinito.

Mis amigas ya son abuelas, pero mis amigos

siguen haciendo el mismo tipo de comentarios

que hacían después de levantarse del suelo,

jurando que no volverían a tomar.

La nieve cubre nuevamente la cordillera,

y me pareció que a alguien podría interesarle:

los gatos se escuchan por la noche

cuando uno espera la llegada de los malandras

de los que es imposible seguir culpando al régimen.

Los fuegos artificiales ya no son juegos de niños.

La medicina es un campo minado, pero el paisaje no

tiene la culpa de los adjetivos que sus fanáticos

le cuelgan, tal vez lo que quiero decir no sea más

que esto: haría falta un soneto a la luna,

un auto de fe para enjuiciar a los que intentan

respirar bajo el agua, a los intentan apoyarse en el viento,

permítanme elogiar a los que ven en el humo de las fábricas

el nombre de los que las mantienen funcionando:

las espléndidas ciudades son una farsa

cuando sólo se respira con los pies.

Hay que pagar el arriendo, hay que dejar

escrita la tragedia de estas hojas.

La gramática no guarda ninguna relación

con que hayamos mirado las estrellas.

Los que saben lo que quieren

van al quiosco y lo piden con buenas

o malas palabras, los que a orillas del mar

dejan que las olas toquen sus pies

y conducen mirando por el espejo retrovisor

para entrar a su manera en el porvenir

aparecen en una añeja fotografía

asaltando el Palacio de Invierno: la compré

en una feria de antigüedades que es donde se

consiguen ese tipo de documentos.

También encontré: el acta de matrimonio

del modernismo con las vanguardias,

la dirección del Zambo Verástegui en el cielo

y la receta para transformar

el agua en vino tinto. Pero créanme:

a nadie le he lavado los pies

después de escuchar mi condena. 

Ni he tirado del mantel con los cubiertos encima.

Ni me dejé castigar por los que deberían haberme castigado:

mojé las estampillas, envié las cartas.

Y ante la llama encendida recordé que toda ley es severa.

Y sólo piedra entre las ruinas, jeroglífic0s

en lugar de señales de tránsito:

banderas negras flameando de noche.

Pedí tregua y me dieron agua.

Pedí agua y se ofendieron.

Pido perdón pero no me escuchan.

La cordillera permanece impertérrita.

Con un poco más de nieve o tal vez con un poco menos

la cordillera de Los Andes permanece impertérrita. 

 

 

 

Un nuevo congreso de Viena se ha reunido.

Trazan mapas con alfileres

que representan los territorios a repartir.

No es nada nuevo que alguien distribuya

lo que no le pertenece

y justifique la urgencia de su tarea

acogiendo a los niños a su alrededor

para después guardarlos en un libro

donde nadie los obligue a sonreír.

Las pinturas más negras de Goya

son las actas de semejante reunión.

Dicen que las pintó con un sombrero

coronado de velas, yo diría

que para pintar al diablo se necesitan

las murallas de una casa

y una mujer joven, la noche

como telón de fondo

pero también

como testigo. Un nuevo

congreso de Viena

decide que la Biblia es un contrato

y los abajo firmantes

los encargados de cumplirlo,

si te preguntaron o no si querías

formar parte, si leíste o no

la hoja que tenías delante de ti,

si pudiste o no sacarte la venda de los ojos

son detalles que en nada empañan,

pura semántica que no enloda

ni beneficia el avance de los trenes

por la llanura: los bisontes

están allí para cazarlos,

la tierra prometida

se encuentra delante de tus ojos, ignorarla

sería pecado de ignominiosa sofrosine,

no actuar cuando deberías

haberte levantado de esa mesa

y proclamar con el último vaso en la mano

el manifiesto vanguardista que escribiste

vistiendo tu uniforme de colegio: los asistentes

trajeron séquito y caballos

para que las monturas

se encargaran de detener el tiempo

y los monteros dispararan por nosotros:

el jardín antes que las flores.

Al próximo congreso

asistirán con las semillas en la mano.

 








Hay congresos de Viena por todas partes.




 

 

Tayllerand, viejo, Tayllerand,

aprende como un apóstol

a caminar sobre las aguas,

no importa lo turbulentas

 

que vengan en contra de tu bote.

Lo principal es la fe, los peces

se acercarán como nosotros

a las redes, las mareas

 

serán piadosas y los vientos

que corren no necesitan

para ello de tus piernas:

síguelo y no te olvides

 

que para alcanzarte

el enemigo también

debe acercarse: derrota

 

es una palabra demasiado seria.

Los intereses permanentes del país,

la paz que para ser debe ser duradera:

cincuenta años sin que te pongan

 

la mano encima. Y cojeando.

 





Un congreso de Viena en el colegio de tus hijos.

Donde los columpios son una amenaza.

Y el recreo es visto con sospecha.

 

¿Recuerdas los manzanazos en el ojo,

 

            los pelotazos de plástico, las peleas

            entre gladiadores de segunda?

 

Podría darte nombres y apellidos, pero en qué

ayuda eso a nuestra causa. Podría mencionar

 

el garrote vil, la inspectoría, la citación

de padres y apoderados.

 

Pero en qué ayuda eso a nuestra causa.

El territorio francés debe permanecer intacto.

 

La integridad de la nación está en juego.

El único sobreviviente de cinco décadas de circo

 

sabe que la cojera juega a su favor: el ritmo,

saber guardar silencio, esperar

 

            hasta que los músicos se rindan

 

al cansancio. La firma es lo de menos,

lo imprescindible

 

                        es haber entregado a tus propios padres

 

para salvaguardar para corregir para comprender

 

que napoleónico es estar desterrado

(en qué ayuda esto a nuestra causa)

sin que vuelvan a dormir tranquilos.

 

 

EL POPULISMO DE LOS AÑOS SETENTA

 Ahora me arrepiento de haber leído

esos volúmenes que me llevaron a creer

en las predicciones del oráculo disfrazado de

mendigo: marineros colgando del mástil

se mueven inflamados por el viento.

¿Cuál es el nombre de la película?

Acuérdate de que los leíamos sin que nadie se diera cuenta.

Los guardábamos en una mochila que usábamos para acampar.

Excursiones al patio de tu casa para hablar

con propiedad del territorio. También nos echaron

del trabajo para cumplir con los ritos imprescindibles.

Una lámpara de noche, una botella de agua

durante el día. Los cristales en el estómago de mi amigo

podrían haber sido una bendición si hubiera estado aquí

para contarlo. Entramos al futuro mirando por el espejo retrovisor.

En vez de manejar nos alejábamos. La elección de los tiempos verbales

es el azul de nuestras venas (estábamos muriéndonos de frío.

Esdrújula tras esdrújula resulta imperdonable, pero no importa:

ese libro de los astros apagados que todavía

quieres escribir se parece a los espantapájaros

que se yerguen en medio del trigo: sus únicos visitantes

son aquellos a los que debería espantar. Desde

la carretera se ve como los cuervos le hacen compañía.

Si todavía creyera en Dios, uno podría pensar

que la clase obrera está en el cielo.

Agregando en voz baja algún amén

que no sea en sí mismo una derrota.

 

 EL ÚNICO PROBLEMA ES LA LÍNEA DEL ECUADOR

 Los payasos piden silencio antes de continuar con la función.

Un dibujo en medio de la página, destinado a dejarnos

con la boca abierta. Los vecinos ampliaron su casa

y cada mañana me levanto con un horizonte nuevo

delante los ojos: conversan alrededor del quincho

 

            producto del peso de la noche

 

y el único país sin nombre, señora,

fue el mismo donde usted nació.

 

Aquí se proclama a los cuatro vientos

el nacimiento y la muerte del intercambio

 

            de productos, pesados en una balanza

           

que entrega sus decisiones a través de un oráculo

haciéndose pasar por uno de nuestros mejores amigos

 

y está sentado a la misma mesa

donde antes bebiéramos alcohol, pero ahora

cortamos los versos con un hacha

 

y nos divorciamos de nuestras últimas mujeres

para publicarlo en la edición matutina

de los que aún no se han arrepentido:

 

            el único problema es la retórica de los payasos.

            Están empeñados en colgar la ropa

 

para que se seque en medio del invierno.

Empeñados en que las cosas se llamen cosas.

 

No piden que los buses de la locomoción colectiva

los lleven gratis.

 

Piden que los buses de la locomoción colectiva

los lleven hasta el final de su recorrido

porque son demasiado hermosos

 

                                    para confundirse con esa plebe

                        que los hace echar espuma por la boca

 

cada vez que la recuerdan delante de un altar:

allí reúnen velas y alimentos

 

            para que aprendamos a orientarnos

                        aquellos que perdimos el horizonte.

 

Quiero volver al sur, decía el privilegio

de ser el primero en abandonarlo.

 

Quiero volver al sur decimos nosotros,

 

funcionarios públicos sin estado, orificios

 

de bala en los muros de la historia,

garabatos con afán de verso,

 

números áureos

 

            sin hoja en medio de los bosques

            ni arco de una piedra cruzando el aire

 

para describir en el cielo el símbolo de la victoria:

 

mucho más temprano que tarde, el voluntario

desorden de los sentidos, sigan sabiendo

 

            ustedes que oramos delante de esas calaveras.

 

Ni advertencia ni vaticinio

sus rostros en la punta de las estacas:

 

                        salutación del optimista,

 

escenas de la vida familiar

 

                        de un Balzac sudamericano y perdido

 

debajo de la línea del Ecuador.

Pero igual de gordo y caradura.

 

 

 

MATEO 27:46-50

 Cada mañana me levanto

para irme a comprar un café

al negocio de la esquina. La esquina

es una forma de decir, porque tengo

que manejar más o menos dos kilómetros

para pedirlo. No es que no quiera caminar,

pero no hay aceras. “El negocio de la esquina”

tampoco le hace honor a esa cadena de cafeterías

que se encuentran a todo lo largo de este estado.

Al llegar a Indiana cambian de nombre. Pero no de dueño.

La chica que atiende ya me conoce, y me trae

de inmediato lo mismo de siempre. Después

me devuelvo a la casa, porque toda la pega

la hago sentado frente al computador. La escena

se repite desde hace años. La chica ya no es tan joven

y el otro día por primera vez me preguntó mi nombre.

Por primera vez le pregunté el suyo. Y ahí me contó

que iba a entrar a la universidad, que se iba a vivir

a Colorado y que ese era su último día trabajando

en ese lugar. Iba a pagarle pero me dijo no se preocupe,

este lo pago yo. Le agradecí, le deseé mucha suerte y nos

despedimos. Mientras manejaba de vuelta,

 el camino me pareció más largo, lleno de semáforos

que no había visto nunca, atestado de conductores

intentando llegar a alguna parte. Estacioné el auto 

y me senté como siempre delante de la pantalla. 

Mi obligación es tomarme ese café.

Arrojármelo encima. Sorberlo entre la mugre

del suelo, preguntando por qué me has abandonado,

por qué, Señor de las ojivas nucleares atravesando

el cielo de esta tarde, me has abandonado.

 

 




TRES POEMAS SIN TÍTULO 

I.-

La profesora recuerda los murales que veía camino a su trabajo.

La extensión de los jardines habla en estos casos x sí misma.

Los naranjos plantados en la calle nos recuerdan el centro de la ciudad

y un mecanismo secreto e inconfesable para atravesarla.

Un mecanismo secreto e inconfesable nos recuerda al inspector

que pasaba revisando los boletos en el tren. Y a nuestros familiares

atrapados entre el mal de ojo y el adobe. La profesora recuerda a los niños

que se orinaban para dibujar con displicencia un círculo a su alrededor.

Y una gitana le dijo: la Ley del Padre es irreversible y sin embargo no es tan difícil

traducir el inconsciente. Basta con que la casa donde creciste

hoy se encuentre abandonada. Que se haya construido un edificio

en el mismo lugar donde los perros ladraban con tal de que llegara la noche.

Una taza de té no requiere de ninguna explicación. Voy a leer todos los libros

del mundo aunque me pase los próximos cincuenta años (tengo casi cincuenta)

sentado a la sombra de un árbol dándole de comer a las palomas.

Las palomas recuerdan el camino de vuelta. La nieve cómo caer.

A orillas de la azotea de un edificio donde el viento sopla por obligación

los ancianos recuerdan el arte de volar extendiendo los brazos

como un mesías sin madero, una vez que el vértigo los vence.

 

O ellos se dejan vencer.

 

II.-

La belleza del aserrín tirado por el suelo:

ya van a cerrar el restaurante pero están esperando

por nosotros. Épico es quedarse hasta el final, salir

después de que hayan bajado las cortinas

y la última micro de la noche acaba de pasar

por la esquina donde estábamos parados. Otra vez caminar

hasta la casa. Otra vez van a mirarnos como miraremos

mañana a nuestros hijos. Un disco rayado

nos obliga a permanecer despiertos. Los bombazos

han destruido las torres de alta tensión y esta noche

podremos cenar a la luz de las velas. Conozco esas miradas,

el ceño fruncido de los sapos en el charco. Pero entiendan:

ustedes también fueron felices. Yo los vi corriendo

por una avenida abandonada a su propia suerte.

Yo los vi trepar a los plátanos orientales

como si estuvieran combatiendo un enemigo

que nada tenía contra ustedes. Yo los vi

cubriéndose la boca para que al bostezar

no se les escapara el alma y en medio de las asambleas

los vi redactar manifiestos con la forma de una rosa

o una partitura: de nota en nota esgrimían sus razones,

pétalo tras pétalo iban a cambiar el mecanismo

para sacar las mejores fotocopias y hacerse de una biblioteca

infinita como la querían los maestros, proletaria

como las circunstancias lo exigían. Yo los vi.

Estuve a vuestro lado (perdonen que les dirija

la palabra: mi función era despertarlos

cuando se quedaban dormidos en la micro,

mi papel no darme cuenta, mi tarea comprender

que las ramas secas y delgadas prenden mucho más

rápido que los libros arrancados de los anaqueles

pero no de la memoria. Las servilletas están

manchadas como la sangre sobre la nieve

y al verlas tiradas por el suelo recuerdo esas

naturalezas muertas que sin estar colgadas de una pared

incluían frutas apetitosas con una mosca encima:

curtidos en el arte de hacer hora esperamos

que algo pase en el último de los paraderos

que todavía sigue en pie, nos protegemos

del frío haciéndole caso a nuestros padres

y arrojamos una piedra al agua para que sus círculos

concéntricos mantengan prendido el fuego: yo los vi.

Lleno del estupor que me producen

las profecías a punto de cumplirse

los vi cruzando la Alameda, capitanes

de una embarcación de mediana eslora

varada en el puerto hasta nuevo aviso.

Y cuando les comunicaron que ya podían

zarpar, que todo estaba en regla y los marinos

se agitaban con el viento como un campo de trigo maduro,

tuvieron que ir a buscarlos a un lupanar

donde estaban sentados a la mesa con sus familias.

Un pianista tocaba el piano para que los niños

bailaran en medio de los clientes, en esa época

entre la rosa que uno corta y la que da

se abría un abismo por donde se precipitaban

los pasajeros al salir de los vagones del Metro

y el agua de las olas reventando nunca

alcanzaba la orilla ni la arena, la Avenida

del Libertador Bernardo O’Higgins

es una prueba irrefutable pero también

es una pista, el sol ocultándose en el horizonte

pero también los que se sientan, en pleno

invierno, a verlo desaparecer entre las aguas

y sienten el impulso de salir a buscarlo:      

yo los vi con un traje de dos piezas saludar

al enemigo, sin saber que se trataba del enemigo,

yo los vi trabajando hasta las cuatro

para no tener que ir a dormir, yo los vi más

pájaros que alas como si el arte de volar se demostrase

subiendo a la azotea de un edificio desde la cual

se arrojan los ancianos para combatir un mal que han olvidado

sin más remedio que volar para ver si aterrizando lo recuerdan. 

 

III.-

Los murales que veía en el camino

contaban su propia historia, aunque no pudiera

darse cuenta. Desperdigados en las estaciones del metro

que conectan a la ciudad con los suburbios, a la pobreza

de los antiguos obreros industriales

con la indigencia de chaqueta y corbata.

Bastante se demoraron en terminarlos:

ese tiempo en que las fábricas

todavía les daban de comer y en los patios

había árboles de hoja inmarcesible capaces de soportar

la nieve y cualquier estupidez que se diga sobre ella.

Tiempo en el que algunos de los que pintaban los murales

eran llevados por los guardias de turno hasta la comisaría

y otros encaminados hasta los bares, cuando asaltar

un banco tenía un innegable aire de romanticismo

y ciertas palabras aún no se borraban del diccionario,

el boleto de tren estaba al alcance de los que hasta hace poco

habrían dado la vida por un boleto de barco, el ruido

de los vagones oculta lo que decían

los que estaban condenados a hablar en voz baja

incluso en los lugares donde todos los demás

definían la realidad golpeando con un vaso sobre la mesa,

la historia de un país puede resumirse en esto:

alguien pretendiendo que escucha

lo que otros no se atreven a decir.

Todos se bajan en la misma estación.

Recogen sus cosas y se levantan.

El primer pie sobre el andén

les recuerda a sus antepasados.

El frío con que los recibe la estación,

al lugar de donde vinieron.

Nada sin embargo el idioma en que pedían

otro pedazo de pan. Nada el nombre

de esos árboles que deshojaban

tarde en el otoño. Ni cómo

se decía está saliendo el sol

como sale todas las mañanas.

Todos se bajan cuando el tren se detiene.

Los murales donde aparecen cargando sus pertenencias.

Los recuerdan más hermosos de lo que fueron.

Más necesitados de volver.

Menos cansados de lo que estaban.

Sacan las llaves cuando están delante de una puerta.

La cerradura es la última estrofa

antes de terminar el libro.

La palabra fin,

la última palabra.

 

 

 Fotografías de Alex Prager

 

 

 

 

 


MAGDALENA CHOCANO. RUIDO CANÓNICO VERSUS POESÍA

  El trabajo de la poesía en la materia de las palabras es un lance lento, a veces acelerado por la irrupción que recibe el nombre algo desg...