Mostrando entradas con la etiqueta Luz Pichel. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Luz Pichel. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de noviembre de 2025

LUZ PICHEL. “QUÉ BIEN LO PASÉ”,DOS LIBROS DE ÁNGEL CERVIÑO.

 



¡Qué bien lo pasé leyendo Poco Lázaro y Mi religión! La oracioncita, “qué bien lo pasé”, es en Poco Lázaro el epitafio que escribe para sí mismo el autor —podría ser—, o algún figurante, o un personaje (¿he dicho personaje?). No recuerdo bien y creo que daría lo mismo. Bueno, no sé.

 Quien haya leído estos dos libros sí sabe lo que es bueno, claro, pero, por si alguien no lo ha hecho, yo no puedo desearles para la experiencia nada mejor que lo siguiente: pásenlo tan bien como yo. Pasadlo bien, relajaos, dejaos andar la calma del entender y del no entender, disfrutad del humor, del lío que se montan las palabras unas con otras para armar su música, su sentido y su sinsentido.  Disfrutad de la ironía, de la parodia, de la retranca, de la irreverencia con lo sagrado. No, eso no: con lo sagrado del poema.      Tampoco. Ni siquiera con el poema sagrado. Es irreverente, más bien, con lo consagrado de la poesía.       Mejor: lo establecido, lo modosito, lo convencional de lo ya hecho y dicho más veces, muchas más veces de lo que al arte le gustaría. Creo.

Dice Cerviño: "a llorar al teatro"; luego, se supone que aquí lo lacrimógeno no tiene lugar, no lo queremos porque esto es poesía, ¿no? No, no, teatro no es, ¿o sí? Bueno. Bueno, lo que sea (¡poesía!). En cualquier caso, un lugar para la sonrisa, para el carnaval. Ángel nos saca de nuestro estado de confort poético, de nuestro estado de alcanfor, se escuchó por ahí, en los escenarios de la calle  (lo traigo aquí porque creo, creo que a Ángel le hubiera gustado escucharlo). Y todo ello entre muertos ya realizados como tales muertos o previstos como a toro pasado en una especie de mercadillo dominical con altar para la misa y vírgenes descocadas, donde todo es mezcolanza.       Perdón: delicioso batiburrillo. Y sacamos poco en limpio si no es una visión del mundo entre onírica y esperpéntica y bastante poco prometedora.

Pero en todo ese teatro (¿teatro?), me he empeñado, por defecto, por no saber hacer algo mejor, en encontrar testimonios concretos que de alguna manera pudieran orientar al lector o lectora acerca de por dónde van las bombas inocentísimas y nada ingenuas de su lenguaje. Se podría llevar la cosa por un derroche de derroteros, porque estos libros son, antes que nada, lenguaje, derroche de lenguaje, a veces laberíntico, a veces duermevélico (con uve), pero también a veces filosófico y reflexivo aunque no lo parezca después de todo lo que acabo de decir. Y es que no he dicho nada, y no se debería decir nada, habría que sólo leerlos y quedarse con lo que el dios de las palabras y su música, sus requiem y sus te deum, sus misterios, las cuentas de sus rosarios y oraciones, personales e impersonales, activas o pasivas, nos dé a entender. Así que, atrevida yo, en un acto aberrante de descontextualización, para no seguir mal-metiéndoos, porque todo lo que yo os diga de este libro no tiene por qué tener nada que ver con lo que ustedes encuentren o hayáis encontrado ya en la lectura, me he propuesto recoger frases de aquí y de allá, de uno y del otro, que orientan al lector de manera infinitamente más bella —viva la palabra— y por supuesto más iluminadora.  Empecé haciendo una clasificación exhaustiva, pero me eternizaba y no era mi intención reproducir el libro organizando frases. Entonces descubrí que muchas de esas frases eran preguntas, muchísimas, quizás más en Poco Lázaro, pero también en Mi religión y luego vi también que había muchas otras que daban más que pensar de lo que en un primer vistazo podía parecer. Opté por menos compartimento y más grano a molino. Me quedé con estas dos: a) Frases de imaginar y b) Preguntas al viento.

Pero ¿cuántas? y me respondí con una frase hecha, que sé que a Ángel también le gustan (algunas): menos es más. En este caso, el axioma es falso, pero de mentiras está llena la literatura.

Aun así,  pensé en lo lindo que sería organizar una sentada de correligionarios aportando, clasificando, degustando, descuartizando, etc., frases maravillosas de figurantes y payasos y personajes y un autor y su careta y el pueblo y sus diretes.

Va:

 a) Frases de imaginar.

 —Déjate ir en el texto como en uno de esos laberintos que el sueño nos descubre en la vieja casa familiar.

 —Nacemos para ver cómo los perros se soleaban en la escalinata del templo.

 —Para concluir la ceremonia nupcial la desposada escupe al suelo.

 —Cerviño es un hereje porque pone la poesía a girovagar y sabe que nada hay más serio que la ironía y la parodia.

 —Del fresco de la anunciación, sólo un hocico de perro se conserva.

 —Alegre va en la corriente la ramita muerta.

 —En el patio, la nieve aprende el idioma del columpio.

 —El poema rebulle en sueños como jergón de prestamista.

 —El movimiento de danza sólo se completa en su propia extinción.

 —Surge en Mi religión una curiosa mojiganga, un catecismo zurdo y vermiforme, un romance de ciego donde hay planos y contraplanos (al teatro se une el cine).

 —No quieras ser el que desplumó al ruiseñor buscando la razón del canto.

 —A su vida le vendrían muy bien unas risas pregrabadas.

 — Afuera la brisa acaricia un tendal de pulpos secando al sol

 —A veces los chamanes tocan el tambor y cantan sólo por gusto.

 —Los pétalos caídos al pie del búcaro son el medio de pronosticación más fiable para asegurarse un matrimonio ventajoso.

 —Cuando una palabra es convocada a un poema, sus compañeras contiguas en el diccionario comentan que se fue al teatro.

 — El lector muy pronto advierte por dónde transita el humor y la parodia, entre sibilas de siete años, sacrificios indescifrables y apóstoles embaucadores perdidos en sus laberintos.

 —El vino olvidado que se deja en las copas bien podría ser una imagen del subconsciente.

 —La risa es el rezo que comprometemos.

 —Rendimos culto a la mala hierba y a la húmeda lubricidad de la lengua materna.

 —Aquí cualquiera se siente capacitado para dispensar emblemas y trabalenguas

 —La disposición al goce nos aproxima a la divinidad

 —Los santos sanadores suelen haber sido niños enfermizos y retraídos.

 — El fin del mundo se anunció con unas notas de cha cha cha por la megafonía/ en el prado las vacas arden sin pestañear.

 —Como ancianos mirando tiovivos, nos contentamos con muy poco.

 —Las criaturas existen para que Dios pueda contemplarse desde diferentes ángulos.

 —En muchas situaciones de nuestra vida diaria se echa en falta un coreógrafo.

 — Érase una vez el ventrílocuo pateando a su muñeco después de la actuación.

 —Como sucede en otros libros suyos, la poesía de Cerviño se contamina del género teatral, que viene a ser el espejo óptimo de la existencia y, a su través, proyecta una poética que abarca y define toda la obra.

 

b) Preguntas al viento.

 

¿Es tiempo dilapidado todo aquel que no empleamos en contemplar las sonrosadas nubes que pasan?

 ¿Un disfraz que se lleva durante mucho tiempo sigue siendo un disfraz?

 ¿Cuáles serían los nuevos dioses? ¿Queda alguno?

 ¿Por qué siguen obedeciendo los perros?

¿Este hombre aprenderá algún día a sufrir sin decir algo irónico o gracioso sobre el sufrimiento?

¿A qué personaje responde su voz natural? ¿A quién ven cuando me hablan?

 ¿Estamos en una alegoría?

¿Qué sabe la raíz de los bochornos del pétalo?

¿Cuándo colapsa la ironía y se envenena en sarcasmo?

¿Falta mucho para la otra vida? (le pregunté a un payaso que bajaba)/ ¡Qué pequeñas son las lágrimas! (me respondió)

 ¿Habrá que decir palabra en el otro mundo o allí las percepciones se expanden en ondas de energía y luminosidad?

 ¿Dudó dios ante el boceto del murciélago?