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EDUARDO PADILLA – VENUS GIRA SOBRE LAS CASAS

 



                                                                                                                                            deana leawson



 


Fui a la casa del lobo.

Después de varias copas

se levantó al baño

y regresó vestido de ciervo.

O sea que le había quitado la piel a un ciervo

y se había hecho una capa

y un par de botas

que le subían a los muslos.

También traía cuernos

en la cabeza y el pecho;

las puntas tenían

un brillo irisado que se alargaba

en la semi-oscuridad de la sala.

Las puntas de aquellos cuernos brillaban

como brilla Venus por la madrugada.

El lobo hizo un par de contoneos

y yo me paré de golpe

y le planté un beso enorme.

Le embarré todo el labial.

Fuimos a su alcoba.

Abrió la puerta despacito…

con sonrisa lupina

y mano teatral

dirigió mi atención a la cama:

ahí estaba el cazador,

tendido y atado

a las 4 puntas del mueble.

Lo tenía vestido de abuela.

Yo ya no pude.

En ese instante me creció el pelo

con tal fuerza y de tal forma

que me rompió todo el traje.

“Pero qué linda sorpresa”

dijo el lobo.

“Mi abuelo era un perro de Alaska” dije yo,

temblando.

El lobo me tomó de la cintura y apagó la luz.

Entonces la vi frente a mí, del otro lado de la ventana.

La luna llena la cubría con su azogue.

Era la esposa del cazador.

Fumaba una pipa.

Cargaba con un rifle a la espalda.

En su cabeza

un mapache muerto

nos miraba a todos

con ojos demasiado

severos.

Salí corriendo cual venado.

SANDRA MOUSSEMPÈS / COLOQUIO DE LAS TELÉPATAS / TRAD. DE LOLA NIETO

 




Coloquio de las telépatas

{ 1 }

 

Ciertas respuestas se evaporaron sobre este velador

Estábamos en un pasillo yendo de una certeza a otra
sin que por ello nuestras sensaciones giraran sobre sí

Se trataba quizás de ningún lugar excepto si ningún lugar es una
cámara de aire, obstinada en la prolongación de los sueños despiertos

Tú afinas un pensamiento, estamos rodeados por arcilla y
una impresión de déjà-vu

Cada agujero representa una disonancia que suturar a lo largo de
vidas paralelas

Las envolturas llenas de sirenas han caído todas

Si perdemos tiempo para ganarlo somos nosotros
mismos nuestro alter ego retenido en un agujero cubierto de lentejuelas

 

 

{ 5 }

 

¿Qué queda de una actriz consanguínea?

Alimentar el alma y la camisola que reviste el alma se convierte en una respuesta

Madres asexuadas fingen que se desmayan o se pavonean
– las que son incapaces de cuidar una prole –

Una mujer que no se casa crea otras razones
para casarse además de un hogar bien ordenado

Si los cuerpos se encierran tan fácilmente en un hogar bien
ordenado se habla de presencias ocultas o de armarios sangrantes

 

{ 6 }

La escalera está en penumbra, llegamos a nuestra habitación

En la mirada de una vecina que está delante de la reja, ¿somos
rubias ataviadas, señoras de casa, vecinas chismosas,
mientras un hombre viejo nos abre amablemente la reja?

Los diálogos eran inaudibles expresamente – era necesario comprender
el sistema –

Los segundos diálogos llevan las de ganar cuando la
sirvienta entra con el servicio de plata

Es una película sobre el matrimonio sin los maridos    los maridos    los
maridos

—— Una niña
Que ha salido a jugar, perdida en el parque

Las mujeres tienen en común su nariz retocada
¿Dónde estaba yo?
Y, por otra parte, ¿estamos en el día de hoy o de anteayer?

Si hoy fuera mañana tampoco te acordarías
de mí
Si fuera mañana estarías sentada delante del velador
– allí –

 

 

 

 

 

 

 

 

Título original: Colloque des télépathes
© Editions de l’Attente, France, 2017
Extraits publiés avec l’accord des éditions de l’Attente, http://www.editionsdelattente.com
Extractos publicados con el acuerdo de las éditions de l’Attente, www.editionsdelattente.com


WINGSTON GONZÁLEZ ARMAS DE SALVACIÓN, XXV

 





william eagleston






retrato con madona, santos y granero encontrás
cámara en mano, abrazás la sal del universo
la reproducís, la reescribís, deconstruís
el sonido del agua cuando un cuerpo desespera

ñandús corren por tundra asombrosa
destrucción de pechos, presencias fijas, preguntas
cosas obvias, lugar exacto, sentido, palabra limpia
en brizna de paja, exaltada, una voz pregunta
porqué un ñandú correría por tundra si apenas
sé qué es tundra, si apenas, he imaginado ñandú, apenas
su imagen incompleta, su rasgo de plaga, ese
retrato que rompe este poema, la pequeña hermenéutica
de la plenitud difícil de los besos, de las fotografías
en la pared de tu cuarto, tus recuerdos
plenos de resonancias muertas, qué
qué significa ser pleno
si hay que romperlo todo, qué significa el verdor
tras puerta y nube de cigarrillos a dos centímetros del techo
dibujando un cuerpo, secando piel que suda
sombra del nosferatu, jóvenes británicos
pub fantasma del Yorkshire, arrabal maldito
posibilidad monstruosa, asomada
en el frontispicio de un cine que abandonamos
a fantasmas que nunca vieron estos pueblos, dentro
del vientre de una batalla contra imagen hundida
en sofás baratos, tv technicolor, de lado a la herencia
la miseria de pariente extranjero cuya calavera asoma
por el cierre de los pantalones mientras el agua golpea
tus recuerdos, dispersos, el tiempo atípico
el leve simulacro de traducción que suena en las palabras
que escribo para ti, animal intraducible
cuando en O brother where art thou brilla arrodillado
ese mismo muchacho, dentro de la canción
de tres sepultureros negros cavando lluvia muy lejos
lejos
del lugar en que le encontrás, redundante, innecesario
bar alegre y oscura piedad, insolación adolescente irritable
le tirás
lazo, llamada telefónica, pantalla plasma
a él que no es valiente, que no es bravo, que jamás
amasa coraje para emborracharse y perder
el control que queda de la vida; maceta al océano
o hipopótamo que habla de amor cara a un ataúd
ya no sé, la vida, ya no sé dónde alzar
el niño mugriento que a las dos de la tarde
despierta un domingo y piensa
en el fondo ofendido de esta ciudad, en esta marcha
que exhibe el espectro imantado
de mi cabello agua, cabello luz, cabello placidez municipal
factura incendiaria que baila como el mar

como una tabla de felicidad en un pueblo
……………..que no habla bien
……………..de la felicidad

 


EMOTIONAL RESCUE: LUIS REBAZA SORALUZ. LA CUMBIA DEL TORO

 






PANCHO GUERRA GARCÍA









Su don ya no es estéril: su creación
la segura marcha en el abismo.
JOSÉ LEZAMA LIMA

Para Edgar O'Hara y Carlos López


Ya en el abismo y -mulo al fin-
olvida el caminar.
Piensa, y su conciencia
es menor a la física caída. Un sol
azucarado atardece en su cuello,
en el lomo curvo por los brazos
de un sueño, donde una joven cebra
es la exótica belleza; antídoto
al que recurre en el abismo.

Al tonto grito las aguas callan
y el cielo precipita una delgada
cortina. Su cuerpo se afila en duro alfeizar
de piedra. Y el agua hace eco al sonido
de cascos estropeando el desfile
lavado por la lluvia. como reloj solar,
una sombra parece aproximarse
al punto medio. Esforzado el paso del hombre
sobre el río, más al filo del mulo,
más ancho el cuerpo y el abismo.

El hombre al otro lado y el mulo
pensante en dirección contraria.
¿Pero, cuál retorcede? ¿cuál avanza?
Qué levanta su pata delantera
¿Una esfera de cébridos países?
El musgo que la piedra fabrica
y el torso de una hembra se confunden
en la mente del mulo.

Un toro furioso galopa tristemente
en todo apagado mulo,
un toro escribe el círculo
que desciende su peso iluminado
en el abismo. De dos mundos
consta el universo; la muerte
de un pie en el aire. De una venda
en los ojos consta cada noche,
el sueño previo al nacer es un mulo
ciego al borde del abismo.

Lento, en su paso tenso,
inmoviliza el mundo.
A cada paso suyo el río crece
en la tarde y la escritura es hiedra
que aumenta el rastro dejado
por la lluvia. Piensa.
Tan solo como sólido,
en sus acciones sucede
del seso al paso. Ha vuelto
el caso en un eco de sismo
y su grito la creación parece.

La lluvia descubre las fisuras,
lava los ojos circulares
del mulo osado y gritando
su fuerza taurina contra el viento.

La ciencia es vana al mulo
que mastica un libro y sopla una flauta
en su garganta. Y el toro embiste. Piensa;
y su conciencia responde al movimiento.
Es el paso seguro, es el ritmo moral
que hacia el frente dirige en el filo
empinado. Y cae un hombre

junto al otro que el mulo ha soltado
hace tiempo en el abismo.
A la caída, otra luz de razón
ilumina al mulo perdido en el borde,
mientras su creación de un mundo
aumenta en otro grito
la noche de un abismo.


teaser: GASTÓN AGURTO/ UN AVIÓN QUE SE ESTRELLA TODOS LOS DÍAS

 

















FELIPE CUSSEN/ CÓMO NO DECIR NADA

 

Hace algunos meses discutíamos con Martín Gubbins algunos de los poemas que entonces escribía (y que ayer nos presentó (2)), basados en la formación de palabras a partir de las letras contenidas en un vocablo mayor. El valor de estos juegos consistía, evidentemente, en encontrar la mayor cantidad de términos, pero mientras los revisábamos comenzamos a discutir hasta qué punto ese rendimiento era necesariamente la medida de una mayor o menor efectividad expresiva. Implícitamente, también estábamos pensando en una serie de prácticas experimentales cuyo énfasis está puesto en el agotamiento de las posibilidades disponibles de un determinado procedimiento o tecnología. Y entonces comencé a apuntar algunas preguntas que quisiera plantear hoy: dentro de las innumerables experimentaciones poéticas contemporáneas, ¿qué espacio cabe para un uso no definitivo sino parcial de esos hallazgos? ¿Qué ocurre si decidimos explotar una técnica vanguardista sólo a medias, o en una dirección contraria a la que se supone que debería tener, o detener la maquinaria cuando el experimento aún no se ha terminado? ¿Es posible un titubeo, una retracción?


Eran preguntas retóricas, por cierto, pero no inocentes. Calzaban con una tendencia latente en algunas obras que había preparado en años anteriores, y surgían ahora como una justificación tardía. Podían servir, por supuesto, de excusa para una performance inmóvil (3). O para una sextina que realicé sin siquiera intentar mantener las estrofas que contuvieran las 6 palabras-rima, sino escogiendo simplemente seis versos-rima que se combinaban sin ningún esfuerzo(4). O un soneto que, en realidad, era un texto en que cortaba pedazos de prosa incrustándoles las rimas perfectas de un soneto de Lezama Lima(5). O un libro con sus páginas cortadas en tres, pero en el que la última sección repetía siempre la misma frase, como un ostinato, y así reducía la cantidad de combinaciones posibles (6). O el que, según creo, es el primer poema-mascota virtual del mundo:

Me siento incómodo con mi cuerpo arriba de un escenario y no sé improvisar. No me creo capaz de escribir bien una sextina o un soneto. Una vez que me he propuesto trabajar con una restricción, limito su aplicación porque pierdo el impulso. Mi relación con todo tipo de técnica es ansiosa pero torpe. He perdido mucho tiempo solucionando los aspectos visuales o gráficos de una presentación, y aún más editando un poema sonoro, ocupando procesos muy engorrosos que, probablemente, se solucionarían con una función del programa que aún desconozco. Como no sé hacer animaciones, he tenido que suplirlas con lentas sucesiones de diapositivas en powerpoint. Dudo que alguna vez pudiera desarrollar un software. A estas alturas de mi vida, ya he asumido que nunca podré hacer un poema holográfico, ni menos producir un conejo verde. Aunque tengo un computador moderno y sofisticado, no soy moderno ni sofisticado.

No soy original, tampoco, en mis planteamientos. A pesar de los excesos de optimismo y seriedad en las vanguardias y neovanguardias, también ha habido espacios para la ironía y el descreimiento, o al menos la soltura y el juego. Hoy mismo, en esta era de fetichización tecnológica, se rescatan ciertas estéticas del error (como el «glitch» en la música electrónica) y retro (el movimiento «8 bit» en el mismo campo), o el uso de herramientas sencillas con fines más banales o deformadores (como el género «flarf» en internet). Hace algunos días leía también la propuesta pedagógica de de Kenneth Goldsmith, su «uncreative writing», sugiriendo como técnica básica el traslado de un contenido hacia distintos contenedores, es decir, la escritura como simple copia. Todas estas tendencias parecieran oponer su sencillez o intrascendencia a aquellos ímpetus cibernéticos que Marjorie Perloff caricaturizaba en uno de sus ensayos: «As in any case of any medium in its early stages, digital poetry today may seem to fetishize digital presentation as something in itself remarkable, as if to say, ‘Look what the computer can do!'». Pero también podríamos revertir esa misma acusación en mi contra: «Look what the computer can do wrong!» o «Look what the computer can’t do!».

Sería una estupidez, sin embargo, que esta acumulación de prevenciones y falsas modestias impidieran mi acercamiento como lector a las producciones basadas en técnicas que nunca llegaré a manejar plenamente; la oportunidad de conocer y aprender de todo el rango de sus posibilidades es justamente una de las principales motivaciones para encontrarme aquí hoy. Es evidente que el uso del cuerpo, las matemáticas o la tecnología son capaces de marcar una expansión insospechadamente fértil para la poesía, llevando a un uso casi infinito de todas las posibilidades del lenguaje. Pero creo también que cada uno de nosotros debe detenerse a evaluar las propias capacidades e intenciones. ¿Qué ocurre, por ejemplo, si nos damos cuenta que, a pesar del entusiasmo, nuestros experimentos no dan para una digna emulación, ni siquiera para una mala parodia? Como en cualquier tipo de producción artística, considero ineludible una reflexión profunda sobre las características específicas de cada herramienta, de cada soporte, por lo que es preciso un conocimiento de esas posibilidades antes de tomar como opción estética la subutilización. No es un primitivismo impostado, ni una negación de la técnica, ni menos flojera, sino una conciencia crítica: si asumo que no soy capaz de recorrer hasta el límite las posibilidades de la plenitud y exuberancia de los procedimientos, renovándolos y cargando de sentido, debo girar para encontrar los riesgos que se abren, también, en los usos parciales, los tiempos muertos, los efectos fallidos, la ambigüedad y el malentendido. No se trata, entonces, de una vuelta conservadora a los usos mesurados del lenguaje convencional; se trata de encontrar, en la renuncia, la posibilidad de un descontrol que no es tan distinto al desenfreno del optimista.

Es necesario, entonces, disolver la idea de vanguardia como una búsqueda en una sola dirección: los límites no están sólo al frente, también están detrás, o al interior de cada palabra. Y esos límites los podemos traspasar mediante un uso excesivo de la sintaxis, la combinatoria o la explotación de su carga gráfica o sonora pero también mediante su vaciamiento. Es esa dirección negativa la que me ha interesado desarrollar, buscando una pérdida progresiva del sentido. Una forma de hacerlo es la problematización irónica de los formatos, ya sean clásicos o experimentales, en los ejemplos ya citados. La otra es el intento por dejar los contenidos de mi mensaje en un plano cada vez más distante, por ocupar las palabras para decir cada vez menos.

Hace años venía rumiando esta pretensión, pero sólo recientemente he llegado a la convicción cierta de que no tengo nada verdaderamente importante que decir al escribir poesía, que no tengo un mensaje particularmente atractivo para el resto del mundo ni para nadie. Un artículo de Ian Wallace plantea este problema como una marca del contexto contemporáneo: luego de siglos en los que la cultura ha acumulado obras maestras que dicen muchas cosas, «the ‘something to say’ given by literature is no longer needed, or rather, the preservation and accumulation of ‘great works’ renders contemporary works into pathetic clichés of greatness». Ahora, entonces, «we have nothing to say. That this is true is indicated by the fact when literature does maintain an attempt to say something of importance, it inevitably talks about its own emptyness». Y ésta es la experiencia de desprendimiento de la que otros poetas contemporáneos también dan testimonio: al indagar en las posibilidades de la retracción del lenguaje cabe la posibilidad de ir desapareciendo lentamente, no sólo como sujeto, sino como conciencia y comprensión. Luis Cardoza y Aragón lo explica inmejorablemente: «Yo escribo lo que no puedo decir. / Yo escribo lo que no puedo callar. / Cuando dije algo y después no lo entiendo, lo dejo, tal cosa quería decir. / Yo sólo quiero escribir lo que no entiendo». Del mismo modo, Ulises Carrión se sitúa en esta incertidumbre: «Yo no quiero ni puedo imponer un contenido porque no sé qué quieren decir exactamente las palabras (¿y cómo saber si el lector sabe?)». Pero es allí, precisamente, donde, una vez perdida la intencionalidad, surge la capacidad de provocar nuevas relaciones: «en mis textos las palabras no cuentan porque significan esto o aquello para mí o para alguien más, sino porque, juntas, forman una estructura. Esta abstracción de los contenidos particulares es, precisamente, la mejor (no la única pero sí la mejor) posibilidad de contener su propia negación».

Es ese punto donde creo que se reúnen estas reflexiones: no sólo se trata de la subutilización de los procedimientos, sino también la subutilización de las palabras. Vaciar sus significados, inutilizarlos, y buscar allí la posibilidad de una liberación, de una subversión. No ocuparlas para lo que sirven, sino para otros fines. Hacer como que escribo, pero no escribir, hacer como que hablo, pero no hablar, hacer como que digo, pero no decir.

La poesía es la mejor manera de quedarse callado.

 

NOTAS

(1) Este texto corresponde a una conferencia leída el 30 de agosto de 2008 en el Encuentro Internacional de Poesía Experimental «Amanda Berenguer», realizado en el  Centro MEC, en Montevideo, bajo la curadoría de Clemente Padín.

(2) Se trata de los poemas correspondientes a su serie Escalas, que fueron presentados en una performance el 29 de agosto en el mismo Encuentro.

(3) Esta «Performance» la presenté antes de mi conferencia, y consiste en un texto leído en el que el performer no realiza ninguna acción.

(4) «Courant dolorosa», incluida en la antología Diecinueve (Poetas chilenos de los novena), compilada por Francisca Lange.

(5) «La verdad sin dobleces», incluido en la misma antología.

(6) Esto es la globalización:, editado por Foro de Escritores el año 2005.

 

 

JUAN JOSÉ RODINÁS/ GENÉTICA E IMPOSTURA DE LA EMOCIÓN EN EL POEMA

 

                                                                                                                                               rebecca law beauty



Es casi aquí, es, digamos, es casi bueno, a
distancia, acercarse, es bueno, casi, va hacia, eso va
hacia bueno, en lo bueno, eso no es nulo, es eso
casi, va, bien si un poco todavía va, es muy regular
pero, casi, eso es la mitad bueno pero eso va en la
buena dirección, es casi, agarra, pero, va, es si,
bueno, pero, casi eso, delante, detrás, el uno contra,
dentro, sobre la buena vía de hasta casi la mitad de
distancia tiende hacia este todo también bien.
CHRISTOPHE TARKOS, “cuadrado 21212155578637234251353”

 

 

Cuando se habla de poesía de la emoción, de arte emotivo, de literatura pasional, presumo que estamos ante un prejuicio o, quizás, ante una idea abstracta y quizás ligeramente demagógica. Desde luego, la primera pregunta es ¿qué nos emociona? Escribo esto mientras escucho el disco Discipline de King Crimson y, aunque a mí me conmueve, no sé si es objetivamente, ontológicamente emotivo. ¿Hay acaso un “ser” de la emoción? ¿Posee la emoción un código genético que el artista pueda administrar eficazmente desde sus dotes expresivas? Francamente no lo creo, aunque sí opera una dinámica que puede esclarecer ese planteamiento sobre la emoción literaria. El lenguaje está constituido de palabras y de reglas que están escritas, pero que se van reescribiendo diariamente en el uso del lenguaje oral, escrito, mediático e hipermediático. Quizás el asunto clave está más bien en pensar que entre más obediente eres a las reglas vigentes en ese contrato social que es el lenguaje podemos escribir poemas más emotivos. ¿Es esto así? ¿Son Danielle Steel o André Rieu artistas emotivos? Y, si la respuesta es afirmativa ¿serían Xenakis, James Joyce o José Miguel Ullán artistas de la frialdad, de la dureza, de la indiferencia? Quizás Paulo Coelho pensaría que sí. Quizás algunos suscribirían esa opinión. Yo diría que Xenakis o Ullán más bien trabajan sobre coordenadas emotivas irregulares, imperfectas, caosmóticas, que demandan lecturas tabulares y que, solo quizás, son autores preferidos por públicos minoritarios. De todos modos, los hitos intermedios son los que hacen interesante este asunto. Puntos intermedios: Gonzalo Rojas, Jorge Esquinca, Juan Gelman, pero ¿es Gelman un poeta de la emoción? Alguien podría decir: “sí, después de todo habla de amor ¿no?”. Desde luego, no en todos sus poemas. Además, Gelman tiene textos de filiación, de inquietud hermética. ¿Son estos textos (los de Mundar, por ejemplo) menos emotivos que los que aparecen citados en las películas de Subiela. No lo creo.

El problema que yo veo con la idea del “poema emotivo” es que se confunde una característica formal del texto con el fenómeno de su recepción (e incluso más allá, sobre un concepto impuesto al acontecer de tal recepción). Desde luego, ambas cosas estás relacionadas, pero no son lo mismo: ser entendido no es lo mismo que conmover. Puedo entender que un poeta se defina como de “línea clara” o a favor de la tradición porque son rasgos –más el primero que el segundo- que se pueden evidenciar materialmente en los textos. Sin embargo, la idea de la emoción es muy ambigua. Para explicar esto podemos partir de un punto: la mayoría de los poetas contemporáneos pretenden crear un consenso alrededor de su obra, pero sin perder el prestigio de su insularidad, el aura de su carácter ideosincrático. Esa propuesta paradójica (legitimación y singularidad) va precedida de una voluntad de ser entendido (incluso en ese entender no entendiendo, incluso si ese entendimiento se desliza como intuición) y de singularizar su uso del lenguaje. Sin embargo, nada garantiza que un modo específico de trabajar el lenguaje emocione a todas las personas o incluso a algunas fijadas como lector ideal o target específico. Cabe anotar que incluso algunas campañas publicitarias donde intervienen antropólogos, publicistas y expertos en retórica fracasan. ¿Por qué? No quiero atribuir esto al misterio, sino a algo menos metafísico, pero quizás más complejo: a las sutilezas del movimiento, a las leyes del caos y las características sensoriales de un lector cultural, económica, social y topológicamente situado. Quizás en otro tiempo hubiese sido posible pensar que la emoción y el lenguaje estabilizado por consenso eran equivalentes, en virtud de que el lenguaje mismo era una experiencia comunitaria y la posible comunidad de lectores (o, más bien, de oyentes) era mucho, pero mucho más homogénea: la vida y las palabras no se distinguían (y de hecho esto aún es así en ámbitos donde las comunidades son pequeñas y su sistema simbólico es autocoherente y fluido).

Sobre esto habría que señalar algo. Eduardo Milán al referirse a Mario Benedetti dice que su compatriota traduce el sensorium del hombre medio[1]. A propósito de lo dicho por Milán recuerdo que hace al menos diez años, en una librería de Quito una madre le sugería a su hija que leyera a Benedetti, tomando un ejemplar entre sus manos y mostrándoselo con cálida vehemencia. La muchacha, que no parecía la adolescente que dice no a todo lo que sus padres dicen sí,  leyó el poema y le dijo a su madre: “esto no me gusta”. Ésta es una anécdota, claro, pero subraya la imposibilidad –al menos hoy por hoy-de crear un poema unánimemente emotivo. Quizás hoy seria pensar en un benedetti pessoano que sea capaz de ofrecer un benedetti emo, otro benedetti geek, otro benedetti rash, otro benedetti yuppi, otro benedetti vegano. Tales identidades (que se traducen en experiencias lingüísticas diferenciadas) aparecen tan atomizadas y, en muchos casos, resultan tan divergentes que sólo el mercado cultural como totalidad podría ser ese poema promedio[2]. De hecho, las personas que nacimos en la periferia de Occidente después de la década en que Félix de Azúa señala como la fecha de la muerte del Gran Arte (los setenta del siglo XX), aunque no hay que olvidar que Azúa es europeo, pero tampoco hay que olvidar los aplastantes procesos de globalización y uniformidad planetaria) vivimos una espectacularización simbólica y un control biopolítico tan intensos que una sensibilidad media resulta más bien parte de un juego con el vacío del hombre contemporáneo. El autor colectivo Tiquun en Teoría del Bloom señala que el Bloom (este hombre o mujer sin contenido, característico nuestra época) ya no posee una identidad fija, si no que se enmascara en un juego de identidades finalmente ficcionales[3].

Algo como Dador de Lezama Lima podría parecernos materialidad bruta: lo otro, lo ajeno. Sin embargo, algo como Poemas de la oficina de Mario Benedetti también podría serlo. Desde luego, entre más alejados del lenguaje-consenso estén los juegos semánticos y las propuestas sintácticas del autor, las estrategias de acercamiento al texto deberían ser más refinadas. Pero el asunto central no ése: incluso si la propuesta del autor exhibe mesura, contención y cautela, el poema podría no emocionar. Quizás entenderse, sin emocionar. O al revés. E incluso el lector podría simplemente no reconocerse allí: no hay anagnórisis, no hay emoción. Quisiera utilizar otra analogía. Cuando una persona visita un restaurante de comida rápida, la entrega de la misma es inmediata y se sugiere que su consumo sea expedito. Algo bien hecho que puede servirse rápido y, sin embargo, no emocionar al paladar. Lo mismo podría ocurrir con esos restaurantes de comida molecular o de slow food o de platos OLV, que pueden resultan maravillosos o completamente fallidos. Desde luego, es posible una poesía del consenso emotivo (después de todo el lenguaje-consenso puede tener alcances sobre minorías significativas), de la democracia emocional, pero sus rangos de éxito van a ser limitados. Aunque vivimos en un entorno que fabrica consensos de una forma tan liofilizada, tan acariciadora, y que apenas si nos damos cuenta que vivimos un fascismo reticular de baja intensidad, esos consensos son polimorfos y establecen quiebres y transfiguraciones de acuerdo a juegos que, aunque no son infinitos, sí resultan inconmensurables. Hoy funcionan Lady Gaga y Justin Bieber (productos diseñados con tal precisión que sólo podemos amarlos) pero mañana probablemente no. La caducidad prefijada por la Industria (incluida la del espectáculo) se ha trasladado aleatoriamente a las llamadas “artes serias” y, claro, a la poesía. Francamente, resulta difícil –y desbordado- escribir una historia de la poesía en esta época sin evidenciar una fragmentación que a su vez fragmente y disuelva en caos el propio proyecto historiográfico. Lo interesante –y divertido- es que esa misma fragmentación impide codificar la emoción de una manera estática y que, si bien hoy nos emociona King Crimson, mañana podría ser el día de Cheo Feliciano o de Mamá Vudú. O hasta de Subiela.

 

 

[1] Milán, Eduardo. No hay, de veras, veredas. Ensayos aproximados. Madrid, Libros de la resistencia, 2012, p. 28.

FRANK O’HARA: PERSONISMO, UN MANIFIESTO


                                                                                                                                           dave krugman


 

Todo está en el poema, pero a riesgo de sonar como el Allen Ginsberg del pobre millonario, te escribo porque acabo de escuchar que uno de mis colegas poetas piensa que si un poema mío no se entiende a la primera lectura es porque yo también estaba confundido. Vamos, yo no creo en dios, así que no tengo por qué elaborar estructuras tan sólidas. Detesto a Vachel Lindsay, siempre lo detesté; ni siquiera me gustan el ritmo, la asonancia, todas esas cosas. Hay que seguir el impulso. Si alguien te persigue por la calle con un cuchillo, sales corriendo, no te das vuelta a gritarle “¡Date por vencido! ¡Fui estrella de atletismo en el colegio de Mineola!”.



Eso, en cuanto a escribir poemas. Con respecto a su recepción, supón que estás enamorado y te maltratan (mal aimé), no dices “¡Hey, no me puedes lastimar así, yo te quiero!”, dejas que los distintos cuerpos caigan donde tengan que caer; y, aunque sea después de unos meses, siempre caen. Pero no fue por eso que te enamoraste en un principio, por agarrarte a la vida,  así que hay que aprovechar las oportunidades y tratar de evitar ser lógico. El dolor siempre produce lógica, y eso es muy malo para ti.



Y no digo que yo no tenga prácticamente las ideas más elevadas de los que escriben en la actualidad, ¿pero qué diferencia hay? Son nada más que ideas. Lo único bueno es que cuando me elevo lo suficiente es que paré de pensar, y ahí es cuando llega el refrigerio.



Pero cómo te va a importar si alguien entiende, o si sabe lo que significa, o si los hace mejores. ¿Mejores para qué? ¿Para la muerte? ¿Por qué apurarlos? Muchos poetas son como madre madura tratando de hacerles comer a los hijos un montón de carne asada y papas con salsa (de lágrimas). A mí me importa un carajo si comen o no. Comer a la fuerza lleva a la delgadez extrema (effete). Nadie tendría que experimentar nada que no necesite; si no necesitan poesía, mejor para ellos, a mí también me gustan las películas. Después de todo, de los poetas norteamericanos, solamente Whitman, Crane y Williams son mejores que las películas. En cuanto a la métrica y demás cuestiones técnicas, no es nada más que sentido común: si vas a comprarte un pantalón, quieres que sea tan ajustado como para que todos quieran acostarse contigo. No hay nada metafísico en eso. A menos, por supuesto, que te autohalagues pensando que lo que experimentas es “anhelo”.



La abstracción en la poesía, lo que Allen comentaba recientemente en IT IS, es un misterio. Pienso que aparece sobre todo en esos detalles insignificantes en los que es necesario decidir. La abstracción (en la poesía, no en la pintura) supone la eliminación personal del poeta. Por ejemplo, la decisión que implica elegir entre “la nostalgia del infinito” y “la nostalgia por el infinito” define una actitud hacia el grado de abstracción en el que la nostalgia del infinito representa el grado máximo de abstracción, eliminación y potencial negativo (como en Keats y Mallarmé). El personismo, un movimiento que acabo de fundar y que todavía no conoce nadie, me interesa muchísimo porque es tan totalmente opuesto a este tipo de eliminación abstracta que, por primera vez en la historia de la poesía, se está al borde de la verdadera abstracción. El personismo es a Wallace Stevens lo que la poésie pure fue a Béranger. No tiene nada que ver con la filosofía, es arte puro. No tiene nada que ver con la personalidad ni con la intimidad, ¡ni de lejos! Pero para darte una vaga idea, uno de sus aspectos mínimos es que se dirige a una persona (fuera del poeta mismo), así evoca los distintos matices del amor sin destruir su vulgaridad vivificante, y mantiene los sentimientos del poeta hacia el poema mientras impide que el amor lo distraiga con el sentimiento por la persona. Eso es parte del personismo. Fue fundado por mí después de almorzar con LeRoi Jones, el 27 de agosto de 1959, un día en el que estaba enamorado de alguien (no Roi, dicho sea de paso, un rubio). Volví a trabajar y escribí un poema para esa persona. Mientras lo estaba escribiendo me daba cuenta de que si quería podía usar el teléfono en vez de escribir un poema, y así nació el personismo. Es un movimiento muy emocionante que sin duda tendrá montones de adherentes. Pone al poema exactamente entre el poeta y la persona, al estilo Lucky Pierre, y, en consecuencia, el poema queda satisfecho. Por fin está entre dos personas en vez de estar entre dos páginas. Con toda modestia, confieso que puede ser la muerte de la literatura tal como la conocemos. Aunque tengo algún remordimiento, me alegra haber llegado ahí antes que Alain Robe-Grillet. Al ser más rápida y certera que la prosa, es justo que sea la poesía la que liquide a la literatura. Por un tiempo la gente pensó que Artaud lo iba a conseguir, pero hoy en día, por toda su magnificencia, sus escritos polémicos no están más afuera de la literatura que Bear Mountain del estado de Nueva York. Su relación no es más sorprendente que la de Dubuffet con la pintura.



¿Qué se puede esperar del personismo? (Esto se pone bueno, ¿no?)



Todo, pero no lo vamos a tener. Es un movimiento demasiado nuevo, demasiado vital como para prometer nada. Pero, igual que África, está en camino. Los últimos propagandistas de la técnica por un lado, y del contenido, por el otro; mejor que estén atentos.








9/3/59: «El personismo: un manifesto», Yugen N°7, 1961. Aparecido en El placard, adaptado.

 

MICHEL BUTOR. FRAGMENTOS DE LA UTILIDAD POÉTICA

 




Si queremos entender para qué sirve la poesía, podemos apoyarnos en otra pregunta: ¿para qué sirve hacer música? ¿Por qué cantamos?

También la ciencia puede ser considerada un género literario. La ciencia no sólo se hace en el laboratorio, sino también con lenguaje.

A menudo, el texto científico antiguo y caduco lo percibimos como poesía. Desde el momento en que una descripción antigua no tiene más valor científico, reviste un valor de ensoñación, de imaginación.

La poesía intenta poner orden en los conflictos entre antiguos pensamientos religiosos y nuevos pensamientos científicos.

La poesía es crítica permanente del lenguaje monetario.

Sólo una poesía sensible a lo económico puede destruir el lenguaje económico tal y como se encuentra hoy en día.

Se trata, para el poeta, no de tomar posiciones políticas azarosas sobre tal o cual candente problema, sino de transformar la lengua misma.

Una nueva lengua es necesaria para una nueva política.

La tarea del poeta es demostrar las insuficiencias de todo programa político actual.

Estamos en el principio de algo. Ciertamente lo que llamamos democracia no es satisfactorio. Lo que había antes lo era aún menos. Por ello, necesitamos ahondar en el lenguaje para descubrir lo que queremos realmente. Se supone que los instrumentos políticos actuales están hechos para que conozcamos nuestra voluntad. Por ello las encuestas de opinión; sin embargo, los resultados obtenidos nos parecen totalmente desfasados. Se nos pide votar. Pero somos incapaces de manifestar nuestra voluntad dentro de este lenguaje. Las preguntas están mal planteadas.

Hoy resulta imposible considerar una lengua dentro de su torre de marfil. Las lenguas son ventanas abiertas unas a otras. Es vano intentar cerrarlas. Al contrario, hay que abrirlas lo más que se pueda y lograr absorciones recíprocas.



De La utilidad poética (Auieo ediciones, 2012)
Traducción de Stéphanie Robert Le Fur

 

FRANK SHERLOCK – ANIMALES MUY DIFERENTES / TRAD. CARLOS SOTO ROMÁN











Este lugar

tan extraño

debe ser el hogar

señalando una pieza

más allá de esta

 

 

 

El poema se detiene aquí

 

 

 

Reconfigura

una hebra de ADN

& podrás

entender            El yo & Yo

somos animales muy

diferentes

Las ofrendas

Me vuelven

 

 

 

generoso

c/ la compasión

inmunizada el

alivio

militarizado                    Bandadas

de pájaros haciendo

remolinos con papel

para envolver comida

 

 

 

fingen la migración

de este año

Su mierda

se pega a

la vereda

cuando pasa

el camión

aljibe

 

 

 

El tanque está

vacío pero los niños

todavía persiguen el

remolque

Olvidemos            dónde

comenzó todo

ya que tú y yo

estamos acá

 

 

 

Nada es

incondicional

en esta

existencia o

viceversa

Me                muevo

de esta forma

como una comisión

 

 

 

pública c/

gran aprecio

por la distancia

Esta partida

desde lo que

sé que no

sé viene c/

una admisión

 

 

 

Los enterré

& arrojé

la ecografía de

un no nato

Dibujo líneas

negras en

los márgenes cuando

me percato de la pérdida

 

 

 

La llevamos

a través del diminuto

espacio entre

la alimentación forzada &

las náuseas

Estas armas

no son de plástico

como las del

 

 

 

barrio chino       Es

la hora de intercambiar

este vehículo

que ha sido diseñado

como una lágrima            Hora

de dar un paseo por los

alrededores            El trabajo

que debe hacerse ya

 

 

 

se está haciendo        Es

un asunto de sincronía

& un asunto de tiempo

el entregar algo

como una acción        Cuál

es la naturaleza de esta

naturaleza                    No dejaré de

excluirme a mí mismo

 

 

 

La mirada

mira de vuelta       Quiero

ir al espacio

exterior en esta tierra

ser Extra

Territorial            Qué

salió mal                Fui

& compré

 

 

 

una tabla en ese

muro de inanición

El tiempo muerto en

la carretera se

divide entre

observar los

carriles & la espera

por salir de ellos

 



 


 



Cuidado

Eso es            Justo ahí

Eso se siente bien

No me mires

de esa forma           Míralos

a ellos       Hay

sorpresa en tu

cara cuando no

 

 

 

ves tus manos

por mucho tiempo

Mira las mías

Estas sutilezas

son siniestras & frágiles

a los defectos        Soy

el dron que

arruinó tu boda

 

 

 

& que llenó de esquirlas

el cementerio         El flash

de la foto

tomada en el espejo

está ubicado

intencionalmente & está online

Mírame

Mientras tanto

 

 

 

qué pasa c/

el juguete masticable que

parece un humano

No dejes que se

escape         Sube una foto

& monitorea los comentarios

Los niños pequeños agitan

sus manos mientras sus pies

 

 

 

permanecen quietos

No han arrojado

sus zapatos a

la cámara todavía

Así que mira

los rostros el tiempo

suficiente para empezar a

ver todos los animales

 

 

 

Agitan sus manos

saludando o despidiéndose

Qué era lo que estaba haciendo

que era tan importante

el día que murió

el agua      Estaba

sólo pensando       pudo haber

sido tan profundo

 

 

 

Cuidado c/ los besos

ahora         Esto podría ser

la boca de un payaso

Esto podría ser sangre

Sueño aquí en

exceso no para recordar

pero como una distracción

nueva         Acaso

 

 

 

mencioné que fui yo

el que abrió fuego en

el zoológico              Quién hubiera

sabido que los animales

me matarían de vuelta el día

que desaparecieron

Duermo c/ una ametralladora

junto a la cama

 

 

 

arropado en

una posición

indefendible          La alarma

me recuerda que

cada una de estas guerras

es una guerra contra los niños

Soy un asesino de bebés

& tú también lo eres        Si no

 

 

 

en vida prometo

ser transcontinental

en la muerte

disfrutar las seis profundas

canciones elegidas

antes del día

de su propósito      Quién

puede ver los rostros

 

 

 

en el bosque

por todos los libros de

árboles muertos

Somos más viejos que

el antiguo &

el nuevo testamento

Qué era lo que

Solíamos hacer

 

 

 

El poema empieza aquí

 

 

 

He bailado alrededor

de esto lo

suficiente c/ la jirafa

paralizada

por una herida de bala

 

 

 

Insistir en la continuidad

porque podríamos

estar enamorados de

la vida & esto no tiene

por qué terminar