Ciclos
planetarios, el comienzo de la escritura
Tomando
como premisa que todos necesitamos una prehistoria (Carson, 2015), “Ciclos
planetarios” era sólo un manojo de textos, apuntes, ideas sueltas en los bordes
de un cuaderno que se iba llenando de atrás hacia adelante, inadvertidamente
sugiriendo la torcedura de una probable linealidad narrativa, sugiriendo,
además, que optaríamos por un camino que por momentos se tornaría envolvente y
en otros, espiralado, en fuga.
El
primer paso en la travesía para ser-lo-que-es- ahora fue el descubrimiento de
imágenes en los poemas que sugerían o invocaban movimientos en escalas mucho
más grandes que el yo
en estos tiempos, bordeando lo inabarcable, lo excesivo: escalas astrales,
planetarias y todo ese amplio territorio epistemológico que le pertenece ahora
al campo de la astronomía (la cual, en la Edad Media, no se encontraba separada
de la astrología, en su tiempo, estudiada como una ciencia), todo aquello que
contiene el espacio.
A
su vez, el uso de este cuerpo de significantes responde también a la
experiencia de lo vivido en los últimos años: los años de la peste, el
encierro, la emergencia de regímenes totalitarios, que van mucho más allá del
discurso, esparciendo opresión, violencia y muerte. De manera cíclica, aparece
la palabra crisis, tendemos a ignorarla en sus principios, para luego vernos
imbuidos en su vorágine unos grados (ciclos, siglos, siècles) después. El
movimiento lógico sería mirar hacia atrás: cien años atrás, 500 años atrás,
2000 años atrás, entonces también se acababa el mundo.
¿Qué
pasa cuando la prehistoria y la historia se superponen? ¿Qué pasa cuando el
mundo se acaba? Volviendo a la Tierra, Ciclos también toma conceptos y
terminologías astrológicas para simbolizar las relaciones entre los movimientos
de los planetas (que poseen una carga simbólica importante que data del s. IV
a. C.), en un intento por representar, a través de estas coordenadas, nuestra
relación con un otro, que responde y está en permanente orbita, para
eventualmente, estar fuera de todo alcance.
Es
así que se retrata también el ocaso de un pequeño mundo de memorias íntimas, un
mundo interior, y da paso a uno nuevo que se va configurando conforme aparece
un deseo otro, la escritura. Escribir sobre una cosa para decir otra, nunca
directo al punto, siempre en la tangente, pues es en los contornos de la elipse
donde va a apareciendo o se va haciendo el sentido, y sin embargo este no llega
a nosotros para ofrecer certezas ni cierres. Amor, sexo, muerte, duelo y las
dimensiones temporales que todo ello implica, “Ciclos planetarios” está
atravesado de tiempo, pasado, presente y futuro, en la bisagra de lo que está
por venir, en lo que Dufourmantelle llama profecía íntima, y a lo que se
refiere Carson cuando evoca el lamido para saber que no sabes, porque no es el
futuro el que está dado sino el presente el que nos es arrebatado y empieza a
marchar la rueda, el engranaje de un mundo nuevo.
Maritza Mejía
ciclos
planetarios
1 (0º)
De todas
las veces que he muerto, esta es la más larga de todas.
Atamanaa
'an taqae fi alhubi’
17 (25.71º)
Me miran el
cielo los ojos
me miran los ojos el cielo
despertar sin vértebras sin estructura
la piel está en su eternidad
E. Westphalen
¿Qué hacer
con las esperanzas?
Qué podría
alumbrar este día inaudito, lluvia de días
es una
caída
la caída
del otoño a mis pies
Panamericana
sur ¿cuánto puedes correr?
ciento
veinte kilómetros por hora y una borrasca o
un sueño
las chacras el desierto
estanque y
las nubes
aplanando las sombras
el lecho
del río la semana
del huaico
El alcance del tiempo es inaudito
una nebulosa
las
primeras estrellas aproximándose, de tu mano
tomo el
nuevo cielo, lo mastico
y
espero, “como si el tiempo no fuera mi enemigo”
luego lo
atraparon las pequeñas ínsulas
Y el desborde como midiendo los efectos, el camino…
¿está
realmente lloviendo o galopan sobre los techos?
las aves
marinas anidan,
es la
lluvia
retumba en
la concavidad nocturna,
la abre
iridiscente un halo y me dice que te ame
entonces
voy a buscarte:
Orfebre del
tiempo detenido,
los ojos
como manos sienten sus rostros pegados
a todo lo
que es en el mundo,
a todo lo
que veo en la oscuridad
mi pecho un
animal que tiembla
pequeño y
mojado aprendiendo a respirar.
“Yo he
estado aquí antes”
llegué por
mis propios términos
cuando no
conocía palabra
cuando
cierto animal pequeño y mojado respiró en la tierra con la tierra
el día larguísimo sucede al día
diminuto
los
insectos y sus fantasmas en la imantada
caja de
cristal
tiemblan
las paredes transparentando el deseo
de tender
tenderte geográficamente
no hay palabra,
no digas palabra
solo haría
que el afluente se detenga
Desde el
no-saber
“energía
pre-materia” pensé soñando
descubrir
un cuerpo mi cuerpo
descubrir
un cuerpo tu cuerpo
lo descubro
desde tus
extremos dame una pista de tu cercanía
la piel no
puede hacer otra cosa que acelerarse hacia la piel
hundirse en
el germinante calor
Reverbera
el sueño, imagina una mañana, dice
alza el
río, a la mañana, dame de tus labios o
“hasta que
los largos dedos de la luz y el viento nos encuentren
y nos
convenzan de volver a ser…”
19
(128.57º)
el
cuerpo ofrecía un tacto tibio a las manos
y al mismo
tiempo todo fue (…)
como es cuando el fuego santo se propaga por los
miembros.
Lucrecio
lloré
(fuego
[vomitaron las voces)
y {mi alma roja]
/se consumió}
<un reflejo/
el
cielo es>
fuego
e
iridiscencia
en la
tierra de las lenguas
en la
inmensa noche total.
el cielo es
el continente, en el sentido más abierto
me
internaré por sus sendas
para
recordar que soy más que esta fiebre de vísceras
59 (9º)
El desamor
es muy fuerte
también
Está ahí
es un
cuerpo y me violenta
me llena de
violencia
[Texto que
debería terminar sobre esta ficha,
sobre esta
abertura [alumbramiento, defección] del miedo]
Enarenamiento
devenir inexorable ¿el olvido?
Y sin
embargo
Pleamar de
aflicción – abandonadas
las
orillas,
nada a la
vista.
La escritura ya no es
posible.
Con estas
figuras Barthes declara.
Con estas
figuras yo nací para la escritura (mundo posible)
nací
abrí la boca
y me dirigí a ti.
15 de
diciembre de 1978
[Sin duda
estaré mal mientras no haya escrito algo a partir de él (“Ciclos
Planetarios”, u otra cosa)]
83 (72º)
Granadas
tras la cerca
granadas en
el camino de Hospicios
maduras
duermen últimas horas al pie de
la mata
tiñen la
arena surge la sangre oculta
la guerra, el sueño
La estaca
anticipando el corazón
el
artefacto anunciando la cercanía funciona
solo si apunta
lo cobijado
en mi pecho apunta mi latido
apunta
puntapié
Ominosamente larga la estadía en Berghof
despertar
descender
y
encontrarse en la boca de la violencia
una pira
El domingo
se estira ante mí como un animal casero
con su
pelaje a mi merced
bostezo
como bostezo
abro la
ventana para avivar los aires dorados por el estío.
95
(130.91º)
It is the revelation,
impossible by direct and conscious means.
M.
Proust
Cómo podría
yo hacerme entender
cómo podría
abrirme al lenguaje
que me
traduzca toda, que lo que veo,
imprimaciones de una realidad particular
propia,
lo puedas ver
pueda
dibujar sus contornos pueda dibujarte con las
palabras
más exactas
y
la obra se creará en esta cercanía
utilizar la
luz como los grandes maestros flamencos, intentarlo
y se hará visible a lo lejos
fallaría,
desbordante, siendo ellos tan precisos
me dejo
llevar,
lecho de un río tan vasto y profundo
que el
calor desparramó en azul, diminutas figuras en
movimiento
sensual aura de gozo,
se sonroja
la arena al tocarte, solar te evoca desde el
horizonte
un fragmento de pared
en amarillo