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miércoles, 15 de octubre de 2025

TEASER: ÓSCAR HIDALGO. CELESTES CUERPOS

 




perspectiva de ave en vuelo

 Clavados en tierra, difícil es tener fe más allá de los humanos

       hombros,

 sobre los que nuestras cabezas crean entelequias

 como madre o padre, sin abstracción, como generosidad o

      solidaridad,

 sin concreción, y una multitud más de palabras que confundimos

 con aquello que en nosotros respira para creer en fantasmas.


Desde las alturas, es clara nuestra prosaica materialidad de polvo,

 nuestra única fe en lo visible, aunque nos engañemos con Dios

 y toda la familia de metáforas con las que hacemos

 oraciones y parábolas para ocultar, con nombres falsos,


el silencio de las cosas, su naturaleza real sin nombres.

 
Las aves son libres de la misión de entender el mundo,

 pero, contemplado desde la altura de su viaje alrededor del globo,

 el hombre no es más que otra partícula del viento,

 y es esa su plena tristeza: nada de especial esconde su materia

 que, aunque suena, no podrá migrar jamás a certeros meridianos.

 


lo inmenso es consuelo


El inalcanzable final del mar: perspectiva de mirada

 sin consuelo y de cuerpo que, con manos vacías,

 anuncia el abismo de inúmeros desconocidos,

 enredados en el propio aire que llena tu horizonte.

 

 Nada de fraternal posibilidad de nube

 cuando la lluvia humedece tus dedos

 y eres incapaz de conmoverte por los muchos suicidas

 que se arrojan siempre de espaldas a los seres celestiales.

 

Situados en los umbrales, pero a puerta cerrada,

 como si esperaran la aparatosa caída del cielo

 por el peso de la luna o las estrellas,

 se les hace un nudo en la garganta y se vuelven fantasmas.

 

 Quieren que las aves como los hombres

 contemplen el mar y se entristezcan de anhelar el firmamento,

 pero lo dicho es cruel y natural pleonasmo:

 cualquier ser que vuele es penoso abatimiento de la luz.

 

Puede mirarnos con vida desde el cielo.


 

 




acróbatas

 Me equivoqué con la metáfora,

 pero jugando con palabras me prendí de ti:

 o bien demasiado literal, o bien demasiado exagerado.

 Dos acróbatas son un trozo de quietud

 entregado al reposo del tiempo, pero el tiempo

 son dos pájaros devorando con avidez la luna.

Con cada palabra que pronuncio

 descascaro un poco más la gran farsa con que escondo

 no la inmensidad sino lo insignificante de mi vergüenza.

 

 Una espiral de voz golpea mi rostro,

 se hace tierra en mis zapatos,

 me exige terminar estas líneas, prosaicamente y con mesura.

 

 Luego, todo comienza a hacer de nuevo agua,

 pero si algo hace agua, la realidad es tan retórica

 como la poesía, es decir, la prosa es poética.

 

 Poesía, verdad profunda más allá de los umbrales,

 conocimiento iniciático del médium,

 materialidad puramente musical del lenguaje…

 

 Solo podría enamorarme de ti o de cualquiera,

 sin rastro de metáfora, si la realidad fuera poesía

 y la prosa, tan solo, una figura retórica que desarmara el silencio


 para poblarlo de trapecios vacíos

 

 

apuntes sobre el huerto de mi padre

 
Otros y yo somos tu tristeza, el sol que se acaba en tus ojos.

 Tu vida, un montón de palabras, salidas de tu propia boca.

 Pretendías que el cielo te pagara tus recuerdos,

 pero la inmensidad celeste no se deja penetrar por ninguna incoherencia.

 Ya tus flores hace mucho que han muerto, y aún no sé decirte padre.

 El huerto ya no existe: no fue de nadie, menos de nosotros.

 Soy la hormiga que tiró el inmenso pacay que nos hacía sombra,

 tu árbol favorito, el que te hacía soñar corriendo en la montaña.

 Fue la única manera de encender el cielo y olvidarte.

 

 

 

 

 

 

MAGDALENA CHOCANO. RUIDO CANÓNICO VERSUS POESÍA

  El trabajo de la poesía en la materia de las palabras es un lance lento, a veces acelerado por la irrupción que recibe el nombre algo desg...