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miércoles, 15 de octubre de 2025

Primicia: MARITZA MEJÍA. CICLOS PLANETARIOS

 





Ciclos planetarios, el comienzo de la escritura

Tomando como premisa que todos necesitamos una prehistoria (Carson, 2015), “Ciclos planetarios” era sólo un manojo de textos, apuntes, ideas sueltas en los bordes de un cuaderno que se iba llenando de atrás hacia adelante, inadvertidamente sugiriendo la torcedura de una probable linealidad narrativa, sugiriendo, además, que optaríamos por un camino que por momentos se tornaría envolvente y en otros, espiralado, en fuga.

El primer paso en la travesía para ser-lo-que-es- ahora fue el descubrimiento de imágenes en los poemas que sugerían o invocaban movimientos en escalas mucho más grandes que el
yo en estos tiempos, bordeando lo inabarcable, lo excesivo: escalas astrales, planetarias y todo ese amplio territorio epistemológico que le pertenece ahora al campo de la astronomía (la cual, en la Edad Media, no se encontraba separada de la astrología, en su tiempo, estudiada como una ciencia), todo aquello que contiene el espacio.

A su vez, el uso de este cuerpo de significantes responde también a la experiencia de lo vivido en los últimos años: los años de la peste, el encierro, la emergencia de regímenes totalitarios, que van mucho más allá del discurso, esparciendo opresión, violencia y muerte. De manera cíclica, aparece la palabra crisis, tendemos a ignorarla en sus principios, para luego vernos imbuidos en su vorágine unos grados (ciclos, siglos, siècles) después. El movimiento lógico sería mirar hacia atrás: cien años atrás, 500 años atrás, 2000 años atrás, entonces también se acababa el mundo.

¿Qué pasa cuando la prehistoria y la historia se superponen? ¿Qué pasa cuando el mundo se acaba? Volviendo a la Tierra, Ciclos también toma conceptos y terminologías astrológicas para simbolizar las relaciones entre los movimientos de los planetas (que poseen una carga simbólica importante que data del s. IV a. C.), en un intento por representar, a través de estas coordenadas, nuestra relación con un otro, que responde y está en permanente orbita, para eventualmente, estar fuera de todo alcance.

Es así que se retrata también el ocaso de un pequeño mundo de memorias íntimas, un mundo interior, y da paso a uno nuevo que se va configurando conforme aparece un deseo otro, la escritura. Escribir sobre una cosa para decir otra, nunca directo al punto, siempre en la tangente, pues es en los contornos de la elipse donde va a apareciendo o se va haciendo el sentido, y sin embargo este no llega a nosotros para ofrecer certezas ni cierres. Amor, sexo, muerte, duelo y las dimensiones temporales que todo ello implica, “Ciclos planetarios” está atravesado de tiempo, pasado, presente y futuro, en la bisagra de lo que está por venir, en lo que Dufourmantelle llama profecía íntima, y a lo que se refiere Carson cuando evoca el lamido para saber que no sabes, porque no es el futuro el que está dado sino el presente el que nos es arrebatado y empieza a marchar la rueda, el engranaje de un mundo nuevo
.

Maritza Mejía









                                                 ciclos planetarios

 

1 (0º)

De todas las veces que he muerto, esta es la más larga de todas.
Atamanaa 'an taqae fi alhubi’




17 (25.71º)

Me miran el cielo los ojos
me miran los ojos el cielo
despertar sin vértebras sin estructura
la piel está en su eternidad
E. Westphalen

 

¿Qué hacer con las esperanzas?

Qué podría alumbrar este día inaudito, lluvia de días

es una caída

la caída del otoño a mis pies

Panamericana sur ¿cuánto puedes correr?

ciento veinte kilómetros por hora y una borrasca o

un sueño las chacras el desierto

estanque y

las nubes aplanando las sombras

el lecho del río la semana

del huaico


El alcance del tiempo es inaudito

una nebulosa

las primeras estrellas aproximándose, de tu mano

tomo el nuevo cielo, lo mastico

y espero, “como si el tiempo no fuera mi enemigo”

luego lo atraparon las pequeñas ínsulas


Y el desborde como midiendo los efectos, el camino…

¿está realmente lloviendo o galopan sobre los techos?

las aves marinas anidan,

es la lluvia

retumba en la concavidad nocturna,

la abre iridiscente un halo y me dice que te ame

entonces voy a buscarte:

Orfebre del tiempo detenido,

los ojos como manos sienten sus rostros pegados

a todo lo que es en el mundo,

a todo lo que veo en la oscuridad

mi pecho un animal que tiembla

pequeño y mojado aprendiendo a respirar.

“Yo he estado aquí antes”

llegué por mis propios términos

cuando no conocía palabra

cuando cierto animal pequeño y mojado respiró en la tierra con la tierra

             el día larguísimo sucede al día diminuto

los insectos y sus fantasmas en la imantada

caja de cristal

tiemblan las paredes transparentando el deseo

de tender tenderte geográficamente

          no hay palabra,

          no digas palabra

solo haría que el afluente se detenga

Desde el no-saber

“energía pre-materia” pensé soñando

descubrir un cuerpo mi cuerpo

descubrir un cuerpo tu cuerpo

lo descubro

desde tus extremos dame una pista de tu cercanía

la piel no puede hacer otra cosa que acelerarse hacia la piel

hundirse en el germinante calor

Reverbera el sueño, imagina una mañana, dice

alza el río, a la mañana, dame de tus labios o

“hasta que los largos dedos de la luz y el viento nos encuentren

y nos convenzan de volver a ser…”

 

 

19 (128.57º)

                                          el cuerpo ofrecía un tacto tibio a las manos

                                                                y al mismo tiempo todo fue (…)

          como es cuando el fuego santo se propaga por los miembros.

                                                                                                         Lucrecio

 

lloré (fuego

             [vomitaron las voces)

                  y {mi alma roja]

                            /se consumió}

                                       <un reflejo/

                                              el cielo es>

                                                              fuego

                                                                        e

                                                              iridiscencia

en la tierra de las lenguas

en la inmensa noche total.

el cielo es el continente, en el sentido más abierto

me internaré por sus sendas

para recordar que soy más que esta fiebre de vísceras

 

 

59 (9º)

El desamor es muy fuerte

                                también

Está ahí

es un cuerpo     y me violenta

me llena de violencia

 

[Texto que debería terminar sobre esta ficha,

sobre esta abertura [alumbramiento, defección] del miedo]

Enarenamiento devenir inexorable ¿el olvido?

Y sin embargo

Pleamar de aflicción – abandonadas

las orillas,

nada a la vista.

                  La escritura ya no es posible.

Con estas figuras Barthes declara.

Con estas figuras yo nací para la escritura (mundo posible)

nací           abrí la boca

                   y me dirigí a ti.

 

15 de diciembre de 1978

[Sin duda estaré mal mientras no haya escrito algo a partir de él (“Ciclos Planetarios”, u otra cosa)]

 

 

83 (72º)

Granadas tras la cerca

granadas en el camino de Hospicios

maduras duermen últimas horas              al pie de la mata

tiñen la arena            surge la sangre oculta

            la guerra, el sueño

 

La estaca anticipando el corazón

el artefacto anunciando     la cercanía     funciona solo si apunta

lo cobijado en mi pecho           apunta mi latido

apunta puntapié


Ominosamente larga la estadía en Berghof

despertar

descender

y encontrarse en la boca de la violencia

una pira

 

El domingo se estira ante mí como un animal casero

con su pelaje a mi merced

bostezo como bostezo

abro la ventana para avivar los aires dorados por el estío.

 

95 (130.91º)

                                                                          It is the revelation,

                              impossible by direct and conscious means.

                                                                                          M. Proust

Cómo podría yo hacerme entender

cómo podría abrirme al lenguaje

que me traduzca toda, que lo que veo,

   imprimaciones de una realidad particular

          propia,

            lo puedas ver

pueda dibujar sus contornos     pueda dibujarte con las palabras

más exactas

                     y la obra se creará en esta cercanía

utilizar la luz como los grandes maestros flamencos, intentarlo

                             y se hará visible a lo lejos

fallaría, desbordante, siendo ellos tan precisos

me dejo llevar,                     lecho de un río tan vasto y profundo

que el calor desparramó en azul, diminutas figuras en

movimiento

                                sensual aura de gozo,

se sonroja la arena al tocarte, solar          te evoca desde el horizonte

                  un fragmento de pared en amarillo

 



sábado, 20 de septiembre de 2025

teaser: UN FUEGO COMO EL MAR. VALESE


foto de alex prager

Un fuego como el mar son 5 años de poemas sueltos, a veces perdidos entre cuadernos y miles de hojas escondidas en mi habitación que, en El Laboratorio, se transformaron en libro. 

Hablo de una verdadera transformación porque no se trata de una lista de poemas: trabajé a conciencia en una estructura coherente que más de una vez necesitó de textos nuevos que fungen de lazos. 

A veces, estos se transforman en máquinas del tiempo que me trasladan a ciertos rincones de mi memoria aquí retratados, como fotos, páginas de diario y confesiones varias de la vida cotidiana. 

En principio se trata de textos de amor, desamor y los delirios que degeneran el camino en un entorno conservador.
Hay crisis romántica, pero también social y política, que empujan por ser escritas ante el miedo al olvido.

La nostalgia es el precio de los buenos momentos.

Valese


En el colegio nos miraban miedosos

No se podían defender de nosotras

Mi dispiace, dicevano

“No se acerquen mucho”

“No entren al baño juntas”

“No le digan a nadie”


Tuvieron miedo de nuestra imagen:

De que nos besemos en la calle

Con el uniforme puesto.

Su horror lo convirtió en una cárcel de sentimientos,

una masacre de sensibilidad,

una ventana negra en nuestro

salón de fotografía cerrado con llave;

un baño en el cuarto piso los miércoles

a las seis de la mañana

donde tuvimos sexo.


Nosotras violamos el colegio

Pero no más de lo que nos violó a nosotras.


Odié a los psicólogos

A los auxiliares

A los profesores.

Ojalá me vean en la ciudad de la mano de mi novia

Y se den cuenta de que no pudieron doblegarnos.

Ojalá me juzguen, ojalá se sulfuren

Sabiendo que nosotras nos ganamos la una a la otra

                                         Y ellos solo tuvieron miedo





¿Por qué no terminas de escribir la tesis?

Una respuesta a la infame pregunta de mi asesor.

Es difícil saber cuándo el poema está terminado, o cuándo ya hiciste suficientes entrevistas en tu trabajo de campo. A veces, no se puede advertir la pincelada final.

Aquel beso en la estación de la línea azul del metro, ¿habrá sido el último?

Quisiera recordar la vez en que mi padre me regresó al piso después de cargarme, y nunca más me volvió a levantar.

Tipograficamente decir que es un correo




Las aguas de mis mares

son plateadas

a las cinco de la tarde,

son de plata fundida

reflejada por el sol

antes de su despedida

el cielo es morado

fucsia

rosado

rojo

amarillo

naranja

la isla es inmensa

monumental

poderosa

intocable,

e intangible por ley.

Yo soy pequeña

yo soy un niño triste,

soy una taza sin café,

un corazón de pájaro

sin alas

solo a veces,

cuando te miro,

también me siento

cielo

isla

mar



Ni el Estado-nación

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización

MAGDALENA CHOCANO. RUIDO CANÓNICO VERSUS POESÍA

  El trabajo de la poesía en la materia de las palabras es un lance lento, a veces acelerado por la irrupción que recibe el nombre algo desg...