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miércoles, 19 de noviembre de 2025

PRIMICIA: CYNTHIA KRAMAN. UN DIAMANTE FEROZ TRAD. MEDUSA*

 

Cinthia Kraman



En el archivo

Te busco.

Las letras se disuelven en las hojas,

música lenta. Espero

tus ojos

un pedacito de cuello.

Pero asoma un jardín.

El nombre echa flor, el corazón

se abre saltan

gacelas,

despunta el verano.

 
Cielo

Cuando estoy herida, me voy de gira.

Enciendo las luces.

Y a dar vueltas.

La última vez conocí un tipo

en el cine de la calle Bleecker.

Me lo traje a casa. ¿Me resbalé,

me caí? Pasada de gin.

Perdí. Todo me daba vueltas. Él

me sostuvo la cabeza,

me hizo un té.

Nunca olvidaré la amabilidad de los extraños.

 Me siento, tomo champán color pis.

Me duele.

Me duele como el cielo.

El cielo está en todas partes, y yo

saco la lengua y lo toco.

Pobre león con esa

melena color pis no pudiste

contenerlo no pudiste

vomitarlo solo te

quedaste ahí bien quieto.

Te tomaste una dosis

de realidad todo

desapareció.

 





 
Te regaló un sueño.


Sos un leoncito bebé.

Él te domina sin mucha ceremonia.

Atravesá el aro.

Ay, corazón, ¿cómo podés

seguir haciendo esos

 

trucos para él?

Yo te ofrezco

la amabilidad de lo extraño

y vos insistís con ese viejo sentimiento.

Un infierno sobre ruedas.

 

Aceleralo.

Lista para partir.

Para volar.

Para morir.

 

Ey, kamikaze

no me digas

que querés cambiar.

Lo único que quiero es

acomodar la almohada.

Ver el cielo.

 

Ser el vuelo. Podés

abrir el correo.

Mi postal va a llegarte

cuando menos lo esperes.

Va a decir: ojalá

estuvieras acá. No más

bombardeos. Caer

en picada. Prenderse fuego.

Un contacto humano.

 

Ojalá hubieras sentido ese

contacto humano.

Ey

chico atrevido, qué

pérdida de tiempo

hundirse con el barco.

¿Cómo trascender

si quedás

culo para arriba?

 

¿Qué querés, el cielo

con tu pelo al viento

con tu pelo al viento?

Agarrate amor

 

yo te llevo.

 

En el baño

Estabas en la bañera al lado mío caracolito cara

brillante hablaste y tu mítico pie fuera del agua

te levantaste cara brillante sobre la porcelana pálida

la pared blanca frotaste dos montes desiguales

salió tu ser de la bañera te enjuagaste caracolito cómo

fue que hablamos hasta tu cabeza inclinada expresó:

el borde de una botella verde jardín la casa al fondo

cinco girasoles que se pliegan.

 

recuerdo: una vez en la bañera

 

La llave de todas las cosas

Tuve la llave de todas las cosas

o así lo pensé y por un rato

dejó de preocuparme el tiempo

o el olvido; y después me olvidé.

Se perdió todo de pronto, se abrió

 

una hendija en el tiempo y en lo hondo

se esfumó mi moneda. Alguna vez

busqué su luz allá abajo, su fulgor

en medio del océano, pero luego

lo borré de mi mente, un indicio

 

de que no era un hallazgo importante

si podía escurrirse en un minuto

y caer en el fondo de la tierra, rondar

caracoles y peces, serpientes y corales,

recostarse en la arena, una célula

 

de algo, un fragmento de razón

fuera del pensamiento y de la vista,

ahogado en la nada, irreversiblemente

perdido. Y lo perdí, sin darme cuenta.

Me puse mal; es más, ni un árbol viejo

 

podía estar así, tan encallado:

y no un árbol erguido, sino uno que se arquea

y crece mientras clava sus raíces furiosas,

y se pudre por siempre en algún parque

donde, apacibles, duermen los borrachos.

 

La mascota

Me desperté soñando que iba a verte

y tenías un pájaro amarillo.

Un pajarito que, estremecido,

me trinó hasta dormirse.

Así inmóvil dentro de su jaula,

daba un tono limón a la pared.

Sí, era nuestro amor. Dejamos que cantara.

 

Cuando nos despertamos, el pájaro amarillo

ahí seguía, pero mudo, como de plástico.

Me inquietaba: ¿debía vivir en una jaula?

¿Comer el mismo alpiste que todos los demás?

¿Vivir frente a un espejo,

tan solo con su réplica,

encerrado, sumido en el letargo?

 

Vi su ojo. Su ojo era pétreo, redondo.

Y no paraba de mirarme fijo

y de trinar los mismos arrebatos.

Pero luego el sopor; luego el sueño asesino.

Entonces, le di de comer el pajarito al gato.

Y dejé que al gato lo destrozara un perro.

¡Qué tristes nos pusimos! Pero fue para mejor.




*Medusa es un colectivo de poetas y traductoras conformado en 2020. A partir de la traducción colaborativa y con perspectiva feminista, se propone traer al campo literario argentino versiones de la obra de poetas de lengua inglesa para contribuir a la revisión del canon tradicional. Integran Medusa: Daniela Camozzi, Gabriela Raya, Isadora Paolucci, Mariángel Mauri, Melisa Papillo, Mónica Rosenblum, Natalia Leiderman, Paula Preuss.