UNA CASA SUCIA
perezoso el recuerdo de aquella tarde
en las proximidades
de la huerta
(las pestañas quemadas
por el sol)
& la visión repentina de aquél sujeto
amordazado en sus temblores
(años a la deriva
en las profundidades
del templete)
quietud que se descuelga
ante los dolores de la psique
luz
adormecida
en absoluta santidad
ya no el esplendor de Babilonia
ni las murallas de Hekatómpylos
el sacrificio de los días
enganchados a la sagesse
toda la noche observando la crecida
(¿se escucha / no se oye?)
la voluntad palpable de sus quejidos
retomando el espacio armado
los muros inclinados del islote
& entre revolución e hidalgo:
la enramada
ambigüedad que se desfonda ante
la resaca de la piedra
—formas antaño contenidas
quisimos reventar la mar
su impulso intoxicado en los jardines
(pozo-arenal-quebrada / permutación de ecos
& rostros secos)
quisimos reventar la mar
mas terminamos flojos e incapaces de lo mismo
(la muy horrenda historia se dispara
en las malaguas / el maratón final)
& presa de una profunda exaltación
nos entregamos —solos— al despilfarro
aturdidos por el encuadre de las colinas
que nos dejaban pensando en el mañana
[panorámica]
mientras el blanco siga siendo el blanco
y el despertar de estos tejados en tránsito
permanente / del gris al negro y de vuelta
al cenital
eso que buscabas en el empaste de las cortinas
(como atormentado por sus delgadas formas
piedra sobre piedra a orilla del camino)
se perderá de lleno entre los sargazos
y el resplandor azul-
aqua-marino del malecón / con sus ruinas
de salitre y olor a meado (el resplandor
brumoso de la calle primera / la visión pan-
orámica de sus adentros fierros) gotas de lluvia
sobre la alambrada
[revelación]
ante un grabado de vajra
pāṇi
el sol ardiendo
iguanas piedras
catafalcos
la insistencia de las moscas
ennegreciendo
la pradera
los pasos de una muchacha
descalza y a medianoche
del baño a la cocina y de vuelta
a la habitación
un perro ciego
todavía vivo
finos los candelabros grises de la gruta
de Nectario “el hacedor de Egina”
el capellán siempre barbudo en sus ambones
bizantinos / iconos del descalabro
(del alemán al griego y de pronto
al italiano como en película de nazis)
alta luz de niebla y sirena fija / y el barbudo
con su balalaika en flow / jarras de cerveza
en callejones sirios
(el tajo re-volcado de los olivos trinos
rotos destartalados)
pero no eran nazis sino junkies atravesados
emigrantes turkos pasando el rato
en plaza omonia
toda escena es obscena frente a las ruinas
que dejaron / temblores y resquemores
flojos —postal encima
brilloso vendaval de artillería
reventando medio partenón / descafeinado
éxtasis de un prestigio pre-soviético
/ apò mēchanḗs theós /
José Ojara (1992) Nació en el norte de Nicaragua y actualmente reside en México. Es coautor, junto a Eduardo Milán, de Mitopoética personal (Libros de la Resistencia), un libro de conversaciones de inminente publicación. Ha publicado artículos, poemas y relatos en revistas de México, Perú, Estados Unidos y Centroamérica.


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