Marcelo Arce Garín,
a siniestra; al medio, Emma Villazón; a diestra, Pepe Cuevas — con
mate de coca (Tambo de Pirque,27 de enero de 2015).Kalapurka.
- ¿Qué?
- Kalapurka. Incluso: como
kalapurka, vértebras.
(Kalapurka, el término o mote Kalapurka
—con mayúscula inicial y dos letras ka— sobreviene en la expresión “el canto de
la Kalapurka”, en el poema ‘Canto a la puna’, página 26 de Vértebras, el
poemario de Marcelo Arce Garín, que saludamos hoy).
- Como kalapurka, vértebras —dices.
¿Como de comer (primera persona del singular) o como de
comparación (conjunción que introduce una comparación, afirma la tan real como
irreal Academia de la Lengua)?[1]
- ¿Por qué te ríes, por qué te
burlas de la Academia? ¿No hace acaso lo que puede, o no puede?
- Aparte que la risa, incluso un
estallido de risa, no lejos de un estallido social, o un éclat de rire,
como dirían acaso los afrancesados, afrancesadas e incluso afrancesades, si
quieres, o sea, casi toda la fantasmal “chilena poesía”, pese a todas
las prevenciones al respecto planteadas tempranamente por Pedro de Valdivia en
su carta al emperador Carlos Quinto, desde La Serena, el 4 de septiembre de
1545 (“podemos vivir bien seguros en estas partes de franceses, porque mientras
más vinieren más se perderán”), digo, aparte que la risa suele ser sin por qué,
sin razón suficiente, si quieres a toda costa un por qué, Kalapurka de por
medio, este: la tan real como irreal Academia de la Lengua da Calapurca
(escribiéndola con doble ce) como voz quechua. ¡Nada que ver! Es aymara. ¿Quién
lo dice? Los más solventes lingüistas andinos[2]. (Ya volveremos sobre este
enigma de proveniencia).
- Otra vez: como kalapurka,
vértebras —dices. ¿Como de comer o como de comparación?
- ¿Pero por qué habría que optar
entre uno y otro? Acaso la lengua, la castellana lengua, no permite a la vez
ambas posibilidades? Veamos. 1. Como de comer: como Kalapurka,
vértebras. Es decir, alguien (en primera persona del singular, un “yo” tácito)
dice que come, que ingiere Kalapurka, comenzando justamente acaso por las
vértebras, que, junto a papas, chuño, maíz, yerbas y carnes varias, hacen de la
calapurca un festín sin igual, sin comparación. Este como de comer abre
paso a toda una serie de comidas evocadas en Vértebras, cuyas vueltas y
revueltas estamos desde ya invitados a seguir (y a las que luego volveremos). Y 2. Como de comparación: como kalapurka,
vértebras. Es decir, la kalapurka, al igual que las vértebras, no sólo son, en
cuanto manjares para la boca, o la lengua, comparables —cuidado, eso sí, con no quemarse la lengua,
pues, al menos la calapurca (con vértebras o no), suele ser servida a altísima
temperatura—, y, por lo mismo, esta comparación (del latín comparare,
con-situar, con-fijar, co-estabilizar, que habrá dado lugar a tantos términos
vecinos: reparar, disparar, amparar, deparar, preparar y así, casi sin parar),
y, por lo mismo, decimos, esta comparación abre campo también a toda una serie
de comparaciones, implícitas o explícitas, con o sin la conjunción comparativa
en Vértebras, comenzando acaso por el fotografema de portada, donde,
bajo el título Vértebras vemos, a diestra, un “mapa de Chile”, en que se
puede advertir la longitud de la cordillera de los Andes, como vértebras o
vertebraciones de lo que solemos llamar “Sudamérica” y, a siniestra, alguien,
cabeza abajo, de frente, es decir, con sus vértebras ocultas, o no
explícitamente expuestas, lo que da paso entonces, también, en esta rara
comparabilidad territorio/sujeto de portada, a una incipiente incomparabilidad a
su vez en juego en Vértebras. Pero dejemos este doblez entre comer y
comparar por un momento, si te parece, para asomarnos desde ya un poco más a la
puna, una puna que en el poema “Canto a la puna” parece venirse cantando desde
la actual “Argentina”, o, al menos por figura, de Tilcara, de Jujuy, y esta vez
sí, en parte, en quechua:
Sendero arriba una jujeña
murmulla alegres coplas
lleva su cosecha a Tilcara
cargas de chalona
Waynaricunataky puneña
danza
- ¿Waynaricunataky?
- Waynaricunataky.
- ¿Cómo lo traducirías?
- ¿Traducirlo? ¿Es necesario? Tal como otras expresiones o frases que en Vértebras vienen en una lengua distinta al romance castellano (ya en quechua, ya en aymara, ya en inglés; por caso: Welcome to Choliwood, etc.), ¿están ahí para ser traducidas o para marcar, casi corporalmente podríamos decir, una interrupción del romance?
- A menos que la otra posibilidad,
la invitación a traducir, a darle hospitalidad a los sentidos de una voz ajena
en “nuestra” lengua (pongo entre comillas nuestra, para cuestionar de
entrada cualquier propiedad sobre alguna lengua, que siempre nos precede, que
siempre habrá estado ahí antes que tú o yo, por ejemplo, hayamos abierto
la boca, o la lengua), digo, a menos que estas ocurrencias de palabras,
expresiones o frases en otras lenguas, no hagan también, en Vértebra,
sino invitarnos a traducir o traslucir de alguna o de otra manera…
- Waynaricunataky, ¿qué es?
¿Un sustantivo, una expresión o giro idiomático, o una frase?
- Dime tú.
- ¿Yo?
- Tú parecer presumir de entrada,
Kalapurka mediante, que pronunciarás seguramente con ka explosiva, Kalapurk’a,
o aun, con glotalizada, aspirada y explosiva, Qala-phurk’a (o aun qala-phurka),
¿o me equivoco? Sumido en la lengua entonces, en otra lengua, lengua en que por
demás la lengua no se dice lengua, sino boca (‘simi’), pues, pre-asumido por
otra lengua, la llamada quechua para el caso, o runa simi, a menos que
ahora me vengas a anoticiar que Waynaricunataky no es quechua sino aymara, como
qala-phurk’a (donde qala, ‘piedra, opera como adjetivo o calificativo de
phurk’a o phurka, ‘hervido’, ‘tostado’)…
- Tienes razón: Waynaricunataky es
expresión quechua y no aymara o jaqi aru, por más cercanías, tanto
léxicas como gramaticales, que pueda haber entre ambas lenguas.
- ¿Y entonces (no tenemos toda la
noche), qué dice, qué quiere decir Waynaricunataky?
- De alguna manera “Canto a la
puna”, el poema de Marcelo, ya lo adelanta:
Waynaricunataky puneña
danza
- ¿Puneña danza, danza de la puna,
de las tierras altas?
- Eso. Más o menos. Waynaricunataky
es expresión (no frase) que tiene en su término el término taki (tanto
quechua como aymara), para nombrar la canción, la danza cantada, y todo lo
anterior (Waynarikuna-) viene a adjetivar o a cualificar la índole de tal canción-danza,
en este caso, de jóvenes (wayna), subiendo, como atesta el poema de
Marcelo, desde Tilcara a la puna, pasando tal vez por La Quiaca luego y, en la
frontera, Villazón (así se llama la primera ciudad boliviana viniendo de
Tilcara). De hecho, el término (esta vez en dos término) huaynaricuna ttaqui
viene en uno de los más importantes diccionarios quechuas tempranos, el Vocabulario
de la Lengua general de todo el Perú llamada Lengua Qquicchua o del Inca,
de Diego González Holguín (Lima, Impr. Del Canto, 1608), en la entrada “Haraui”,
es decir, casi como sinónimo de Haraui (o Arawi), que es el término quechua con
que el Inca Garcilaso, con y sin razón, traduce el término castellano “poesía”.
González Holguín: “Haraui o yuyaycucuna o huaynaricuna ttaqui.
Cantares de hechos de otros o memorias de los amados ausentes y de amor y
afición”. Ahora bien, thakhi o thaki,
en aymara, muy cerca entonces de taki, alude desde ya al ‘camino’ o
‘senda’ que se ha de recorrer en la vida y, particularmente, en el ayllu o
comunidad andina (por ejemplo, los diversas funciones o responsabilidades, de
menor a mayor jerarquía, que se han de tomar por una pareja de comunarios y
que, en parte al menos, no deja de ponerse en escena en cada taki).
Sobre esto hay un libro notable del lingüista aymara Juan de Dios Yapita y la
antropóloga Denise Arnold, que no cabe sino mencionar de paso: Río de
vellón, río de canto / Cantar a los animales, una poética andina de la creación
(La Paz, 1998).[3]
- Ya. ¿Y entonces?
- ¿Entonces qué?
-¿Qué hay de Vértebras, el
poemario de Marcelo que saludamos hoy?
- Otra vez: como kalapurka,
vértebras. O al revés: como vértebras, kalapurka. Porque aquí, en esta
escritura de Marcelo, el todo incluye a la parte (Vértebras incluye a
kalapurka) y a la vez, por momentos, la parte incluye al todo (kalapurka
incluye vértebras, como uno de sus eventuales ingredientes). Esta dualidad
aparentemente contradictoria, podríamos conjugarla con uno de los rasgos más
“locos” de la gramática (lato sensu) del Ande…[4] Pero eso nos llevaría muy
lejos, así que volvamos, si te parece, a la comida, al como de comer, al
festín que nos ofrece Vértebras. Y de paso a sus brebajes.
- ¿Pero por qué, si me permites,
esta predilección por el como de comer antes que por el como de
comparación? ¿Estás con hambre? ¿Tienes sed?
- En vista que insistes en el por
qué (por qué esto, por qué lo otro), aquí van un par de motivos. En primer
lugar, lo que tú llama mi (supuesta) predilección por el comer (y si tengo
hambre o no, o sed), está en el corazón de Vértebras o, al menos, es una
de las experiencias más patentes en juego. Vértebras no sólo nos habla
de vértebras, calapurca, pan, yuca, mondongo, maíz, mate, coca, silpanchos, shawarma, pescados, ceviche,
cuchucos, chicha, cerveza, singani, alcohol, etc., es decir, no sólo nombra y tematiza
alimentos y brebajes en muy diversos modos, sino también plantea o, si prefieres,
deja entrever que el comer mismo es una no menor consigna o contraseña oída en
este encaminamiento que dibuja Vértebras:
comer
diariamente es la consigna
la
tripa no espera (p. 34)
Y un poco
más adelante, en esta especie de canción de cuna:
duérmete
mi niño
tu
padre ya viene
con
los pescados
a
darte de comer (p. 48)
Otro motivo: si dar de comer, a
ingerir, asimilar, incorporar, habrá sido la trópica, la metafórica y, a fin de
cuentas, la comparabilidad predominante en Occidente para dar a leer y a
comprender, como más de alguien lo habrá ya subrayado[5], la “cuestión” del comer
no podríamos separarla sin más de la experiencia de la lectura, desde ya, de Vértebras.
Pues el hambre, el deseo y la necesidad de comer, de alimentarse, para tantas
“bocas despobladas” (la expresión viene dos veces en el libro) está también en
el corazón (poético-político, si quieres) de Vértebras:
“yo
prefiero
morir
peleando que morirme en casa
muerto
de hambre” (p. 22).
Luego:
Trafican
nuestra hambre
en
los ministerios de la patria (p. 67)
Y, en
fin:
Habrá
que entrar y salir de los mapas
muchas
veces, porque un hambre desova
y
se encarna más que un germen vital
y
brota ya un nos elegido
para
buscarnos
Emma
Villazón (p. 44)
El misterio (llamémosle así por
ahora) de esta hambre que puede dar lugar a un nos (ni
simplemente tú, ni simplemente yo), marcado y/o prometido por “Encarnaciones”,
poema de Lumbre de ciervos, de Emma Villazón, saludado por “Un revés y
un derecho”, en Vértebras, ¿cómo no saludarlo a su vez? ¿Y cómo no
callarnos aquí, cómo no cerrar la boca, para empezar ya a degustar (como
qalaphurka), Vértebras?
- Con cuidado, eso sí, no sólo
porque, como la qalaphurka, puede estar casi hirviendo, sino además
porque, como qalaphurka, Vértebras, en su lengua plural y a ratos
indomable, tiene también no poco de inasimilable. O para decirlo con las
palabras en traducción de un franco escritor, franco africano, que, pese a
todas las prevenciones de don Pedro de Valdivia, no habrá dejado de ser leído
y, entonces, comido, canibalísticamente engullido, en parte al menos, en estas
lejanas co-marcas:
respeto por lo que no se
puede comer; respeto por aquello que en un texto no se puede asimilar. [...].
Siempre hay una pizca o un resto que no se puede leer, que ha de permanecer
ajeno. Este resto nunca puede ser interrogado como si fuera lo mismo, sino que ha
de ser buscado constantemente de nuevo y ha de seguir siendo escrito.[6]
- ¿Y?
- Vértebras desde ya, con
una pizca de locoto y/o ají cacho de cabra, bon appétit.
[1] Existe incluso otra posibilidad atestada por la RAE,
que por ahora dejamos en reserva: como, primera persona singular del
verbo “comar”, es decir, poner comas. “Comar. tr. inus.
Gram. Poner comas en las oraciones o períodos”. Ejemplo: “El uno es un gramático arrogante,/ porque
punt[e]a y coma sus dicciones.”, [Luis de] Barahona, Lágrimas Angélica,
1586. Cf. Inéditos del Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936).
[2] Rodolfo Cerrón Palomino, “Calapurca”, BAPL n° 41,
149-165, Lima, 2006.
[3] En cualquier caso, no
pretendemos aquí resolver sin más el enigma de la expresión waynaricunataky.
No deja de haber ahí una pizca (al medio) que resiste la devoración por el
sentido, incluso para los lingüistas andinos de nota. Porque no deja de ser una
expresión compleja, como me avisa el querido lingüista quechua D. Flores
Chumacero, quien, desde El Alto, precisa tal complejidad: “Hay dos
posibilidades: 1. Vamos a suponer que el WAYNA está verbalizado WAYNAY o WAYNARIKUY "actuar como joven". WAYNARIKUNA, "disfrutemos
como jóvenes (o porque somos jóvenes)". Completo: WAYNARIKUNA TAKI(SPA) "disfrutemos como jóvenes cantando". 2. WAYNARIKUNA TAKI "el canto para enamorar", "el canto de los
jóvenes".
[4] Aludimos
de paso al llamado “dualismo andino”, es decir, la estructuración de unidades
repartidas en dos partes, “similares en la forma, complementarias en su función
y desiguales en rango” (F. Salomon).
[5] J. Derrida, Glas,
Galilée, París, 1974: W. Hamacher, pleroma / — dialecture de Hegel,
trad. de M Froment-Meurice y T. Kücher, Galilée, París, 1996.
[6] J. Derrida, in D.
Birnbaum y A. Olsson, "An Interview with Jacques Derrida on the Limits of
Digestion"; Journal #02 - January 2009; traslape nuestro.

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