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domingo, 2 de noviembre de 2025

JAVI GIL. INTERSECCIONES DE ÁNGEL CERVIÑO (Conversa a propósito de Poco Lázaro y Mi religión)

 Muy buenas a todos. Primero, mi agradecimiento a Enclave, que tantas veces nos ha escogido ya, a Luz Pichel, que nos ha querido acompañar hoy, y, por supuesto, a Ángel, que ha venido de Vigo a competir con nosotros este rato alrededor de sus dos libros Poco Lázaro y Mi religión. Mi intervención va a ser básicamente un cuestionario, para escucharte, Ángel, más que cualquier otra cosa. Pero voy a empezar con una cierta información privilegiada, una pequeña explicación tuya que me diste sobre Mi religión en la que comentabas que «la idea de partida de Mi religión era observar los actos más comunes de la existencia como restos de comportamientos rituales. La vida como rito iniciático. Iniciación a la nada. / Ahí entran de pleno los aspectos teatrales, y no podemos olvidar que el teatro y todos los comportamientos escénicos tienen un origen sagrado y ritual».

 Y tirando del hilo que supone esta pequeña hoja de ruta tuya, te voy a ir preguntando, si te parece, sobre varias interacciones y/o intersecciones de estos dos libros que presentamos hoy, pero que se presentan con diferentes ropajes en tus otros libros:

 Javier Gil Martín (JGM): ¿Cómo crees que interacciona tu labor poética con la vinculada al arte plástico, como comisario, pero sobre todo como artista? Para quien no lo sepa, Mi religión está ilustrado por el propio Ángel, que además ilustró también otro libro de Cartonera del escorpión azul, de Paco Layna, Vuelta e ida.


Ángel Cerviño (AC): Creo que son dos líneas trabajo paralelas, en el sentido estricto de que nunca se cruzan. Dos actividades nunca coincidentes. Ahora hace unos años que no pinto y ya no tengo taller, pero cuando compatibilizaba las dos tareas, pintar y escribir, nunca eran simultáneas, necesitaba parar con una para empezar con la otra, como si cada una requiriera la totalidad de mi atención. El comisariado, quizá porque también conlleva un componente de escritura, no se muestra tan exigente en cuanto a exclusividad.

Creo que mi mente entrenada plásticamente durante años, antes de comenzar a escribir de manera consciente y continuada, me lleva a conceder mucha importancia a los aspectos plásticos (tipográficos y compositivos) de todos los libros. Un diseño editorial que trabaja mucho los valores visuales de cada página.

Y, por otro lado, creo que mi familiaridad, y mi querencia, con los movimientos conceptuales en las artes plásticas de los años 60-70 han marcado mucho la tonalidad de mis trabajos con la escritura. Movimientos como Fluxus y las segundas vanguardias de los sesenta (en los que el lenguaje juega un papel importantísimo) han sido las fuentes donde ha bebido mi escritura, y quizá los responsables de mi desapego frente a las literaturas del yo, y la poesía confesional y memorialística.

Siempre me he tenido a mí mismo como un explorador del lenguaje más que como poeta o cualquier otra cosa.

 JGM: En ambos libros hay una presencia de lo religioso, lo ritual o lo sagrado, que va de la mano de lo teatral, señalado en su epílogo por José Antonio Llera y que también han apuntado poetas y críticos (o poetas críticos) como Chús Arellano y Vicente Luis Mora. ¿Qué nos dices por ahí?

AC: Realmente no puedo líbrame de esos asuntos, no es algo premeditado, pero ahí están, siempre presentes. Mi formación es más sociológica y política que literaria. Desde muy joven he estado fascinado por la antropología, y soy un lector compulsivo de todo lo que tiene que ver con las innumerables respuestas del ser humano ante los misterios de la existencia y lo numinoso. Tanto Mi religión como Poco Lázaro beben de esas fuentes. Muchos de los ritos y ceremoniales que recojo ahí y parecen auténticos disparates han salido de informes y estudios de Mircea Eliade, Lévi-Strauss, Malinowski o Marcel Mauss.

Y, por supuesto, toda la actividad escénica y dramática tiene unos orígenes sagrados y rituales. Lo teatral tiene un peso enorme en mi trabajo, por muchas razones diferentes, pero ese aspecto de celebración ritual de los misterios es una de las más importantes.

Estoy absolutamente cautivado por las elaboraciones simbólicas, preceptivas y ceremoniales que hemos tenido que inventar durante miles y miles de años, en cualquier rincón del planeta, para poder sobrellevar la terrible levedad de la existencia.

 JGM: Es evidente la continuidad entre ambos libros, y me decías, si mal no recuerdo, hace un tiempo que Poco Lázaro tenía algo de apéndice y continuación de Mi religión, a pesar de que su orden de aparición es inverso (no sé si su orden de escritura también). Dinos por ahí cómo ves si relación.

AC: Por mi forma de proceder, podría decirse que los dos textos nacen de los mismos silos y lagares, los cuadernos, donde todo el material que voy recogiendo se apila sin orden ni concierto. Luego comienzan los trasiegos y maduraciones, introduciendo un principio de orden y generando agrupaciones que, si todo va bien, acabarán creciendo, ramificándose y convirtiéndose en un texto dotado ya de cierta coherencia.

Posiblemente fragmentos largos de Mi religión se conformaron con anterioridad. Luego Poco Lázaro se fue armando con más celeridad y comenzó su camino editorial, y Mi Religión tuvo que esperar hasta que encontramos el formato adecuado. 

Creo que ahora aquella posible plaquette se ha convertido en un texto perfectamente encajado en su formato de “misal povera” con su estampita y todo. 

Cartonera del escorpión azul ha proporcionado al librito el perfecto soporte material, creo que hemos producido un objeto precioso.

JGM: Por último, en esa confesión tuya mencionas la condición de la vida como una «iniciación a la nada» y por ahí se podría pensar en la poesía como un testamento, quizá, ¿ves que por ahí podrían funcionar estos dos libros?

 AC: Esto tiene que ver con la respuesta a la segunda pregunta, creo que después de haber conocido decenas de caminos y experiencias iniciáticas, en las más variadas culturas, es inevitable establecer el paralelismo o la analogía con el propio camino de la existencia; es decir, desandar e invertir el dispositivo alegórico que convirtió el rito de paso en una representación del camino de la vida.

Más que un testamento (en lo que tiene de conclusivo, de caso cerrado), veo el trabajo poético como un cuaderno de campo o como bitácora: este fue mi camino, estos los genios y demonios que me he ido encontrando, las ayudas y zancadillas, los peligros y goces del camino. Si nuestro lugar en el mundo es una construcción del lenguaje, la iniciación solo conduce a un más allá del lenguaje, a una exploración de los lindes: la poesía, a falta de mejor nombre.

Sucede que en todos esos rituales se camina hacia la luz, hacia un estado superior de la conciencia, o hacia una comunión con la divinidad, pero nosotros —desgraciados y desprotegidos hijos de la Ilustración— sospechamos que en realidad solo se camina hacia la disolución química de los materiales que nos conforman. Y tampoco está tan mal un poco de descanso después de tanto ajetreo.

 

JGM: Para terminar, me gustaría hacer pública aquí mi adhesión con esta declaración de Mi religión:

 «Rendimos culto a la tenacidad de la mala hierba / y a la húmeda lubricidad de la lengua materna».

 Muchas gracias, Ángel, por tus respuestas y por este libro tuyo.

AC: Me encanta esa cita. Gracias a todos vosotros por la paciencia de escucharme.

 



LUZ PICHEL. “QUÉ BIEN LO PASÉ”,DOS LIBROS DE ÁNGEL CERVIÑO.

 



¡Qué bien lo pasé leyendo Poco Lázaro y Mi religión! La oracioncita, “qué bien lo pasé”, es en Poco Lázaro el epitafio que escribe para sí mismo el autor —podría ser—, o algún figurante, o un personaje (¿he dicho personaje?). No recuerdo bien y creo que daría lo mismo. Bueno, no sé.

 Quien haya leído estos dos libros sí sabe lo que es bueno, claro, pero, por si alguien no lo ha hecho, yo no puedo desearles para la experiencia nada mejor que lo siguiente: pásenlo tan bien como yo. Pasadlo bien, relajaos, dejaos andar la calma del entender y del no entender, disfrutad del humor, del lío que se montan las palabras unas con otras para armar su música, su sentido y su sinsentido.  Disfrutad de la ironía, de la parodia, de la retranca, de la irreverencia con lo sagrado. No, eso no: con lo sagrado del poema.      Tampoco. Ni siquiera con el poema sagrado. Es irreverente, más bien, con lo consagrado de la poesía.       Mejor: lo establecido, lo modosito, lo convencional de lo ya hecho y dicho más veces, muchas más veces de lo que al arte le gustaría. Creo.

Dice Cerviño: "a llorar al teatro"; luego, se supone que aquí lo lacrimógeno no tiene lugar, no lo queremos porque esto es poesía, ¿no? No, no, teatro no es, ¿o sí? Bueno. Bueno, lo que sea (¡poesía!). En cualquier caso, un lugar para la sonrisa, para el carnaval. Ángel nos saca de nuestro estado de confort poético, de nuestro estado de alcanfor, se escuchó por ahí, en los escenarios de la calle  (lo traigo aquí porque creo, creo que a Ángel le hubiera gustado escucharlo). Y todo ello entre muertos ya realizados como tales muertos o previstos como a toro pasado en una especie de mercadillo dominical con altar para la misa y vírgenes descocadas, donde todo es mezcolanza.       Perdón: delicioso batiburrillo. Y sacamos poco en limpio si no es una visión del mundo entre onírica y esperpéntica y bastante poco prometedora.

Pero en todo ese teatro (¿teatro?), me he empeñado, por defecto, por no saber hacer algo mejor, en encontrar testimonios concretos que de alguna manera pudieran orientar al lector o lectora acerca de por dónde van las bombas inocentísimas y nada ingenuas de su lenguaje. Se podría llevar la cosa por un derroche de derroteros, porque estos libros son, antes que nada, lenguaje, derroche de lenguaje, a veces laberíntico, a veces duermevélico (con uve), pero también a veces filosófico y reflexivo aunque no lo parezca después de todo lo que acabo de decir. Y es que no he dicho nada, y no se debería decir nada, habría que sólo leerlos y quedarse con lo que el dios de las palabras y su música, sus requiem y sus te deum, sus misterios, las cuentas de sus rosarios y oraciones, personales e impersonales, activas o pasivas, nos dé a entender. Así que, atrevida yo, en un acto aberrante de descontextualización, para no seguir mal-metiéndoos, porque todo lo que yo os diga de este libro no tiene por qué tener nada que ver con lo que ustedes encuentren o hayáis encontrado ya en la lectura, me he propuesto recoger frases de aquí y de allá, de uno y del otro, que orientan al lector de manera infinitamente más bella —viva la palabra— y por supuesto más iluminadora.  Empecé haciendo una clasificación exhaustiva, pero me eternizaba y no era mi intención reproducir el libro organizando frases. Entonces descubrí que muchas de esas frases eran preguntas, muchísimas, quizás más en Poco Lázaro, pero también en Mi religión y luego vi también que había muchas otras que daban más que pensar de lo que en un primer vistazo podía parecer. Opté por menos compartimento y más grano a molino. Me quedé con estas dos: a) Frases de imaginar y b) Preguntas al viento.

Pero ¿cuántas? y me respondí con una frase hecha, que sé que a Ángel también le gustan (algunas): menos es más. En este caso, el axioma es falso, pero de mentiras está llena la literatura.

Aun así,  pensé en lo lindo que sería organizar una sentada de correligionarios aportando, clasificando, degustando, descuartizando, etc., frases maravillosas de figurantes y payasos y personajes y un autor y su careta y el pueblo y sus diretes.

Va:

 a) Frases de imaginar.

 —Déjate ir en el texto como en uno de esos laberintos que el sueño nos descubre en la vieja casa familiar.

 —Nacemos para ver cómo los perros se soleaban en la escalinata del templo.

 —Para concluir la ceremonia nupcial la desposada escupe al suelo.

 —Cerviño es un hereje porque pone la poesía a girovagar y sabe que nada hay más serio que la ironía y la parodia.

 —Del fresco de la anunciación, sólo un hocico de perro se conserva.

 —Alegre va en la corriente la ramita muerta.

 —En el patio, la nieve aprende el idioma del columpio.

 —El poema rebulle en sueños como jergón de prestamista.

 —El movimiento de danza sólo se completa en su propia extinción.

 —Surge en Mi religión una curiosa mojiganga, un catecismo zurdo y vermiforme, un romance de ciego donde hay planos y contraplanos (al teatro se une el cine).

 —No quieras ser el que desplumó al ruiseñor buscando la razón del canto.

 —A su vida le vendrían muy bien unas risas pregrabadas.

 — Afuera la brisa acaricia un tendal de pulpos secando al sol

 —A veces los chamanes tocan el tambor y cantan sólo por gusto.

 —Los pétalos caídos al pie del búcaro son el medio de pronosticación más fiable para asegurarse un matrimonio ventajoso.

 —Cuando una palabra es convocada a un poema, sus compañeras contiguas en el diccionario comentan que se fue al teatro.

 — El lector muy pronto advierte por dónde transita el humor y la parodia, entre sibilas de siete años, sacrificios indescifrables y apóstoles embaucadores perdidos en sus laberintos.

 —El vino olvidado que se deja en las copas bien podría ser una imagen del subconsciente.

 —La risa es el rezo que comprometemos.

 —Rendimos culto a la mala hierba y a la húmeda lubricidad de la lengua materna.

 —Aquí cualquiera se siente capacitado para dispensar emblemas y trabalenguas

 —La disposición al goce nos aproxima a la divinidad

 —Los santos sanadores suelen haber sido niños enfermizos y retraídos.

 — El fin del mundo se anunció con unas notas de cha cha cha por la megafonía/ en el prado las vacas arden sin pestañear.

 —Como ancianos mirando tiovivos, nos contentamos con muy poco.

 —Las criaturas existen para que Dios pueda contemplarse desde diferentes ángulos.

 —En muchas situaciones de nuestra vida diaria se echa en falta un coreógrafo.

 — Érase una vez el ventrílocuo pateando a su muñeco después de la actuación.

 —Como sucede en otros libros suyos, la poesía de Cerviño se contamina del género teatral, que viene a ser el espejo óptimo de la existencia y, a su través, proyecta una poética que abarca y define toda la obra.

 

b) Preguntas al viento.

 

¿Es tiempo dilapidado todo aquel que no empleamos en contemplar las sonrosadas nubes que pasan?

 ¿Un disfraz que se lleva durante mucho tiempo sigue siendo un disfraz?

 ¿Cuáles serían los nuevos dioses? ¿Queda alguno?

 ¿Por qué siguen obedeciendo los perros?

¿Este hombre aprenderá algún día a sufrir sin decir algo irónico o gracioso sobre el sufrimiento?

¿A qué personaje responde su voz natural? ¿A quién ven cuando me hablan?

 ¿Estamos en una alegoría?

¿Qué sabe la raíz de los bochornos del pétalo?

¿Cuándo colapsa la ironía y se envenena en sarcasmo?

¿Falta mucho para la otra vida? (le pregunté a un payaso que bajaba)/ ¡Qué pequeñas son las lágrimas! (me respondió)

 ¿Habrá que decir palabra en el otro mundo o allí las percepciones se expanden en ondas de energía y luminosidad?

 ¿Dudó dios ante el boceto del murciélago?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

EMOTIONAL RESCUE: CARLOS PIERA GIL: LA ESPERANZA ES INTERMITENTE, FUNCIONA COMO LOS TELEVISORES Y LA VIDA, MAL.



foto de Christopher Anderson



La poesía de Carlos Piera Gil, nació en Madrid, España, en 1942, no se conoce de acuerdo a su intensidad y altura. A veces tengo la impresión que a Carlos se le sitúa (felizmente) «lejos» de lo que, para algunos, en España representa la poesía. Y pese a ello, «por aclamación», su escritura tanto como su maestranza son dos fuerzas siempre vivas, y Carlos, mientras contempla el vuelo de los vencejos en el cielo madrileño, prefiere ignorar que es una referencia ineludible si uno se interna en el oscuro bosque de la poesía española. Si leyera esto, estoy más que seguro, que ruborizaría, y seguramente, del modo más gentil y fraterno, me diría algo así como «bah, ¿pero qué cosas dices?»

Piera Gil, Miembro del Círculo Lingüístico de Madrid, junto con Rafael Sánchez Ferlosio, Víctor Sánchez de Zavala, Agustín García Calvo e Isabel Llácer, se doctoró en la UCLA con una tesis inédita sobre métrica. Fue profesor Cornell University (Ithaca, EEUU) y miembro del consejo de redacción de la revista de ensayo La balsa de la medusa. Es autor de cuatro libros de poesía: Versos (1972), Antología para un papagayo (1984), De lo que viene como si se fuera (1991) y Religio y otros poemas (2005),  los mismos que lo constituyen en un «clásico» quien, ruborizado, no acepta dicha condición. Tal vez allí reside parte de su grandeza.

Por estas razones estoy convencido que debiera difundírsele, pienso al encontrar su obra “Apartamentos de alquiler” en mi mesa de noche, y por eso, también, comparto sus poemas para darle algo de luz a tanta oscuridad.

MM







NABÍ

 

 

                                                                           O el intelectual: Fecit sibimet umbraculum ibi, et

                                                                           sedebat subter illud in umbra, donec videret quid

                                                                           acciderit civitati (Jonás 4, 5)

 

Mira sucediéndose el mar y las olas más cerca,

mira (y desconfía de la erosión) sus límites. Mira las ciudades costeras,

la contraposición más simple, el elemento, la anulación de antónimos, el orden.

De noche es cuando el cielo se mueve y hay leyes humanas en astros. Sujeto

a las cuerdas del sol, a los azules de aparente violencia, nombraste

cuál había de ser tu tierra, tu cuidado

donde vivir y en qué corrales ácidos tomar el pan y el agua con la calma del

                                                                      [mediodía. Elegiste.

Ardía el día agosto por causas remotísimas.

Dejaste las leyes de noche, jamás vigilaste

veinticuatro horas. Luego, corrompiéndose en verdes y grises el pan y las aguas,

entre dos implacables planos paralelos alzaste

un sombrajo, Jonás, y esperabas.

Cómo pediste ayuda, sentado allí, sentado, y todo para

que ardiera una maldita ciudad como tu piel quemada, donde tanta

mutación en un solo oscurecimiento

confluía.

 

[De “Versos”]

 

                                                                                            Ya florecen los árboles, Juan,

                                                                                            mala seré de guardar  

 

 

La nostalgia del bien. Del mal,

que seguía guardado dentro.

Del bien, pues, que las cosas pasan. Del mal que seguimos,

un adiós que dura una vida,

contenido como un ratón.

Es poeta quien no perdona. Tener esperanzas

es un tenaz recuerdo como todos los mayos,

verde y gris, donde esperan

(según, previsto azar, quebrando

vacío y solo las cortezas,

mayo mismo es su propia

desmemoriada conmemoración)

otras tristezas y otra vez canciones,

por solidaridad, por poco tiempo,

nuestra contribución.

 

 

A UN AMIGO CUYA LABOR QUEDÓ EN NADA

 

a harder thing

than Triumph

W.B. Yeats

 

La habitación que alumbra

la lámpara a tu lado

brevemente vacía

mientras tiran tu casa

mostrará tus recuerdos.

Ni esa mirada dejan

que llegue a tus acciones.

Material de derribo,

tu dignidad no es tu silencio ahora

sino el silencio de antes que trajo este silencio.

 

 

PASTOR LLEGA, DESCUBRE EL MAR

 

Puedes volver atrás, dejando aquí una huella de cenizas.

Puedes pero –¿cómo decirlo sin rubor?– nada será lo mismo.

Esto es como una muerte: desde ahora,

vivir en una orilla, en una patria, en una

rebanada de tierra.

Puedes echarte a andar, de lado a donde seas extranjero,

mentir allí, decir que has naufragado,

hecha tu casa inalcanzable y cálida

por una tempestad que a pesar tuyo

nunca existió.

Puedes quedarte aquí, pasar a ser un loco.

Pedir que no le pase a nadie más, que aprendan

que aquí hay un mar, viéndote tiritando.

Puedes quedarte aquí, boquiabierto en la lluvia.

Boquiabierto en la lluvia, puedes quedarte aquí.

 

 

NINFA

 

De lo que no tenéis.

Hecha de lo que no tenéis, decretada imposible.

De que el árbol retoña y vosotros y yo no sabemos.

De lo que no será y lo que se teme.

Hecha de lo que debo huir. Sola. Invisible,

no ya de la ciudad, de cada uno,

no me ayudará el monte, no me devolverá la muerte, y sigo.

Si un momento olvidada en la retama

me hacen querer ser árbol, Dafne, o algo,

Casandra, hermana mía, como la destrucción,

sé que debo seguir. Que este dolor que tengo es mi venganza

inevitablemente, dada como las flores

por lo que no tenemos: lo poco que ellos lloran

por mis mares de llanto.

Mi llanto por lo que no puede dejar de ser.

 

 

RAMBLA

 

Lo que hay abajo es poco

más que lo que hay arriba. En esa dirección

dejamos sin embargo de aspirar a la huida.

Y no es el sol:

es el lugar del sol.

Y no es el mar, es la humedad del mar.

Y no es el cielo, es un estanque de aves.

Y no, para el viajero verdadero

una luz amarilla resume una ciudad.

Y eso es saber amar: no el mar, sino eso

que no es el mar al eje de un viaje de regreso.

 

 

[De “De lo que viene como si se fuera”]

 

 

UPSTATE

 

Voy a aprender, ya viejo,

desastre de los iroqueses,

el después de la indignidad:

un habla postalcohólica

para mención de muertes, no derrotas,

no batallas, no pérdidas,

propia de fuente efímera

que en lugar desecado

nombra constelaciones

de un cielo frío, duro y anterior a la escuela

y sostenido por los iroqueses.

 

 

RETRATO

 

(Con J.V.F. y R.S.F.)

 

Solo y sin sol, sin sexo y sin sintaxis,

rebatido por vientos hoy anécdotas,

naturaleza es hoy que le tiemble la mano,

hoja que cae con árbol y no sirve de hoja.

Le queda querer ver. Le haría falta

un autofoco, aparte de otras prótesis.

Imágenes de lo que debe ser y, por afuera,

cuando lo arreglen y lo dejen fijo

podrán jugar con él los niños, algo

mejor que ser voluta, casi tanto

(los juguetes se van perdiendo en las mudanzas)

como el vilano que un viento insensible

lanza hasta que se pierde en línea recta.

 

 

ERIZO

 

Por unos ojillos vivos

pago dieciséis mil púas.

No puedo esconderme, sino

fingir que no tengo ojos.

Muero si no engaño; a cambio

no sirvo para pelota.

 

[De “Antología para un papagayo”]

 

 

 

PRIMER MISTERIO

 

Lu, sílaba simiente, motivo de la lengua,

hacia ti no se va: se vibra. Surges

y no hay aquí ni allí.

 

 

                       *

 

El aire te es lo que la arena al oro:

tu lugar natural.

 

 

                       *

 

Lu, mi panal, el punto del que parte

la rosa de los vientos,

te necesita el aire.

Eres el resultado de las flores,

no hay más volver que a ti.   

 

 

                       *

 

Lu que bailas inmóvil, oro de aire,

sonrisa de la luna a mediodía,

haces aparecer el campo. Tengo

lugar.

 

 

                    *

 

Mi Lu, mi sol de calidad de luna,

única verdadera curva, llamo

tu movimiento al mundo trazado desde ti.

 

 

                       *

 

Mencionaba la luna, Lu, la luna.

La luna, que no sirve para nada

menos mover el mar.

 

 

                       *

 

Lu, tiniebla que mira, claridad que se abate,

forma del pánico,

eclipse Lu, que muestra el universo.

 

                       *

 

Líquido vertical, aire posado:

eres el corazón del espejismo,

agua de pura luz.

 

 

                       *

 

Lu, columna en el aire, enteramente exenta.

 

 

                       *

 

Luz en la luz, mi Lu, morada comestible,

miel de aire, aire de miel,

se muerde en ti un romero que no se acaba nunca

y se es romero, desapercibida

hierba de olor.

 

 

SEGUNDO MISTERIO

 

Oscuro cielo, pronto

ni cielo, todo

te ronda, Lu, turbulencia del tiempo.

Ya estás y no has llegado.

 

 

                       *

 

Tanto vivir y sólo era una espera.

Eres visible, Lu, como se oye el relámpago.

Lu, nombre de un lugar anterior a las aguas,

nombre de despedida, no nos dábamos cuenta

y éramos imposibles.

 

 

                       *

Qué viento tan fuerte nace de ti, Lu,

qué aparición eres, que nos expulsa.

Qué insignificancia no ser tú, de pronto.

 

 

                       *

 

Pilar de la tormenta, Lu, todo va arrasándose.

Eres la calma y la devastación.

Espesa luz que instaura un tiempo transparente,

eres el centro, Lu, se te puede cruzar.

 

 

                       *

 

No existe un desde arriba.

Latido Lu, misericordia muda,

el ansia era el descanso.

 

 

                       *

 

Así el calor aplicado a la piedra.

Lu, cavidad del sueño que precede a la caza,

el requisito del amanecer.

 

 

                       *

 

Patria de pasmo y despertar que dura,

símbolo del silencio,

reinas como reinaba el tiempo pero

tú no resumes.

 

 

                       *

 

Lu, que me has dado la respiración,

Lu, surtidor de pájaros.

 

 

                       *

 

Hablas, repueblas. Qué pequeña eres

ahora que hay mundo porque tú has venido.

 

 

 

SEXTO MISTERIO

 

Como una nieve antigua

vive en el campo nuevo

brota donde estuviste

delicadeza.

 

 

                       *

 

Humo de movimiento,

vuelo de ave a la espalda,

tu paso es unas notas

que el aire deposita en nuestros ojos.

 

 

                       *

 

Tus gestos ponen paz

entre final y origen,

arcos de acuerdo

que se ven apenas.

 

 

                       *

 

No vienes, te renuevas.

Otro día, otra Lu.

Das una confianza

como de árbol que crece.

 

 

                       *

 

Lu, te has anticipado a la esperanza.

Qué gratitud por el deseo, cuánto

reconocemos lo desconocido.

 

 

                       *

 

Se ha detenido un rayo.

Su claridad se queda con nosotros.

 

 

                       *

 

Alma de la madera, vertical de las llamas,

espuma de las olas de las sierras,

parpadeo del yermo.

Lu, lo vivo en lo vivo, lo cálido en lo inerte.

 

 

                       *

 

Vivo de ti y en ti.

Se ha disuelto el afuera,

mundo sin ti como un abismo horizontal.

No hay acogerse a ti, sino dejarse.

A cambio, nada.

 

 

ESPECTRO BREVEMENTE

 

                                                                         Een schilderij die spreeckt, een spoock van weinig'uren

                                                                        (Una pintura que habla, un fantasma de unas pocas horas)

                                                                                                       Constantijn Huygens, Een comediant

 

                                                                                                         A una señora mayor que vivía sola

                                                                                                        e imaginaba visitas de vivos y muertos,

                                                                                                         que siempre la dejaban sin despedirse

 

Esa televisión tuya de espectros

a falta de presente

se enciende y se apaga sola, como el presente,

ciudad de puras desapariciones.

Hace familias de lo que no ha llegado, de las

intemperies pequeñas, las infidelidades

del electrodoméstico, lo que, en tiempos perdidos,

era querer abrazos y no saber de quién.

Vienen como a tomar el té, como si estar aquí fuera lo lógico,

como si hubiera tiempo y gana y gente

para colgar los cuadros. Y se van como vienen

(con la lógica antigua de llegar para nada

y una técnica nueva para dar soledad)

a sus ocupaciones, al vacío, insistente

promesa incumplida de amor.

Y así habremos sido y son ellos:

como las hojas en el torbellino.

 

 

***

 

La esperanza es interminable, intermitente,

funciona, como los televisores y la vida, mal.

Hemos vivido hasta acabar traidores

o morir, que es lo mismo:

marchar sin despedirse,

venir sin cuerpo y sin voluntad propia,

ser poca cosa y anunciar desgracias,

repetir lo que fuimos,

cobrar tragedia en nombre del amor.

Cruzamos la ventana, como el vencejo,

para acabar así. Todos somos el mismo y el viento

para las hojas en el remolino.

 

 

***

 

Hemos vivido para que no nos cojan vivos

y aun a ti, que quisieras asirte a nosotros,

te eludimos con una displicencia de muertos, ásperos,

irónicos sin gracia, cumpliendo desganadamente

un trámite trágico en ti. Porque en ti, que nos tratas de muertos,

vivimos como hemos vivido, unas ráfagas,

de las ausencias a las concesiones,

sólo rebeldes en el gesto y esta

capacidad de huir.

Sólo se sabe que nos vamos yendo,

desabridos, secándonos,

como las hojas en el torbellino.

 

 

***

 

Una vida con curso de murciélago,

fingiendo hasta la imagen de las rachas del viento.

Unos caminos vistos

a sacudidas para la pantalla.

No la verdad: lo póstumo. Máquina de sinopsis.

Porque tu vida es esta coincidencia de muebles,

todos somos el mismo.

Todos somos lo mismo y este viento que somos

y estos papeles en el remolino.

 

 

VICTIMAE PASCHALI LAUDES

 

He aquí el tiempo de la resurrección,

un tiempo de túnicas blancas, piedras volcadas,

de indiscutido sol, lagartijas, romero.

Hay un tiempo como un lugar, como el liquen en el granito,

como la abolición del tedio de la infancia,

como no disputado a las basuras, un tiempo ascendente

devuelto vertical al sol, hipótesis

de abejas. Allí los hallazgos previstos,

prendas de juego, las camisas de las culebras,

todo lo que sabemos del futuro. Hay un, así,

moverse inmóvil fuera de verdades.

Y hay una guillotina de luz, pero qué importa,

sólo pensándolo, que se va siendo cada

vez más delgados como los recuerdos,

inmaculadamente abejas, puro

futuro fue lugar.

 

 

ENCUENTRO UNA RATA MUERTA EN UN JARDÍN JAPONÉS

 

Había una rata. Estas son unas islas de calma

sólo muy lentamente mudables y orillas de un río

con la serenidad del mar, pero que fluye.

Todo un país se viene

de acá y allá del río, donde

mudamos tamaño según que sigamos senderos por entre los árboles

o abramos al mundo unos ojos en cumbre de monte

y un asombro lento

olvide los ojos, las cumbres y los que, minúsculos, pasan.

El caudal. Se hace tarde, u otoño, con sosiego,

soltamos dimensiones, somos lo que se olvida.

Disciplina de río grande: ribera muda

y gratitud al eco de todas las ausencias.

Nada es nada. Menos la rata, muerta, despatarrada,

diámetro exacto de una isla y réplica:

hay sí y hay no. ¿Es lo mismo? Es una rata

          diciendo el silencio del río.

 

[De “Religio y otros poemas”]


 

 

SENTADITO EN SU TEJADO

 

Vendrá un tiempo también en que la gata Nora

sea vieja y se canse y esté siempre dormida.

Si no me he muerto, entonces seguiré como ahora

calentando la leche mientras ella me mira

o hace sus oraciones, como yo en torno al cazo,

en el suelo de la cocina.

 

La Europa protestante tiene gatos señores

que crecen, y envejecen, y así sigue la vida.

Aquí siguen, con suerte, los cuartos interiores

que no tienen salida.

 

 

A UNA AUSENTE

 

Había estado allí contigo. Veo

otras tardes también hermosas, lentas,

con montes a lo lejos.

                                   Hoy se veían claro, iluminados

por la luz alargada del invierno.

 

Monótona ternura, quisiera que esto fuera

nada más que otro día.

 

                                   Cómo nos une la melancolía.

 

 

NANA DE LA QUE YA HA CRECIDO

 

No llores, mi niña,

no llores así.

Ya lo hemos llorado

nosotros por ti.

 

Oye lo que tengo:

lo que cambia y no cambia y es sin remedio

y este no saber

si es atardecida o es amanecer.

Guarda su hermosura. No llores así.

Ya lo lloraremos nosotros por ti.

 

 

NANA DE GAZA


(Enero de 2009
)

 


Qué guapa en la cuna, mi niña adorada,

para que la muerte cuando venga a verte

te encuentre acostada.

 

Cierra los ojitos, vida de mi vida,

para que la muerte cuando venga a verte

te encuentre dormida.

 

Duérmete, mi rosa,

para que la muerte cuando venga a verte

sea cariñosa.

 

Duérmete, ojos bellos,

si hay gatitos muertos por entre las ruinas

jugarás con ellos.

 

Duérmete, rubí,

y a ver si la muerte cuando venga a verte

se me lleva a mí.

 

 

CUENTO DE NAVIDAD Y TAL

 

Dice “¿De dónde sois?, que el niño

para inscribirlo la nacionalidad tal y tal cosa”

(yo ahí me perdí) y le dicen (se señalan)

“Turquía, y Paraguay”.

 

Yo hasta entonces tenía mucho frío

y la aprensión, la angustia anticipada:

despacho de abogados de extranjería,

la espera, la diversidad de dramas,

el miedo, aquella gente

que aún no había visto y ya sabía triste.

De repente, la calma. Turquía, y Paraguay.

Y el niño que está en la cuna.

 

En la estación del metro, saxo tenor tocando

“Las hojas muertas”, y bastante bien.

A la salida noto escarcha nueva.

Queda luz en el cielo y cabe mucha

tarde esta tarde para ser ciudad.

Quitando las palabras, es inefable todo.

Vamos, diría yo.


[Publicados en la colección “Apartamentos de alquiler”]