a
Luis E. García
Te han pillado saliendo del motel
vestido de mosca. Te han oído cantar sobre una rama que no era tuya. Tal vez te
han visto andar al ras del bosque sin uniforme, arrastrando el fusil en
dirección opuesta al frente. Como sea, algo has de haber roto. Ahora debes
mentir.
Vas a necesitar una buena
atmósfera.
Escoge
tu duración
Si eres un hablador imparable, la
novela te espera con sus planicies. Eres libre de elevar montañas y fraccionar
ciudades hasta que engordes.
Si prefieres algo más compacto,
el cuento ofrece los altos picos de la novela sin la necesidad de sufrir el
tedio del viaje. Sigue la regla de oro y no hagas a otros lo que no quieres que
otros te hagan a ti. Ahórrate las filas y pasa directo a la caja.
Ahora bien, si lo tuyo es el
relámpago en la sien, o el alud de bolsillo, ahí está el poema.
¿Qué
es una atmósfera?
Si respiras, es una atmósfera. Si
quieres que tu texto respire, vas a necesitar de una buena atmósfera. De
abstracción no vive el hombre. Es bueno que tengas argumentos, pero no olvides
mencionar el color de la luz que se filtra por la apertura de la cámara oscura
y que le da a tu sesuda reflexión cierto aire de drama y misterio (checa bien a
Rembrandt, memoriza a Caravaggio).
¿Soy
yo una atmósfera?
Tú eres, en efecto, una
atmósfera, en el mismo sentido en que una ramita es un bosque. Eres la
excreción de una atmósfera. La infinitesimal excreción de una atmósfera. Ahora
sal y demuéstrale al mundo de lo que estás hecho.
¿De
qué está hecha una atmósfera?
La atmósfera está hecha de
partes, como si fuera esto una carnicería y la atmósfera una res abierta en
canal. Éste es el hígado, estas son las mollejas. Digamos que esto es un taller
mecánico y que para componer primero hay que saber descomponer. Descomponer
atmósferas es como salir de pesca. Requiere un culo estoico o un buen par de
piernas. Requiere paz interna. ¿Sabes observar? Ve y observa. No tienes que ir
al polo norte para hallar una atmósfera. El armario donde guardan la aspiradora
de tu escuela es más que suficiente. Quiero que vayas y te encierres en él.
Prende tu linterna. Nada de hacer juicios. Nada de “Huele mal aquí” o “No hay
suficiente espacio”. Éste no es momento de gazmoñería estética. Esto es la
descomposición de una atmósfera. Texturas, sensaciones, materia prima. No
salgas de ahí hasta que tu cabeza esté llena.
He
aprendido a descomponer. ¿Ahora qué?
Ahora viene lo bueno. Quiero que
te relajes y que compongas una buena atmósfera como si tu salud mental
dependiera de ello.
¿Cómo
se sabe si es una buena atmósfera?
Te dirán que en el arte todo es
subjetivo. Que la verdad ha muerto aplastada bajo los neumáticos de un Dios
cafre. Que todos tenemos distintas potencias y que lo importante ya no es el
resultado sino el intento. Ya no hay buenas y malas atmósferas, dirán, sólo hay
atmósferas, múltiples, diversas, todas bellas, todas válidas.
Tú aprenderás a burlarte de estas
personas porque así es como hablan los aficionados, y los aficionados merecen
ser humillados por aquellos que han aprendido a componer una buena atmósfera.
Es
que a veces no entiendo nada y me siento perdido.
Si no lo intuyes, si realmente no
tienes idea, imita a los grandes. Ve con Poe, Conrad, Rulfo. Imítalos hasta que
se te entuma la mano. Imítalos sin piedad. Si practicas diario, con el tiempo,
algo vas a aprender.
Creo
que quiero escribir una buena atmósfera.
Dilo con convicción.
¡Quiero
escribir una buena atmósfera!
Bien. Ahora ve y tírate a un
pozo. Cae de cabeza en un balde de materia oscura. Déjate ahogar y sal preñado.
Sé un recién nacido y que la falta de luz sea tu guía. Berrea de miedo y arroja
tus colores insólitos contra los muros de una buena atmósfera.




