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EDUARDO PADILLA. ZWICKY

 

Dave Krugman





a Luis E. García

 

Te han pillado saliendo del motel vestido de mosca. Te han oído cantar sobre una rama que no era tuya. Tal vez te han visto andar al ras del bosque sin uniforme, arrastrando el fusil en dirección opuesta al frente. Como sea, algo has de haber roto. Ahora debes mentir.

Vas a necesitar una buena atmósfera.

 

Escoge tu duración

Si eres un hablador imparable, la novela te espera con sus planicies. Eres libre de elevar montañas y fraccionar ciudades hasta que engordes.

Si prefieres algo más compacto, el cuento ofrece los altos picos de la novela sin la necesidad de sufrir el tedio del viaje. Sigue la regla de oro y no hagas a otros lo que no quieres que otros te hagan a ti. Ahórrate las filas y pasa directo a la caja.

Ahora bien, si lo tuyo es el relámpago en la sien, o el alud de bolsillo, ahí está el poema.

 

¿Qué es una atmósfera?

Si respiras, es una atmósfera. Si quieres que tu texto respire, vas a necesitar de una buena atmósfera. De abstracción no vive el hombre. Es bueno que tengas argumentos, pero no olvides mencionar el color de la luz que se filtra por la apertura de la cámara oscura y que le da a tu sesuda reflexión cierto aire de drama y misterio (checa bien a Rembrandt, memoriza a Caravaggio).

 

¿Soy yo una atmósfera?

Tú eres, en efecto, una atmósfera, en el mismo sentido en que una ramita es un bosque. Eres la excreción de una atmósfera. La infinitesimal excreción de una atmósfera. Ahora sal y demuéstrale al mundo de lo que estás hecho.

 

¿De qué está hecha una atmósfera?

La atmósfera está hecha de partes, como si fuera esto una carnicería y la atmósfera una res abierta en canal. Éste es el hígado, estas son las mollejas. Digamos que esto es un taller mecánico y que para componer primero hay que saber descomponer. Descomponer atmósferas es como salir de pesca. Requiere un culo estoico o un buen par de piernas. Requiere paz interna. ¿Sabes observar? Ve y observa. No tienes que ir al polo norte para hallar una atmósfera. El armario donde guardan la aspiradora de tu escuela es más que suficiente. Quiero que vayas y te encierres en él. Prende tu linterna. Nada de hacer juicios. Nada de “Huele mal aquí” o “No hay suficiente espacio”. Éste no es momento de gazmoñería estética. Esto es la descomposición de una atmósfera. Texturas, sensaciones, materia prima. No salgas de ahí hasta que tu cabeza esté llena.

 

He aprendido a descomponer. ¿Ahora qué?

Ahora viene lo bueno. Quiero que te relajes y que compongas una buena atmósfera como si tu salud mental dependiera de ello.

 

¿Cómo se sabe si es una buena atmósfera?

Te dirán que en el arte todo es subjetivo. Que la verdad ha muerto aplastada bajo los neumáticos de un Dios cafre. Que todos tenemos distintas potencias y que lo importante ya no es el resultado sino el intento. Ya no hay buenas y malas atmósferas, dirán, sólo hay atmósferas, múltiples, diversas, todas bellas, todas válidas.

Tú aprenderás a burlarte de estas personas porque así es como hablan los aficionados, y los aficionados merecen ser humillados por aquellos que han aprendido a componer una buena atmósfera.

 

Es que a veces no entiendo nada y me siento perdido.

Si no lo intuyes, si realmente no tienes idea, imita a los grandes. Ve con Poe, Conrad, Rulfo. Imítalos hasta que se te entuma la mano. Imítalos sin piedad. Si practicas diario, con el tiempo, algo vas a aprender.

 

Creo que quiero escribir una buena atmósfera.

Dilo con convicción.

 

¡Quiero escribir una buena atmósfera!

Bien. Ahora ve y tírate a un pozo. Cae de cabeza en un balde de materia oscura. Déjate ahogar y sal preñado. Sé un recién nacido y que la falta de luz sea tu guía. Berrea de miedo y arroja tus colores insólitos contra los muros de una buena atmósfera.

EDUARDO PADILLA. ESTO NO ES UNA PINTURA METAFÍSICA

 




                                                                                                                                                                debdata chacraborky



Coen

No codiciarás
el manual de tu vecino
ni robarás
su biblia
para atormentar al héroe
y que parezca eso
tener sentido.

 

Manitas calientes

Dijo el Diablo a los esquimales:
La nieve no es nieve.

Ellos lo miraron sin decir nada.

La nieve es más que nieve.
O bueno, dijo, al leer sus caras,
la nieve no es una,
es mil y una.

Algunos ya daban señales
de incredulidad
o aburrimiento
así que el Diablo
comenzó a bailar tap
y a cantar que:

La nieve es
la caspa del diablo
en el smoking
de un albino.

La nieve es
la sal apelmazada
en el polo sur
de un salero.

La nieve es
la cal que Dios
arroja con una pala
sobre la tumba del mundo.

La nieve es el esperma que deja el mar
en las sábanas de un motel
donde la mucama se harta
y renuncia.

La nieve es la huelga de los colores
que se rehúsan
a salir de la cama
hasta que mejore el tiempo.

La nieve es la piel
de una nación
fantasma
llamada
anhedonia.

 

Obediente

sigo las señas.

Voy lento por fuera
y por dentro
un velocista.

Me apresto
al ras.
Le doy afecto
con el alma colgando
de una pata de araña.

Pero
al abrir los ojos
ella es un poste;
y esto no es
una pintura metafísica
como para que yo me sienta
elegante
por amar un objeto inanimado.

Entonces mejor
camino hacia atrás
como si rebobinaran la cinta
e ignoro el miedo
de ver la cámara
reír tras el espejo.

 

 

 

LUIS EDUARDO GARCÍA/ HARUN FAROCKI LEE UN POEMA ERÓTICO-AMOROSO

 

richard tushman


Los muslos se encienden. Los pechos se encienden. Y los miembros.
Te penetro y un torrente de lava nos invade.

El napalm arde a 3000° C.
La más pequeña gota arde durante media hora.

Brasas que no se apagan. Cuerpos que se consumen extasiados.

Mientras arde libera gases tóxicos que afectan la respiración.
Los gases tóxicos sacan a las personas de sus refugios subterráneos.

Tu lengua hierve en mi sexo.

La supervivencia es prácticamente imposible en un radio de ochenta metros.

Piel con piel, anudados, llamaradas de polen nos renuevan.

La piel se quema, y  la mayoría de las veces, la carne también se quema hasta los huesos.

Prácticamente es imposible sofocarlo.

Es fuego en las entrañas. Ahí donde estuvo hay cenizas.

Cuando el napalm-B arde –una nueva fórmula– no puede retirarse de la piel.
El napalm-B también arde sobre el agua.

El amor no hace nada de eso.

 


GRACIAS, PLAYGROUND, POR ENTREGARME ESTO

Comenzaré diciendo que Jason Torchinsky es idiota.
Es evidente que Cars es una película post apocalíptica
en la que todos los humanos han sido aniquilados
por automóviles inteligentes hartos de la servidumbre.

Seguro inició cuando un ingeniero japonés
se enamoró del Lexus que probaba
y retocó la inteligencia artificial hasta un punto sin retorno.

Por supuesto el ingeniero fue aplastado y llegó la rebelión.
En pocas horas barrieron
con lo que tenía que ser barrido. Luego hicieron una fiesta.

Qué aire tan limpio se respira ahora
pensó el “Rayo” McQueen.

 


EL RETRASADO DE ART ATTACK DICE QUE NUESTRO PLANETA ES LA MEJOR OBRA DE ARTE QUE EXISTE

Él miente. No hay un marco tan grande
y las galerías en el espacio exterior
serán inauguradas hasta el siglo veintitrés.

Si no puedes cubrir tu ready-made
con una lona
entonces no tienes nada.

 



EL (PROFETA) RETRASADO DE ART ATTACK DICE QUE NUESTRO PLANETA ES LA MEJOR OBRA DE ARTE QUE EXISTE

Bienvenidos a la exposición “Ruinas del Sistema Solar”.
Al pasar por la Tierra podrán notar la pérdida del aura
y el olor
a embutidos descompuestos.

 

INÉDITO: EDUARDO PADILLA. VISITA A OKIGAHARA (MAR DE ÁRBOLES)

 






Bienvenidos al museo del

poste telegráfico.

En su interior hay

un solo poste

porque no hay necesidad

de exhibir nada más.

No es el poste más bello

que haya existido.

Por supuesto, es de madera.

Según la placa tuvo una vida útil

promedio.

Miles de muertes

y transacciones

fueron registradas

con su apoyo.

Salidas y llegadas.

Órdenes de ataque.

Siniestros reducidos

a 10 palabras o menos.

Guerra interna

o distante.

Aniversarios, calamidades.

Variaciones minúsculas

de una misma pulsión eléctrica.

 

Un vitral violeta

ilumina la única sala.

Un solo guardia sentado en una silla

leyendo la vida ilustrada

de los santos

y sus muertes violentas.

 

Una voz diminuta se escucha

cuando cae la noche.

La voz repite

las razones que tuvo

para colgarse del poste.

 

 

RAMÓN PERALTA. FAVOR DE CANTAR EN COMPAÑÍA DE LOS CABALLOS

 



1

Necesito una roca luminosa que venga de la otra orilla,

un trampolín ardiendo en el aire,

un cuaderno, un caballo,

para mirarlo a los ojos y que me diga,

¿Qué pasa con la brisa amontonada y el borde del río,

qué se detiene en el ciruelo que demora, que ilumina?

¿A dónde la lavanda después de la abeja,

el carbón y el hierro ardiente, el brote de la dicha,

la llama que se eleva, la pesadilla, la bandera?

¿De dónde tanta rabia, la tristeza, la pena?

¿Cuál de todas las penas?

 

2

El fuego, baja y crece por el instinto y el designio de la ceniza.

El fuego, baja y crece por el destello del relámpago.

Pero vuelve a bajar, casi pálido y tembloroso como la bata de un enfermo

y apenas se levanta nos mira agudamente desde las piedras,

desde sus ojos, universales y enormes de culebra,

desde sus ojos, llenos de sed, rojos, devorando ciudades.

Son cientos de ojos, millares de ojos que miran,

pero en verdad, aúllan sin mover sus bocas.

Y han dejado, a 15 kilómetros,

hileras de muertos rugiendo desconsolados eternamente.

Y entre las columnas de aullidos, los rugidos y las palomas incendiadas

no hemos avanzado nada entre los arbustos del monte

y nos quedamos inmóviles como si descubriésemos la verdad del mundo.

Mi caballo y yo.

Sin haber comprendido la reunión de la brisa que corre arriba de los árboles,

el golpe tieso, marcial, el disparo certero,

el desgarro en los brazos, piernas y el torso,

en el mismo momento que Dios nos ata o respira,

en el cristal puro entre lo puro y por ello irrepetible;

sin comprender totalmente el fin de ciertos libros, también incendiados.

Pero ambos sabemos en el desvarío y en la zozobra de los navíos,

en la médula todavía latente y en la venganza del tiempo,

que nos tenemos uno al otro,

que somos amigos de siglo en siglo, hermanos.

Como los dos únicos hijos que se quedan en el abrazo

sostenidos en un puño de arena,

en el interior del reloj de arena,

casi degollados,

inminentemente degollados,

porque hoy regresa la tragedia.

 


3

Existo como existe el cedro y el musgo de la otra orilla.

Existo como existe lo que se ondula y lo que se adivina en medio de la fuga,

como el punto más áspero en la soga de una campana,

como existe la luz en los ojos primitivos de las ostras,

como la multiplicación microscópica del óxido

que reposa junto al agua rodeada de moscos,

en la punta de un velero casi abandonado.

Como ese ángel de pies de fuego, enemigo y blanco.

Como ese golpe certero que se les da a los conejos entre mañana y tarde.

Por eso digo que existo, en el mismo instante de la vía láctea,

atravesando el aura del cristal más puro de lo puro en el misterio,

comparable con las propiedades curativas de la miel y las montañas

o las primeras piedras de las columnas del cielo,

pero antes, sus llamas eternas y esa brisa que llega de la nada.

Sus llamas y su luz que lo cubren todo

y sus caídas inmensas en un discurso

sobre caballos alados en el verano de Saturno.

Porque toda caída es una afirmación que deviene en el cauce del río,

porque toda caída es una muestra de la inmortalidad del gesto emitido por un Santo,

sostenido entre el brillo de una tetera o por las migajas que picotea un gallo.

Y todo suspiro inmaculado es mi tierra.

No por justicia ni por las culebras enroscadas en una vara

ni por mis ayunos diarios y mis oraciones de anciana,

cuando siento un revolver en la nuca como una carcajada

y me siento como una fruta seca y triste,

alejada del resto de todas las frutas

a la margen del campo bondadoso y fértil

después de la cosecha

y siento, irremediablemente, siento que perezco.

Por eso, hoy,

desde las palomas sumergidas en los sepulcros

y la resonancia del ciclo de los volcanes,

les dejo la muerte.

Así la encontré,

envuelta en medio de un grupo de tallos todavía verdes y un escarabajo,

como un sueño al devenir de la derrota,

hundida como el puño sobre la harina del panadero,

como una revelación, casi invisible que flota al final del gallinero.

Tranquila, como el primer movimiento de la mano en el bautismo

como los lirios encontrados de repente en una isla.

Y no me pregunten más.


4

Esta roca que brama porque apenas fue descubierta después de los etruscos,

esta hierba que ronca y habla desde cientos de bocas,

esta que piso y piensa, porque llevo una antorcha con la lana de la última oveja

del último corral en la última fila de los corrales

y que vi nacer entre mis manos, sangrienta,

mientras perdía sus alas de cigüeña,

mientras el resto de las ovejas miraban aterradas

es la verdad del mundo.

Pero yo no escribo,

escribe el ansia y sus encías verdes,

desde una costa verde rodeada de niebla y el vuelo de los patos.

Escribe el delirio, el abandono colgado del vientre de una vaca.

Escribe el latido de los gansos en un cántaro,

la saliva elegida, el sueño del hombre mil veces fatigado.

También escribe el caracol, el alce, la nutria,

el murciélago y el azufre amontonado.

 

Yo no escribo, escribe mi caballo,

desde el centro del temor apenas ve un cuchillo,

por eso escribe desde la vía láctea,

desde una rivera que crece, con su pata izquierda en un parte de la arena.

 

Yo no escribo, solo giro la mirada,

recordando la fecha de mi cumpleaños.

Lleno de comienzos que se quedan en comienzos,

cubierto de épocas, vestigios y comienzos dispersos.

Como si fuera el último brazo del musgo,

o como si fuera no la estatua,

sino el brazo de una estatua,

dura, detenida, porosa,

que poco a poco es descubierta

por la brocha del arqueólogo,

que piensa que sólo soy cualquier piedra.

Pero lo que soy es un incendio ante los ojos.

Un animal que parece en descanso, pero incendiado,

animal soy animal.

¿Qué animal en silencio?

 

Eso, animal en descanso, vegetal, mineral,

animal en una corriente de aire incendiado.

Así escribe la vida, al tercer o cuarto día,

en todas sus formas,

sentada bajo el tronco de cualquier árbol,

desde el resplandor al fuego en el bosque,

desde el hierro al trueno como un castigo,

desde la cría al luto de los leones,

desde la altura del manto al manto de los niños santos,

con todos los contornos de los rayos de todas las manos santas.

 


5

Bramidos de búfalos en celo,

un golpe de animales en donde ella está finalmente preñada.

Un número, indefinido en la cantidad,

indefinidos búfalos y caballos

como la caída o el conteo inexacto,

tambaleante, de los giros de una moneda en el aire.

Mejor aún,

como la caída inexacta,

de una serie de relámpagos

lanzada por un mago

en una tormenta de verano,

indefinido y dispar

en la noche

indefinido

camina

en busca de la definición rápida pero exacta.

Indefinido el momento en que se torna el remanso.

En lo que queda del remanso y sus plantas que crecen debajo de un puente.

En el momento en que se piensa que se encontró el eco o la aguja

en el viaje de las señales de la radio.

Mejor aún, en el momento que no se entiende a la naturaleza.

Y la tierra gira y gira,

También gira un cangrejo

ante el paso de una fila de cangrejos.

nada lo detiene, y se cree único en el amanecer,

dolorosamente inmenso.

Y lo único cierto, 

es que gira porque es un misterio.

Y pensamos que se debe sólo a la Teoría de la gravedad.

Y a una fotografía conmemorativa de Issac Newton,

casi antes de llegar a una esquina de un salón de clases de provincia.

 

 

 Fotografía de Nadia Sharova