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domingo, 23 de noviembre de 2025

ANDRÉS AJENS. CÓMO NO COMER VÉRTEBRAS (1)

 


Marcelo Arce Garín, a siniestra; al medio, Emma Villazón; a diestra, Pepe Cuevas — con mate de coca (Tambo de Pirque,27 de enero de 2015).


Kalapurka.

- ¿Qué?

- Kalapurka. Incluso: como kalapurka, vértebras.

 

(Kalapurka, el término o mote Kalapurka —con mayúscula inicial y dos letras ka— sobreviene en la expresión “el canto de la Kalapurka”, en el poema ‘Canto a la puna’, página 26 de Vértebras, el poemario de Marcelo Arce Garín, que saludamos hoy).

 

- Como kalapurka, vértebras —dices. ¿Como de comer (primera persona del singular) o como de comparación (conjunción que introduce una comparación, afirma la tan real como irreal Academia de la Lengua)?[1]

- ¿Por qué te ríes, por qué te burlas de la Academia? ¿No hace acaso lo que puede, o no puede?

- Aparte que la risa, incluso un estallido de risa, no lejos de un estallido social, o un éclat de rire, como dirían acaso los afrancesados, afrancesadas e incluso afrancesades, si quieres, o sea, casi toda la fantasmal “chilena poesía”, pese a todas las prevenciones al respecto planteadas tempranamente por Pedro de Valdivia en su carta al emperador Carlos Quinto, desde La Serena, el 4 de septiembre de 1545 (“podemos vivir bien seguros en estas partes de franceses, porque mientras más vinieren más se perderán”), digo, aparte que la risa suele ser sin por qué, sin razón suficiente, si quieres a toda costa un por qué, Kalapurka de por medio, este: la tan real como irreal Academia de la Lengua da Calapurca (escribiéndola con doble ce) como voz quechua. ¡Nada que ver! Es aymara. ¿Quién lo dice? Los más solventes lingüistas andinos[2]. (Ya volveremos sobre este enigma de proveniencia).

- Otra vez: como kalapurka, vértebras —dices. ¿Como de comer o como de comparación?

- ¿Pero por qué habría que optar entre uno y otro? Acaso la lengua, la castellana lengua, no permite a la vez ambas posibilidades? Veamos. 1. Como de comer: como Kalapurka, vértebras. Es decir, alguien (en primera persona del singular, un “yo” tácito) dice que come, que ingiere Kalapurka, comenzando justamente acaso por las vértebras, que, junto a papas, chuño, maíz, yerbas y carnes varias, hacen de la calapurca un festín sin igual, sin comparación. Este como de comer abre paso a toda una serie de comidas evocadas en Vértebras, cuyas vueltas y revueltas estamos desde ya invitados a seguir (y a las que luego volveremos).  Y 2. Como de comparación: como kalapurka, vértebras. Es decir, la kalapurka, al igual que las vértebras, no sólo son, en cuanto manjares para la boca, o la lengua, comparables  —cuidado, eso sí, con no quemarse la lengua, pues, al menos la calapurca (con vértebras o no), suele ser servida a altísima temperatura—, y, por lo mismo, esta comparación (del latín comparare, con-situar, con-fijar, co-estabilizar, que habrá dado lugar a tantos términos vecinos: reparar, disparar, amparar, deparar, preparar y así, casi sin parar), y, por lo mismo, decimos, esta comparación abre campo también a toda una serie de comparaciones, implícitas o explícitas, con o sin la conjunción comparativa en Vértebras, comenzando acaso por el fotografema de portada, donde, bajo el título Vértebras vemos, a diestra, un “mapa de Chile”, en que se puede advertir la longitud de la cordillera de los Andes, como vértebras o vertebraciones de lo que solemos llamar “Sudamérica” y, a siniestra, alguien, cabeza abajo, de frente, es decir, con sus vértebras ocultas, o no explícitamente expuestas, lo que da paso entonces, también, en esta rara comparabilidad territorio/sujeto de portada, a una incipiente incomparabilidad a su vez en juego en Vértebras. Pero dejemos este doblez entre comer y comparar por un momento, si te parece, para asomarnos desde ya un poco más a la puna, una puna que en el poema “Canto a la puna” parece venirse cantando desde la actual “Argentina”, o, al menos por figura, de Tilcara, de Jujuy, y esta vez sí, en parte, en quechua:

 

Sendero arriba una jujeña

murmulla alegres coplas

lleva su cosecha a Tilcara

cargas de chalona

Waynaricunataky puneña

danza

 

- ¿Waynaricunataky?

- Waynaricunataky.

- ¿Cómo lo traducirías?



- ¿Traducirlo? ¿Es necesario? Tal como otras expresiones o frases que en Vértebras vienen en una lengua distinta al romance castellano (ya en quechua, ya en aymara, ya en inglés; por caso:
Welcome to Choliwood, etc.), ¿están ahí para ser traducidas o para marcar, casi corporalmente podríamos decir, una interrupción del romance?

- A menos que la otra posibilidad, la invitación a traducir, a darle hospitalidad a los sentidos de una voz ajena en “nuestra” lengua (pongo entre comillas nuestra, para cuestionar de entrada cualquier propiedad sobre alguna lengua, que siempre nos precede, que siempre habrá estado ahí antes que tú o yo, por ejemplo, hayamos abierto la boca, o la lengua), digo, a menos que estas ocurrencias de palabras, expresiones o frases en otras lenguas, no hagan también, en Vértebra, sino invitarnos a traducir o traslucir de alguna o de otra manera…

- Waynaricunataky, ¿qué es?

¿Un sustantivo, una expresión o giro idiomático, o una frase?

- Dime tú.

- ¿Yo?

- Tú parecer presumir de entrada, Kalapurka mediante, que pronunciarás seguramente con ka explosiva, Kalapurk’a, o aun, con glotalizada, aspirada y explosiva, Qala-phurk’a (o aun qala-phurka), ¿o me equivoco? Sumido en la lengua entonces, en otra lengua, lengua en que por demás la lengua no se dice lengua, sino boca (‘simi’), pues, pre-asumido por otra lengua, la llamada quechua para el caso, o runa simi, a menos que ahora me vengas a anoticiar que Waynaricunataky no es quechua sino aymara, como qala-phurk’a (donde qala, ‘piedra, opera como adjetivo o calificativo de phurk’a o phurka, ‘hervido’, ‘tostado’)…

- Tienes razón: Waynaricunataky es expresión quechua y no aymara o jaqi aru, por más cercanías, tanto léxicas como gramaticales, que pueda haber entre ambas lenguas.

- ¿Y entonces (no tenemos toda la noche), qué dice, qué quiere decir Waynaricunataky?

- De alguna manera “Canto a la puna”, el poema de Marcelo, ya lo adelanta:


Waynaricunataky puneña

danza


- ¿Puneña danza, danza de la puna, de las tierras altas?

- Eso. Más o menos. Waynaricunataky es expresión (no frase) que tiene en su término el término taki (tanto quechua como aymara), para nombrar la canción, la danza cantada, y todo lo anterior (Waynarikuna-) viene a adjetivar o a cualificar la índole de tal canción-danza, en este caso, de jóvenes (wayna), subiendo, como atesta el poema de Marcelo, desde Tilcara a la puna, pasando tal vez por La Quiaca luego y, en la frontera, Villazón (así se llama la primera ciudad boliviana viniendo de Tilcara). De hecho, el término (esta vez en dos término) huaynaricuna ttaqui viene en uno de los más importantes diccionarios quechuas tempranos, el Vocabulario de la Lengua general de todo el Perú llamada Lengua Qquicchua o del Inca, de Diego González Holguín (Lima, Impr. Del Canto, 1608), en la entrada “Haraui”, es decir, casi como sinónimo de Haraui (o Arawi), que es el término quechua con que el Inca Garcilaso, con y sin razón, traduce el término castellano “poesía”. González Holguín: “Haraui o yuyaycucuna o huaynaricuna ttaqui. Cantares de hechos de otros o memorias de los amados ausentes y de amor y afición”.  Ahora bien, thakhi o thaki, en aymara, muy cerca entonces de taki, alude desde ya al ‘camino’ o ‘senda’ que se ha de recorrer en la vida y, particularmente, en el ayllu o comunidad andina (por ejemplo, los diversas funciones o responsabilidades, de menor a mayor jerarquía, que se han de tomar por una pareja de comunarios y que, en parte al menos, no deja de ponerse en escena en cada taki). Sobre esto hay un libro notable del lingüista aymara Juan de Dios Yapita y la antropóloga Denise Arnold, que no cabe sino mencionar de paso: Río de vellón, río de canto / Cantar a los animales, una poética andina de la creación (La Paz, 1998).[3]

- Ya. ¿Y entonces?

- ¿Entonces qué?

-¿Qué hay de Vértebras, el poemario de Marcelo que saludamos hoy?

- Otra vez: como kalapurka, vértebras. O al revés: como vértebras, kalapurka. Porque aquí, en esta escritura de Marcelo, el todo incluye a la parte (Vértebras incluye a kalapurka) y a la vez, por momentos, la parte incluye al todo (kalapurka incluye vértebras, como uno de sus eventuales ingredientes). Esta dualidad aparentemente contradictoria, podríamos conjugarla con uno de los rasgos más “locos” de la gramática (lato sensu) del Ande…[4] Pero eso nos llevaría muy lejos, así que volvamos, si te parece, a la comida, al como de comer, al festín que nos ofrece Vértebras. Y de paso a sus brebajes.

- ¿Pero por qué, si me permites, esta predilección por el como de comer antes que por el como de comparación? ¿Estás con hambre? ¿Tienes sed?

- En vista que insistes en el por qué (por qué esto, por qué lo otro), aquí van un par de motivos. En primer lugar, lo que tú llama mi (supuesta) predilección por el comer (y si tengo hambre o no, o sed), está en el corazón de Vértebras o, al menos, es una de las experiencias más patentes en juego. Vértebras no sólo nos habla de vértebras, calapurca, pan, yuca, mondongo, maíz, mate, coca, silpanchos, shawarma, pescados, ceviche, cuchucos, chicha, cerveza, singani, alcohol, etc., es decir, no sólo nombra y tematiza alimentos y brebajes en muy diversos modos, sino también plantea o, si prefieres, deja entrever que el comer mismo es una no menor consigna o contraseña oída en este encaminamiento que dibuja Vértebras:

 

comer diariamente es la consigna

la tripa no espera (p. 34)

 

Y un poco más adelante, en esta especie de canción de cuna:

 

duérmete mi niño

tu padre ya viene

con los pescados

a darte de comer (p. 48)

 

Otro motivo: si dar de comer, a ingerir, asimilar, incorporar, habrá sido la trópica, la metafórica y, a fin de cuentas, la comparabilidad predominante en Occidente para dar a leer y a comprender, como más de alguien lo habrá ya subrayado[5], la “cuestión” del comer no podríamos separarla sin más de la experiencia de la lectura, desde ya, de Vértebras. Pues el hambre, el deseo y la necesidad de comer, de alimentarse, para tantas “bocas despobladas” (la expresión viene dos veces en el libro) está también en el corazón (poético-político, si quieres) de Vértebras:

 

“yo prefiero

morir peleando que morirme en casa

muerto de hambre” (p. 22).

 

Luego:

 

Trafican nuestra hambre

en los ministerios de la patria (p. 67)

 

Y, en fin:

 

Habrá que entrar y salir de los mapas

muchas veces, porque un hambre desova

y se encarna más que un germen vital

y brota ya un nos elegido

para buscarnos

Emma Villazón (p. 44)

 

El misterio (llamémosle así por ahora) de esta hambre que puede dar lugar a un nos (ni simplemente tú, ni simplemente yo), marcado y/o prometido por “Encarnaciones”, poema de Lumbre de ciervos, de Emma Villazón, saludado por “Un revés y un derecho”, en Vértebras, ¿cómo no saludarlo a su vez? ¿Y cómo no callarnos aquí, cómo no cerrar la boca, para empezar ya a degustar (como qalaphurka), Vértebras?

- Con cuidado, eso sí, no sólo porque, como la qalaphurka, puede estar casi hirviendo, sino además porque, como qalaphurka, Vértebras, en su lengua plural y a ratos indomable, tiene también no poco de inasimilable. O para decirlo con las palabras en traducción de un franco escritor, franco africano, que, pese a todas las prevenciones de don Pedro de Valdivia, no habrá dejado de ser leído y, entonces, comido, canibalísticamente engullido, en parte al menos, en estas lejanas co-marcas:

 

respeto por lo que no se puede comer; respeto por aquello que en un texto no se puede asimilar. [...]. Siempre hay una pizca o un resto que no se puede leer, que ha de permanecer ajeno. Este resto nunca puede ser interrogado como si fuera lo mismo, sino que ha de ser buscado constantemente de nuevo y ha de seguir siendo escrito.[6]

 

- ¿Y?

- Vértebras desde ya, con una pizca de locoto y/o ají cacho de cabra, bon appétit.

 



[1] Existe incluso otra posibilidad atestada por la RAE, que por ahora dejamos en reserva: como, primera persona singular del verbo “comar”, es decir, poner comas. “Comar. tr. inus. Gram. Poner comas en las oraciones o períodos”. Ejemplo:  “El uno es un gramático arrogante,/ porque punt[e]a y coma sus dicciones.”, [Luis de] Barahona, Lágrimas Angélica, 1586. Cf. Inéditos del Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936).

[2] Rodolfo Cerrón Palomino, “Calapurca”, BAPL n° 41, 149-165, Lima, 2006.

[3] En cualquier caso, no pretendemos aquí resolver sin más el enigma de la expresión waynaricunataky. No deja de haber ahí una pizca (al medio) que resiste la devoración por el sentido, incluso para los lingüistas andinos de nota. Porque no deja de ser una expresión compleja, como me avisa el querido lingüista quechua D. Flores Chumacero, quien, desde El Alto, precisa tal complejidad: “Hay dos posibilidades: 1. Vamos a suponer que el WAYNA está verbalizado WAYNAY o WAYNARIKUY "actuar como joven". WAYNARIKUNA, "disfrutemos como jóvenes (o porque somos jóvenes)".  Completo: WAYNARIKUNA TAKI(SPA) "disfrutemos como jóvenes cantando". 2. WAYNARIKUNA TAKI "el canto para enamorar", "el canto de los jóvenes".

 

[4] Aludimos de paso al llamado “dualismo andino”, es decir, la estructuración de unidades repartidas en dos partes, “similares en la forma, complementarias en su función y desiguales en rango” (F. Salomon).

[5] J. Derrida, Glas, Galilée, París, 1974: W. Hamacher, pleroma / — dialecture de Hegel, trad. de M Froment-Meurice y T. Kücher, Galilée, París, 1996.

 

[6] J. Derrida, in D. Birnbaum y A. Olsson, "An Interview with Jacques Derrida on the Limits of Digestion"; Journal #02 - January 2009; traslape nuestro.