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martes, 21 de octubre de 2025

teaser: ONORIO FERRERO. LA CETRA. TRAD. CECILIA MEDO FERRERO



En el texto Onorio Ferrero: el hombre que vino del mar (https://www.transtierros.com/2025/09/maurizio-medo-onorio-ferrero-el-hombre_94.html)

al referirme a las particulares circunstancias históricas que caracterizaron el Perú que alguna vez acogió a Ferrero recordaba cómo, de acuerdo con César Moro (con quien suelo estar siempre de acuerdo), «el poeta era el cantor oficial de efemérides patrióticas o el bohemio que prostituía su inspiración, llamémosla así, enteramente banal y de almanaque, al alcance de los pilares de cantina, en una cualquiera de las numerosas y sórdidas trastiendas de pulpería» y cómo, a pesar de ello, la visión, que, por aquel entonces, pude tener de la poesía, debido a los diálogos con Ferrero, fue esencialmente stilnovista, pues él siendo alguien «esencialmente romántico» parecía creer que el «romanticismo institucionalizado» había arrasado con los remanentes del espíritu cavalcantiano que apenas Croce, su maestro, era capaz de evocar. Como también comenté en el citado texto la influencia del pensamiento de Croce en Ferrero, a quien conoció alrededor de los 22 años, fue determinante, y más si consideramos que ese acontecimiento coincide con la aparición de La Cetra ( Edizioni La Cavalcata. Collezione Collana di Poeti Contemporanei, Florencia – Italia. 1930). La traducción más precisa para referirnos en español a lo que es una «cetra» sería «cítara»,  del latín cithăra, término que, a su vez, procede del griego κιθάρα (transcrito, kizara) y el cual se refería a un instrumento de cuerda hecho de madera. En la Antigua Grecia su uso estaba vinculado con el culto a Apolo, en contraposición al aulós, un instrumento asociado con el culto a Dionisios. Por esa razón la «cítara» se consideraba como un instrumento más «noble» —y «elegante», agrego—que el aulós dionisiaco. Algo de ese espíritu se manifiesta en la escritura y en la composición de La Cetra, libro traducido por Cecilia Medo —si no recuerdo mal, a mediados de los 80.

Cuando Cecilia tradujo La Cetra ella quizá tenía la misma edad del autor que alguna vez la escribió. Así, desde el futuro incierto, su nieta fue capaz de devolver a Ferrero il tremore de una juventud que, pese a los años transcurridos, nunca abandonó. Fue un hermoso regalo. Tanto como el diálogo que es capaz de trascender el tiempo.

Muchos preguntan qué fue del libro —pensando quizá que el fondo editorial de la universidad a la que Ferrero dedicó tantos años— tendría que haberlo divulgado. No fue así. 

Si La Cetra, gracias a la generosa mediación de Cecilia, se tradujo, fue en casa, y ahora, en algún momento, a través de El Laboratorio —que también es parte de la casa— se divulgará desde allí, lejos de la pasmosa voluntad de mediocres funcionarios, coactados por la burocracia que ellos mismos construyeron sin saber que, un día, esta se convertiría en su cárcel. 

Otros —en su gran mayoría discípulos de Ferrero— eventualmente expresan auténticamente el deseo de poder tener La Cetra entre sus manos. Ojalá que el 2026 sea el año que pueda convertir esto en realidad. Y en tanto tenemos con nosotros, sus nietos, vivimos con la convicción de quien sabe  «esperar lo inesperado» desde Transtierros queríamos compartir un teaser, no con la ignominia que rige y determina el mercado, más bien como un sentido homenaje al joven que construyó esa realidad y también a la muchacha que, décadas después, consiguió que esa realidad pueda pronunciarse en el idioma de la tierra que nos acogió hasta convertirse en el hogar.

MM


La Cetra

Ad un Cipresso

Cipresso, che t’adergi maestoso,

Lento guardiano all’ultima dimora,

Nel tácito sepolcro é forse ancora

Per te piú dolce l’ultimo riposo?

Immoto sfidi il nembo minaccioso

E la superna collera sonora;

Ma invan con sue blandizie ti disfiora

Il vento del mattino armonioso.

 
Lento cipresso; sei come il poeta

Che scruta nelle tenebre e iddegna

Tutto ció che la stolta gente allieta.

 
E allor che il Sonno col Silenzio regna,

Gigantesco sovrasti, oscur ameta

Che al nostro vagheggiare il Fato segna.

 


A Un Ciprés

 Ciprés que te yergues majestuoso

Cual lento guardián de la última morada

En ese callado sepulcro

¿Es más dulce para ti el último reposo?


Inmutable desafías a la nube amenazante

Y a la estridente cólera celeste

Mas en vano con su suavidad te desflora

El viento de la armoniosa mañana


Lento ciprés, eres como el poeta

Que escruta en las tinieblas

Y desprecia todo aquello

Que los ignorantes celebran


Y cuando Sueño y Silencio reinan,

Te alzas gigantesco, cual oscura meta

Que a nuestro constante vagar

El Destino señala



 



La Luna dello Stagno

Mira il lacustre fior d’una mimosa

L’armonico chiarore della luna,

Diafano velo su la vaporosa

Pace dei campi, nella notte bruna.


Piú dolcemente grata e dilettosa

Quella luce gli appar che non raduna

Gl’iridati fulgori, maliosa

Fiamma nell’ombre opache. E la laguna


Calda scorge a l’impronta tremebonda

Dell’astro; e non comprende se il chiarore

Naufraghi nel glaucor dell’acqua fonda,


Po se la bella Sfera di pallore

Difusa, ne l’oceano senz’onda,

Sia mirraggio di luce e di colore.

 

La Luna Del Estanque

 La pantanosa flor de una mimosa observa

La armónica claridad de la luna

Velo diáfano sobre la vaporosa

Quietud de los campos

En la oscura noche

Más dulcemente grata y gozosa

Parece que aquella luz no contiene

Los fulgores iridiscentes

Mágica flama entre opacas sombras


La laguna ardiente

Observa la poderosa impronta del astro

No comprende si la claridad

Naufraga en la blancura

De las aguas profundas


O si la hermosa y pálida esfera y difusa

O el océano sin olas

Son espejismo de luz y color

 




Notturno Trágico

Opaca, uniforme tenébra

Ne l’etere fermo, che opprime;

Occulto mistero nell’ ime

Caverne di ignota latébra.

Lontano, un canto sinistro

Di Uccello notturno vagante,

Un gemere che dolorante

Si smorza in un querulo sistro.


Sparuti fantasimi, erranti

Legioni che piú non han vita,

Discese da la scolorita

Dea manca dei pallidi amanti.


Sorpassa la densa barriera

Notturna un fantasma leggero

Che cerca in piú chiaro emisfero

La luce di fluida Sfera.


Ricerca affannoso; ma invano.

Ovunque l’immensa oppressione;

Ovunque l’oscura visione

Mortale di cumulo umano…


Se luce piú intensa da un astro

Dispensa piú viva corrente

E irradia un riflesso fulgente

Che brilla di acceso alabastro;

Non esso raggiunge l aluce.

E tenta… qualcosa lo afferra.

E invano ritenta. Lo atterra

La spoglia che a sé lo reduce.


E l’agita e va brancicando

Per l’ultimo sogno d’ebbrezza,

Per l’irraggiungibile alteza…

Invano allá luce anelando.

 

Nocturno Trágico

 Tiniebla opaca y uniforme

En el quieto éter oprimente

Oculto está el misterio

En el himen

De ignotas cavernas


En la lejanía un canto siniestro

De errante ave nocturna

Un doliente gemido

Se apaga

En el lamento de un sistro*


Débiles fantasmas errantes

De vida ya exentos

Se dice de la descolorida Diosa Manca

De los amantes


Traspasa la densa barrera nocturna

Un espectro ligero

Que busca en un más claro hemisferio

La luz de la suave espera


Busca afanoso

Pero es en vano

Por doquier La inmensa opresión

Por doquier la oscura visión mortal

De la humana carga

Como la brillante luz de un astro

La viva corriente irradia

El intenso reflejo que cual

Encendido alabastro refulge

Mas, al intentarlo algo lo detiene

Y en vano lo vuelve a intentar

Pero a la tierra lo hace regresar

Al despojo que a sí mismo reduce


No alcanza este la luz


Se agita y mueve ciegamente

En su último sueño de ebriedad

Por alturas inalcanzables

Inútilmente anhelando la luz

 

El sistro es un instrumento metálico de cuerdas; de origen antiguo, fue vinculado a las celebraciones en el culto de Isis.

 





Il Viale

 Mentre l’ombre si fan tarde e diffuse,

Nel deserto viale ove la trista

Febbre della cittá piú non mi turba,

M’indugio. E il vento pianamente si muove

Fra le aiole odorate i lunghi steli

Delle sparse corolla e blando invade

Di freschezza e di calma i cespi e i tronchi.

Mi par di riveder nella penombra,

Rotta dai raggi del tramonto d’oro,

Me, sulla soglia dell’etá beata

Dai giocchi dilettosi e meco, strana

Nel palpitar dell’inquiete fibre,

La bionda amica di quei dí: Natália,

Ella, ridente ai fervidi bagliori

Dell’intenso meriggio, il canto pieno

Secondar di quel tempo e l’armonia;

Ed io piú mesto, dei pensier seguendo

La lontana corrente a la divina

Alba dei sogni ceruli. Mirare

Nell’iridi sue glauche, rikucente,

L’onda fuggente di un eterno mare.

 

La avenida

 Mientras las sombras se vuelven tardíamente difusas

Me adentro

Por la avenida desierta

Donde la mezquina fiebre de la ciudad

Ya no me turba

El viento lentamente se mece

Entre perfumados prados e imponentes monumentos

Con suaves corolas esparcidas

Invade de frescura y calma

Cultivos y troncos

Una vez más

En la penumbra rasgada por los dorados rayos

Del atardecer

Me parece

Verme a mí mismo

En el suelo de la bendita edad

De los juegos felices

Y dentro mío en el palpitar de fibras inquietas

Extraña veo a Natalia

La rubia amiga de aquellos días

Ella sonriendo ante los ardientes fulgores

Del intenso mediodía

El canto pleno acompañante del tiempo y la armonía

Y yo, más melancólico persiguiendo a los pensamientos

La lejana corriente y el alba divina

De los cerúleos sueños

Mirar en su blanco iris

Reluciente

La ola que huye de un mar eterno

 




La Patinoire*

 É´dunque la lunacoi pattini d’oro che scivola

All’ombre del tácito vespro soffuso di brume?

La luna, bianca nell’etere azzurro sí come

Nel liquido azzurro del mare le vergini spume?

Deserto é il viale; ma il gracile fusto che ancora

Protendesi squallido, orante l’inutile prece,

Al gellido soffio del vento che all’ombra notturna

Prelude, ha il brivido inconscio del fremere antico.


Oscuro é il viale; ma come diamante purissimo,

Immobile il lago scintilla, specchiando nel mesto

Tramonto il languor delle luci nostalgiche brevi.

Le musiche arcane, le voci cui l’ eco giá spenta

Rispose dai vaghi recessi del cognito parco,

Son deboli e fioche; vaniscono; e il sole regale

 Nei manti di porpora e d’oro sfoggiando il caduco

Splendore, a la tenera Dea della fronte lucente

L’argentea tristeza, cedette il dominio del mondo.

Tu sola, o fontana, col limpido suon di cristallo,

Il duro silencio interrompi che é fatto di gelo;

E il rivo, che un garrulo impulso disgrana inquieto

Per quelle tue labbra di marmo, riecheggia una voce

Ben nota che in cuor mi serpeggia col censo profundo

Di qualche melode consunta dal tempo inesausto.

Ti ascolto. Soltanto per l’anima fresca che celi,

Il tempo é una música d’ acque dal gioco perenne.


O amica fontana; per  l’inestinguibile amore

Ch’io porto a codestodivino, brevissimo tratto

Del vasto universo infinito; lontan da l’ affano

Del mondo, m’ é caro nel gelo il tuo memore canto;

Per te mi sivviene del mar prima delle tempeste

E ancora m’ inebria la stella ch’ é ormai naufragata

Nel fosco grigior delle nubi. Cosí, ricercando

Le orme dei passi adorati che il Verno rinchiude

Nel bianco sudario di neve, i ovo rimembrando

Le acque dal murmure intenso, increspate allá dolce,

Scherzosa carezza di Zefiro primaverile.

Fraganza di rose, e placidi cielo, e struggente

Dolcezza d’ idilli fantastici, incnato dei vesperi,

Un tempo sognai sulle sponde del lago d’argento.

Ed ora che intorno non scorgo che I Fiori del gelo

E il bianco silenzio, mi sembra che il giovane sogno

Discenda alle cose terrene, alle cose deserte

Di palpiti, e pensó che forse é piú dolce morire

Che stringer con gelide braccia l’ esanime spoglia

Di quel Desiderio raggiunto che esala, in un breve,

Estremo sorriso, l’ antico tormento sublime.

Ma un debole raggio dell’ astro che veglia pensoso

Puó frangere i veli cadenti dell’ arida note?

Deserto é il viale… ravvolto nl bianco sudario…

Ma guarda… sul lucido specchio… laggiú…, tra le brume;

E¨ dunque la luna coi pattini d’ oro che scivola?

 

La Patinoire*

¿Es acaso la luna que con patines de oro se desliza

Entre las sombras del

Crepúsculo teñido de brumas?

La luna

 ¿Es tan blanca en el azul éter

Como lo son las

Vírgenes espumas

Del azul mar?

Desierto está el camino

Pero el tallo grácil

Que escuálido se extiende

Como en una inútil plegaria

Precede al gélido soplo del viento

En la nocturna sombra

Posee la inconsciente agitación

Del antiguo frenesí.

 

Oscuro está el camino;

Pero cual diamante purísimo

El lago inmóvil titila

Espejando en la tristeza del Ocaso

La languidez de las breves y nostálgicas luces

Las melodías arcanas

Voces cuyo eco ya se apagó

Con vagas y secretas ondas responden

En el conocido parque

Son débiles y tenues

Desaparecen

Y el sol con su manto de púrpura y oro

Ostenta un caduco esplendor

Cedió el dominio del mundo

A la tierna Diosa de la frente luminosa

Y plateada tristeza

Tú sola, Oh fuente,

Con un límpido sonido cristalino

Interrumpes el duro silencio helado

Y el arroyo, que con alegre e inquieto

Impulso desgrana

Esos labios tuyos de mármol

Una voz resuena tan clara

Recorre mi corazón

Con el sentir profundo

De alguna melodía consumida

Por tiempo incansable

Te escucho.

Solamente por el alma nueva que guardas,

El tiempo es la música de aguas en perenne juego

 

Oh fuente amiga, por el inextinguible amor

Que yo traigo a este breve y divino

Trazo del vasto universo infinito

Lejos del afán del mundo

Me es querido tu memorable canto en la escarcha

Por ti me asalta el mar antes de la tempestad

Y aún me embriaga la estrella

Que tal vez ya naufragó

En el umbrío gris de las nubes.

Así buscando las huellas

De adorados pasos

Que el invierno esconde

En el blanco sudario de nieve

Yo voy recordando

Las aguas de intenso murmullo

Encrespadas por la dulce y

Juguetona caricia primaveral de Céfiro*.

 

Fragancia de rosas y plácidos cielos

Ardorosa dulzura de idilios fantásticos

Encantamiento de los crepúsculos

Una vez yo soñé en las orillas del lago de plata.

Y ahora que a mi alrededor

No distingo más que las flores del hielo

Y el blanco silencio

Me parece que el joven sueño

Desciende sobre las cosas terrenales

Las cosas desiertas de latido

Y pienso que quizás sea más dulce morir

Que estrechar con gélido abrazo

A los exánimes restos

De aquel deseo alcanzado

Que exhala en una breve y extrema sonrisa

El antiguo y sublime tormento.

Sin embargo, un débil rayo del astro

Que pensativo vigila

¿Puede rasgar los velos que caen desde la noche árida?

Desierto está el camino…

Envuelto en un sudario…

Pero mira… Sobre el límpido espejo…

Allá abajo, entre las brumas…

¿Es pue acaso la luna que con patines de oro se desliza?

 

 *Céfiro es el viento o brisa de la primavera

*Patinoire es la pista de patinaje sobre hielo

 

 

 Los grabados que acompañan el texto son de Martin Lewis.