1
El olfato como una pintura
impresionista,
una plasta de luz dosificada o una
sierra
pulsátil donde la oscuridad no es
oscuridad
sino una cabalgata de fosfenos. No huelo
al
animal que detona entre alfileres, el
olor no
es nada en lo nocivo: exento de salitre
terrestre se disgrega.
Estar en la frontera de lo difuso, no
debajo
ni por encima del agua, sino en medio,
en la
capa elástica que separa un mundo de
otro y
lo duplica
III
Si el cráneo tuviera ecuador se localizaría a la
altura del tabique, por donde se filtran
todas las
partículas, lo ínfimo: minucias de
desierto. Este
roto, desviado o curvo como un
desfiladero se
acrecienta, medita en medio de la cara
con el
silencio de un montacargas olvidado.
Pero no todo
lo que inhala es real, esencias entran
como
supositorios mentales y dejan cristales
en la boca;
feromonas componen sogas en la ausencia,
se
vuelven combas de lívido en el ojo.
Entonces llega
el cansancio de fosa nasal, como un
tragaluz sin
cielo se almacena el murmullo del olor,
el pez
soluble que habita en el cerebro
VII
Desorientación, ruidos alados se
estacionan,
decoloran el lienzo metálico del cuerpo.
Años de
ingerir la misma sustancia corrosiva, el
mismo
aroma: autopsia al léxico común.
Pertenezco a una
placa cognitiva, pernocto en las
entrañas de un
armiño y sueño con doncellas
materializadas post
mortem, con suculentas estrofas que
iluminan. No
busco el bonus track, ni el cuervo
albino disecado.
Busco la sangre medieval que encuentre
su cauce en
la materia. Vengo de animales
congénitos, soy la
espiral de gravedad donde las cosas
dibujan su
constancia. No sé desabotonar la
destrucción, no
sé si se echa a perder el entramado del
ojo. Sólo sé
ubicarme, aspirar, devorar los restos de
la filactelia.
XII
Según científicos las palomas torcaces
usan
el magnetismo de la tierra para
orientarse,
aunado a su mapa de olores pueden
recorrer
grandes distancias hasta su territorio.
Para
regresar los perros van marcando con
orina
su camino. Muchas otras especies también
superan al hombre en alcance y sutileza
del
olfato, este déficit humano pudo
suplirse
con otras cualidades: la capacidad de
destruir amplias ilusiones, lo que gira
en su
conciencia de grafito, el meditado
montaje
del amor. En campos de alcanfor estas
aves
llegan para morir, los campos no se
mecen,
pero el viento como en un velódromo de
sombra las resguarda
XXI
Las estrías de un cuerpo
no son bifurcaciones
ni riachuelos adheridos
a la piel,
si no algo parecido
a rojizas salamandras
tatuadas con una púa imperceptible,
un reflejo en la zona hipostasiada
y en el centro
una brasa con destello propio.
En la piel
suaves corpúsculos al morir
dejan su huella,
excoriación.
El tacto
un aserradero
de palabras,
la piel
el posible fuego incinerado
XIV
Oigo el ruido circular de las cisternas,
siento un
cuerpo, su tegumento no artificial. El
cuerpo:
fracción dentada del entorno. Veo
insumos de
carnicería, anginas rotas, un algoritmo.
Pruebo
piedra, sabe a sal. Cuatro sentidos
activos, me falta
uno, el que se estrella como un buque
contra las
blancas paredes del bruxismo. Todo cabe
en el
cráneo pero este sólo es una cifra
ambulatoria,
espacio angular, confinamiento
XIX
Igual que segmentos de una costra el
cuerpo será
deconstruido en ambiente, succión y
dinámica de
flujo. Igual que la lengua predilecta
cuando rueda
por las alcancías y los nombres provocan
un
cortocircuito al incendiarse. Con un
catéter
inutilizado la combustión de ovejas se
propaga,
contamina las tumbas aleatorias. Ranuras
esterilizan el duodécimo animal. Como un
pulso
de cigarra en el cuerpo laten bosques.
Igual que
una cáscara de látex la piel que va a
morir se limpia
y se desecha
XXII
Atrofia operativa, ocular, senoidal.
Tumor, mentol,
fermento. Ruido de licor, de ubre, de
cecina.
Fulgor en las casillas blancas. Risa
afectiva,
mutante, corporal. Verano de homínidos
maestros.
Mapa criogénico para embalsamar. Bazar
de gripa,
de defectos. Poseído voy de alergia, de
chatarra.
Todo a precio unitario de sarcófago.
Tiempo de
sigilo. Gramaje, ocultación. Aprendo a
atravesar el
elemento prehistórico en la carne. Algo
parpadea y
es falso. Sin material de curación, sin
brillo, sin
dolor. Inicia el rumor de parafina, la
mala lumbre
estacionaria. La voz de las arterias
blancas se
esconde


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