teaser: ERWIN HERNÁNDEZ. ANOSMIA

 



    norman rockwell



1

El olfato como una pintura impresionista,

una plasta de luz dosificada o una sierra

pulsátil donde la oscuridad no es oscuridad

sino una cabalgata de fosfenos. No huelo al

animal que detona entre alfileres, el olor no

es nada en lo nocivo: exento de salitre

terrestre se disgrega.

Estar en la frontera de lo difuso, no debajo

ni por encima del agua, sino en medio, en la

capa elástica que separa un mundo de otro y

lo duplica

 



III

Si el cráneo tuviera ecuador se localizaría a la

altura del tabique, por donde se filtran todas las

partículas, lo ínfimo: minucias de desierto. Este

roto, desviado o curvo como un desfiladero se

acrecienta, medita en medio de la cara con el

silencio de un montacargas olvidado. Pero no todo

lo que inhala es real, esencias entran como

supositorios mentales y dejan cristales en la boca;

feromonas componen sogas en la ausencia, se

vuelven combas de lívido en el ojo. Entonces llega

el cansancio de fosa nasal, como un tragaluz sin

cielo se almacena el murmullo del olor, el pez

soluble que habita en el cerebro

 

 

VII

Desorientación, ruidos alados se estacionan,

decoloran el lienzo metálico del cuerpo. Años de

ingerir la misma sustancia corrosiva, el mismo

aroma: autopsia al léxico común. Pertenezco a una

placa cognitiva, pernocto en las entrañas de un

armiño y sueño con doncellas materializadas post

mortem, con suculentas estrofas que iluminan. No

busco el bonus track, ni el cuervo albino disecado.

Busco la sangre medieval que encuentre su cauce en

la materia. Vengo de animales congénitos, soy la

espiral de gravedad donde las cosas dibujan su

constancia. No sé desabotonar la destrucción, no

sé si se echa a perder el entramado del ojo. Sólo sé

ubicarme, aspirar, devorar los restos de la filactelia.

 

XII

Según científicos las palomas torcaces usan

el magnetismo de la tierra para orientarse,

aunado a su mapa de olores pueden recorrer

grandes distancias hasta su territorio. Para

regresar los perros van marcando con orina

su camino. Muchas otras especies también

superan al hombre en alcance y sutileza del

olfato, este déficit humano pudo suplirse

con otras cualidades: la capacidad de

destruir amplias ilusiones, lo que gira en su

conciencia de grafito, el meditado montaje

del amor. En campos de alcanfor estas aves

llegan para morir, los campos no se mecen,

pero el viento como en un velódromo de

sombra las resguarda

 

XXI

Las estrías de un cuerpo

no son bifurcaciones

ni riachuelos adheridos

a la piel,

si no algo parecido

a rojizas salamandras

tatuadas con una púa imperceptible,

un reflejo en la zona hipostasiada

y en el centro

una brasa con destello propio.

En la piel

suaves corpúsculos al morir

dejan su huella,

excoriación.

El tacto

un aserradero

de palabras,

la piel

el posible fuego incinerado


 

norman rockwell





XIV

Oigo el ruido circular de las cisternas, siento un

cuerpo, su tegumento no artificial. El cuerpo:

fracción dentada del entorno. Veo insumos de

carnicería, anginas rotas, un algoritmo. Pruebo

piedra, sabe a sal. Cuatro sentidos activos, me falta

uno, el que se estrella como un buque contra las

blancas paredes del bruxismo. Todo cabe en el

cráneo pero este sólo es una cifra ambulatoria,

espacio angular, confinamiento

 

 

XIX

Igual que segmentos de una costra el cuerpo será

deconstruido en ambiente, succión y dinámica de

flujo. Igual que la lengua predilecta cuando rueda

por las alcancías y los nombres provocan un

cortocircuito al incendiarse. Con un catéter

inutilizado la combustión de ovejas se propaga,

contamina las tumbas aleatorias. Ranuras

esterilizan el duodécimo animal. Como un pulso

de cigarra en el cuerpo laten bosques. Igual que

una cáscara de látex la piel que va a morir se limpia

y se desecha

 

 

XXII

Atrofia operativa, ocular, senoidal. Tumor, mentol,

fermento. Ruido de licor, de ubre, de cecina.

Fulgor en las casillas blancas. Risa afectiva,

mutante, corporal. Verano de homínidos maestros.

Mapa criogénico para embalsamar. Bazar de gripa,

de defectos. Poseído voy de alergia, de chatarra.

Todo a precio unitario de sarcófago. Tiempo de

sigilo. Gramaje, ocultación. Aprendo a atravesar el

elemento prehistórico en la carne. Algo parpadea y

es falso. Sin material de curación, sin brillo, sin

dolor. Inicia el rumor de parafina, la mala lumbre

estacionaria. La voz de las arterias blancas se

esconde


No hay comentarios:

Publicar un comentario