Si los cuentos que narran los marinos,
Vicisti Galilæ!
«Día cruel cuando Hamlet encuentra
al padre, el otro
Hamlet, ya no en el brumoso torreón
de un castillo danés;
sino cuando se le cruza en la
cocina a plena luz del día y
pugna con el fantasma para usar el
inodoro.
Mientras él, hijo de otro Hamlet,
me vuelve la mi-rada, cual
un Abraham sin dios a quien ofrecer
sacrificio, se acaricia la
barba crecida y en la mano blande
una reluciente navaja de
afeitar»
Tengo algo que decirles a ustedes todos
Rosencrantz y Guildenstern están muertos;
Padre, perdónalos porque no sabes lo
que
Haces
Sin embargo te doy gracias
a ti, cuerdo Hamlet
y a ti gracias, buen mesero
por alcanzarme aquel
dulce arsénico balsámico,
¡Oh, Felix Culpa!
que mi obsceno padre
bebió en el café
el día de nuestra despedida.
Ahora, entre el humo de un cigarro
Concluyo,
en regalar a mi hijo mi muerte pronta
Hoy
hablaremos del espíritu /de la lucha del espíritu
por
librarse y de las clases / de espíritu, aunque yo más
creo
en la lucha de clases.
ARTURO CORCUERA
En clase de catecismo.
Son días buenos para la reacción
estos días,
donde se teoriza de
la lucha de las plumas
por librarse de las alas
y así cosechar los frutos
de su más libre vuelo.
Qué pensaría de Campos, otros tantos de
la poesía comprometida
del clavo
pugnando liberar
sus acerados filamentos
del cuerpo lacerado
de un obcecado
asceta yerto.
Qué pensaría de Campos, y otros tantos
y qué pensaría
el otro clavo
clavo innominado
que enlaza
el herrumbrado
esqueleto de un féretro funesto;
Niño que habitas
el féretro y el clavo
herrumbrado
y esqueleto
¿escuchaste alguna vez
del vuelo de un ala sin
el viento?
y
sueña que la muerte es una ilusión del mar.
Antonio
Machado, Parábolas, II
“¡Oh,
Iemanja!
En tu
pupila gigante
Azul y
blanca
Verde
y rosa
Repiten
tus flores espumantes
Una y
otra vez
En la
muerte délas olas
Tus
himnos y tus honores.
Desnuda,
vanidosa
Madre,
amante y diosa eres.
¡Oh,
pupila gigante!
Donde
se confunden mis mudos
Lagrimones
Con
gruesas y saladas gotas
De tu
cuerpo.
Me ve
Xangó a lo lejos, celoso,
Con mi
mentón sumergido de besos
Fríos
y verdes,
Con su
espada de fuego,
Danza
con sus amarillas lanzas,
Mientras
yo, en tu vientre te poseo
Mientras
mis miembros helados ceden.
Yo voy
haciéndome cada vez más tuyo
¡Oh
Iemanja!
Sumergiéndome
desnudo
Sumergiéndome
en la muerte
Haciéndome
parte de tu inmenso deseo
Ya
perdido hacia el fondo de la mar”.



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