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JULIA CASTILLO. MÍSTICO SOLO (&OTROS POEMAS)

         


alex webb




De Febrero 

me ha derribado

una distancia que no existe.

 

Ahora está en penumbra.

No le he sublimado.

 

Y su penumbra

es un periplo.

 

¿Quién

la ha visto realmente?

 

Sentir no forma un todo.

 

No es una ecuación,

ni cura.

 

Sentir es nada,

como querer saber

a qué sabe un tatuaje

en una especie

de beso sin final.

 

Qué será pensar,

cuando mirar no vale.

 

Todo lo real es ambiguo,

bárbaro,

y está hecho añicos.

 

…/…

 

Era abstracta,

una mañana para todos,

con estribillos de calor.

 

La semejanza es un sello

que yo no intento

descifrar, sino romper.

 

Aquel día

estaba lo exterior

como caído en un revuelo.

 

Yo sentía un cerco

al caminar.

 

La atención vacilaba

esperando su turno.

 

Todo el paraje

acudía hacia adentro,

a voluntad no,

como a un silbato.

 

Las ramas amputadas

del romero-

parecían morder.

 

Como perros volviendo

a partes

de lo que han mirado-

 

sin buscar.

 

.../...

 

Yo no quiero entender

 

Sólo con mirar-

escucho.

 

Con mirar basta

una condena.

 

Cuando pienso,

¿se mira?

 

Sólo si se marchitan,

espero-

 

A que se haga

por sí solo el poema.

 

Pido-

cómo dice.

 

A lo que no la tenga-

os toca.

 

Como en una pelea.

O como un ermitaño.

 

Nos abrazamos

a cambio de escribir.

 

Por eso nos sueñan.

 

La serenidad

es algo infatigable.

 

Tú cómo huirías.

 

…/…

 

Queremos decir "bajo

los rosales",

y no podemos.

 

Estamos indecisos.

 

Porque lo que queremos decir

está apartado.

 

No como un horizonte.

 

Ni como sólo

lo están unos cabellos.

 

Ríes.

 

Y si no hubiera más allá-

que ahora.

 

¿La dejarías de abrazar?

 

Sólo el juego nos hace

dueños

un segundo.

 

Por turno.

Por poco.

 

…/…

 

Podría hacer

de una visión

el instrumento.

 

Pero escojo

mirar,

a morir.

 

Hay  un espacio

en derredor.

 

El aire

llega  hasta mí

y le dejo entrar,

 

¿Quién no es poeta?

 

El ciclamen

trabaja

para la curación.

 

El lavadero

es escenario

 

¿Y te hace

diferente?

 

Dentro de sí,

en todos,

hay una gruta azul.

 

Brindamos a un instante

de igualdad.

 

De perfección.

 

La belleza no puede

destruirlo rodo.

 

Ha sobrevivido

porque no

son palabras.

 

Y parece imposible

no volver.

 

…/…

 

Un día cualquiera

de enero.

 

Robarle

a la tormenta.

 

Estos rayos.

 

Este cansancio que

no es mío.

 

Quiero volver.

 

Al alba

es más.

 

El fondo.

 

Aunque duela,

acaba.

 

Y qué canta-

es mejor.

 

Nada

desciende aún.

 

¿Por qué

estoy ciega?



(de Místico solo)

 

 








alex webb







UN POCO DE PÁRAMO

  en las hojas

va conduciendo el pensamiento

  a una renuncia.

La fórmula del silencio

hecha visible es:

  desmentir los ojos-

no "producir" sentido.

Entonces es cuando:

  la veo...la veo-

  casi la puedo tocar-

no es un verso que calla

(frente al tema central

  de un mundo nunca visto

o que muere muchas veces)

sino el poema

que no comienza...

¿Por qué?

  Baja la niebla

por ensalmo.

La tormenta dobla

  como campana...

  Sólo la ilusión

de estar vivos

por alquimia del aire-

y la más extensa, incansable

duda:

  no es desconocer

sino permitir

  lo que no acaba...

  También la mariposa

se embarca al despegar

en la duda de estarse quieta:

ah, nada ha cambiado

  en ese amoldarse al vuelo

  tras un silencioso

tintineo de alas...

  Cuanto más acecha

la pinza temblorosa

de unos dedos-

  más el vuelo

me pareció repentino-

  nunca comienza.

Y cuando- alza el vuelo

  es retroceder:

una retirada, en la que

ha ganado tiempo-

  porque no vuela

como habría volado

  un segundo antes

-en todo ayer

  o el otro día...

Vuela el mismo

vuelo.

Es lo más radical

  lo más huidizo

es lo que ha quedado.

Lo que voló

vuelve a escena...

¿Permite que la coja?

  ¿Abrir la puerta?

¿Ha estallado?

  ¿Toda la vida?

  A la mística apresurarse

despacio-

  entre las membranas

  milimétricas del tiempo-

rodando

como en emblema.

  Físico, lento el mareo-

y veloz el pecho-

atropellados unos

con otros, los latidos-

en su persecución

del solo instante

  no más

desear.


 

 




alex prager







EN LA PIRA DE LA NOCHE

la lluvia parece recostada

  sobe un árbol.

Es todo lo sensible

lo que viene usurpando

  lo que tenían

aquellos chopos de especial-

  y no se discute.

"eso es arte"...

"esto es atmósfera"...

Hasta el momento, preciso-

en que la modernidad

  se hace insostenible-

es como niebla

  que viene a morir

junto a la reflexión:

sólo rectificaciones

de la espuma magnífica

de la realidad-

  que se pasea

con una escolta de neutrinos

hasta hacernos- vivos.

  Yo la he visto-

cómo la voy a imaginar...

Pero qué significa-

  ¿sólo

que hay que ser paciente?

  Como al desconocer

en qué noto-

con brusquedad

  que ahora es lo mismo

que aquella tarde

en la azotea:

  oír aullar la brisa-

  y luego, en un pequeño

cataclismo de lo personal

-en parte perdido para la poesía-

  sentir el punto

en que se desgarra

  aquel redil de lejos

y queda forrado

por dentro a la colina-

como en un arrebol

  de ovejas.

Nada hay sutil por obra

  de los ojos-

pero algo nos mueve a soñar

entre bandas azules-

como si fuera una colcha

  la floresta.

Y ese algo transcurre

  desde mi infancia

hasta el lugar

  desde donde yo miraba-

con la cámara oscura

  que es la niñez.

Algo está ausente-

  lo que es biografía.

¿Por qué no es la vez

  impersonal-

sin intentarlo-

  y está a la vista?

Más rayos, más formas-

  ¿qué ojos? ¿qué manos?

desconocidas, desconocidos...

Aquella luz viaja

  hasta aquí-

como un perfume sin olor-

¿y a la vez- tú

  lo pruebas?

En realidad, sobra la luz

  que faltó ayer:

  vibra esta mañana.

Luego hay, ha habido

  una contracción:

era un anillo, no un rebaño-

puede ser oro, en lugar

de lana-

  infatigable

inmemorial...

lana consentida, acabada.

("A ver si se mueve

en la curva-

junto a la columna de humo").

Ah, pastores, sois testigos.

No siento ninguna incertidumbre.

  No lo llamo milagro

  si lo veo todos los días.

Y no importa la glosa-

  me están glosando a mí.

...Las palabras que son

  mi despedida-

las escribí en un futuro:

sólo es ahora, segundos

antes-

  como en un accidente

  repetido-

cuando llegan.








Julia Castillo  Madrid, 1956. Obtuvo el Premio Adonais en 1974 por “Urgencias de un río interior”. Ha publicado, entre otros libros de poesía: “Urgencias de un río interior”. Rialp. Madrid. Premio Adonais. (1974), “Poemas de la imaginación barroca”. (1980) Selva. (. 1983) “Palimpsesto” (1999), Dos Poemas. (2001), “Febrero” (2008) y “Místico Solo” (2017)