De Febrero
me ha derribado
una distancia que no existe.
Ahora está en penumbra.
No le he sublimado.
Y su penumbra
es un periplo.
¿Quién
la ha visto realmente?
Sentir no forma un todo.
No es una ecuación,
ni cura.
Sentir es nada,
como querer saber
a qué sabe un tatuaje
en una especie
de beso sin final.
Qué será pensar,
cuando mirar no vale.
Todo lo real es ambiguo,
bárbaro,
y está hecho añicos.
…/…
Era abstracta,
una mañana para
todos,
con estribillos de
calor.
La semejanza es un
sello
que yo no intento
descifrar, sino
romper.
Aquel día
estaba lo exterior
como caído en un
revuelo.
Yo sentía un cerco
al caminar.
La atención
vacilaba
esperando su
turno.
Todo el paraje
acudía hacia
adentro,
a voluntad no,
como a un silbato.
Las ramas
amputadas
del romero-
parecían morder.
Como perros
volviendo
a partes
de lo que han
mirado-
sin buscar.
.../...
Yo no quiero entender
Sólo con mirar-
escucho.
Con mirar basta
una condena.
Cuando pienso,
¿se mira?
Sólo si se
marchitan,
espero-
A que se haga
por sí solo el poema.
Pido-
cómo dice.
A lo que no la tenga-
os toca.
Como en una pelea.
O como un ermitaño.
Nos abrazamos
a cambio de escribir.
Por eso nos sueñan.
La serenidad
es algo infatigable.
Tú cómo huirías.
…/…
Queremos decir "bajo
los rosales",
y no podemos.
Estamos indecisos.
Porque lo que queremos decir
está apartado.
No como un horizonte.
Ni como sólo
lo están unos cabellos.
Ríes.
Y si no hubiera más allá-
que ahora.
¿La dejarías de abrazar?
Sólo el juego nos hace
dueños
un segundo.
Por turno.
Por poco.
…/…
Podría hacer
de una visión
el instrumento.
Pero escojo
mirar,
a morir.
Hay
un espacio
en derredor.
El aire
llega
hasta mí
y le dejo entrar,
¿Quién no es poeta?
El ciclamen
trabaja
para la curación.
El lavadero
es escenario
¿Y te hace
diferente?
Dentro de sí,
en todos,
hay una gruta azul.
Brindamos a un instante
de igualdad.
De perfección.
La belleza no puede
destruirlo rodo.
Ha sobrevivido
porque no
son palabras.
Y parece imposible
no volver.
…/…
Un día cualquiera
de enero.
Robarle
a la tormenta.
Estos rayos.
Este cansancio que
no es mío.
Quiero volver.
Al alba
es más.
El fondo.
Aunque duela,
acaba.
Y qué canta-
es mejor.
Nada
desciende aún.
¿Por qué
estoy ciega?
(de
Místico solo)
UN POCO DE PÁRAMO
en
las hojas
va conduciendo el pensamiento
a
una renuncia.
La fórmula del silencio
hecha visible es:
desmentir
los ojos-
no "producir" sentido.
Entonces es cuando:
la
veo...la veo-
casi
la puedo tocar-
no es un verso que calla
(frente al tema central
de
un mundo nunca visto
o que muere muchas veces)
sino el poema
que no comienza...
¿Por qué?
Baja
la niebla
por ensalmo.
La tormenta dobla
como
campana...
Sólo
la ilusión
de estar vivos
por alquimia del aire-
y la más extensa, incansable
duda:
no
es desconocer
sino permitir
lo
que no acaba...
También
la mariposa
se embarca al despegar
en la duda de estarse quieta:
ah, nada ha cambiado
en
ese amoldarse al vuelo
tras
un silencioso
tintineo de alas...
Cuanto
más acecha
la pinza temblorosa
de unos dedos-
más
el vuelo
me pareció repentino-
nunca
comienza.
Y cuando- alza el vuelo
es
retroceder:
una retirada, en la que
ha ganado tiempo-
porque
no vuela
como habría volado
un
segundo antes
-en todo ayer
o
el otro día...
Vuela el mismo
vuelo.
Es lo más radical
lo
más huidizo
es lo que ha quedado.
Lo que voló
vuelve a escena...
¿Permite que la coja?
¿Abrir
la puerta?
¿Ha estallado?
¿Toda
la vida?
A
la mística apresurarse
despacio-
entre
las membranas
milimétricas
del tiempo-
rodando
como en emblema.
Físico,
lento el mareo-
y veloz el pecho-
atropellados unos
con otros, los latidos-
en su persecución
del solo instante
no
más
desear.
EN LA PIRA DE LA
NOCHE
la lluvia parece recostada
sobe
un árbol.
Es todo lo sensible
lo que viene usurpando
lo
que tenían
aquellos chopos de especial-
y
no se discute.
"eso es arte"...
"esto es atmósfera"...
Hasta el momento, preciso-
en que la modernidad
se
hace insostenible-
es como niebla
que
viene a morir
junto a la reflexión:
sólo rectificaciones
de la espuma magnífica
de la realidad-
que
se pasea
con una escolta de neutrinos
hasta hacernos- vivos.
Yo
la he visto-
cómo la voy a imaginar...
Pero qué significa-
¿sólo
que hay que ser paciente?
Como
al desconocer
en qué noto-
con brusquedad
que
ahora es lo mismo
que aquella tarde
en la azotea:
oír
aullar la brisa-
y
luego, en un pequeño
cataclismo de lo personal
-en parte perdido para la poesía-
sentir
el punto
en que se desgarra
aquel
redil de lejos
y queda forrado
por dentro a la colina-
como en un arrebol
de
ovejas.
Nada hay sutil por obra
de
los ojos-
pero algo nos mueve a soñar
entre bandas azules-
como si fuera una colcha
la
floresta.
Y ese algo transcurre
desde
mi infancia
hasta el lugar
desde
donde yo miraba-
con la cámara oscura
que
es la niñez.
Algo está ausente-
lo
que es biografía.
¿Por qué no es la vez
impersonal-
sin intentarlo-
y
está a la vista?
Más rayos, más formas-
¿qué
ojos? ¿qué manos?
desconocidas, desconocidos...
Aquella luz viaja
hasta
aquí-
como un perfume sin olor-
¿y a la vez- tú
lo
pruebas?
En realidad, sobra la luz
que
faltó ayer:
vibra
esta mañana.
Luego hay, ha habido
una
contracción:
era un anillo, no un rebaño-
puede ser oro, en lugar
de lana-
infatigable
inmemorial...
lana consentida, acabada.
("A ver si se mueve
en la curva-
junto a la columna de humo").
Ah, pastores, sois testigos.
No siento ninguna incertidumbre.
No
lo llamo milagro
si
lo veo todos los días.
Y no importa la glosa-
me
están glosando a mí.
...Las palabras que son
mi
despedida-
las escribí en un futuro:
sólo es ahora, segundos
antes-
como
en un accidente
repetido-
cuando llegan.
Julia Castillo Madrid, 1956. Obtuvo el Premio Adonais en 1974 por “Urgencias de un río interior”. Ha publicado, entre otros libros de poesía: “Urgencias de un río interior”. Rialp. Madrid. Premio Adonais. (1974), “Poemas de la imaginación barroca”. (1980) Selva. (. 1983) “Palimpsesto” (1999), Dos Poemas. (2001), “Febrero” (2008) y “Místico Solo” (2017)



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