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DE LO QUE ES LA MELANCOLÍA (Palabras de Gabriel Viñals en la presentación de Coartada para Dios, de José Viñals)

 




gabriel viñals


Coartada para Dios es seguramente el libro más canalla, más desprejuiciado y libre en la vasta obra de mi padre, pero si no fuera así lo es para mí y creo poder justificar esta opinión. Lo intento, aunque antes es menester hacer una señalización algo extensa: preceden a Coartada... un poemario fundamental no solo en la obra de José Viñals sino para la poesía argentina y el surrealismo sudamericano: Entrevista con el pájaro, y en otro registro la novela, que es un ensueño de desparpajo, Nicolasa verde o nada.


Entrevista con el pájaro
fue su primer libro, editado nada menos que por Editorial Losada en la colección Prisma de poesía contemporánea. Un libro que fue distribuido simultáneamente en Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México y España, que recibió numerosas críticas estupendas y vendió varios miles de ejemplares llegando a posicionarse en las listas de los más vendidos en varios países del mundo. Ese libro fue escrito a lo largo de muchos años en la década de los 50 y 60 casi todo él en nuestra provincia —Córdoba, Argentina—. No es un dato menor: Entrevista con el pájaro fue un libro escrito entre sus 25 y 32 años de vida en el ambiente provinciano y clericalmente opresivo de una sociedad conservadora, orgullosa de su histórica condición, en un país que llevaba entonces casi treinta años de dictaduras y fraudes electorales.


Tened en cuenta, además, que José Viñals quedó huérfano de padre a la edad de tres años siendo el mayor de dos hermanos hijos de emigrantes españoles, campesinos y analfabetos. Se crio en el campo en un caserón de adobe sin luz ni agua corriente, junto a primos, tíos, abuelos, aperos y caballos. Afortunadamente esos emigrantes solo tenían dos credos: la bondad y el trabajo. Ni dios ni amo. Anarquistas unos, ácratas todos. Antes de morir, mi abuelo Viñals junto a dos o tres colonos consiguieron traer al campo a un maestro y fundar la primera escuelita rural de la zona. Mi padre asistió a ella. Iba a caballo. Su abuelo materno le regaló un caballito criollo, de pelaje lobuno. El lobuno fue el gran compañero de mi padre. Potro y maestro fueron los personajes más importantes de toda su infancia. El uno le enseño a leer, y a lomos del lobuno, un día de tormenta solos en medio de la pampa seca y amarilla, el huérfano supo y decidió que sería poeta. Me lo contó José Viñals, mi papá. También me contó que aquél día hacía frío, que el cielo estaba revuelto y muy oscuro, que el caballo galopaba inquieto en un potrero de alfalfa.


Si nadie entre los presentes ha conocido un momento así, no tiene idea alguna de lo que es la melancolía.


Para que mi padre y su hermano pudieran seguir estudiando, mi abuela viuda se trasladó con ellos a Córdoba capital, y mi padre —trabajando durante el día y asistiendo a un instituto nocturno en esa ciudad de provincia, pacata y ñoña— fue construyéndose en el fuerte intelectual autodidacta, el poeta rebelde alejado de canon, el artista rabiosamente moderno que fue José Viñals el resto de su vida, y esto, para bien o para mal, es Entrevista con el pájaro, su primera obra. Un libro sorprendente pero también escrito con juvenil voluntad de sorprender.


En gran medida algo similar ocurre con su novela Nicolasa verde o nada: está construida en un tono inexistente. Es pura novedad narrativa. O sea: sorprendente.


En 1963 nos mudamos a Buenos Aires, así que el suceso de Coartada para Dios encontró a un ignoto poeta de provincias, tradicionalmente excluido —como todos los provincianos— del ámbito cultural de referencia en Argentina y a poco de haber llegado asombrando al cerrado círculo de las letras porteñas. Entonces mi padre se cree compelido a demostrar que otro registro, el de la novela, no le es ajeno y publica Nicolasa verde o nada. Otro suceso editorial, y ya son dos.


Y aquí, entiéndaseme bien, se calmó la fiebre.


Entonces, cuando llegó el turno de Coartada para Dios, que fue escrito íntegramente en Buenos Aires con contrato de edición a futuro por Losada, ese autor de 38 años se disciplinó, escribía día a día en su estudio junto a su inmensa biblioteca, con constancia y rigor, con conocimiento y madurez, sin necesidad alguna de sorprender a nadie entre otras razones porque era un autor reconocido, un artista asombroso, un artesano de la disciplina en la palabra. Lo escribió bajo un constante estado de precariedad económica asumiendo que su vida sería siempre así, que sus prioridades vitales no iban a ser jamás las de un hombre corriente sino las de un artista singular, y me dedicó ese libro a mí, un jovencito pintor que ya sabía que sería pintor. Me pasó así un trozo de su legado. Yo acaté. Yo acato.


Días antes de la aparición de Coartada para Dios, curiosamente el mismo día que emprendíamos vuelo hacia Bogotá, Colombia, donde vivimos unos años, fui a comprar el periódico en el aeropuerto para encontrarnos la sorpresa de que el suplemento literario del periódico de mayor tirada en Argentina despedía a José Viñals dedicándole la portada a Nicolasa verde o nada. Pero ya no importaba, fue una alegría, claro, pero no una reivindicación. Recuerdo que en lugar de hablar de eso mientras esperábamos para embarcar nos dedicamos emocionadamente a comentar que el día anterior —lo decía el periódico— en el zoológico había nacido por primera vez en cautiverio una jirafita.


Siempre, toda la vida, mi padre y yo tuvimos infinito amor el uno por el otro e infinita complicidad entre artistas. Lo dicho: él mi papá, yo su hijo, el Jornalero, como le gustaba llamarme. En las tintas que acompañan esta edición de la Cartonera del escorpión azul no he sabido dialogar con Coartada para Dios sino con mi padre. Y lo extrañé.


Gracias por vuestra paciencia y atención.


Os robo un minuto más de vuestro tiempo: la presencia esta tarde-noche de muchos de vosotros que vais a leer poemas de Coartada... me resulta absolutamente entrañable, me emociona hasta lo más hondo del alma. No tengo palabras. Gracias, gracias.

 

[Palabras de Gabriel Viñals en la presentación de Coartada para Dios el día 25 de octubre de 2025 en el espacio Selecta de Escritura en Valencia]


josé viñals







COARTADAS

 

            Permítame probarles que usted no existe, que es usted la coartada de los verdaderos culpables.

 

            Entonces permítame probar que las víctimas son las verdaderas autoras del propio daño, en uso de su libre albedrío.

 

            Pero entonces permítame probarles que los victimarios actuaron por desobediencia y que usted no pudo impedir el genocidio.

 

            Pero entonces déjeme que les pruebe que el exterminio de una mitad era necesario para impedir el exterminio de la mitad mejor.

 

            Sí, pero al menos deje que les pruebe que el sacrificio de las víctimas era necesario porque ellas taponaban el nacimiento del hombre nuevo.

 

            Entonces autoríceme a presentar las pruebas de que ellas disfrutan ahora de una situación superior e infinitamente más justa y dichosa.

 

            Bien, entonces permítame decirles que ésta es sólo la primera escena de su ira sin límites y sin sosiego.

 

            Entonces permítame probarles que usted ha perdido el sentido.

 

            Entonces permítame recusar el tribunal y persuadirles de que lo ideal no se prueba por lo real.

 

            Entonces permítame reemplazarle por otro reo.

 

            Entonces déjeme preparar minuciosamente su huida.

 

            Entonces permítame rezar.

 

            Entonces permítame dormir.

 

            Entonces, mierda.






gabriel viñals



 

 

ENCUENTRO FORTUITO EN UNA MESA DE OPERACIONES

 

            He asistido a mi autopsia. Ni el cloroformo ni la muerte habían interesado, como se dice, las partes vitales.

 

            Yo miraba todo el quehacer de los médicos con una lejana sonrisa que se enfriaba en las hojas de los bisturíes.

 

            Solamente una vez cerré los ojos y fue cuando se pusieron a examinar mis intestinos.

 

            Primero me practicaron un corte longitudinal, abriéndome en dos mitades, como a una res, pero como si destaparan una caja.

 

            Cuando me cortaron el tallo oriné tenuemente. Y el corazón no dio el menor trabajo.

 

            Poco a poco me desinteresé de las operaciones, del ruido de los serruchos eléctricos que mordisqueaban los huesos y comencé a mirar los rostros, preocupados y profundos, tras las barandas del anfiteatro.

 

            Había uno especialmente hondo que me observaba con una infinita tristeza. Le dirigí una mueca divertida. Para sus ojos inteligentes, ya no que no para sus oídos, musité una cita: -Dios mío, por qué me has desamparado. Cobardemente encendió un cigarrillo y yo perdí toda curiosidad por su persona.

 

            Cuando arrancaron la hoja del cuchillo estalló el chisporroteo de los electrónicos y una música forense, especialmente benigna, renovó el aire viciado. Alivio; la tensión comprimida dejó escapar algunas tosecitas.

 

            Me levanté, me puse mi traje. Ahora estoy perfectamente. Pero debo cuidarme y no realizar grandes esfuerzos. Sobre todo no me está permitido emocionarme. Tal vez alguno me encuentre todavía un poco frío.

 

 

ASEGÚRESE CONTRA LA ETERNIDAD

 

            La facultad de reír no abolirá por completo la facultad de rezar.

 

            De todas maneras, así como el disfrute de una excelente salud y de una juventud a toda prueba, no deja grietas para el acceso del agente de seguros, la risa proyecta hacia otro planeta el aire necrológico de las religiones.

 

            La risa, la poca risa; pero no la mucha risa, la risa del buzo en las profundidades, ésa no. Este es un completo misterio, un jeroglífico.

 

            Así como una excelente juventud y una salud inquebrantable abren resquicios para que argumenten los agentes de la eternidad.

 

 

TONEL DE ROBLE DE LAS METÁFORAS

 

            Estoy sentencioso; envejezco. Antiguamente llamaba al verano caravana de bueyes, vidrio.

 

            Antiguamente decía fragancia por olor, luna de los cacharros al agua de lluvia.

 

            Antes llamaba al viento el gran destructor o el Gran Destructor de los pájaros disecados, padre de los detritos y al amor el Elefante de la boca; a la muerte lagar, tonel de roble.

 

            Y a Dios le llamaba vendimiador. A ella, asesina, hermana.

 

            Las dos últimas son las únicas metáforas en las que creo, todavía.

 

 


gabriel viñals





POEMA DEL RELOJ INOCENTE

 

            Yo sé que el hombre necesita algo que le conduzca suavemente al sueño; algo apacible, sin sobresaltos.

 

            Pero yo sé que el hombre necesita algo que le conduzca suavemente a la muerte; algo tranquilizante, una certeza, una idea majestuosa y profunda.

 

            Pero yo sé que el hombre necesita un objetivo para su baldía ferocidad. Y una causa para su heroísmo sin ocupación. Y una verdad para su mentira. Y una admiración para su piedad y para su abnegación y para su locura.

 

            El hombre corre con una alegría relampagueante que va de ojo a ojo como una culebrilla, y de pronto siente miedo ante el ridículo y se tambalea con una risa ostensible y despavorida.

 

            Pero yo sé que el hombre es pequeño cuando teme que le encuentren pequeño.

 

            Pero yo sé que el hombre teme que descubran que es demasiado simple su mecanismo, demasiado inocente su relojería.

 

            Pero yo sé que el hombre es una gota de agua.

 

            Pero yo no sé qué es una gota de agua. Y mucho menos la lluvia. Y mucho menos el mar.

 

            Pero yo sé que hombre necesita algo suave, algo sereno, algo muy sólido y estable que le conduzca lentamente al naufragio, consubstanciado con la impávida boca del océano, con el horror, con la dulzura, con su impreciso porvenir de isla flotante y desasida de los oscuros archipiélagos.

 

            Pero yo sé que el hombre no lo sabe y por eso pregunto y a quién pregunto porque nadie y ninguna respuesta ni nada nada ni el amor que va a encontrar cercano ya y se hunde, rostro que entra a mi vida para siempre y antes cierra los ojos.

 

 

De Coartada para Dios (Cartonera del escorpión, Madrid, 2024)



 

gabriel viñals