MARÍA LILIAN ESCOBAR. ECLIPSE LUNAR

 






la nariz pasa y cae, se diluye

en el aroma del tardío nacimiento

entonces un pie y otro miran lo duro del asfalto

el iris inflamado de angustias oscurece el fuego en la garganta

dos piezas del damero se invisibilizan para el Cielo

y una araña, doblegada, complace a los mares nocturnos

mientras ella se hamaca entre cuerpos de palabras, se balancean

nefastos latidos infrahumanos

componiendo una zanja que sangra sus destellos clamando por

el abandono

y así liberados de toda cadena, danzan nariz, pies e iris el velado

arribo sobre la luz de toda infancia

la mordaza mortuoria abre el misterio insondable como una flor

al borde de las mariposas de tiempo, manivelas de tierra húmeda

toman la simiente de lo dulce

igual que una abeja que pica a un soldado debajo del casco, sobre

la nariz

 

 

*

 

 

bordes de invención atraviesan los mil rostros

de los árboles que caen, sobre los astillados vidrios de tierra,

ensangrentados, iluminan de rojo parques y sombrillas

y su fuego va dibujando letras de catálogo en mi cabeza, entre mis ojos,

ruidos de azahares atormentan el horizonte de extraviados barcos

hundidos, entre pájaros

 

 

*

 

 

negras las uñas

negro el sumidero

negro el tiempo de recuerdo y promesa

 

 

 

negra la estrella que nos alumbra

y el territorio que me ha nombrado

negro —¿y para qué?

 

 

 

tal vez para sanar

todo mal oh noche

 

 

 

templanza del viajero

despide promesas de luz

y enseña el camino incierto 

 

 

 


*

 

el sombrero de tres picos

lleva colgado un Cisne

detiene cinco estrellas en lo blando

el lento Jardín de Clarice cruza la tierra de mieles de lirios

canteros de palabras sin ninguna geometría guardan

en el templo de los Ojos

los saltos de los árboles

que disciernen pequeñas piedras estalladas

mientras los grillos dejan-dan

la extensión del vacío enteramente abierta sin sombras

la voz del grillo es el propio cuerpo

el propio cuerpo del libro grillo

y de noche el jardín es ocupado por la secreta urdimbre

que lo sostiene donde

aparece el silencio

 

 

*

 

allí el sol

aquí la piedra

sombra de la niña anciana

ojos a sus Ojos rendidos

una mano pájara tiembla:

fulguración de la mañana

las letras de siempre al despertar

una boca en olas de viento

resiste la última voz

muerde el ventanal

 

 

*

 

bordados de nubes desandan los pies

el mundo no existe y nada

a su alrededor florece

de cuatro vientos

sonríe el parque

y aquí estoy

sin hamaca ni juegos

todavía el dulzor de la menta

en los oídos se derrama

el té de jazmín en los umbrales

rueda las horas

los cielos desarman lisuras

estrujando estrellas

entre miles de niños

cada día alfabeto innumeral

 

 

 

*

 

me he sentado en el sillón

la habitación máscara me busca

sobre la cabeza un óvalo

de agua se hace nudo

mejillas hacia la luz penas

la pregunta en voz baja

repica tenue en la alfombra

estoy cuidándome de lo que digo

quizá

esa luna de dientes traviesos

muerda mi deseo de obesa desnudez

en su lomo tiembla el sillón

estallido de nueve meses

otra tormenta descalza y rosa

desequilibra el día

inmóvil no soy un árbol ni su fruto

mi campana rechina en soledad

la última palabra la flor del inicio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos poemas integran Eclipse lunar, libro de inminente publicación por Himalaya Editora.

 

 

María Lilian Escobar nació en Buenos Aires en 1961. Integró el grupo Paralengua (1991-1998), grabó el poema fonético Maleficios, participó en diversas publicaciones, exposiciones y eventos performáticos en Argentina, Uruguay, México y Brasil. Publicó De cisne y eclipse (2000), Xochipilli (2012) y Canción nocturna (2016). Junto a Roberto Cignoni coordina talleres de poesía.

 

 

 

 

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