Una
elección evocativa y los bravos jinetes se caen de las camas!
No siempre la luz aparece a las siete. La gran fontana del aire se mantiene sostenida, y los ángeles quedan lejos del escenario. Ahora el árbol matemático se recuesta sobre la gramilla norteamericana.
Apagamos
y encendemos la memoria. La historia se agencia lo cierto de lo pasional
atropellado.
Ahora conducían la gran semana con su cadenilla de
crepé, y el viejo club de la urbe diseñó la manera de viajar en el siglo
veintiuno.
Piadosamente sobrio, olvidado por la familia el veinticuatro
de enero del año pasado.
La mano amiga del francés no estaba presente, por
lo que tuvieron que ayudar al estilo.
Aunque cuándo tomé de tema la desgracia pulida de los semanarios? Nunca.
El estilo permite la victoria de lo polimorfo. Pero nunca la de su oponente
liso.
Intentemos afrontar el silencio, con lo interior de la categoría
expuesta, en los textos ya dotados, de la frescura sureña que precisa cada
tanto, el manoseo de los profesores.
Si el viejo edulcorante
se cae de los libros perderemos todo, dice. El bodegón habrá pasado al juicio,
y ya no habrá terceras dimensiones.
Lamiendo el rodillo que sostiene desde el centro la gran figura
planetaria.
Malena cerró la pequeña ventana. La madera yacía
al final del espejo en el que quise ver, la clave viva de todas tus costumbres.
¡Hoy es día de fiesta! La orilla viene y va. No
hay preguntas. Y se recibe la postal con alegría. Estamos en lo real, la basura
verbal vendrá por nosotros.
Cada día nos confirma que, deformes como somos no
podríamos sumergirnos en la pileta del presidente. Y que gordos como estamos
nosotros, no tenemos piedad, y mostramos
todos los laberintos a la vez.
Como si los dibujos fueran suyos. Así la historia
se salteó la parte del amor, porque el amor a los dibujos no es humano.
Apenas conectado como el saludo de las estufas que
supe negar de mayor.
Un discurso temible porque junto al disparador de
palabras vive un anciano moribundo.
Mansamente se duermen las piedras. La luna nos trae su
dominio, mirando al mar de perfil, cuando el médano brillante se paraliza.
Cómo que no puede, cómo que quiere pero no puede. Allí
donde lavan a los bólidos comunitarios. Y los bautiza un temporal querido, pues
anuncia bonanza mientras gira entre las construcciones parentales.
Como dicen en las bibliotecas de los que sostienen los
libros con amor excesivo. El último grafema que estuvo de moda no es atractivo.
El no es parecido al no sé. Estamos preparados para
perder.
8 4 5 x 300
Nosotros cambiamos libros por medicamentos.
Desde las orillas del goteo grueso con el que
rescataron a los niños de los municipios. A pesar del denso chorro de fondos
nacionales.
Eran un puñado de razones enarboladas con orgullo,
frente a las cuales el cortejo inhibitorio cedió. La gran nube de preguntas se
detuvo en el mismo lugar.
Llenó la heladera de camisas. Su piano cayó monte
abajo. Y escuchamos la canción más hermosa del mundo. Hubo un relojerismo
penoso que le pateó la pierna.
Traidora muchacha aquella. Se quejan si en un libro no
participa el amor! Qué se yo del amor! Qué sabe usted del amor! Prefiero mirar
los diarios antes que rosar los laberintos craneales donde se aposenta. Aunque
su ministro más fiel está en el pecho, arriba del parche respiratorio.
Para
nadar en la abundancia de lo que no se tiene.
Una vez hablé para una mujer con vestido blanco.
“Abrasé la cruz al mismo tiempo que un muchacho”, me dijo. El humanismo no
asegura nada. Los grandes piletones son testigos de lo que estoy recordando.
Nadie se olvida el parlamento. Los empleados obesos anotaron todo.
El caballo infradotado se lleva los arbustos por
delante. Y el pobre gaucho llora con esta escena. Cuando los regalos eran
blancos la acción se confundía y militares arrastrados portaban fusiles
brillantes. Luego se abrazaron imaginariamente y bailaron música política. En
todos los locales donde ensayaban los coros funerario.
Da pena que sólo tengamos un telégrafo viejo. Las noticias
no son importantes, pero grandes perros de yeso vigilan las puertas del correo.
Ahora que llegó el papel hicieron locro y tomaron gaseosas. El humor en carne
viva detuvo el ritual. Preciso fue un presente que pegó en el blanco. Quién
pudiera entender, si los grandes motivos despiertan afanes magros.
Promocionan inyecciones populares. Gran cantidad de
niños arruinan la siesta mayor. Las conclusiones se derivan de los
participantes y de su posición corporal en el momento aberrante. El día se va.
Con aplomo no es con tristeza, los viejos bonitos me cubren los pies. El
respeto secreto es la base imaginaria que jamás frenará.
Reparto mis padecimientos cada mañana, la pena accede
a su destino y se expande. En la plancha
al aire libre matamos animales de la pampa, luego rompemos el destino público de
los resultados. Si fuera degradado sería oportuno bajar las persianas y esperar...
La elegancia que se alquila al progenitor pelea con los minutos de cariño
fuerte.
Los viejos códigos se
lamentan de cómo se degrada el carro sensitivo. Se ha generado un panorama
hostil. En densas navidades solitarias nace el amor a nadie. Por lo cual el
cuero pendular nos marea mansamente. Para
seguir partiendo, y llegar a la orilla en la que flotan las fechas. Los
adoquines se ponen de pie y la escena es temible. Huyo. Mi plan es doblar en
dos los relojes y patinar sobre el aceite.
¡Esto es brillante! ¡Las cosas no serán como antes!
Intimidad del cráneo que llora con fuerza y organiza
el viaje al hospital. En todas las situaciones irregulares la pava me enchufa
un decir ¡Estamos tan solos! Toda mi confianza se vuelve hacia atrás. El lago
cadavérico se lanza por fuera y alcanza mis pies. La concordia no se piensa ni participa de las
posibilidades. El peligro del encuentro fue feliz. Del silencio plegado surgió
la violencia que es la dádiva tenaz de los muchachos.
Aunque el rio no pueda
cumplir sus objetivos, el viento fundacional y desquiciado agrede con su destino
violento. Los pinos gregorianos rebalsan y los nadadores lloran debajo del
agua.
Desaparecen y volvemos a
la miseria pública. Miniaturas laboriosas queman después de terminar, la
fabricación específica de su destino, de cualquier abordaje almacenado.
En medio de los papeles
memorizados y declamados detrás de las cortinas de baño. La tarea tonal lo
definió y fue su pasión durante veinte funciones. Abundó en sirenas mansas y viajó a todos los
sitios a donde se puede ir. La melodía se perfecciona, cuando la melodía se
perfecciona el público se desarrolla, la vida se agranda.
La escarcha cultural
arrastra las alfombras por los pasillos públicos. Globos de barro para no
verlos más, juegan al año y pierden la noción de a dónde iban. Detrás de las
cortinas el brillo público, y un tren amarillo larguísimo que atraviesa el aula
silenciosamente. Los canales para enchufar un poco de acción, y luego de la
acción el desastre de los pañuelos de la noche.
No queda espacio para
ninguna ilusión preparatoria. Los planetas juegan con la música de los
trapecios modernizados por la industria.
Lo intenté, viejos baúles en
sus bastones apoyados, la lámpara intermitente electrocuta un pedazo de pan.
Hay lugares sin techo donde los niños superdotados abandonan la humildad y
pelean. Alguien regala una lancha para el marcito rectangular de medio metro de
profundidad. Las madres se peinan mirándose en el agua. El delirio parental
confunde a los hijos y terminan en cualquier hogar.
Aquella procesión que
aplastaba los adornos municipales ahora cambió de víctimas. Hacen utilización
de los paralíticos y los rengos. Su sadismo no tiene remedio.
…y no pide la posibilidad de
tener treinta metros de aire por debajo. El comentario no se enfría cuando la cuadrilla de pirómanos
entra en acción. El marfil recupera su equilibrio y el cielo payaso sigue
girando.
Si ahora me acosan las
horas básicas. Si debo considerar la pena y el cansancio que me pisan la
sombra. Si le miento al médico tendremos una desgracia ganada. Si mi cuerpo quisiera considerar al
espectro arruinado, y arreglara una visita con la estrella ruin… todo se
terminaría, ya no habría alegría, se
acabaría la vida...
…cuyos soldados esfuerzan el
probador y pierden el vaso. La identidad comparece en el ángulo de la lámpara,
por lo que vientos oxigenados patean los escalones del ministerio empapelado. Y
todos dan una cruz más a raíz del lento adelantamiento de la fecha de plomo que
marcan los juncos agresivos.
Rústicos ventanales preparan
la tarde cuando la vida se acuesta con las velas destruidas. Aumenta el riesgo
en plebiscitos parciales donde la duda se resuelve en siete segundos. Todo el
destinatario se ríe de su forma de sumar. El viento viejo que peinaba las matas
ahora está girando sobre los pálidos manteles de los primos.
Hace mucho tiempo los
armarios estaban llenos de animales. Grandes mantas de prudencia hicieron su
trabajo perforando la escarcha de la simpleza.
Cuando su perfume fracasa
por la vida misma “la hora en que la nieve se impone al bulevar”. El paisaje
lacrimoso no entrega su pensamiento, pues está encerrado en una cajonera de
piedra, y su llave todavía no ha sido creada. En lugares más accesibles arranca
la frase o el murmullo de la piedra pisada.
¿Por qué Aldo regresa? Porque
olvidó su copia documental. En pálidos biblioratos la información se resiste a
ser revisada por los monóculos mayores. Los portafolios cabalgan la tardecita
insumisa de la que los toros son el fundamento.
Los
pescadores políticos en estado de nutrición plena patean los camiones.
¿Quién lo frenó? ¡Una reacción positiva para
la demolición cautelosa de los protagonistas!
El
informante se refugia en la pereza. El miedo le esculpe la energía de su
querida terraza y se olvida de su pretencioso proyecto de acechar en los
colegios.
El último vagón retrocedió con humor, no se
pudo extender la manta al llegar a la curva política. La cintura solidaria no
parecía querer ayudar, y en este desorden la ruta maldijo las puras andanzas
del patrón. El viento sostuvo su esqueleto y luego se voló. Su aspecto cobarde
declaraba la pobre noticia.
Cuando miró escuchó un viejo soborno tiritando
en el rio, la orilla lo amenazó, pero su templanza lo hizo reír. Entonces subió
la apuesta, se deshizo de la balanza que usaban en el conventillo “Las Flores”,
al sur de Barracas. Luego llegó la novia con sus valijas empapadas. La hora la
demora y el brillo alcanza el pasillo, se dicen obscenidades, se acarician las
figuras aromáticas. Una sonrisa pálida sostiene la energía de los faroles
desahuciados. Irnos, reconducir la risa de la pobreza prominente. Allí donde
los tontos edificios muestran su majestuosa faz de piedra.
Por repartir papelitos en la calle. Por
escuchar con atención a los maestros que enarbolan colores descocidos del
invierno. Refugio de los pensamientos nobles y breves. Escondite de los máximos
realizadores de sueños. Acá. En
los sótanos en los que brilla la democracia total.
Cuando llegue a los hogares universales
llorará.
Falta cariño en la explosión cromática. Falta
admiración.
La espuma diacrítica se deshace y encima de
las piedras alardea el color cristal.
Pulsa en el principio del idioma barrial y
verás, que nadie le da la espalda al mundo. Los fanáticos históricos lustran
los residuos del líder, quien a pocos metros instala su poder y baila. Cómo
volver es el asunto. El ausente campeón nos dejó aburridos en el velódromo de
aluminio. Perdono a los gauchos que aterrizan en las fondas. A veces puedo ser
bueno. Un poco.
Se intuye qué hacer, pero la magnífica
rutilancia de los hechos nos aplasta.
Frente al efímero premio de la sociedad final. Se
fundamenta por los acompañantes de la clínica feroz. Al borde del lapsus
concordante con un airecito senegalés que pinta la barca paciente con
demasiados colores.
El dado peruano justificó el baile criollo
incrustado en las dádivas de imaginativa naturaleza. A cargo del peón todo
progresó con alegría y llegamos a la comida enamorados del futuro.
Lo popular también puede ser terrible. Si no
miren cómo esgrimen su defensa mostrando las manos coloradas. Síncope verbal
que rodea lo que no existe por puro entretenimiento madrugante, cuando la
lluvia imposible agranda las nubes programáticas.
La manifestación evidente inauguró la quietud
de los informantes, quienes reclamaban paz superficial. Para esconder las
dolencias en un pozo amplificado de Santa Fe.
Aceptado en la explosión del sonso lirismo que
abunda en la ciudad.
El perdón también concurre y parece nivelar
los amores. Es el momento divagante que transforma la señal del amperímetro
donando una sombra de justicia al salitral equivocado.
Se deben medir las variaciones del pulido
portal. Y es urgente encontrar su gesto prenatal!
Me vienen persiguiendo desde capital. La utopía
financiera corre y mira alrededor. ¡Cómo
que tienen todo pero necesitan! Triunfa la moneda de vidrio. Finalmente la vida
se pone de pie. Renace la fuerza para seguir huyendo (Eso me lo llevo).
Cuya denuncia precipitó, repito, pavimento
invernal, y herramientas atesoradas en viejas costumbres de mimbre templado al
natural.
El más bravo dirige y el resto se rinde a la
suerte de tener un patrón jefe dirigente. Suena la campana. El pino detallista
gira sobre sí mismo. Cae la toalla criolla.
El
amante de cartón secreto es el que explota con frenesí. Hay un desorden
sensacional y los tigres de cartón en el patio de cartón tiemblan.
Convocan a las frías fantasías. Pues el libro
se ruboriza por el cariño que le tiran encima.
Tropezamos cada vez que la batería se carga en
la biblioteca nacional.
Siesta suspendida por urgencias nacionales. Y
máquinas letradas que perforan la tarde.
Vuelan las tostadas sobre la cómoda de los
abuelos. El sol impiadoso descarga toda su fuerza contra los vidrios de la
panadería.
Ahora todo lo negro se hincha y produce ruidos
desconocidos. Mientras masticamos los teléfonos lejanos el sol se derrite en un
cronómetro flotante.
El tránsito volátil imprime su paso en el
pavimento, y el calor sube, y el frio se extraña. Esta materialización del
almanaque nos agranda los ojos. El esqueleto artesanal imita la tarea de las
flores y las piedras, honradas por motivos incomparables.
Algo atravesando la humedad que le es propia
domina, para dar alegría a la trágica caída del otoño. Sin meditar se rompe la
pista y lo que se posa estalla.
A raíz del castigo inmerecido vinieron los
confundidos, bonitos cual mi parlamento, y arrojados a los pastos. Concurren al
almuerzo más lindo de la semana. Hay túneles, autopistas, puentes, miles de
lugares para morir mejor. Pero así es la vida. No convida cuando se pasa el
guarismo y el padecimiento del cuerpo no se puede medir. Así es la vida.
Nuestras pasiones no han sido respetadas. Pregonan
historias venidas a menos por los gauchos brillantes, que cabalgan con torpeza
por la preciosa pradera.
Los antiguos caminos ya no funcionan y el
paisaje en general se perdió en el espejo apretado.
Atraen a las nodrizas del centro, o es una
confusión reparable. Pero los delantales que mueren no se pudren en los
arrabales. Lejanías que rebalsan en los baldes los vecinos. Y las maravillas de
la música mortal se amontonan con rapidez.
Y nos deja detrás del telón del agrado negado.
Cuya artesanía bordó nos entrega la paleta entera. Negándonos la información de
cómo se maneja. Tiramos los pinceles en el prado lejano. Y nos vamos sabiendo
que vamos a ser felices!!!
La energía se prueba cuando el cable
pueblerino vibra a la par de los llamados. Es elástico y tiene el nivel de
fuerza necesario para las tareas pendientes.
Que se haga presente fantasma la llegada
primaveral. Mis aparatos se dedican entonces a volver de las cosas
transparentes al mundo de polvo y disparates. Me falta y no hay nada del mismo
tamaño.
La melodía final es horadada por la pasión
mental. Ellos patean las guitarras. Ellos patean el bombo sagrado. A
continuación viene del segundo siguiente de lo que queda: la tardanza de un lío especial. Un caos de
artesanos comiendo madera.
Se ha retrasado el estudio y la radio en
llamas ilumina el sótano. Las mujeres aplican silencio y confirman el rechazo
de los humos sociales.
¿Al menos la mujer de hiedra frente al
cantante viento cansado? ¡Invierno hipnotizado!
Sin cesar acercando sus manos a las añoranzas
petrificadas. Por su fotografía cardiológica lo sabía, por eso concurrió con un
rosario que le dio un ciruja. Hay un principiante a cargo del final. Hay un
final que puede ser un desastre. Y todavía la extraño… la extraño… todavía…
Los grandes bomberos acechan mi departamento.
Hay murciélagos adentro del armario. El jardín repleto de ratas incendia mi corazón.
Y yo que fui bueno. Aparto los objetos misioneros, traición. Acá se juega la fuerza
motivadora de todos los colegios.
Distantes los perros caminantes. Y paso a paso
la delicada unión de la verdulería y el Leonardo de Italia. Como los números lo
indican, la pradera descansada en plural, y el misterio saltando en una pata
pueden ser. Con música en el galpón de herramientas, al sur de la finca. Y
aprietan la tela mentiras de apenas falsedades oculares ¡Vienen los caballos
con el viento del sur a sentarse a la entrada del campo!
Donde juegan a ser modelos transferibles.
Mientras amarillos vientos nos queman la espalda y ladran lindos aparatos
naturales (dan miedo los sucesos fronterizos). Y se ven a lo lejos bandadas de
loros, que viven en grandes cuevas que beben del sol, amables fantasías de
marzo.
Si espanta la tipografía del documento no
frenan ¿Se descalzan adentro del tibio galpón? No. Urdiendo la sana bondad en
un efecto gélido y extenso.
Muchachos se alejan masticando manzanas. La
fruta ideal para entender por qué los fugitivos de vidrio reaccionan así.
Las flores agónicas frente a los primeros
embates luminarios. Afuera el carnaval pregunta por la incidencia del fuego que
rosa robustas criaturas insólitas. 21. Septiembre. He aquí una pintura
polvorienta a punto de estallar frente a la inocente comprensión que padecemos.
En las barriadas los reyes en bermudas ofertan felicidad momentánea, y todos
prueban el caramelo maldito.
¡Qué lio dar clases a los muchachos
traficantes! ¡Atesoran basura monogámica en grandes toneles! ¡Los toneles se
tumban y ruedan hacia las casas de ropa! Después del gran temblor todos se
sienten culpables. Algo indígena vive en nosotros, algo verdadero. Y jugamos de
nuevo a la casita de cartón, con autos de cartón y camionetas. Niños
disfrazados solicitan nieve levantando la voz. Durante las escenas políticas
permanecen en silencio y los dibujos teledirigidos los atraviesan como la luz
atraviesa los cristales.
Diálogo delirante y
cargado de aplomo, son serios siiiiiiiiiiiii
el conocimiento se come las uñas mientras los muchachos se miran en el
agua vecinal. El sabor enfático de la soda se palpa afuera, en los arrabales de
la estación ferroviaria. Hace mucho tiempo los armarios estaban llenos de
animales. Grandes mantas de prudencia hicieron su trabajo perforando la
escarcha de la simpleza.
Si
el futuro ya no fuera un aeropuerto popular. Entonces, los moderados estados
nostálgicos me soltarán la mano.
Mientras lava la toalla de los fundamentos en
el monte cabalgan preguntas alegres entre matas de viento. Todas las pasiones
son abarcativas y también el evidente carácter de su piano. Los cinco soles que
ganaba César serán mi encarnación de nuevo. Otra vez el agua colectiva, otra
vez se arrodillan en la puerta del cine. El de saco mira una copa de vino, la
mesa de mármol lo corrige y él se inclina en señal de aceptación. La alegría es
exclusiva. El castigo se comparte.
El estadio rompió su envoltorio de cartón y
dejó que el fuego deglutiera un hilo. Equivocarse es una parte esencial, si no
miren a Paz, en cuyo juego descansa el león de los martes.
Y cada piedra escalonada te lleva para abajo.
Y la vida remota es imposible. La parte intensa se coagula en el paisaje
moderno donde otra matriz otorgaría algo, no un gaucho cada cuatro libros ¡Se me
va el tiempo por la rejilla! Y mi hermana no me conoce y usted prefiere el
respeto. Cae la multitud si se le da tiempo. El presente detesta las habilidades
suya. Y la vida remota es imposible.
Gira el viento en el cielo cuando pienso en
vos nada me alcanza… Es celeste pero está encapotado y temo. Ahora que ser
moderno es inútil. Ahora que por un billete te sacan un ojo del cráneo, ahora
que urgen los piratas en el tinglado de mármol. El mar es nuestro dice un
enamorado, y lo lanzan. Cuando las burbujas de agua se deslizan por el tablón
el parche no es teatral. Piratas y gauchos caminan por el corso, los niños
disfrutan del suspenso de las leyes explosivas. Se intuye qué hacer, pero la
magnífica rutilancia de los hechos nos aplasta.
Desde la carpa ecológica las palmas rompen el celo
monacal y los vidrios solidarios se levantan ¿Viste? Ya está. La sombra
misántropa incendia los números morales. El módico paisaje en movimiento que
absolutamente quieto se hunde en la chata oscuridad de la reina húmeda y
milenaria. Otro planeta para casa. La gran cantidad de agua estimula los
deportes. El edificio melancólico termina en el 4to B.
Por delante camionetas a vapor. La conducta
reminiscente prepara la sorpresa mecánica para soportar los LP. Presionados
desde adentro, o poseídos a la distancia. Los enanos felices no tienen apuro ni
comprenden la pasión de la prisa. Vienen los caballos con el viento del sur a
sentarse en la puerta del campo.
Para una completa presentación tardía de la
figura simpática del paisaje monoteísta con las imágenes relacionadas.
Respiremos. Las matas se inclinan para
que pasemos. Los animales no prosperan en la palidez meditativa que la luna
traspasa. Respiremos. Hacia la sincera paciencia del gallo reincidente. Cuya
voz contemporánea nos ilustra la época en repeticiones únicas del sermón de San
Pablo. Este texto en forma de cruz transmite confianza. Este rancho elegante y
vacío. La respiración y la recuperación nostálgica total.
Como perseguido natalmente por la pista donde
duermen concentrados. La vida telúrica contrasta con la célebre escarcha.
Descalzos arlequines sentados a la vera del camino en la pelea tradicional. Las
rápidas guirnaldas en carne viva se balancean en el maquillado enlace de las
representaciones queridas.
La
pareja combinatoria se divide y la situación enfermiza se divierte a mis
espaldas. La desidia llega a los jardines moribundos con su destreza parental. La
pena preciosa se pone de rodillas. Construcciones originarias se alternan con
jardines. Piletas triangulares y puertas redondas. La libertad restringida
produce comportamientos formales en los bordes del parque liberal. Las ventanas
y sus formas naturales atraen a los globos giratorios. Toda la energía puesta
de pie no puede medirse.
Algo raro está pasando… el campo se opone y se ofrece
de lo que ya no hay.
El auto determinante exige un respeto técnico
que no comprendo. La patria vegetal despierta, se ríe. El aceite milenario no
promete nada más, y los yuyales lúcidos danzan en la brisa mecánica. Los
infantes están a la vanguardia. Las coloreadas construcciones frías han echado
raíces en la tierra amarillenta. Está el árbol consagratorio. Allí se juran amor
los sábados. Y luego de besarse caminan de la mano bajo las glorietas.
Aún no podría determinarse su esquema natal.
La reminiscencia continua y toda la lucha por adherirse y el rechazo
tradicional. ¡Ahora qué dignidad va a permitir la entrada de las matas
verídicas y controlar las desviaciones determinables! El esqueleto artesanal
imita la tarea de las flores y las piedras, honradas por motivos incomparables.
La música turbia repite la canción esparcida
por el predio. El reproductor atraviesa la piñata con un pájaro virtuoso desde
los sauces lejanos. Enfermeros locos manosean los cuerpos amparados por papeles
firmados. En el puerto la locura se reparte y todos disfrutan de tener un perro
travieso. Si los globos se inflan de alegría, y el portón revisa la pista con
el sinsabor que atraviesa los cuerpos derrotados es una suerte volver a verte!
cuando el sentido es indeterminable y la voz que lo esgrime no tiembla estamos
en manos de un delincuente socializado por una mujer amarga
El
castellano rutilante se extiende de margen a margen. Los enunciados trasladan la información hasta la tranquera
espectacular. Nuestras pasiones no han sido respetadas. Pregonan historias
venidas a menos por los gauchos brillantes, que cabalgan con torpeza en la
pradera preciosa. Más al fondo están los chanchos estelares. Cuya ubicación
beneficia a los parpadeos del campo.
Un idéntico gesto de rechazo en la propia
realización del hombre en el planeta moribundo. El idioma constata la liquidez
de las partes mientras los delincuentes laboriosos trabajan acariciando carteras.
Tienes revoluciones evaluativas que te
limitan.
Mientras la tarde impiadosa memoriza las
crisis, memoriza el origen, memoriza los caminos, valora los sucesos, elige.
El clima se suscribe a las acciones debilitadas
por el viento de vuelta. En los bosques trenzados nacen niños maravillosos que
conducidos por gigantes aterrizan en los campos de arroz.
En una apertura y en un cierre que se alternan
produciendo el efecto de la vida, la posibilidad de la vida ¡Y el dichoso
parque no recibirá más el dolor de un suceso que todavía se sigue
desarrollando!
Es el fin de las danzas industriales. Es el
fin de las danzas comerciales.
Se ha interrumpido emocionado por la bella música de los motores. El gran fundamento semanal solapa la deuda secreta.
En
luces fundamentan su materialidad señalando las aguas que danzan en la frente
de los pescadores.
Pero buena para el proyecto
parcial de la humanidad. Aunque los abogados diseñen conjuntos de piedras
establecidas por los antiguos preceptores que fabrican pelotas inútiles pero
expresivas. Como los alegatos perentorios que se estrellan en los intereses de
los vecinos estáticos.











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