lunes, 8 de septiembre de 2025

MAURIZIO MEDO. DUBROVNIK,UNA FICCIÓN DE LA REALIDAD

 La tarde en la que Vlaho Medo pensó en todos los elementos geopolíticos que entraban en juego y con los que tendría que harbar durante los próximos agostos hasta que sus hijos comprendan bien dónde fue que había nacido, apenas pudo hipar como quien ya no puede, incluso antes de haber empezado. Entonces buscó socorro santiguándose frente a los libros de la balda más alta pensando en las enciclopedias que allí había reunido con los años mientras los críos crecían pintarrajeando paredes incunables. No iría a dejarlos solos en medio de esa estancia atiborrada con siglos de saberes. Ellos recién estrenaban lectura y en ese entonces habrían sido muy capaces de convertir la última novela de Amos Oz en el SketchBook de una barbarie. Entonces Vlaho alzó su dedo grande en el aire, y después de darle cientos vueltas siguiendo el curso de un remolino imaginario, apuntó una foto aparecida en un antiguo volumen la revista National Geographic (allá por los 70) diciendo, y casi no: fue en Dubrovnik.


Si bien fue imposible rescatar la foto original, pues ésta se estropeó entre inverosímiles y absurdas mudanzas, aquélla que encabeza el post fue la vista elegida por Vlaho, después de cientos de ráfagas, para que conociéramos el lugar donde había nacido. Nosotros nos miramos. Vlaho no había dicho Yugoslavia, tampoco Croacia. Sólo acentuó Dubrovnik.

Pegué esa foto con cinta aislante sobre la vieja pared de adobe como, en ese entonces, los adolescentes solíamos hacer con la imagen de nuestros ídolos de otrora.

Cada día, luego de sobrevivir a la larga jornada, como si fuera un feligrés quien se encomienda a la gracia de Majka Bozja Bistricka, rogaba porque esa vista, aun cuando pareciera estar en un lugar fuera del mundo, se mantuviera viva. El aura de Dubrovnik, a diferencia de lo que enfrentaba en mi entorno, me transmitía cierta impresión de paz al ver cómo su pasado enraizado entre esas ariscas rocas parecía consensuar con el viento frío del Bora cuál sería el momento en el que se transformaría en futuro.

Aunque viajamos  con cierta continuidad a Italia, no pensé nunca llegar a Dubrovnik, estaba en ‘la otra Europa’,en las Balcanes. Parecía más lejana.

Mi expectación de niño sin propinas, amén de adquirir algunas gollerías, se satisfacía con alcanzar la vereda de enfrente. Ahora bien, si como dije, no estaba en mi planes, aún cuando en mi entresueño intuía que, de hacerlo, en el casco de la civilización iliria de hace 2500 años, tendría la dicha de encontrar encofrada en un pañol la voz de mi propia historia.

Habiendo transcurrido medio siglo del tiempo en que Dubrovnik estuvo más acá de mí mismo, aunque muy lejos de la escoba de ramas de brezo, no ceso de ciar especulando qué podría originar que alguien, quienquiera que sea, se aventure en la vastedad del Adriático hasta llegar a las orillas de Dubrovnik.

Aunque el escritor dubrovnikés Luko Paljetak también pensó en ello, desde este lado del mundo, y sin ir en detrimento de lo escrito por Paljetak, puedo colegir otras variables:

 

1. porque fue un confeso fan de GOT y alguna vez, se imaginó caminando entre las laberínticas calles de King's Landing,

2. porque gracias a ese viaje en la próxima reunión con los socios del club podrá ufanarse comentando que estuvo de plácemes a las orillas del Adriático en «la otra Europa»

 o 3. va, porque como ya «conoció», pues estuvo, en la medida que «pasó» por Roma y por París —e incluso fue capaz de llegar a Estambul— pensó en un destino más excéntrico, uno que, aunque infrecuente, sume un check en su lista de lugares visitados menguando la férvida ansiedad de su cosmopolitismo de escaparate.


Creo que estas líneas son suficientes para que el lector consiga hacerse una idea acerca de la visión que tengo, y que, también, mantengo, con respecto a lo que se encuentra inmerso en el abominable negocio de la turistificación.

 En mi caso, si bien, cómo no, alguna vez la he padecido, ello está al margen de lo que experimentan los residentes de los países anfitriones: la pérdida de identidad cultural, el deterioro del medioambiente, la congestión en los servicios básicos, la congestión y privatización de los espacios públicos, la especulación inmobiliaria y el aumento de los costos de vivienda o los conflictos entre los actores implicados en esa «industria sin chimeneas». Pero, a decir verdad, mi confesa ojeriza concierne al «real interés» que motiva que un turista oficie como tal.

Recientemente, una influencer china fue multada por grabar en streaming cómo cocinaba y se comía un tiburón blanco; una pareja fue encarcelada por robar en 2021 vino valorado en 1,7 millones de dólares en el restaurante Atrio de Cáceres en el oeste de España; un grupo de turistas alemanes derribó una estatua de valor incalculable mientras ensayaba la pose perfecta para fotografiarse en Viggiù, cerca del lago de Como. Algunos de estos casos, en su momento, fueron ampliamente difundidos con el propósito de explicar el sentido de las recientes olas de protestas en contra del «turismo de masas» y que, en su momento, también fueron utilizadas por el periodista británico Greg Dickinson para definir apropiadamente el concepto de Overtourism.

 Al concluir nuestro viaje por tierras croatas decidimos «alejarnos» del indómito trajín que, sabíamos, implicaría («la vida de un turista es muy sacrificada», solía repetirnos mi amiga Johana) y, después de todas las cuitas de ese barullo, decidimos darnos una tregua y reposar unos días en el corazón de la Toscana.

En una visita que hicimos a la Casa di
Boccaccio, debido al cansancio acumulado por el frenesí de las distintas expediciones por tierras «balcánicas», me detuve un momento para conversar con una joven sienesa. Ella, una simpática estudiante de la Università degli Studi di Siena, trabajaba en la atención al público que visitaba la Casa di Boccaccio. Fue así que, entre dimes y diretes, me comentó sobre lo que presenció en una osteria en el Panzano in Chianti cuando un estadounidense, visiblemente molesto, se quejó de que la comida que servían no era auténtica, No era como la pizza que alguna vez había comido en su ciudad. Otro se quejó indignado. Nadie hablaba inglés. Exigió ser atendido en su idioma. Pero esto ocurrió «después». Una vez que llegamos a Dubrovnik, Marija, la guía, compartía con nosotros algo de todo lo que había significado para ella vivir las Guerras Yugoslavas.

—Cuando te dicen —comentaba casi a corazón abierto—que, en ese tiempo, muchos tuvimos que dormir sobre el piso mirando solamente las estrellas, la imagen, en sí, podría resultar lírica. Pero, un momento, «dormíamos sobre el piso», sin un techo que nos guarezca ante la inminente amenaza de un nuevo bombardeo y sin saber bien qué podríamos comer el día siguiente teniendo sólo unos cuantos centavos . Sus ojos parecieron anegar en lágrimas. Me emocionó.

 


Marija había abandonado el guion del discurso original. El grupo —en ese momento formábamos parte de uno—guardó silencio. Pareció compartir su sentir. El silencio también es elocuente. Sin embargo, esa magia se quebró súbitamente. Una mujer, quien parecía haber sustituido su último resquicio de piel por la plástica lozanía del bótox, puso fin a esos efímeros instantes de clímax. Entre empellones, dio un paso adelante, abriéndose entre el gentío, con la actitud de una potranca que parecía haber divisado a su padrillo. Así, muy decidida, ametralló a la sobreviviente.

— Qué lindo tu pantalón. ¿Dónde lo compraste? ¡Felicitaciones¡

La dubrovnikense, desconcertada, pareció acusar el golpe.

—En un almacén. Fue lo primero que encontré a la mano— y la pobre ya no supo cómo continuar el hilo de su sentido discurso. En ese momento la «turista», como ocurrió también en los casos anteriores, no respondía a una nacionalidad en particular, era simplemente eso: una «turista».

Yo no fui a Croacia por turismo. Fui porque, desde que pegué esa vista en la pared de adobe, siempre la llevé conmigo. Mi familia es originaria de Dubrovnik. Pétar, mi abuelo llegó al Perú a fines de los años 30 pero, tal vez, debido a su particular carácter, no encontró el tiempo que le exigía hablar de «su tierra» y, tal como comenté, tampoco mi padre, ni siquiera mientras se desarrollaban las sangrientas Guerras Yugoeslavas, razón por la cual la familia no pudo regresar a Dubrovnik, encontró el momento, y tal vez las palabras justas, para hablarnos de lo que para él representaba aquello que estaba ocurriendo.

Si bien escribí «particular» creo que hay aspectos del carácter que, a veces, aparecen registrados en la etimología. Estoy pensando propiamente en la palabra eslavos. El término "eslavo" proviene del latín medieval Slavus, que, a su vez, deriva de la palabra protoeslava slověninъ, que significa "persona que habla [la misma lengua]". En base a ello existe una teoría que relaciona esta raíz con la palabra slovo (palabra, habla), sugiriendo que "eslavo" significaría "el que habla [nuestra lengua] ".

Comento esto pues, pese a que, desde este lado del mundo, se piensa a los croatas y, a los habitantes de los pueblos eslavos como personas «frías», Croacia fue considerada por la revista Condé Nast Traveler como uno de los países más amigables de Europa. La forma de ser del croata está signada por la idiosincrasia del eslavo, es decir por un fuerte sentido de pertenencia, el cual se manifiesta a plenitud en la intimidad de una cofradía «entre quienes hablan su lengua», ajenos, como es el caso, al estridentismo y la grandilocuencia histriónica de los italianos


Por lo general, el croata se identifica con la cultura de Europa occidental e incluso hay quienes, después de haber fruncido el entrecejo ante el término «balcánico», por las connotaciones negativas, marca una distinción entre «ellos» y sus vecinos «del este» de Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Serbia, es alguien quien, a primera vista, pareciera ser de carácter reservado. Pero, en la medida que uno supera esa impresión inicial, descubre que el croata, amén de hospitalario, es muy amigable y no sólo: su vinculación con el mundo se da a través de un particular sentido del humor, uno que podría recordarnos el tono del deadpan británico, pues, cuando un croata hace una broma no sonríe, permanece serio. Si se ríe de alguien es de sí mismo. Para un croata el sentido del humor posee la valía que los serbios confieren al Inat*. Pienso en la invención de la corbata como un atavío confeccionado con el propósito de que los sangrientos mercenarios croatas que llegaron a Francia en la segunda mitad del siglo XVII contratados por el rey Luis XIII para luchar por la causa real en la Guerra de los Treinta Años pudieran mostrarse como «caballeros confiables y probos». Sólo mediante el humor es que uno consigue explicarse cómo, después de las Guerras Yugoeslavas, hoy, en Croacia, puedan coexistir armónicamente las culturas centroeuropeas, mediterráneas y balcánicas, amén de las pequeñas comunidades conformadas por bosnios, húngaros, italianos, eslovenos, romaníes, albaneses, checos y alemanes.

Este aspecto ya puede vislumbrarse en Dubrovnik, donde las iglesias católicas conviven con una mezquita, una sinagoga y una capilla ortodoxa-serbia.

NON BENE PRO TOTO LIBERTAS VENDITUR AURO


Si bien figura en el Capítulo LVIII de El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, la frase Non bene pro toto libertas venditur auro, es el lema que motivó la firma del Tratado de Zadar en 1358, el cual le puso fin a la guerra entre la República de Venecia y Hungría dando origen al surgimiento de la República de Ragusa di Dalmazia en el Reino de Yugoslavia. Desde 1918 conocemos ese lugar como Dubrovnik, nombre eslavo que deriva de la palabra dubrava, bosque de robles, aludiendo así a los árboles que, en ese entonces, cubrían el Monte Srd. Non bene pro toto libertas venditur auro reza la inscripción que se lee en la Fortaleza de Lovrijenac. Dicho recinto fue construido por los propios ciudadanos de Ragusa a principios del siglo XI en tan solo 3 meses con el fin de cautelar la ciudad del asedio de los venecianos, quienes incluso pretendían construir su propia fortaleza precisamente en ese lugar. Una vez que llegaron las tropas venecianas cargando con todos sus pertrechos se encontraron con esta imponente fortaleza, la misma que se siguió reforzando en un proceso que duró más de 300 años hasta culminar la obra en los albores del siglo XIV.

¿Cómo explicar esta «coincidencia» entre la inscripción que refulge en Lovrijenac y su aparición en el Capítulo LVIII de El ingenioso Hidalgo? 

La gallega Ángela Rodicio en el libro Dulcinium: el amor perdido de Cervantes cuenta que, tras la batalla de Lepanto, Miguel de Cervantes, fue hecho prisionero en 1571, por los corsarios montenegrinos. No estuvo preso sólo en Argel, de acuerdo a ciertas crónicas, sino también en Ulcinj, la antigua Dulcinium romana—Dolchiño para sus habitantes situada en la costa montenegrina, a 58 millas de Croacia. De acuerdo con Rodicio, Dulcinium fue el nombre que dio origen a uno de los personajes clave "Don Quijote de la Mancha": Dulcinea. Cuando Rodicio emprendió su periplo hacia las costas montenegrinas, no le costó mucho encontrar datos que documentan la presencia del escritor español, conocido como Servet por los lugareños, quienes relatan su cautiverio como algo que no admite duda, tanto así que incluso enseñan a los turistas su celda.

Según otra leyenda, Cervantes fue llevado a Berbería, lugar con la que los corsarios de Ulcinj tenían estrechos vínculos y tras cinco años de cautiverio, consiguió volver a casa, gracias a unos frailes españoles quienes pagaron quinientos táleros de oro por su liberación. A su regreso a España escribió el «Quijote » una historia sobre Dulcinea, qquien, muy probablemente fue una mujer de Ulcinj.


Actualmente, en el Stari Grad** de Ulcinj existe un busto de Servet. Su autor es un famoso escultor albanés de Tirana, Bujar Vani. Como en la política, en la literatura no hay coincidencias.

Pero volvamos a Dubrovnik. La primera impresión para quien llega a esta ciudad está imbricada con la impresión de que, a lo largo del tiempo, dicho lugar ya estaba infiltrado en nuestro imaginario, no sólo por las tomas que vimos de Dubrovnik como parte de King's Landing en Game of Thrones, donde La Fortaleza de Lovrijenac era La Fortaleza Roja en la capital de los Siete Reinos. Dicha impresión ya se manifestaba desde el rodaje de Fiddler on the Roof, película musical realizada al viejo estilo de Broadway por Norman Jewison en 1971, previa a los años dorados del turismo en Dubrovnik en los años ochenta, y, posteriormente, con la aparición de la ciudad en producciones más recientes como Doctor Who, ¡Mamma Mia! Here We Go Again o Episode VIII de Star Wars: The Last Jedi).

Esta sensación, desde que uno cruza el umbral de la Puerta de Pile y camina sobre el mármol pulido de la calle Stradun, la misma que atraviesa el corazón de todo el Stari Grad, se replica, y sigue replicándose, como si se tratara de la acometida de un incesante deja vu. La vívida impresión de haber visto alguna vez esto, aquello o eso otro, pareciera superponerse con cada una de las tallas medievales del Palacio del Rector, ante el delirio barroco con el que se construyó la Iglesia Patronal de la Ciudad, levantada en honor de Vlaho, Santo Patrono de Dubrovnik o incluso entre el profundo aroma a lavanda que se respira entre las rojas fresas silvestres, llegadas de Konavle, cuando uno visita el mercado al aire libre en la plaza Gundulić.


Pero, antes de emprender el viaje a las entrañas del Stari Grad lo más conveniente es recorrer las murallas de la ciudad. La historia de Dubrovnik también se escribió en el mar. Cada vista que se observa deslumbra como si cada una se luciera como un esplendente fotograma que, bajo un cielo de fuego y miel, parece decirnos que el tiempo nunca será suficiente para contemplarlas.

Al pie de las Murallas, después de cruzar la Puerta de Pile, en el lado derecho del Stradun, se encuentra la antigua farmacia del Monasterio Franciscano. La tradición popular cree que San Francisco de Asís alguna vez estuvo en Dubrovnik. Es bastante probable. La farmacia «Mala Braca» abrió sus puertas en 1317 junto con el monasterio franciscano, y en ese entonces, el puerto de Dubrovnik era una parada obligatoria para los barcos que transportaban a los peregrinos hacia la Tierra Santa.

«Mala Braca», originalmente atendía las necesidades propias de los monjes, pero con el tiempo abrió sus puertas al público. Pese a que no es la farmacia más antigua de Croacia , constituye una de las atracciones más visitadas en Dubrovnik. Tal vez se deba a su estratégica ubicación ya que su campanario resulta un magnífico punto de orientación si es que alguien se pierde entre las callejuelas del Stari Grad. La antigua farmacia, o más bien, la botica, se visita como museo. En el siglo XIV la botica fue un espacio en el cual la medicina se combinaba con la herboristería, y la ciencia farmacéutica propiamente dicha, y comprendía desde la preparación de los medicamentos hasta su dispensación y consejo al público sobre lo que les había sido administrado.


No alcancé a visitar Plaza de la Luža, Fuente de Onofrio, La Torre de la Campana, pero todo ello pareció dejar de ser importante en el momento en el que divisé muelle de Portoc y partí rumbo a Lokrum, una isla de apenas 2 kilómetros cuadrados. Amén de su condición de paraíso natural pues, entre los pavos reales asentados allí, «sinuosos como culebras, huidizos como los gatos y cautelosos como los búfalos viejos cuando vigilan los movimientos de sus enemigos» (Edward Charles Stuart Baker ) se encuentra su propia versión del «Mar Muerto», un lago pequeño y poco profundo (10 metros) de alta concentración salina que está conectado con el mar, y sin referirme a su exuberante floresta, fue la prolífica cantidad de mitos leyendas surgidas que consiguen suscitar apenas unas cuántas hectáreas.


Supe de La leyenda de la maldición de Lokrum, la misma que surgió cuando el general del ejército francés Auguste Marmont ordenó el cierre del Monasterio Benedictino y la inmediata expulsión de los frailes. Los monjes de Lokrum indignados, protestaron ya que en el legado del Conde Savin, y aún en contra de aquello de lo argüían sus herederos, se indicaba que el monasterio pertenecería a los monjes. Así, en medio de la vasta espesura de la noche, convenientemente ataviados y arrastrando consigo cadenas, dieron tres vueltas a la isla, cantando ceremoniosamente las ominosas palabras de la terrible maldición:"¡Quien reclame Lokrum para su propio placer personal será condenado!". Esto no fue suficiente. Los monjes abandonaron la isla que pasó a manos de una familia de aristócratas que no tardó en perder su fortuna. La isla fue vendida a una pareja que había visitado el lugar en 1859. Ellos remodelaron el antiguo monasterio para habitarlo construyendo preciosos senderos que se abrían en la fronda, trajeron esos hermosos pavos reales y bandadas de exóticos pericos provenientes de las Islas Canarias, mientras sembraban sendos jardines de rosas, lavanda y limones. Pero felicidad es efímera. Por diversas circunstancias debieron abandonar la isla. Una que, de acuerdo, a lo que narra otra leyenda, Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, naufragó a su regreso de las Terceras Cruzadas en 1192. El Rey, agradecido, pues fue rescatado en la isla, prometió construir una iglesia en la isla, lo que, entonces, fue imposible, pero este fue el origen de la catedral de Dubrovnik. Y de Lokrum aún hay más, en el rodaje de Games of Thrones, en los jardines botánicos de la isla se grabaron las escenas de Qarth, donde Daenerys y su séquito asisten a una fiesta organizada por Xaro Xhoan Daxos.

Comencé afirmando que, aun cuando Dubrovnik, pareciera estar en un lugar fuera del mundo, rezaba para que se mantuviera viva. Ojalá pueda ser así. El Stari Grad se está desmoronando, razón por la cual la UNESCO amenazó con despojar a la ciudad de su estatus de Patrimonio Mundial debido a los embates ocasionados por la turistificación. Dubrovnik no se construyó para albergar a tanta gente. Hoy, cuando llueve, el contenido del alcantarillado medieval bajo Stradun se vierte por entre las alcantarillas y el suministro eléctrico es insuficiente para cubrir las necesidades de todos los restaurantes y para lo que requieren los equipos de aire acondicionado. Por esta razón en Dubrovnik ya no hay turismo de masas. 

El Ayuntamiento dispuso contadores de personas en cada punto de entrada y salida. En tiempo real se puede saber cuántas personas están en la ciudad en cada instante. También por ello, paulatinamente, se fue reduciendo el número de cruceros y se restringieron los alquileres en el casco antiguo recortándose en un 30 por ciento el número de mesas y sillas en los cafés al aire libre y en un 70 por ciento el número de puestos de souvenirs. La legislación nacional exigirá a los propietarios de departamentos en edificios el consentimiento del 80 por ciento de los demás residentes antes de poder alquilar su departamento. 



Mientras tanto, recientes noticias dan cuenta que el «Ministerio de Exteriores ha recomendado ‘posponer todos los viajes no esenciales a Serbia debido al trato inapropiado y arbitrario hacia los ciudadanos croatas’ y que, en caso de hallarse en suelo serbio y necesitarlo, contactar con la embajada de Croacia en Belgrado».

Dubrovnik no es Disneyland, felizmente. Pero, de existir un paraíso, es lo que más se le parece. Vuelvo después de muchos años sobre la imagen de Majka Bozja Bistricka le pido otra vez por Dubrovnik: «que exista para siempre».

Los fantasmas de Lovrijenac parecen decirnos que esto no es imposible.



 

* “Inat" (инат) es una palabra serbia que no tiene una traducción directa al español, pero se refiere a una actitud de terquedad, obstinación, o desafío, a menudo en contra de la adversidad o la autoridad.

**Centro histórico

*** La farmacia más antigua de Croacia se encuentra en la calle Kamenita 9, llamada "K crnom orlu" (El Águila Negra) y fue fundada en 1355 por Niccolo Alighieri, sobrino nieto de Dante, y está en funcionamiento desde entonces, ofreciendo, como «Mala Braca», medicamentos a base de plantas y mezclas preparadas por los propios farmacéuticos

 

 

 

DIEGO. L GARCÍA. LOS PÁJAROS DE LA CIUDAD (ALGUNAS IDEAS SOBRE LA ESCRITURA DE POESÍA)

 



                                          

Yo no sé nada sobre la conciencia.
                                                                             Solo intento enseñar a mis alumnos
                                                                                     a escuchar cantar a los pájaros
                                                                                                                       Suzuki Roshi

                                   
                                   …el vaivén cotidiano que sigue tejiendo la trama de los días
                                                                                      M. Blanchot, El espacio literario

 

1

Entre los apuntes que llevo juntando hace años acerca del quehacer poético, me encuentro en muchas ocasiones con la tensión entre hablar de “escritura” a modo general o puntualmente de “poesía”. Como si esto último no fuera algo tan concreto y requiriera de un desgranamiento hacia un exterior más flexible, contrapuesto a la imagen de una estantería ordenada por etiquetas y códigos de barra. Exagerando a penas un poco podría preguntarme si existe la “poesía”. Exagerando un poco menos, si el término interpreta todo lo que considero parte de su ámbito.

Aquella tensión tiene un fundamento teórico: en “De la obra al texto” (1971) Roland Barthes nos habla del “texto” como un estado donde el lenguaje está en funcionamiento y no en la biblioteca, mientras que la “obra” es el asunto cerrado, material. Ahí se pone interesante la cuestión: ¿puede el propio material mantenerse inestable? Versiones, notas, glosas, paréntesis pueden aportar en ciertos casos un amparo lingüístico para advertir al lector que las cosas no están saldadas (que, si la palabra representa la ausencia, también ha de representar un movimiento). Que lo que hay allí es un momento, un presente. Que esa “escritura” es capaz de actualizarse, todavía, una y otra vez.

2

En esa masa conceptual, el “poema” es algo más que un mecanismo tradicional (mejor dicho, ancestral) en el cual el ritmo sostiene una carcasa más o menos connotativa. Le estaríamos agregando a ello al menos un plano más: el de la producción. Un artefacto que se hace, y no que está hecho. Ni siquiera está hecho para ser explicado.

3

Ya leyeron la cita sensacional de Suzuki Roshi (1904-1971). Veamos este cover: Yo no sé nada sobre la poesía. Solo intento enseñar a mis alumnos a escuchar cantar a los pájaros. No sé quién tradujo esa versión en español, pero continuemos alterando su melodía: Yo no sé nada sobre la poesía. Solo intento que lector se vaya a escuchar cantar a los pájaros. En esta última versión ya aparece una dirección, una interpretación de ese sintagma en el original (la saqué de Instagram así que tampoco podría hablar de original¬): no está “enseñando” (cita inicial) a escuchar el canto sino a escuchar cantar. El canto de los pájaros hubiera sido un lugar común que tan solo hubiera despertado la falacia de una verdad que se esconde justamente donde no se puede acceder, allí donde el código de los pájaros encriptaría por siempre la palabra divina. Es así que al enseñar (o al expulsar al lector hacia) lo intrascendente (no es nuestra esa conversación de aves, seamos claros) el texto / la poesía / la conciencia se vuelve una materia liviana. Es el primer paso para aproximarse a algo: que se trate de una sustancia para la que demos la talla.

4

Si la conciencia es un terreno al que se accede despojado, libre de lo material, libre del saber dado, bien puede serlo también la poesía. Entonces, ir en pos de la disposición a escuchar aquello que habla de lo que no tenemos, de donde no estamos y de lo que no creemos es hablar de un acto cercano al quehacer poético. El aire lo comprende todo, el resto queda afuera del camino.

5

Escucho “Spring is Here” por Bill Evans Trio en una playlist que tiene un título en un idioma oriental. Supongo que es coreano, hay formas circulares y formas ovaladas sobre los trazos angulares que no recuerdo haber visto ni en chino ni en japonés. No tengo miedo de escribir lo que desconozco (se aprende a evitar esa incomodidad y cuánto vale la pena). Lo hago adrede: un código aéreo como las notas que emergen del piano de Evans hacen que esta noche húmeda del conurbano bonaerense tenga otro color. El título y la descripción del video también: suman una imagen fija de un muelle y tres siluetas caminando; el agua brillante, todo en un tono azul pálido. La ciudad que me envuelve se acopla a ese disfraz durante este rato en el que escribo.

6

Que la fuerza motora del poema apunte a un lector que se aparte implica algunas aclaraciones: a) la literatura no es una tarea escolar; b) nadie tiene que hacer algo particularmente correcto con el poema; c) el poema no necesita al lector (y ahí, otra vez, la tensión barthesiana); d) el lector no necesita al poema; e) la apelación a un otro –mostrar/enseñar- es a empujarlo hacia los bordes.

 

7

Los bordes: mirar cantar a los pájaros / construir tu propio código de relación y experiencia.

8

No un código de comprensión.

9

En la playlist coreana justo aparecía en ese presente de escritura la canción “Spring is Here” (googleo: compuesta por Richard Rodgers, en 1938). Durante el último verano estuve traduciendo una selección de poemas de Dylan Thomas (uno de mis héroes) a la que titulé, tomándolo de uno de los textos, Aquí en esta primavera. Casualidad o no, vuelvo a esas imágenes dylanianas. El poema no vive más allá de su propio instante de acción, ya sea su escritura o su lectura. Y es siempre un nuevo poema. Cada primavera es de otros. De quienes la descubren por primera vez. Y así, a su vez, es un poco de nosotros –luego. Tras el silencio, diría Blanchot, la palabra intensifica la ausencia. Y si queremos apresar algo en ese espacio, caemos en lo que describe con belleza Jacques Derrida: el faux pas, el paso en falso que va al extremo pero sin dejarnos caer por completo afuera.

10

La ciudad huele diferente cuando las chimeneas de las fábricas aprovechan la noche para lanzar sus desperdicios. Hay perros muertos de frío que husmean en bolsas colgadas en los postes de luz. Por la mañana podremos ir a “escuchar cantar a los pájaros”: veremos sus signos de plumas y patitas como ramas pobres, sus colores de abrigos gastados, sus frenéticas cabecitas sin paz. Así son por acá.

11

Lo que nos expulsa en ese idilio es la escena prototípica, el paisaje oriental del jardín japonés, el ave espléndida en la rama florecida. Aquí en esta primavera el borde de la situación encarna otra conciencia: el poema no cumple ninguna expectativa y así amplía su continuidad. No solo hacia adelante sino para con la tradición.

12

El poema es el vaivén cotidiano. Ni más ni menos. Una trama que continua, dialoga, explora y analiza su propio devenir. Por ello, también para este pequeño ensayo (ensayo y poema tienen acuerdos especiales con la mafia de los géneros) si la cita de Suzuki Roshi fuera apócrifa daría lo mismo. Porque decir “apócrifa” es decir “inventada”, “ficticia”, “creada”. ¿Y qué palabra puede dejar de serlo en este fluir de voces que buscan tan solo un instante de estrellato en la rama principal?

 

NERONESSA. TRAVESÍA DE UNA MENTE CÓSMICA EN UN AMBIENTE SUBURBANO




Me gustaría hablar un poco sobre algo que me han preguntado bastante y es la forma en que empleo el lenguaje en mi poesía y cuál es su relación con mi intención poética durante mi proceso creativo.

Generalmente cuando las personas me leen se encuentran con una estructura muy sobria, un lenguaje que me han descrito como codificado, rebosante de conceptos densos y enmarañados. No es fácil de tragar.

Sin embargo, mucha de mi poesía describe mis interacciones con los estímulos de la vida cotidiana como cualquier poesía urbana, solo utiliza un lenguaje distinto, una jerga desarrollada por un alma a la que le costaba trabajo expresarse en un ambiente social represivo y aprendió a comunicarse con el exterior como si fuera con círculos de maíz.  

La temática y el juego entre lo que oculto y lo que quiero dejar ver se evidencian en esta pieza sobre simplemente la carga emocional que me produjo alguna vez balancear mi ruleta de emociones durante una interacción social:

 

Dosis

 

Un solo humano cuadra:

ya mis tactos se quieren arrancar,

disimulados en la noción del mimbre.

El solo humano abarca

ciñe un tornado de marfil en inyección,

le rebosan aires olímpicos para soplar horas-por-tacto

sin que un toque sea la olimpiada de la corteza ordinaria.

si pudiera ser elástico

como la vagina de moler

mi tacto rústico

mi tumor de tactos.

nabos

tetraédricos

tan moños de nodriza.

rinocerontes duros, sicodélicos son mis tactos;

el unicornio en capa sanguínea.

nos hemos extraviado

inmoderado, descarrilado tacto:

Gemido de la membrana,

ópera de la célula,

Caballo tacto que relincha.

 

Otra muestra de piezas que son sumamente cotidianas es este poema menstrual:

 

Cíclico

Por su aroma sujeté a Mercurio al traspasarme la cerviz
Al rodar enamorando los mártires de la gloria permanente.
Contuve el astro hasta desprenderse de las lianas del chakra
Cuando dejó pantanos de rebelión en las losetas
sodoma histérica en mis conversaciones!
Anémicos, gajos de fuego,
Perdigones del aliento de Dios
(Él quiere soldar un caldo de carnes)
Que circulan la tráquea de la puntualidad.
Pujo telaraña hacia la boca de la existencia
que aletea entraña en sus labios como un colibrí,
que se entrecierra como entrecerrar un ojo
para escupir los arcoíris entumecidos.
Ese ojo pestañea sus bostezos de sangre
Un salpicadero de revolución ciclotímica se constituye en carabina
de una cripta-dispara-muertos.
Triste la pobre espina entre el pulmón de los pétalos!
Te juro que solo vomito milagros hasta el amanecer.

Así, los trabajos de mis libros El Volcán de la Matriz Electro-elástica y La Estirpe de las Gárgolas se tratan de la travesía de una mente cósmica y sin límites en un ambiente suburbano, coercitivo y fanático.

Al yo asumir ese ángulo lingüístico para poder abrazar esa perspectiva sin restricciones de filtrar la realidad a través de la cosmicidad de mi mente es que se combinan:

  • El estímulo primario y la reacción (estimulo físico/emocional/espiritual
  • Los preconceptos, valores y las nuevas epifanías
  • La riqueza cromática del ruido exterior

El ruido exterior es en realidad el verdadero sazón de mi poesía. Ese ajinomoto que lanza chispas al cerebro con su neurotoxicidad. Ese sabor umami impredecible que me empapa la mente cuando logro abrir la conciencia y los sentidos a traducir los mensajes no verbales. Dicen que cuando un artista está creando necesariamente tiene que salirse de sí mismo y convertirse en un túnel, en un médium. Debe desactivar la parte del cerebro que lo hace consciente de sí mismo, para convertirse en una vasija de fluidos cósmico-orgásmicos que navega la galaxia creativa en piloto automático.

Y tratar de encontrarte a ti mismo en ese estado sin perder la conexión “electro-elástica” o mejor dicho, tratar de mantener la conexión existencial al mismo tiempo que conectas el tercer ojo creativo, es como tratar de mirarte a ti mismo volteando la cabeza muy rápido, o como tratar de agarrar un globo con las manos llenas de jabón, o mejor aún, como cantar el himno nacional mientras estas teniendo un orgasmo. Es al mismo tiempo inútil (pointless) e inoportuno.

Ese espacio sagrado, sin prejuicios, sin géneros, sin leyes físicas ni restricciones corpóreas. Como lo describo en mi poema “Seres espirituales”:

es un solo hueso rojo de una étnica laringe,
incolora, incorpórea, gelatinosamente psíquica.



















Es en este estado pseudo-astral en el que he podido incluso obtener profecías para mi vida mediante mi poesía. El poema “Vinculo de monopétalos” fue escrito a mis 15 años para describir episodios cruciales que acontecerían 10 años después:

 

Vínculo de Monopétalos

Entre los trigos negros mis neuronas están esparcidas; entre jaspes de carbón, contorneadas por la granizada de labios, asidas a una pelvis de cuarzo que gotea.

Florecen desconociendo el barro al que miman mis raíces.

Quiso que fuese cómodo,

así que eructé un cama de hojas de romero ortopédico.

Quiso que fuese cálido,

así que inyecté petróleo a mi útero y le invité a irrumpir en mi siesta como todos los días.

La placenta está ungida y aceitada borbotea vaporizando la sangre.

Dejé que la carne se propagara arropando mi corazón hueco.

se sirvió de mi candor y bebió de mis pulmones.

se adueñó de mis huesos como escaleras

que llevan a embriaguez miope.

Quiso que fuese espumoso,

igualmente embalsamé en glicerina mis espigas pero igual fueron segadas

por una barba de clavos.

Todo fue disecado por tu aliento herrumbroso.

Constantemente ignoras la nube de avena bajo la cual te desvestías,

y lo cierto es que el cereal es espeso, a veces se burla chorreando avellanas.

solo a veces condensa besos que se aglomeran por momentos;

como la sal sordomuda en un útero de venganza.

Y para entrar en ese espacio el ingrediente más imprescindible, en mi humilde opinión,  es el ocio. El ocio es tan importante para mí que está presente en muchos de mis poemas.

 

“El ocio cráter”

En las tardes de este techo de acupunturas el sol adquiere tanta hambre de los hombres/ y come.

se come las viejas en celo, come los sodios las piernas y los cuellos dejando como unigénito al sudor;

las caderas se vuelven en arroz de tanto esperar, hasta que solo soy el aire lechoso de apéndices verdes e infectado.

Como palmas estáticas los crepúsculos son canelas estáticas

Las especias flotaron bajo el camino angosto de las nubes como lápidas de un cielo aburrido con el piso de los aguaceros estrechos,

aguados/ atascados, estáticos.

Las tardes flotaron con la cara enlodada, en retazos de cera cuando tropezaba el sol

¿En qué locomotoras llegaron los versos a mis paredes patéticas? cuando la única vía era en mi cabeza el degolladero de la demora, y en la demora no reposan rieles ni paredes

jamás hay paredes cuando se agota el espíritu, nunca se inventan paredes espirituales.

En los días enteros sin tener oxígeno fuera del cántaro rumiando mis inspiraciones,

mis ensimismamientos semi-gusarapos-semi-divinos, a veces hasta el tope de ser mera fruta sumisa ser cuchillo y batallar estrofas de carnes y rocas que se han abierto para dejarme satisfacer, respirar reconfortante

opio de sílabas, inhalar la armonía de las orquídeas en la boca de las boas y calidez que emanan entre líneas; y a veces pienso que se pierde todo el conocimiento

de las antítesis y los debates cuando se encuentra la paz.

Por eso cuando veo la oscuridad inmensa, no creo en la luz.

Por eso cuando siento la desnudez sublime, los trapos alcanzan la marea, y la escoltan.

 

Otro poema sobre el ocio:

 

“Posteridad Ascendente”

 

Ya eyaculamos en los sueños el catarro para con el manar mantenerlos crudos y erizados.

El guante astral nos enmaraña en su combustión espontánea, brincando el carrete de plata del Hércules devorado, los cinco abismos de abolición peregrinando mi materia gris.

Del espíritu las llaves se prostituyen sin estratagema aliento es el serafín errante: con un soplo las puertas del papiro se traducen recién nacidas en este geométrico amanecer de las razones, conjugándose en el calambre de nuestra intimidad espiada, en la mermelada carmesí de la conciencia colectiva; médula va a atiborrar nuestras sangres.

integrando asimétricas células troncales al desplazarse los microbios en las carreteras de otro plano ultra condescendiente, mezclando el ritmo sustituido de las zanjas del espíritu.

Para llegar a esta fase es que desmayo estas horas rascacielas. Me maquino esta sobredosis paranormal por deseo y vicio, a veces solo me late con chispa propia la otra aurícula extrasensoria. Confieso su microcosmos adictivo que recicla mi seso.

Mis sueños son camellos de óleo perpetuo, me complace recoger del estiércol el enigma. Los soles que cabalgan son mis letargos lícitos.

su volumen esponjoso se dilata amortiguando mis días.

 

Volviendo al éxtasis creativo, en el que tú ya no eres tú, sino que tus músculos y neuronas están prestados para cumplir un propósito ulterior, del que tú todavía no puedes ver el final, es en mi opinión, la adicción que compartimos todos los humildes servidores del arte.  Esta adicción funciona como una calle de dos vías. Nos extasiamos cuando producimos y nos extasiamos cuando consumimos un discurso que enciende tanto nuestro hemisferio derecho que sus efectos llegan hasta la amígdala, esa que enciende la pasión.

Con esto respondo la pregunta, ¿de dónde vengo? ¿Cuál es mi intención poética? Yo lo defino  como un culto a lo “inagarrable”. Una descripción que cómicamente coincide con todas las religiones del mundo.  

Uno de los valores más arraigados que tengo es hacer las cosas con propósito. Por eso quiero expresar que a veces siento que peco, al utilizar mi plataforma de una manera egoísta.  En realidad, todo lo demás que hago, a diferencia de la poesía se trata de contribuir, de re-pagar al planeta como la optimista irremediable que soy. Aunque sí he logrado hacer críticas sociales con algunos de mis poemas como:

 

“Humanidad”

 

Gente: carne que comercia carne,

-prescripción de bistec para sedar un vacío-

o en las avenidas de oxígenos vitrales que espolean los argumentos de las razones decorosas.

Logia de catetos -en antifaz-Esporas (caducifolias,

de corola absorta en la vulva de la cirrosis)

Músculos de fango

(en crepúsculo debido al péndulo de licor);

Caterva de tripas/ musgo/ sátira, filamentos de azófar y ovillo pasmado.

Gente: hipnosis e inercia.

Yo conocí las etnias roedoras que husmean de todas las palabras un pellejo y de los ladrillos las sortijas de aire.

De entre de los estuches de épocas he rociado un alma, de lemas piadosos. Yo me fusioné con ritmo de camaleón entre la cartografía del disfraz de humano,

para olfatear algún sebo que reaparece de las mazorcas del tiempo,

para al final sentir que ya no existen sentimientos, tan solo ondas de dispersión con olor (bajo) a borugas que algún día nos embestirán a mordidas, como los terneros a las idénticas borlas en el forraje de las eras.

Para observar cómo se arroja a los cables la pócima de limpiar sarna con sangre, y las líneas de conexión se desintegren con su agrura, fragmentando la electricidad a las galaxias creadas por los humos de un tabaco

que juega a nazareno.

Anticipando el comienzo del remate, donde será condenado el conocimiento de la sublimidad y sublime la comprensión de la condena.

Es para que conozcas, que intentaran preñarte groseramente de los embriones de cualquier parábola que transmite las señales de ausencia y solo geomorfológica distancia,

enrollando lágrimas blanquecinas del sueño húmedo de Freud para rellenar tus corpiños sucios, los cuartos de los mercados de tu infancia, y los huevos de tus pisadas;

ignorando que fecundarás ortodoxias y pies de ojos que no asistirán al Armagedón nervioso,

y oídos que no se enterarán del matinée apocalíptico ambulante, boca incapaz de interrogar otra moral autista venida al mundo sin el talón de la angustia, el resentimiento, y la matriz carroñera de miradas y frases de carne.

Aun así, la poesía es mi hábito más egoísta, mi secreto jugoso. Mi desafío como artista es en lo adelante poder incorporar la pasión poética-orgásmica con la pasión del propósito ético-devocional, sin correr el riesgo de querer agarrar la vejiga resbalosa y en el intento correr el riesgo de perder la esencia “electro-elástica”.

 

 


domingo, 7 de septiembre de 2025

Emotional rescue: MI NOMBRE ES VERÓNICA FORREST-THOMSON

 


Mi nombre es Verónica Forrest-Thomson”, escribe Verónica Forrest-Thomson en uno de sus últimos poemas, “ Cordelia: o 'Un poema no debe significar sino ser '”. Pero, ¿quién es Verónica Forrest-Thomson ?

Para quienes no lo sepan: es una figura de culto literario, una estrella emergente de la poesía y la crítica británicas de la posguerra, cuya carrera se detuvo abruptamente tras su repentina muerte en 1975, a los 27 años. Aunque solo escribió un volumen de crítica, dejó un legado esencial para la poesía posmoderna. Durante décadas, Forrest-Thomson fue prácticamente desconocida, salvo entre pequeños grupos de escritores de vanguardia. Pero en los últimos años, con simposios universitarios dedicados a su obra, números especiales de revistas dedicadas a ella y la reedición de sus libros, hasta entonces casi imposibles de encontrar, esto ha cambiado. Por fin, Forrest-Thomson está viviendo su momento.

Forrest-Thomson es quizás mejor conocida por su influencia en el ensayo en verso de Charles Bernstein “Artifice of Abtraction”, una defensa fundamental de la poesía que enfatiza la conexión esencial entre forma y contenido. El lenguaje, argumenta Bernstein, no es un recipiente invisible que entrega sustancia a los lectores: el lenguaje en sí mismo es la sustancia. Bernstein usa el único libro crítico de Forrest-Thomson, Poetic Artifice: A Theory of Twentieth-Century Poetry , como trampolín para su polémica contra la “cultura oficial del verso” que premia la claridad y la sinceridad como los objetivos últimos de un poema. Forrest-Thomson evitó a los poetas naturalistas y a los que ella consideraba los poetas “suicidas”. “Todo lo que requiere ese artificio es que se tengan en cuenta los niveles sin significado”, escribe Forrest-Thomson, y Bernstein está de acuerdo: “El contenido nunca es igual al significado”. Ser convencional en la forma es ser convencional en el pensamiento.

Hasta hace poco, la principal vía de lectura de la obra de Forrest-Thomson para la mayoría de los lectores era a través de los extractos de Bernstein. Al igual que Ennio, el autor romano cuya obra solo se conserva en las citas de Cicerón, la obra de Forrest-Thomson ha sido en gran medida inaccesible: tanto sus poemarios como Poetic Artifice se agotaron en la década de 1970, y aunque publicaciones como Jacket reimprimieron ocasionalmente su obra, encontrarla fue una ardua búsqueda.

Durante la última década, Forrest-Thomson ha experimentado un resurgimiento. En 2008, la editorial británica Shearsman Books reimprimió sus poemarios en un solo volumen, incluyendo tanto su obra publicada como su obra inédita. Tras esta republicación, se celebró un simposio en la Universidad de Cambridge. En 2010 y 2011, Kenyon Review y Chicago Review publicaron números especiales dedicados a la obra de Forrest-Thomson y a análisis críticos de su obra y legado. En 2016, Shearsman Books reeditó Poetic Artifice por primera vez en casi 40 años.
Adrienne Raphel

(Publicado originalmente: 16 de mayo de 2017 en https://www.poetryfoundation.org)




 

CORDELIA, O «UN POEMA NO DEBERÍA SIGNIFICAR SINO SER»

 

A aquellos que besan en el temor de no volver a besar nunca
A aquellos que aman con el temor de no volver a amar nunca
A ellos dedico esta rima y lo que tenga.
Que ninguno de nosotros, nunca, cogerá el transiberiano
Se resuelve, y me gusta, en refrán
Sobre todo porque puedo, ahora y luego, repetirlo
Que estribillo es el uso, sustancial, del refrán.

Yo pretendo, sin vuelo medio, dejar clara la verdad
De honor, verdad y amor trasnochado que resurge
Es un hecho que el amor cuando vuelve aburre.
Puede que yo no entienda de dioses pero sé
Que Eros es dios, poderoso y púrpura.
Y que llegando a un punto, el incesto se convierta en
Traición. No lo digo de forma literal;
No amo a mi hermano o él me ama.
Hemos estado evitándonos mutuamente
Durante años así seguiremos.
Hasta sé de palabras cruzadas.
Lo que necesitamos es Dante.
Dijo que amaba a Beatriz. Hiciera lo que hiciere
No amó a Beatriz. Al menos, no
A la Beatriz Portinari que menciona la historia.
La conocía. Y lo que ocurre con todos esos
Florentinos es que todos se ocupaban en
Matarse unos a otros o en morir de tuberculosis
Galopante. Beatriz murió; Rosetti la pintó
Omitiendo a Dante en la calle. Boticelli
Pintó el resto: Simonetta Vespucci
Murió de tuberculosis galopante (edad, 23)
Giuliano Cavalcanti murió en el exilio (edad, 35)
Dante dei Aligieri murió en el exilio (edad, 90)
Lorenzo dei Medici, que vive para siempre
Puesto que allí estuvo, encargando
Cuadros, poemas y estatuas,
Si también encargó muertes
Yo no se lo reprocho. No se sintió
Muy magnífico cuando su hermano
Fue asesinado en el santuario.
Hay que comprender que quien lo hiciere
Había de ser excomulgado si, eso es, si
No hubiere asesinado también al enviado pontificio,
Su mejor amigo.
He vivido lo suficiente para observar una cosa;
Que el término tiene un final.
Oscurecía en el andén de ninguna parte
Cuando llegué a ti ansiosa y triste.
Ajena a la lluvia. Ajena al sonido del frío
Viento que sopla antes y después y
Hasta en Provenza se conoce.
Y por lo que respecta a esta línea, la robo de T.S. Eliot
Y de Ezra Pound y de A.C. Swinburne. Todos excelentes
Poetas para robar porque los tres han muerto.
El amor que es siempre, ha de guardar
Seña de amor que fue, fuera de su dolor cual fuere.
Jugamos a encajar las piezas que embozan los desagües.
Escúchame. Oh Mister Poster, yo sé
Que me cociste demasiado oscura, que debes hervirme de nuevo.
Ni noción tienes de la delicia que sería
Que nos cogieran y arrojaran al mar con las langostas
Amor mío, es la alondra y no el ruiseñor.
Que ninguno de nosotros, nunca, cogerá el transiberiano.
Ella quiso y buscaba gente que quisiera
Yo creía que quería y ahora sé que no quiero.
Amor mío es la alondra y no el ruiseñor.
Por cierto que nunca escuché a una ni a otro
Pero la gente dice que suenan lo mismo o casi.
De qué pasta hicieron a ese Romeo y a esa Julieta
Que perdieron su postrer momento
Escuchando a los pájaros. Ah
A mí me gusta sorprender a las alondras.
Sorprender los juegos. Así obran casi todos los poetas
J.H Prynne incluso, el memorable poeta
Que se alegra al decir que U.L.
Tiene su apellido intermedio equivocado.
Pretende que la H sustituye a Hola
Pero todo tiene un límite. Y yo me las sé todas.
Adivina adivinanza, en un mar
Verde de mocos gira y rueda cuando
Nos cogen, cuando nos echan a la ma
Junto a los Joyces.
Cuéntanos el cuento de la derrota de Troya.
A todos nos habría gustado estar allí.
Infernal Ulises. Él es, él era, hiel turbia
de envidia y revancha, destruye
A la diosa-madre de mujeres. y a Swinburne
le chifló el dolor pero a mí no
Porque a mí me pegan.
Me gustaría no seguir sonando como Ricardo Tercero.
Claro que, si no, tiendo a sonar
Como Ricardo Segundo. Y quién quiere ese.
Supongo que debo sonar como Ricardo Primero.
¿Y él, qué hizo?
Nada, me imagino.
Me divierte sorprender con el pie a los ruiseñores.
Prynne dice que si no regreso
A salvo a Sicilia para el treinta de abril
Enviarán un destacamento.
Marzo es la estación más cruel
Para enfrentarte a los camorristas.
¿Te asustaba realmente que pudieran violarte?
No. Pensé que habría serias dificultades.
Y no sólo porque estuviera yo en franca oposición,
Que así estaba cualquiera, hombre, mujer o niño,
Que viajara en ese tren.
Me asustaba que pudieran matarme.
Puedo parecer estúpida pero no lo soy
hasta el extremo de pensar que tu nombre
Es Elisabeth Brown. Bueno. De acuerdo,
Mi nombre es Verónica Forrest Thomson.
Agamenón era rey de los aqueos por aquel entonces
Príamo de los troyanos, Teseo de los atenienses.
Y están muertos, como todos los buenos reyes.
En mis tiempos era costumbre tomar partido
por los troyanos, por la simple razón de su
Fracaso. Pero yo siempre apuesto por
Los ganadores, cada vez.
Mary Shelley podría irse al infierno
Porque pensó que iba a ninguna parte
Y se llevó consigo a Frankincienso.
Quiero a su marido, vivito y coleando.
También a él lo mataron, por supuesto.
Casi ni extraña que él tuviera la costumbre
De leer a Aiscylos mientras navegaba.
No leía a Aiscylos cuando se ahogó
Fue incinerado como un rey pagano.
No así Agamenón, quien -como dije- era rey por entonces
Y perdió, asesino de su hija
Asesinado por su mujer y por su otra hija.
Asesinado por su muerte asesina de su vida.
Apuñalado por la espalda en su baño.
Lo pienso cada vez que tomo un baño.
Aunque no siento simpatía alguna
Hacia esa hija y ese hijo.
Pienso que no es justo que Helena
Lo tuviera todo, belleza inmortal,
Amantes, ciudades destruidas y batallas
Libradas por su causa. Ni que volviera a casa
Y pudiera pasearse tranquilamente como mujer de Menelao
Mientras su hermana gemela, Clitemnestra
Era asesinada por su hijo y por su hija.
Y los atenienses los frecuentaban.
Nación de sofistas, ¿por qué no habían de hacerlo?
Perpetuos traidores de aliados, torturadores
De mujeres y niños y esclavizadores de gentes
Hasta a Sócrates mataron, su hombre bueno y sin par
Entonces fue cuando platón intentó convertirse en un filósofo rey.
Le esclavizaron a causa de sus dolencias.
Desearía que le hubieran mantenido esclavizado.
Escapó, claro está, y escribió libros
Sobre cómo lo haría mejor,
De ser él responsable. Todos los poetas hacen eso.
Son tan incompetentes como el resto
Si intentan poner orden en las cosas.
Como testigo de mis esfuerzos en ese sentido
O los de mi avatar, Agamenón,
Quien, como dije, volvió a casa y fue asesinado en su baño
Asesinando a su mujer y a su hija.
Y si no conocéis la historia, debéis conocerla.
Leedla en la Ilíada, leedla en la Odisea.
No la leáis en Freud, se equivoca siempre
Aunque ni Freud merecería un hijo como Lacán.
Pero de comienzo y de final, leedme a mí, amada,
Asesinada en la matanza general
Pero revive de nuevo con John Donne
(Leedle también) Yo, Helena, Isolda, Yo, Ginebra,
Yo, Clitemnestra y otras muchas que están al llegar.
Yo lo hice, yo misma, lo hice matando al rey mi hermano.
Es la sorpresa, mi amor, y no el ruiseñor
Que a mí me chifla sorprenderme
Pero no me gusta dar coces.
Ellos tienen la potestad de herir y hieren
Sin que los maldiga Shakespeare u otro cualquiera.
De todos modos será maldecida
La raza de los poetas, porque ha herido. De todos modos
Es productivo el lindo proceso
Especialmente si uno puede ser fontanero a la vez que poeta
Y desatasca al mismo tiempo poesía y sumidero
Artificio Poético «El dolor detuvo el partido» y
Otros muchos libros, incluso poemas
1974 y Todo lo demás (lo digo en serio)
Yo, Verónica, lo hice. Entrecortada, buscada verdad
Hurgada en el estiércol consigue la victoria.
Los guerreros se escondieron en un caballo, ¡claro!
Pretendían traer la paz
Y no quisieron dirigirme la palabra, emboscados en lo oscuro
Como un puñado de necios que escucharan la voz de la diosa
En una ciudad ajena, yo hablo tu lengua en mi ciudad
Cambridge o Camelot, y no me escucharéis
Prevenidos como estáis por Odioseo, pretendiente, traidor,
Y cuando hubieron matado a todos los hombres,
Violado a todas las mujeres... etc.
Agamenón volvió a casa y, como dije, fue apuñalado por su mujer
En su baño. De todos modos mi amor, es la alondra,
Y no el ruiseñor. Sigo los sagrados pasos de
Hipólita, bendita tú, lo mejor
Que ha sido dicho o bien expresado en lengua alguna
Leed a John Donne – el memorable acreedor
No leáis a Mathew Arnold; es un estúpido
Yo no soy el príncipe Tomás de Aquino F.H.Elliot
Tampoco soy servidor de lores
Yo soy el rey que vive.
La primavera nos sorprendió atravesando la plaza del mercado
Y al salir el sol seguimos hacia la biblioteca universitaria
Y tomamos yogur y hablamos durante una hora.
Tú, tú, coge las riendas.
Bebe cuanto puedas y ama cuanto puedas
Y trabaja cuanto puedas
Que nada de esto podrás hacer cuando estés muerto.

Presta atención al refrán de este poema
Y ponlo en práctica:
Mientras estés aquí, no desperdicies y no eches en falta
Los posibles júbilos.



 

 

 

MAGDALENA CHOCANO. RUIDO CANÓNICO VERSUS POESÍA

  El trabajo de la poesía en la materia de las palabras es un lance lento, a veces acelerado por la irrupción que recibe el nombre algo desg...