foto de Christopher Anderson
La poesía de Carlos Piera Gil, nació en Madrid, España, en 1942, no se conoce de acuerdo a su intensidad y altura. A veces tengo la impresión que a Carlos se le sitúa (felizmente) «lejos» de lo que, para algunos, en España representa la poesía. Y pese a ello, «por aclamación», su escritura tanto como su maestranza son dos fuerzas siempre vivas, y Carlos, mientras contempla el vuelo de los vencejos en el cielo madrileño, prefiere ignorar que es una referencia ineludible si uno se interna en el oscuro bosque de la poesía española. Si leyera esto, estoy más que seguro, que ruborizaría, y seguramente, del modo más gentil y fraterno, me diría algo así como «bah, ¿pero qué cosas dices?»
Piera Gil, Miembro del Círculo Lingüístico de Madrid, junto
con Rafael Sánchez Ferlosio, Víctor Sánchez de Zavala, Agustín García Calvo e
Isabel Llácer, se doctoró en la UCLA con una tesis inédita sobre métrica. Fue profesor
Cornell University (Ithaca, EEUU) y miembro del consejo de redacción de la
revista de ensayo La balsa de la medusa. Es autor de cuatro libros de
poesía: Versos (1972), Antología para un papagayo (1984), De
lo que viene como si se fuera (1991) y Religio y otros poemas (2005),
los mismos que lo constituyen en un «clásico»
quien, ruborizado, no acepta dicha condición. Tal vez allí reside parte de su
grandeza.
Por estas razones estoy convencido que debiera difundírsele, pienso al encontrar su obra “Apartamentos de alquiler” en mi mesa de noche, y por eso, también, comparto sus poemas para darle algo de luz a tanta oscuridad.
MM
NABÍ
O
el intelectual: Fecit sibimet umbraculum ibi, et
sedebat subter illud in umbra, donec videret quid
acciderit
civitati (Jonás 4, 5)
Mira
sucediéndose el mar y las olas más cerca,
mira (y
desconfía de la erosión) sus límites. Mira las ciudades costeras,
la
contraposición más simple, el elemento, la anulación de antónimos, el orden.
De noche
es cuando el cielo se mueve y hay leyes humanas en astros. Sujeto
a las
cuerdas del sol, a los azules de aparente violencia, nombraste
cuál
había de ser tu tierra, tu cuidado
donde
vivir y en qué corrales ácidos tomar el pan y el agua con la calma del
[mediodía.
Elegiste.
Ardía el
día agosto por causas remotísimas.
Dejaste
las leyes de noche, jamás vigilaste
veinticuatro
horas. Luego, corrompiéndose en verdes y grises el pan y las aguas,
entre dos
implacables planos paralelos alzaste
un
sombrajo, Jonás, y esperabas.
Cómo
pediste ayuda, sentado allí, sentado, y todo para
que
ardiera una maldita ciudad como tu piel quemada, donde tanta
mutación
en un solo oscurecimiento
confluía.
[De “Versos”]
Ya florecen los
árboles, Juan,
mala
seré de guardar
La nostalgia del
bien. Del mal,
que seguía guardado dentro.
Del bien, pues, que las cosas pasan. Del
mal que seguimos,
un adiós que dura una vida,
contenido como un ratón.
Es poeta quien no perdona. Tener
esperanzas
es un tenaz recuerdo como todos los mayos,
verde y gris, donde esperan
(según, previsto azar, quebrando
vacío y solo las cortezas,
mayo mismo es su propia
desmemoriada conmemoración)
otras tristezas y otra vez canciones,
por solidaridad, por poco tiempo,
nuestra contribución.
A UN AMIGO CUYA LABOR QUEDÓ EN NADA
a harder thing
than Triumph
W.B. Yeats
La habitación que alumbra
la lámpara a tu lado
brevemente vacía
mientras tiran tu casa
mostrará tus recuerdos.
Ni esa mirada dejan
que llegue a tus acciones.
Material de derribo,
tu dignidad no es tu silencio ahora
sino el silencio de antes que trajo este
silencio.
PASTOR LLEGA, DESCUBRE EL MAR
Puedes volver atrás, dejando aquí una
huella de cenizas.
Puedes pero –¿cómo decirlo sin rubor?–
nada será lo mismo.
Esto es como una muerte: desde ahora,
vivir en una orilla, en una patria, en una
rebanada de tierra.
Puedes echarte a andar, de lado a donde
seas extranjero,
mentir allí, decir que has naufragado,
hecha tu casa inalcanzable y cálida
por una tempestad que a pesar tuyo
nunca existió.
Puedes quedarte aquí, pasar a ser un loco.
Pedir que no le pase a nadie más, que
aprendan
que aquí hay un mar, viéndote tiritando.
Puedes quedarte aquí, boquiabierto en la
lluvia.
Boquiabierto en la lluvia, puedes quedarte
aquí.
NINFA
De lo que no tenéis.
Hecha de lo que no tenéis, decretada
imposible.
De que el árbol retoña y vosotros y yo no
sabemos.
De lo que no será y lo que se teme.
Hecha de lo que debo huir. Sola.
Invisible,
no ya de la ciudad, de cada uno,
no me ayudará el monte, no me devolverá la
muerte, y sigo.
Si un momento olvidada en la retama
me hacen querer ser árbol, Dafne, o algo,
Casandra, hermana mía, como la
destrucción,
sé que debo seguir. Que este dolor que
tengo es mi venganza
inevitablemente, dada como las flores
por lo que no tenemos: lo poco que ellos
lloran
por mis mares de llanto.
Mi llanto por lo que no puede dejar de
ser.
RAMBLA
Lo que
hay abajo es poco
más que
lo que hay arriba. En esa dirección
dejamos
sin embargo de aspirar a la huida.
Y no es
el sol:
es el
lugar del sol.
Y no es
el mar, es la humedad del mar.
Y no es
el cielo, es un estanque de aves.
Y no,
para el viajero verdadero
una luz
amarilla resume una ciudad.
Y eso es
saber amar: no el mar, sino eso
que no es
el mar al eje de un viaje de regreso.
[De “De lo que viene como si se fuera”]
UPSTATE
Voy a aprender, ya viejo,
desastre de los iroqueses,
el después de la indignidad:
un habla postalcohólica
para mención de muertes, no derrotas,
no batallas, no pérdidas,
propia de fuente efímera
que en lugar desecado
nombra constelaciones
de un cielo frío, duro y anterior a la
escuela
y sostenido por los iroqueses.
RETRATO
(Con J.V.F. y R.S.F.)
Solo y sin sol, sin sexo y sin sintaxis,
rebatido por vientos hoy anécdotas,
naturaleza es hoy que le tiemble la mano,
hoja que cae con árbol y no sirve de hoja.
Le queda querer ver. Le haría falta
un autofoco, aparte de otras prótesis.
Imágenes de lo que debe ser y, por afuera,
cuando lo arreglen y lo dejen fijo
podrán jugar con él los niños, algo
mejor que ser voluta, casi tanto
(los juguetes se van perdiendo en las
mudanzas)
como el vilano que un viento insensible
lanza hasta que se pierde en línea recta.
ERIZO
Por unos ojillos vivos
pago dieciséis mil púas.
No puedo esconderme, sino
fingir que no tengo ojos.
Muero si no engaño; a cambio
no sirvo para pelota.
[De “Antología para un papagayo”]
PRIMER MISTERIO
Lu,
sílaba simiente, motivo de la lengua,
hacia ti
no se va: se vibra. Surges
y no hay
aquí ni allí.
*
El aire
te es lo que la arena al oro:
tu lugar
natural.
*
Lu, mi
panal, el punto del que parte
la rosa
de los vientos,
te
necesita el aire.
Eres el
resultado de las flores,
no hay
más volver que a ti.
*
Lu que
bailas inmóvil, oro de aire,
sonrisa
de la luna a mediodía,
haces
aparecer el campo. Tengo
lugar.
*
Mi Lu, mi
sol de calidad de luna,
única
verdadera curva, llamo
tu
movimiento al mundo trazado desde ti.
*
Mencionaba
la luna, Lu, la luna.
La luna,
que no sirve para nada
menos
mover el mar.
*
Lu,
tiniebla que mira, claridad que se abate,
forma del
pánico,
eclipse
Lu, que muestra el universo.
*
Líquido
vertical, aire posado:
eres el
corazón del espejismo,
agua de
pura luz.
*
Lu,
columna en el aire, enteramente exenta.
*
Luz en la
luz, mi Lu, morada comestible,
miel de aire, aire de
miel,
se muerde
en ti un romero que no se acaba nunca
y se es
romero, desapercibida
hierba de
olor.
SEGUNDO MISTERIO
Oscuro
cielo, pronto
ni cielo,
todo
te ronda,
Lu, turbulencia del tiempo.
Ya estás
y no has llegado.
*
Tanto
vivir y sólo era una espera.
Eres
visible, Lu, como se oye el relámpago.
Lu,
nombre de un lugar anterior a las aguas,
nombre de
despedida, no nos dábamos cuenta
y éramos
imposibles.
*
Qué
viento tan fuerte nace de ti, Lu,
qué
aparición eres, que nos expulsa.
Qué
insignificancia no ser tú, de pronto.
*
Pilar de
la tormenta, Lu, todo va arrasándose.
Eres la
calma y la devastación.
Espesa
luz que instaura un tiempo transparente,
eres el
centro, Lu, se te puede cruzar.
*
No existe
un desde arriba.
Latido
Lu, misericordia muda,
el ansia
era el descanso.
*
Así el
calor aplicado a la piedra.
Lu,
cavidad del sueño que precede a la caza,
el
requisito del amanecer.
*
Patria de
pasmo y despertar que dura,
símbolo
del silencio,
reinas
como reinaba el tiempo pero
tú no
resumes.
*
Lu, que
me has dado la respiración,
Lu,
surtidor de pájaros.
*
Hablas,
repueblas. Qué pequeña eres
ahora que
hay mundo porque tú has venido.
SEXTO MISTERIO
Como una
nieve antigua
vive en
el campo nuevo
brota
donde estuviste
delicadeza.
*
Humo de
movimiento,
vuelo de
ave a la espalda,
tu paso
es unas notas
que el
aire deposita en nuestros ojos.
*
Tus
gestos ponen paz
entre
final y origen,
arcos de
acuerdo
que se
ven apenas.
*
No
vienes, te renuevas.
Otro día,
otra Lu.
Das una
confianza
como de
árbol que crece.
*
Lu, te
has anticipado a la esperanza.
Qué
gratitud por el deseo, cuánto
reconocemos
lo desconocido.
*
Se ha
detenido un rayo.
Su
claridad se queda con nosotros.
*
Alma de
la madera, vertical de las llamas,
espuma de
las olas de las sierras,
parpadeo
del yermo.
Lu, lo
vivo en lo vivo, lo cálido en lo inerte.
*
Vivo de
ti y en ti.
Se ha
disuelto el afuera,
mundo sin
ti como un abismo horizontal.
No hay
acogerse a ti, sino dejarse.
A cambio,
nada.
ESPECTRO BREVEMENTE
Een schilderij die spreeckt, een spoock van weinig'uren
(Una
pintura que habla, un fantasma de unas pocas horas)
Constantijn Huygens, Een comediant
A
una señora mayor que vivía sola
e
imaginaba visitas de vivos y muertos,
que
siempre la dejaban sin despedirse
Esa
televisión tuya de espectros
a falta
de presente
se
enciende y se apaga sola, como el presente,
ciudad de
puras desapariciones.
Hace
familias de lo que no ha llegado, de las
intemperies
pequeñas, las infidelidades
del
electrodoméstico, lo que, en tiempos perdidos,
era
querer abrazos y no saber de quién.
Vienen
como a tomar el té, como si estar aquí fuera lo lógico,
como si
hubiera tiempo y gana y gente
para
colgar los cuadros. Y se van como vienen
(con la
lógica antigua de llegar para nada
y una
técnica nueva para dar soledad)
a sus
ocupaciones, al vacío, insistente
promesa
incumplida de amor.
Y así
habremos sido y son ellos:
como las
hojas en el torbellino.
***
La
esperanza es interminable, intermitente,
funciona,
como los televisores y la vida, mal.
Hemos
vivido hasta acabar traidores
o morir,
que es lo mismo:
marchar
sin despedirse,
venir sin
cuerpo y sin voluntad propia,
ser poca
cosa y anunciar desgracias,
repetir
lo que fuimos,
cobrar
tragedia en nombre del amor.
Cruzamos
la ventana, como el vencejo,
para
acabar así. Todos somos el mismo y el viento
para las
hojas en el remolino.
***
Hemos
vivido para que no nos cojan vivos
y aun a
ti, que quisieras asirte a nosotros,
te
eludimos con una displicencia de muertos, ásperos,
irónicos
sin gracia, cumpliendo desganadamente
un
trámite trágico en ti. Porque en ti, que nos tratas de muertos,
vivimos
como hemos vivido, unas ráfagas,
de las
ausencias a las concesiones,
sólo
rebeldes en el gesto y esta
capacidad
de huir.
Sólo se
sabe que nos vamos yendo,
desabridos,
secándonos,
como las
hojas en el torbellino.
***
Una vida
con curso de murciélago,
fingiendo
hasta la imagen de las rachas del viento.
Unos
caminos vistos
a
sacudidas para la pantalla.
No la
verdad: lo póstumo. Máquina de sinopsis.
Porque tu
vida es esta coincidencia de muebles,
todos
somos el mismo.
Todos
somos lo mismo y este viento que somos
y estos
papeles en el remolino.
VICTIMAE PASCHALI LAUDES
He aquí
el tiempo de la resurrección,
un tiempo
de túnicas blancas, piedras volcadas,
de
indiscutido sol, lagartijas, romero.
Hay un
tiempo como un lugar, como el liquen en el granito,
como la
abolición del tedio de la infancia,
como no
disputado a las basuras, un tiempo ascendente
devuelto
vertical al sol, hipótesis
de
abejas. Allí los hallazgos previstos,
prendas
de juego, las camisas de las culebras,
todo lo
que sabemos del futuro. Hay un, así,
moverse
inmóvil fuera de verdades.
Y hay una
guillotina de luz, pero qué importa,
sólo
pensándolo, que se va siendo cada
vez más
delgados como los recuerdos,
inmaculadamente
abejas, puro
futuro
fue lugar.
ENCUENTRO UNA RATA MUERTA EN UN JARDÍN JAPONÉS
Había una
rata. Estas son unas islas de calma
sólo muy
lentamente mudables y orillas de un río
con la
serenidad del mar, pero que fluye.
Todo un
país se viene
de acá y
allá del río, donde
mudamos
tamaño según que sigamos senderos por entre los árboles
o abramos
al mundo unos ojos en cumbre de monte
y un
asombro lento
olvide
los ojos, las cumbres y los que, minúsculos, pasan.
El
caudal. Se hace tarde, u otoño, con sosiego,
soltamos
dimensiones, somos lo que se olvida.
Disciplina
de río grande: ribera muda
y
gratitud al eco de todas las ausencias.
Nada es
nada. Menos la rata, muerta, despatarrada,
diámetro
exacto de una isla y réplica:
hay sí y
hay no. ¿Es lo mismo? Es una rata
diciendo el silencio del río.
[De “Religio y otros poemas”]
SENTADITO EN SU TEJADO
Vendrá un
tiempo también en que la gata Nora
sea vieja
y se canse y esté siempre dormida.
Si no me
he muerto, entonces seguiré como ahora
calentando
la leche mientras ella me mira
o hace
sus oraciones, como yo en torno al cazo,
en el
suelo de la cocina.
La Europa
protestante tiene gatos señores
que
crecen, y envejecen, y así sigue la vida.
Aquí
siguen, con suerte, los cuartos interiores
que no
tienen salida.
A UNA AUSENTE
Había
estado allí contigo. Veo
otras
tardes también hermosas, lentas,
con
montes a lo lejos.
Hoy
se veían claro, iluminados
por la
luz alargada del invierno.
Monótona
ternura, quisiera que esto fuera
nada más
que otro día.
Cómo
nos une la melancolía.
NANA DE LA QUE YA HA CRECIDO
No
llores, mi niña,
no llores
así.
Ya lo
hemos llorado
nosotros
por ti.
Oye lo
que tengo:
lo que
cambia y no cambia y es sin remedio
y este no
saber
si es
atardecida o es amanecer.
Guarda su
hermosura. No llores así.
Ya lo
lloraremos nosotros por ti.
NANA DE GAZA
(Enero de 2009)
Qué guapa en la cuna, mi niña adorada,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre acostada.
Cierra los ojitos, vida de mi vida,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre dormida.
Duérmete, mi rosa,
para que la muerte cuando venga a verte
sea cariñosa.
Duérmete, ojos bellos,
si hay gatitos muertos por entre las
ruinas
jugarás con ellos.
Duérmete, rubí,
y a ver si la muerte cuando venga a verte
se me lleva a mí.
CUENTO DE NAVIDAD Y TAL
Dice “¿De dónde sois?, que el niño
para inscribirlo la nacionalidad tal y tal
cosa”
(yo ahí me perdí) y le dicen (se señalan)
“Turquía, y Paraguay”.
Yo hasta entonces tenía mucho frío
y la aprensión, la angustia anticipada:
despacho de abogados de extranjería,
la espera, la diversidad de dramas,
el miedo, aquella gente
que aún no había visto y ya sabía triste.
De repente, la calma. Turquía, y Paraguay.
Y el niño que está en la cuna.
En la estación del metro, saxo tenor
tocando
“Las hojas muertas”, y bastante bien.
A la salida noto escarcha nueva.
Queda luz en el cielo y cabe mucha
tarde esta tarde para ser ciudad.
Quitando las palabras, es inefable todo.
Vamos, diría yo.
[Publicados en la
colección “Apartamentos de alquiler”]


No hay comentarios:
Publicar un comentario