miércoles, 5 de noviembre de 2025

INÉDITO: SANTIAGO PINTABONA. EL MONSTRUO

 




¡Una elección evocativa y los bravos jinetes se caen de las camas!



No siempre la luz aparece a las siete. La gran fontana del aire se mantiene sostenida, y los ángeles quedan lejos del escenario. Ahora el árbol matemático se recuesta sobre la gramilla norteamericana.



A los cuatro años de firmar el contrato traicionó al patrón. Y nunca más volvió al entorno febril de aquellos almanaques pordioseros. Y al revés del plomo, comprometida con su destino cirujano vivió su madre. Quien  contenida y colocada en las heladeras globales no pudo elegir su predador. 


Apagamos y encendemos la memoria. La historia se agencia lo cierto de lo pasional atropellado.


Ahora conducían la gran semana con su cadenilla de crepé, y el viejo club de la urbe diseñó la manera de viajar en el siglo veintiuno.


Piadosamente sobrio, olvidado por la familia el veinticuatro de enero del año pasado. 


La mano amiga del francés no estaba presente, por lo que tuvieron que ayudar al estilo.


Aunque cuándo tomé de tema la desgracia pulida de los semanarios? Nunca. El estilo permite la victoria de lo polimorfo. Pero nunca la de su oponente liso.



Intentemos afrontar el silencio, con lo interior de la categoría expuesta, en los textos ya dotados, de la frescura sureña que precisa cada tanto, el manoseo de los profesores.



Desde el medio lo interior del paréntesis atraía respeto, que se medía con la pulcritud del cuaderno y el asombro de los socios bañados en la espuma de las ciencias.




Si el viejo edulcorante se cae de los libros perderemos todo, dice. El bodegón habrá pasado al juicio, y ya no habrá terceras dimensiones.



Lamiendo el rodillo que sostiene desde el centro la gran figura planetaria.



Malena cerró la pequeña ventana. La madera yacía al final del espejo en el que quise ver, la clave viva de todas tus costumbres. 



¡Hoy es día de fiesta! La orilla viene y va. No hay preguntas. Y se recibe la postal con alegría. Estamos en lo real, la basura verbal vendrá por nosotros.



Cada día nos confirma que, deformes como somos no podríamos sumergirnos en la pileta del presidente. Y que gordos como estamos nosotros, no tenemos piedad,  y mostramos todos los laberintos a la vez.



Como si los dibujos fueran suyos. Así la historia se salteó la parte del amor, porque el amor a los dibujos no es humano.



Apenas conectado como el saludo de las estufas que supe negar de mayor. 


Un discurso temible porque junto al disparador de palabras vive un anciano moribundo.


Mansamente se duermen las piedras. La luna nos trae su dominio, mirando al mar de perfil, cuando el médano brillante se paraliza.






Cómo que no puede, cómo que quiere pero no puede. Allí donde lavan a los bólidos comunitarios. Y los bautiza un temporal querido, pues anuncia bonanza mientras gira entre las construcciones parentales.


Como dicen en las bibliotecas de los que sostienen los libros con amor excesivo. El último grafema que estuvo de moda no es atractivo. El no es parecido al no sé. Estamos preparados para perder.

 



       8              4             5       x        300 




Nosotros cambiamos libros por medicamentos.



Desde las orillas del goteo grueso con el que rescataron a los niños de los municipios. A pesar del denso chorro de fondos nacionales.




Eran un puñado de razones enarboladas con orgullo, frente a las cuales el cortejo inhibitorio cedió. La gran nube de preguntas se detuvo en el mismo lugar.



Llenó la heladera de camisas. Su piano cayó monte abajo. Y escuchamos la canción más hermosa del mundo. Hubo un relojerismo penoso que le pateó la pierna.



Traidora muchacha aquella. Se quejan si en un libro no participa el amor! Qué se yo del amor! Qué sabe usted del amor! Prefiero mirar los diarios antes que rosar los laberintos craneales donde se aposenta. Aunque su ministro más fiel está en el pecho, arriba del parche respiratorio. 


Para nadar en la abundancia de lo que no se tiene.






Una vez hablé para una mujer con vestido blanco. “Abrasé la cruz al mismo tiempo que un muchacho”, me dijo. El humanismo no asegura nada. Los grandes piletones son testigos de lo que estoy recordando. Nadie se olvida el parlamento. Los empleados obesos anotaron todo.



El caballo infradotado se lleva los arbustos por delante. Y el pobre gaucho llora con esta escena. Cuando los regalos eran blancos la acción se confundía y militares arrastrados portaban fusiles brillantes. Luego se abrazaron imaginariamente y bailaron música política. En todos los locales donde ensayaban los coros funerario.



Da pena que sólo tengamos un telégrafo viejo. Las noticias no son importantes, pero grandes perros de yeso vigilan las puertas del correo. Ahora que llegó el papel hicieron locro y tomaron gaseosas. El humor en carne viva detuvo el ritual. Preciso fue un presente que pegó en el blanco. Quién pudiera entender, si los grandes motivos despiertan afanes magros.



Promocionan inyecciones populares. Gran cantidad de niños arruinan la siesta mayor. Las conclusiones se derivan de los participantes y de su posición corporal en el momento aberrante. El día se va. Con aplomo no es con tristeza, los viejos bonitos me cubren los pies. El respeto secreto es la base imaginaria que jamás frenará.



Reparto mis padecimientos cada mañana, la pena accede a su destino y se expande. En  la plancha al aire libre matamos animales de la pampa, luego rompemos el destino público de los resultados. Si fuera degradado sería oportuno bajar las persianas y esperar... La elegancia que se alquila al progenitor pelea con los minutos de cariño fuerte.



Los viejos códigos se lamentan de cómo se degrada el carro sensitivo. Se ha generado un panorama hostil. En densas navidades solitarias nace el amor a nadie. Por lo cual el cuero pendular nos marea mansamente.  Para seguir partiendo, y llegar a la orilla en la que flotan las fechas. Los adoquines se ponen de pie y la escena es temible. Huyo. Mi plan es doblar en dos los relojes y patinar sobre el aceite. 



¡Esto es brillante! ¡Las cosas no serán como antes!



Intimidad del cráneo que llora con fuerza y organiza el viaje al hospital. En todas las situaciones irregulares la pava me enchufa un decir ¡Estamos tan solos! Toda mi confianza se vuelve hacia atrás. El lago cadavérico se lanza por fuera y alcanza mis pies.  La concordia no se piensa ni participa de las posibilidades. El peligro del encuentro fue feliz. Del silencio plegado surgió la violencia que es la dádiva tenaz de los muchachos. 



Aunque el rio no pueda cumplir sus objetivos, el viento fundacional y desquiciado agrede con su destino violento. Los pinos gregorianos rebalsan y los nadadores lloran debajo del agua.



Desaparecen y volvemos a la miseria pública. Miniaturas laboriosas queman después de terminar, la fabricación específica de su destino, de cualquier abordaje almacenado.



En medio de los papeles memorizados y declamados detrás de las cortinas de baño. La tarea tonal lo definió y fue su pasión durante veinte funciones.  Abundó en sirenas mansas y viajó a todos los sitios a donde se puede ir. La melodía se perfecciona, cuando la melodía se perfecciona el público se desarrolla, la vida se agranda.





La escarcha cultural arrastra las alfombras por los pasillos públicos. Globos de barro para no verlos más, juegan al año y pierden la noción de a dónde iban. Detrás de las cortinas el brillo público, y un tren amarillo larguísimo que atraviesa el aula silenciosamente. Los canales para enchufar un poco de acción, y luego de la acción el desastre de los pañuelos de la noche. 




No queda espacio para ninguna ilusión preparatoria. Los planetas juegan con la música de los trapecios modernizados por la industria. 



Lo intenté, viejos baúles en sus bastones apoyados, la lámpara intermitente electrocuta un pedazo de pan. Hay lugares sin techo donde los niños superdotados abandonan la humildad y pelean. Alguien regala una lancha para el marcito rectangular de medio metro de profundidad. Las madres se peinan mirándose en el agua. El delirio parental confunde a los hijos y terminan en cualquier hogar.



Aquella procesión que aplastaba los adornos municipales ahora cambió de víctimas. Hacen utilización de los paralíticos y los rengos. Su sadismo no tiene remedio. 



…y no pide la posibilidad de tener treinta metros de aire por debajo. El comentario no  se enfría cuando la cuadrilla de pirómanos entra en acción. El marfil recupera su equilibrio y el cielo payaso sigue girando.



Si ahora me acosan las horas básicas. Si debo considerar la pena y el cansancio que me pisan la sombra. Si le miento al médico tendremos una desgracia  ganada. Si mi cuerpo quisiera considerar al espectro arruinado, y arreglara una visita con la estrella ruin… todo se terminaría,  ya no habría alegría, se acabaría la vida...



…cuyos soldados esfuerzan el probador y pierden el vaso. La identidad comparece en el ángulo de la lámpara, por lo que vientos oxigenados patean los escalones del ministerio empapelado. Y todos dan una cruz más a raíz del lento adelantamiento de la fecha de plomo que marcan los juncos agresivos.



Rústicos ventanales preparan la tarde cuando la vida se acuesta con las velas destruidas. Aumenta el riesgo en plebiscitos parciales donde la duda se resuelve en siete segundos. Todo el destinatario se ríe de su forma de sumar. El viento viejo que peinaba las matas ahora está girando sobre los pálidos manteles de los primos.



Hace mucho tiempo los armarios estaban llenos de animales. Grandes mantas de prudencia hicieron su trabajo perforando la escarcha de la simpleza.



Cuando su perfume fracasa por la vida misma “la hora en que la nieve se impone al bulevar”. El paisaje lacrimoso no entrega su pensamiento, pues está encerrado en una cajonera de piedra, y su llave todavía no ha sido creada. En lugares más accesibles arranca la frase o el murmullo de la piedra pisada.



¿Por qué Aldo regresa? Porque olvidó su copia documental. En pálidos biblioratos la información se resiste a ser revisada por los monóculos mayores. Los portafolios cabalgan la tardecita insumisa de la que los toros son el fundamento.



Los pescadores políticos en estado de nutrición plena patean los camiones. 



¿Quién lo frenó? ¡Una reacción positiva para la demolición cautelosa de los protagonistas! 



El informante se refugia en la pereza. El miedo le esculpe la energía de su querida terraza y se olvida de su pretencioso proyecto de acechar en los colegios.


El último vagón retrocedió con humor, no se pudo extender la manta al llegar a la curva política. La cintura solidaria no parecía querer ayudar, y en este desorden la ruta maldijo las puras andanzas del patrón. El viento sostuvo su esqueleto y luego se voló. Su aspecto cobarde declaraba la pobre noticia.



Cuando miró escuchó un viejo soborno tiritando en el rio, la orilla lo amenazó, pero su templanza lo hizo reír. Entonces subió la apuesta, se deshizo de la balanza que usaban en el conventillo “Las Flores”, al sur de Barracas. Luego llegó la novia con sus valijas empapadas. La hora la demora y el brillo alcanza el pasillo, se dicen obscenidades, se acarician las figuras aromáticas. Una sonrisa pálida sostiene la energía de los faroles desahuciados. Irnos, reconducir la risa de la pobreza prominente. Allí donde los tontos edificios muestran su majestuosa faz de piedra.



Por repartir papelitos en la calle. Por escuchar con atención a los maestros que enarbolan colores descocidos del invierno. Refugio de los pensamientos nobles y breves. Escondite de los máximos realizadores de sueños. Acá. En los sótanos en los que brilla la democracia total.



Cuando llegue a los hogares universales llorará. 





Falta cariño en la explosión cromática. Falta admiración. 


La espuma diacrítica se deshace y encima de las piedras alardea el color cristal. 


Pulsa en el principio del idioma barrial y verás, que nadie le da la espalda al mundo. Los fanáticos históricos lustran los residuos del líder, quien a pocos metros instala su poder y baila. Cómo volver es el asunto. El ausente campeón nos dejó aburridos en el velódromo de aluminio. Perdono a los gauchos que aterrizan en las fondas. A veces puedo ser bueno. Un poco.


Se intuye qué hacer, pero la magnífica rutilancia de los hechos nos aplasta.



Frente al efímero premio de la sociedad final. Se fundamenta por los acompañantes de la clínica feroz. Al borde del lapsus concordante con un airecito senegalés que pinta la barca paciente con demasiados colores.



El dado peruano justificó el baile criollo incrustado en las dádivas de imaginativa naturaleza. A cargo del peón todo progresó con alegría y llegamos a la comida enamorados del futuro.



Lo popular también puede ser terrible. Si no miren cómo esgrimen su defensa mostrando las manos coloradas. Síncope verbal que rodea lo que no existe por puro entretenimiento madrugante, cuando la lluvia imposible agranda las nubes programáticas.



La manifestación evidente inauguró la quietud de los informantes, quienes reclamaban paz superficial. Para esconder las dolencias en un pozo amplificado de Santa Fe.



Aceptado en la explosión del sonso lirismo que abunda en la ciudad.



El perdón también concurre y parece nivelar los amores. Es el momento divagante que transforma la señal del amperímetro donando una sombra de justicia al salitral equivocado.


Se deben medir las variaciones del pulido portal. Y es urgente encontrar su gesto prenatal!



Me vienen persiguiendo desde capital. La utopía financiera corre y mira  alrededor. ¡Cómo que tienen todo pero necesitan! Triunfa la moneda de vidrio. Finalmente la vida se pone de pie. Renace la fuerza para seguir huyendo (Eso me lo llevo).



Cuya denuncia precipitó, repito, pavimento invernal, y herramientas atesoradas en viejas costumbres de mimbre templado al natural.



El más bravo dirige y el resto se rinde a la suerte de tener un patrón jefe dirigente. Suena la campana. El pino detallista gira sobre sí mismo. Cae la toalla criolla.



El  amante de cartón secreto es el que explota con frenesí. Hay un desorden sensacional y los tigres de cartón en el patio de cartón tiemblan.



Convocan a las frías fantasías. Pues el libro se ruboriza por el cariño que le tiran encima.



Tropezamos cada vez que la batería se carga en la biblioteca nacional.


Siesta suspendida por urgencias nacionales. Y máquinas letradas que perforan la tarde.


Vuelan las tostadas sobre la cómoda de los abuelos. El sol impiadoso descarga toda su fuerza contra los vidrios de la panadería.



Ahora todo lo negro se hincha y produce ruidos desconocidos. Mientras masticamos los teléfonos lejanos el sol se derrite en un cronómetro flotante.



El tránsito volátil imprime su paso en el pavimento, y el calor sube, y el frio se extraña. Esta materialización del almanaque nos agranda los ojos. El esqueleto artesanal imita la tarea de las flores y las piedras, honradas por motivos incomparables.



Algo atravesando la humedad que le es propia domina, para dar alegría a la trágica caída del otoño. Sin meditar se rompe la pista y lo que se posa estalla.



A raíz del castigo inmerecido vinieron los confundidos, bonitos cual mi parlamento, y arrojados a los pastos. Concurren al almuerzo más lindo de la semana. Hay túneles, autopistas, puentes, miles de lugares para morir mejor. Pero así es la vida. No convida cuando se pasa el guarismo y el padecimiento del cuerpo no se puede medir. Así es la vida. 



Nuestras pasiones no han sido respetadas. Pregonan historias venidas a menos por los gauchos brillantes, que cabalgan con torpeza por la preciosa pradera.



Los antiguos caminos ya no funcionan y el paisaje en general se perdió en el espejo apretado. 



Atraen a las nodrizas del centro, o es una confusión reparable. Pero los delantales que mueren no se pudren en los arrabales. Lejanías que rebalsan en los baldes los vecinos. Y las maravillas de la música mortal se amontonan con rapidez.


Y nos deja detrás del telón del agrado negado. Cuya artesanía bordó nos entrega la paleta entera. Negándonos la información de cómo se maneja. Tiramos los pinceles en el prado lejano. Y nos vamos sabiendo que vamos a ser felices!!!



La energía se prueba cuando el cable pueblerino vibra a la par de los llamados. Es elástico y tiene el nivel de fuerza necesario para las tareas pendientes.



Que se haga presente fantasma la llegada primaveral. Mis aparatos se dedican entonces a volver de las cosas transparentes al mundo de polvo y disparates. Me falta y no hay nada del mismo tamaño.



La melodía final es horadada por la pasión mental. Ellos patean las guitarras. Ellos patean el bombo sagrado. A continuación viene del segundo siguiente de lo que queda: la  tardanza de un lío especial. Un caos de artesanos comiendo madera.



Se ha retrasado el estudio y la radio en llamas ilumina el sótano. Las mujeres aplican silencio y confirman el rechazo de los humos sociales.



¿Al menos la mujer de hiedra frente al cantante viento cansado? ¡Invierno hipnotizado!



Sin cesar acercando sus manos a las añoranzas petrificadas. Por su fotografía cardiológica lo sabía, por eso concurrió con un rosario que le dio un ciruja. Hay un principiante a cargo del final. Hay un final que puede ser un desastre. Y todavía la extraño… la extraño… todavía…



Los grandes bomberos acechan mi departamento. Hay murciélagos adentro del armario. El jardín repleto de ratas incendia mi corazón. Y yo que fui bueno. Aparto los objetos misioneros, traición. Acá se juega la fuerza motivadora de todos los colegios.



Distantes los perros caminantes. Y paso a paso la delicada unión de la verdulería y el Leonardo de Italia. Como los números lo indican, la pradera descansada en plural, y el misterio saltando en una pata pueden ser. Con música en el galpón de herramientas, al sur de la finca. Y aprietan la tela mentiras de apenas falsedades oculares ¡Vienen los caballos con el viento del sur a sentarse a la entrada del campo!



Donde juegan a ser modelos transferibles. Mientras amarillos vientos nos queman la espalda y ladran lindos aparatos naturales (dan miedo los sucesos fronterizos). Y se ven a lo lejos bandadas de loros, que viven en grandes cuevas que beben del sol, amables fantasías de marzo.



Si espanta la tipografía del documento no frenan ¿Se descalzan adentro del tibio galpón? No. Urdiendo la sana bondad en un efecto gélido y extenso.



Muchachos se alejan masticando manzanas. La fruta ideal para entender por qué los fugitivos de vidrio reaccionan así.



…es la luz que llevan adentro. Y el tumulto y el barullo y la espuma. Y la dureza y las llamas y el humo. Los animales dormidos en los toldos geométricos evocan indígenas palmarios que casi sin ropa no carecen de nada. 



Las flores agónicas frente a los primeros embates luminarios. Afuera el carnaval pregunta por la incidencia del fuego que rosa robustas criaturas insólitas. 21. Septiembre. He aquí una pintura polvorienta a punto de estallar frente a la inocente comprensión que padecemos. En las barriadas los reyes en bermudas ofertan felicidad momentánea, y todos prueban el caramelo maldito.



¡Qué lio dar clases a los muchachos traficantes! ¡Atesoran basura monogámica en grandes toneles! ¡Los toneles se tumban y ruedan hacia las casas de ropa! Después del gran temblor todos se sienten culpables. Algo indígena vive en nosotros, algo verdadero. Y jugamos de nuevo a la casita de cartón, con autos de cartón y camionetas. Niños disfrazados solicitan nieve levantando la voz. Durante las escenas políticas permanecen en silencio y los dibujos teledirigidos los atraviesan como la luz atraviesa los cristales.


Diálogo delirante y cargado de aplomo, son serios siiiiiiiiiiiii  el conocimiento se come las uñas mientras los muchachos se miran en el agua vecinal. El sabor enfático de la soda se palpa afuera, en los arrabales de la estación ferroviaria. Hace mucho tiempo los armarios estaban llenos de animales. Grandes mantas de prudencia hicieron su trabajo perforando la escarcha de la simpleza.


Si el futuro ya no fuera un aeropuerto popular. Entonces, los moderados estados nostálgicos me soltarán la mano.



Mientras lava la toalla de los fundamentos en el monte cabalgan preguntas alegres entre matas de viento. Todas las pasiones son abarcativas y también el evidente carácter de su piano. Los cinco soles que ganaba César serán mi encarnación de nuevo. Otra vez el agua colectiva, otra vez se arrodillan en la puerta del cine. El de saco mira una copa de vino, la mesa de mármol lo corrige y él se inclina en señal de aceptación. La alegría es exclusiva. El castigo se comparte.  


El estadio rompió su envoltorio de cartón y dejó que el fuego deglutiera un hilo. Equivocarse es una parte esencial, si no miren a Paz, en cuyo juego descansa el león de los martes.



Y cada piedra escalonada te lleva para abajo. Y la vida remota es imposible. La parte intensa se coagula en el paisaje moderno donde otra matriz otorgaría algo, no un gaucho cada cuatro libros ¡Se me va el tiempo por la rejilla! Y mi hermana no me conoce y usted prefiere el respeto. Cae la multitud si se le da tiempo. El presente detesta las habilidades suya. Y la vida remota es imposible.



Gira el viento en el cielo cuando pienso en vos nada me alcanza… Es celeste pero está encapotado y temo. Ahora que ser moderno es inútil. Ahora que por un billete te sacan un ojo del cráneo, ahora que urgen los piratas en el tinglado de mármol. El mar es nuestro dice un enamorado, y lo lanzan. Cuando las burbujas de agua se deslizan por el tablón el parche no es teatral. Piratas y gauchos caminan por el corso, los niños disfrutan del suspenso de las leyes explosivas. Se intuye qué hacer, pero la magnífica rutilancia de los hechos nos aplasta.



Desde la carpa ecológica las palmas rompen el celo monacal y los vidrios solidarios se levantan ¿Viste? Ya está. La sombra misántropa incendia los números morales. El módico paisaje en movimiento que absolutamente quieto se hunde en la chata oscuridad de la reina húmeda y milenaria. Otro planeta para casa. La gran cantidad de agua estimula los deportes. El edificio melancólico termina en el 4to B.



Por delante camionetas a vapor. La conducta reminiscente prepara la sorpresa mecánica para soportar los LP. Presionados desde adentro, o poseídos a la distancia. Los enanos felices no tienen apuro ni comprenden la pasión de la prisa. Vienen los caballos con el viento del sur a sentarse en la puerta del campo.



Para una completa presentación tardía de la figura simpática del paisaje monoteísta con las imágenes relacionadas. Respiremos.  Las matas se inclinan para que pasemos. Los animales no prosperan en la palidez meditativa que la luna traspasa. Respiremos. Hacia la sincera paciencia del gallo reincidente. Cuya voz contemporánea nos ilustra la época en repeticiones únicas del sermón de San Pablo. Este texto en forma de cruz transmite confianza. Este rancho elegante y vacío. La respiración y la recuperación nostálgica total.



Como perseguido natalmente por la pista donde duermen concentrados. La vida telúrica contrasta con la célebre escarcha. Descalzos arlequines sentados a la vera del camino en la pelea tradicional. Las rápidas guirnaldas en carne viva se balancean en el maquillado enlace de las representaciones queridas.



La pareja combinatoria se divide y la situación enfermiza se divierte a mis espaldas. La desidia llega a los jardines moribundos con su destreza parental. La pena preciosa se pone de rodillas. Construcciones originarias se alternan con jardines. Piletas triangulares y puertas redondas. La libertad restringida produce comportamientos formales en los bordes del parque liberal. Las ventanas y sus formas naturales atraen a los globos giratorios. Toda la energía puesta de pie no puede medirse.



Algo raro está pasando… el campo se opone y se ofrece de lo que ya no hay.



El auto determinante exige un respeto técnico que no comprendo. La patria vegetal despierta, se ríe. El aceite milenario no promete nada más, y los yuyales lúcidos danzan en la brisa mecánica. Los infantes están a la vanguardia. Las coloreadas construcciones frías han echado raíces en la tierra amarillenta. Está el árbol consagratorio. Allí se juran amor los sábados. Y luego de besarse caminan de la mano bajo las glorietas.



Aún no podría determinarse su esquema natal. La reminiscencia continua y toda la lucha por adherirse y el rechazo tradicional. ¡Ahora qué dignidad va a permitir la entrada de las matas verídicas y controlar las desviaciones determinables! El esqueleto artesanal imita la tarea de las flores y las piedras, honradas por motivos incomparables.


La música turbia repite la canción esparcida por el predio. El reproductor atraviesa la piñata con un pájaro virtuoso desde los sauces lejanos. Enfermeros locos manosean los cuerpos amparados por papeles firmados. En el puerto la locura se reparte y todos disfrutan de tener un perro travieso. Si los globos se inflan de alegría, y el portón revisa la pista con el sinsabor que atraviesa los cuerpos derrotados es una suerte volver a verte! cuando el sentido es indeterminable y la voz que lo esgrime no tiembla estamos en manos de un delincuente socializado por una mujer amarga



El castellano rutilante se extiende de margen a margen. Los enunciados trasladan la información hasta la tranquera espectacular. Nuestras pasiones no han sido respetadas. Pregonan historias venidas a menos por los gauchos brillantes, que cabalgan con torpeza en la pradera preciosa. Más al fondo están los chanchos estelares. Cuya ubicación beneficia a los parpadeos del campo.



Un idéntico gesto de rechazo en la propia realización del hombre en el planeta moribundo. El idioma constata la liquidez de las partes mientras los delincuentes laboriosos trabajan acariciando carteras. 



Tienes revoluciones evaluativas que te limitan.  


Mientras la tarde impiadosa memoriza las crisis, memoriza el origen, memoriza los caminos, valora los sucesos, elige.



El clima se suscribe a las acciones debilitadas por el viento de vuelta. En los bosques trenzados nacen niños maravillosos que conducidos por gigantes aterrizan en los campos de arroz. 



En una apertura y en un cierre que se alternan produciendo el efecto de la vida, la posibilidad de la vida ¡Y el dichoso parque no recibirá más el dolor de un suceso que todavía se sigue desarrollando!



Es el fin de las danzas industriales. Es el fin de  las danzas comerciales.



Se ha interrumpido emocionado por la bella música de los motores. El gran fundamento semanal solapa la deuda secreta. 


En luces fundamentan su materialidad señalando las aguas que danzan en la frente de los pescadores.


Pero buena para el proyecto parcial de la humanidad. Aunque los abogados diseñen conjuntos de piedras establecidas por los antiguos preceptores que fabrican pelotas inútiles pero expresivas. Como los alegatos perentorios que se estrellan en los intereses de los vecinos estáticos. 








Nació en Buenos Aires en 1974. Publicó Campo afuera (2000), La sedante del pacto (2001), Difícil Life (2004), Silencio no es estar solos (2006), Quiroga Tiger (2008), La escritura (2010), La copa de la cabecera (2014), Cien astillas de un palo mayor (2018) y 900 Astillas de un palo mayor (2022). En colaboración con Pablo Katchadjian y Marcelo Galindo publicó Los albañiles (IAP, 2005) y La Gioconda / Los albañiles (Ivan Rosado, 2016); y, con Luciano Lutereau, Repetición, variación y divergencia (Pánico el pánico, 2012). En 1998 grabó la obra sonora Catálogo de los extremos junto al guitarrista Adrián Fernandez, editado en 2011 por el sello discográfico de la editorial Pánico el pánico. Escribió los textos del drama lírico En la isla, del músico Claudio Alsuyet, estrenado en el Teatro Colón en 2001 para el área Centro de Experimentación (CETC). Coordina talleres de escritura poética desde 2007.


Las ilustraciones son de Norman Rockwell



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