— No estoy particularmente interesado en las tendencias conceptuales en la literatura latinoamericana. Que no esté particularmente interesado no significa que no esté interesado: significa que no estoy exclusivamente interesado. Me interesa tanto aquello que puede ser etiquetado de conceptual como de no conceptual, y de hecho no estoy seguro de los límites entre lo conceptual o lo no conceptual. No estoy seguro, tampoco, si tiene sentido tiene tratar de definir si algo es conceptual o no, o si es latinoamericano o no, o si es literatura o no.
— Hace un par de años, Carlos Soto Román publicó una traducción de «Please,
no more poetry» de Derek Beaulieu en
una página web chilena, bajo el título «Por favor, no más poesía». El ensayo comienza así: «La poesía es el último
refugio de lo poco imaginativo./ La poesía tiene poco que ofrecer fuera de la
poesía misma. Los poetas eligen ser poetas porque no tienen el impulso de ser
algo mejor» (2013). De inmediato
surgió una respuesta del poeta Héctor Hernández Montecinos, bajo el título «La
poesía es una nueva vida. A partir de 'Por favor, no más poesía' de Derek
Beaulieu (traducido por Carlos Soto Román)», que comienza así: «La poesía es el arte de la
imaginación por excelencia./ La poesía le ofrece al mundo no una visión de la
poesía sino una visión de ese mundo./ Los poetas deciden serlo porque uno se
consagra de verdad ante lo que no conoce pero siempre ha estado» (2013). Luego prosigue: «La mala poesía surge de
cuando abandona lo genuino de la vida./ Ser natural es ser honesto y la
honestidad es política», y concluye
proclamando: «La poesía es una nueva vida para una nueva humanidad» (2013).
— Carlos Soto Román es un poeta chileno que vivió en Filadelfia entre 2009
y comienzos de 2014. Durante ese período participó en numerosas publicaciones y
actividades vinculadas al conceptualismo. Vanessa Place presentó una serie de
poemas suyos en la revistas Dear Navigator, y allí indica que «Chile has
a longish extant history of conceptual poetry” (2011). Soto Román fue uno de
los integrantes de la mesa «Global Conceptualisms» organizada por Place en París, en junio de 2012. Su intervención comenzó así: «As a starting
point, I’d like to clarify that in Chile, Conceptual writing doesn’t exist;
that is to say, it doesn’t exist as a concept. However, there are many works
and writers that may well be classified as conceptualists». Entre ellos menciona como principal antecedente a
Juan Luis Martínez, autor de una obra inclasificable titulada La nueva
novela, compuesta entre otras cosas por la apropiación de numerosos textos
e imágenes de fuentes literarias y no literarias. Finalmente se pregunta por la validez de la etiqueta «conceptual»: «But, how about the
use of foreign label? Does it make any sense? In order to answer that, we
shouldn’t forget that a 'national' category could be questioned as a valid unit
of analysis for an art that usually overcomes geographical boundaries, since
usually the understanding of these phenomena is more convenient if it’s
regarded as a cross between international trends» (2012).
— Carlos Soto Román también ha participado en otros dos proyectos
relevantes para las discusiones en torno al conceptualismo en Latinoamérica.
Uno de ellos es el dossier preparado para la revista Laboratorio en
2013, en el que reúne a autores estadounidenses y canadienses que ya tienen un
lugar establecido en este movimiento (Place, Beaulieu, Christian Bök, Rob
Fitterman), algunos más jóvenes (Holly Melgard), y también europeos (Franck
Leibovici, Riccardo Boglione), junto con varios latinoamericanos (Cecilia
Vicuña, Sara Uribe, Ricardo Domeneck, Pablo Katchadjian, Ezequiel Alemian,
entre otros). En su introducción también vuelve a preguntarse por las
dificultades de esta etiqueta: «si bien, pareciera ser que todos los que
actualmente practican el Conceptualismo entienden perfectamente en teoría de
qué se trata, en la práctica, nos daremos cuenta a través de sus obras que
dicho entendimiento está volcado, de una forma rizomática, hacia las más
diversas y extrañas direcciones» (2013).
El otro es la traducción al español y ampliación de Do or DIY, un
ensayo de Craig Dworkin, Simon Morris y Nick Thurston. En esta edición se
incluye una «[ESPECIE DE POSGRAFO]» de Andrés Ajens, que comprende el procedimiento de
apropiación de una manera bastante más abierta:
si el llamado a la «apropiación» de textos o huellas no abre desde
ya una fisura o pliegue en él mismo, la susodicha apropiación corre el riesgo
de reiterar (maquinalmente) lo peor: la apropiación imperial, el saqueo de
Cuzco, Tenochtitlán y Bagdad, la maquinación colonial en toda (no sólo la
barroca) variedad, etc., etc. Una cosa, apropiarse de haberes de instituciones
nacionales, internacionales y transnacionales de arte & cultura, otra
apropiarse de los restos de quien habrá carecido de todo haber, o casi.
(Dworkin; Thurston; Morris, 2013: 34-35)
— Carlos Soto Román y yo nos reunimos en Nueva York el año 2010 y en
Filadelfia el año 2012. En ambas ocasiones me manifestó su gran entusiamo por
el conceptualismo y la necesidad de difundir y complejizar sus propuestas
cuando volviera a Chile. Sus amigos estamos preocupados desde que volvió a
Chile.
— Carlos Soto Román escribió un ensayo titulado «El plagio del plagio», en el que destaca la irrupción paralela e
independiente del conceptualismo norteamericano y el «Neoconceptualismo», movimiento creado por Carlos Almonte y Alan
Meller a fines de los ‘90 que culmina el año 2001 con el libro Neoconceptualismo.
El secuestro del origen. Dicho libro, que recién fue publicado físicamente
en New Delhi el año 2010, se caracteriza por la construcción de textos propios
a partir de textos ajenos. El texto de Carlos forma parte de Neoconceptualismo.
Ensayos en el que se reúnen las miradas de diversos académicos y
escritores. Entre ellos se cuenta Riccardo Boglione, escritor italiano, que
residió en Estados Unidos y actualmente vive en Uruguay, desde donde edita la
revista Crux Desperationis. En su texto él establece una diferencia: «Si
los chilenos no se desprenden de la fuente exquisitamente literaria [...] y
tampoco del recurso al montaje más o menos febril [...] el conceptual
writing es mucho más flexible. Admite todo tipo de producción textual» [y]
emplea técnicas de manipulación que no presuponen necesariamente un montaje
creativo del material» (Cussen; Almonte;
Meller, 2014: 113).
— Carlos Soto Román y Riccardo Boglione participaron en una serie de
intercambios internacionales promovidos por Vannesa Place en la revista Jacket2
bajo el rótulo «Global Conceptualisms», que prolongan el diálogo iniciado en la mesa organizada
en París. Carlos Soto Román
destaca que su interés en el conceptualismo «has a root that is almost
archeological, in the sense that provides me a new context in which I can
relate, rescue, and promote different readings and/or ways of understanding
fundamental works that are not well known outside Chile, which appeared years
before the current Conceptualist movement was born. I’m talking about my local referents here». Luego define su relación con el conceptualismo
como un estado de Facebook: «it’s complicated» (en Hallberg; Soto-Román, 2012). Boglione también describe su propia situación: «in
the area where I live, the Cono Sur (Uruguay, Argentina, Chile), I know of only
a few writers who employ creative strategies that might be said to connect with
conceptualism. Moreover, as far as I know, these writers do not conceive of
themselves as part of a community. Of course, there are some writers, for
example Felipe Cussen and Carlos
Soto-Román, who are well aware
of the conceptualist movement, and who in fact embrace it» (Victor y otros,
2013).
— ¿Yo he abrazado el conceptualismo? ¿Cómo se abraza
el conceptualismo?
— No sé si he abrazado el conceptualismo, pero cuando recibí en mi casa la
voluminosa antología Against Expression. An Anthology of Conceptual Writing casi tuve que abrazarla para leerla. Unos meses
después le escribí a Craig Dworkin un tímido correo titulado «From Chile»[1] en el que le decía: «A couple of months ago I
received your anthology ‘Against expression’, and it made me think in a couple
of contemporary latin american writers which could also be related with
conceptual poetics». Siempre que le escribo
un correo a una persona importante del extranjero coloco «From Chile», para provocarles compasión.
— Mi tímido correo corresponde al mismo entusiasmo de mi amigo Carlos. Al
conocer las formulaciones del conceptualismo tal como lo definían Kenneth
Goldsmith, Craig Dworkin, Vanessa Place, Rob Fitterman y Marjorie Perloff,
teníamos la sensación de que existía una coincidencia con algunas de las
prácticas propias y de otros autores cercanos. También habíamos utilizado
procedimientos como la apropiación y la reiteración para desarrollar una
poética en la que se disolviera la subjetividad. En gran parte esto se debía a
una incomodidad con la experiencia de haber crecido en Chile, donde todos se
creen poetas, y donde todos creen que ser poeta significa sufrir mucho. En mi
caso también respondía a un interés previo por los referentes compartidos con
el conceptualismo, particularmente OuLiPo, la poesía concreta, el arte
conceptual y la música electrónica. Y al igual que Carlos, también se ligaba a
la revalorización de figuras de nuestra tradición como Juan Luis Martínez.
Creo que ese impulso ha sido parecido al de otros poetas y académicos
latinoamericanos que se han acercado al conceptualismo. Ricardo Domeneck, por
ejemplo, toma como punto de partida Notes on Conceptualism de Rob
Fitterman y Vanessa Place, y los diálogos en Jacket2 para pensar en una
posible cartografía conceptual al interior de la tradición experimental de la
poesía brasileña, en la que podría incluirse obras como el famoso «beba coca
cola» de Décio Pignatari
(2013). Marco Antonio Huerta comenta la traducción de Cristina Rivera Garza de Notes
on Conceptualism, y comenta
Existen casos que apuntan a que los conceptualismos se
encuentran ya en práctica en el español. Pablo Katchadjian recién engordó El
Aleph de Jorge Luis Borges y anteriormente ordenó de la a a la z los versos del
Martín Fierro de José Hernández. En México, Sara Uribe reescribió la Antígona
de Sófocles por medio de la apropiación de testimonios sobre los desaparecidos
de los últimos años. El chileno Carlos Soto Román trabaja con la materialidad
de lenguaje público y en su aspecto visual desde su condición de inmigrante en
los Estados Unidos. Notas sobre conceptualismos aparece concomitante con el
entusiasta rescate editorial de la obra del artista y escritor mexicano Ulises
Carrión, lo cual abona a la urgencia de sumarse a este diálogo. (2013)
Y Mónica de la Torre, poeta nacida en México que reside en Estados Unidos
desde 1993, también ha reivindicado la figura de Ulises Carrión (2013) y
nuevamente la de Juan Luis Martínez (en Corrected Slogans, 2013: 203).
— Cada vez que he hablado con un escrito conceptual norteamericano, lo
primero que me preguntan es: ¿Conoces a Mónica de la Torre? Mónica de la Torre
es la única autora de origen latinoamericano incluida en la antología Against
Expression,[2] y
también aparece, junto a Cecilia Vicuña, en I’ll Drown my Book. Conceptual
Writing by Women. En efecto, tanto en esas selecciones como en el listado
incluido al final de Notes on Conceptualisms, el grueso de los
seleccionados pertenecen al ámbito estadounidense, canadiense, inglés y, en el
caso de Against Expression, también francés. El interés por pensar el
conceptualismo a nivel global corresponde, entonces, a una segunda etapa,
posterior a la de su primera cristalización teórica y editorial en torno a
2010.
Vanessa Place explicita esta intención de manera irónica pero no menos
certera esta intención en su texto «Global Conceptualisms. I am American»: «I am American.
Thus, it is my manifest destiny to arrive late on the scene and take credit for
any subsequent victory» (2012). En la presentación de la serie de intercambios en Jacket2
detalla cómo el conceptualismo opera y responde a referentes muy diversas en
sus respectivos contextos:
In the United States and Canada,
conceptualism is an early 21st century literary movement with antecedents in
the Duchampian readymade, 80s appropriation art, Brazilian concrete poetry, and
French Oulipian constraint writing. In France, «poetic documents» work as
site-specific nodes of sociological and linguistic analyses; in the
Philippines, conceptualism serves as performative institutional critique.
Sweden and Chile have 40-year legacies of conceptual writing born of disparate
political climates and their critiques. In Iran, literary appropriation is
literary tradition; current Russian videopoetics has its roots in 1970s Moscow
Conceptualism. Conceptual writing is newer to Germany and Mexico, where
practitioners use its techniques to rearticulate contemporary and past history.
(en Hallberg; Soto
Román, 2012).
El tono cuidadoso de Place contrasta con las proclamas más provocativas y
quizás inocentes del líder más famoso del conceptualismo, Kenneth Goldsmith.
Pero de todos modos, ambos han recibido el mismo tipo de críticas precisamente
a partir de su comparación con la escena latinoamericana. Kent Johnson, por
ejemplo, critica el conservadurismo del conceptualismo norteamericano en
contraste a su desarrollo en contextos de represesión cultural y política, como
la dictadura chilena (2013). Del mismo modo, Calvin Bedient se vale de poetas
como César Vallejo o Raúl Zurita para defender una poesía basada en los
afectos.[3]
La crítica más dura, sin embargo, proviene del mexicano Heriberto Yépez, quien
cuestiona la novedad de las propuestas de Goldsmith: «Su innovación es
cuestionable. Un ejemplo entre otros: Ulises Carrión hace un tercio de siglo
hacía cosas que hoy abanderan norteamericanos», y además ataca sus pretensiones de globalización:
«Reiteran prácticas colonialistas. Vía manifiestos, antologías y membresías,
borran o se apoderan de otras historias. [...] Vanessa Place o Goldsmith
encarnan el expansionismo norteamericano y lo tornan buen gusto, refinamiento
post-experimental, radical-soft» (2013).
— El panorama que he descrito refleja una serie de tensiones, prejuicios y
malentendidos que vuelven muy difícil definir las tendencias conceptuales en la
literatura latinoamericana. Frente a estas resbalosas condiciones se corren
además dos riesgos: por una parte, sería absurdo negarse a establecer
relaciones entre prácticas y reflexiones similares que se están produciendo en
Latinoamérica, Estados Unidos o Europa, pero por otra parte se puede caer en el
exceso de abusar de la «marca» conceptual hasta que se torne irrelevante.
¿Queremos que el conceptualismo global sea como una publicidad de Benetton?
— He acumulado esta serie de declaraciones que nos hablan de las
condiciones en que podrían surgir las tendencias conceptuales en la literatura
latinoamericana, pero estas vagas explicaciones y referencias a autores poco
conocidos impiden formarse una idea más clara de sus características. Es
importante conocer la discusión en torno al conceptualismo en Latinoamérica,[4]
pero una vez conocida creo que es aún más necesario dejarla a un lado.
He colocado estos elementos sobre la mesa sólo para quitarlos.
— Cuando un amigo leyó estas primeras notas me dijo: «quedamos igual». Pero no quiero que quedemos igual. Tampoco quiero
ser impreciso. Hablaré, entonces, de algunas obras de otros dos escritores que
me interesan mucho. Dejaré descansar a mi amigo Carlos, y me referiré a Pablo
Katchadjian y Luis Alvarado. Ambos conocen el conceptualismo norteamericano,
pero también conocen muchas cosas más.
— Pablo Katchadjian se propuso reescribir tres grandes clásicos de la
literatura argentina. El primero fue El Martín Fierro ordenado
alfabéticamente (2007). Tal como suena, este libro corresponde al
reordenamiento alfabético de los versos de la primera parte del Martín
Fierro de José Hernández. He aquí un fragmento:
como a buscarme la hebra,
como a perro cimarrón
como a quererme comer;
como a quererme ensartar,
como agua de la virtiente.
como agua de manantial.
como agua de manantial;
cómo andaba la gauchada
cómo andaría de matrero,
como bicho sin guarida;
como burro con la carga.
como
carne de cogote:
como
carne de paloma.
como chico con lumbrices.
como cosa más sigura.
como criollos entendidos
como de alma que anda en pena.
como el pájaro del cielo;
como el pájaro en su nido;
como el perro que oye truenos.
como el ruido de un latón.
como el sufrir y el llorar.
como encomienda de pobre.
como esas aves tan bellas
cómo fue la conclusión.
como guacho pa la leche».
como güérfano a la teta.
como haciéndomé chiquito.
(2007: 11-12)[5]
Como destaca el novelista César Aira, «El resultado es un poema a la vez
extraño y conocido, una cámara de ecos del poema nacional», y su efecto resulta inquietante: «nos damos
cuenta con sorpresa de que nos hemos librado justo de lo que más nos molestaba:
de esa insistencia de una voz en decirnos algo, hacerse entender, convencernos» (2009). Incluso llega a imaginarse sus efectos
futuros:
Habría que pensar en generaciones y generaciones de
escolares a los que se les hiciera leer sólo este Martín Fierro ordenado
alfabéticamente, ocultando celosamente el otro, el convencional. Las
desventuras del gaucho, consteladas en orden alfabético, y acompañando a estos
jóvenes argentinos el resto de sus vidas (porque el juego no tendría gracia si
no se los obligara a aprenderlo de memoria), daría origen a la larga a una
nueva nacionalidad, distinta, si no mejor al menos más arriesgada... (2009).
Juan José Mendoza, en cambio, lo vincula fuera de sus límites, y lo sitúa
de acuerdo a «las lógicas de la transgresión y con las artes plásticas de los
‘80 norteamericanos: fotocopia y escrituras al margen; apropiacionismo e
intervención» (2011: 63). Incluso
cita a Burroughs cuando se refiere a este procedimiento como un «virus
informático» (2011: 64). Una
descripción similar por cierto, se lee en la contratapa de Re-Writing Freud
de Simon Morris:
A virus or process of contagion
has been at work, intervening in Sigmund Freud’s The Interpretation of
Dreams, rupturing it and returning it to us in a new order. By subjecting
Freud’s words to a random re-distribution, meaning is turned into non-meaning
and the spectator is put to work to make sense of the new poetic
juxtapositions. The world of dreams is subject to the laws of the irrational
and Re-Writing Freud gives the spectator the chance to view Freud’s text
in its primal state. (2005)
A pesar de la coincidencia en el efecto de desacralización de un clásico y
la disolución de su sentido, es interesante destacar que se produjo desde
procedimientos casi opuestos: la aplicación rigurosa del orden alfabético, por
una parte, el azar, por otra.
Sería igualmente interesante comparar este Martín Fierro con otras
obras ordenadas alfabéticamente. En Against Expression se incluyen
algunos ejemplos, pero el que más me gusta es uno que también lo explicita
desde el título: The Bible (alphabetized) de Rory Macbeth.
babbler babbler babbling
babblings babblings babe babe babe babe babe babe babes babes babes babes babes
babes babes babes babes back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back back
back back back back back back back back back back back back back back back
backbiteth backbiting backbitings backbone backs backs backs backs backs backs
backs backs backside backside backside backslider backsliding backsliding
backsliding backsliding backsliding backsliding backsliding backsliding
backsliding backsliding backsliding backsliding backslidings backslidings
backslidings backslidings backward backward backward backward back- ward
backward backward backward backward backward backward back- ward backward
backward backward backward backward backward bad bad
(en Dworkin; Goldsmith, 2011: 359)
La aplicación del orden alfabético se aplica a partir de una medida menor: las palabras. El efecto de uniformidad visual, por consecuencia, es mucho mayor, e incluso hay páginas completas con una sola palabra, «be» (363-68). Esta comparación permite valorar con mayor precisión la decisión de Katchadjian: él ha preferido que el sentido caótico de su reordenamiento sea guiado por la misma estructura rítmica del verso octosílabo original. Dicho de otro modo, aunque su sentido sea confuso, suena parecido, y ese ritmo resulta extrañamente acogedor para sus compatriotas que lo repitieron una y otra vez en la escuela.
— Pablo Katchadjian también se propuso recopilar una serie de citas de
periódicos y revistas argentinos a lo largo de 2012. Finalizó el 6 de
diciembre, y lo publicó como e-book el 7 de diciembre, justo el día en que se
comenzó a aplicar la Ley de Medios, que impedía la concentración de medios de
comunicación, y que enfrentó a la presidente Cristina Kirchner con el grupo
Clarín, de tendencia opositora. Frente a este panorama particularmente
caldeado, Katchadjian se impuso restricciones bastante específicas:
en contraste con lo que ocurría en el marco original de
estas citas, este libro no está hecho para convencer a nadie de nada, y sin
embargo pienso que podría resultar útil. Otras aclaraciones: tomé de los mismos
medios los nombres, títulos, cargos y definiciones de quienes hablan; no incluí
suplementos culturales; el orden de las citas, en general, es el de
recolección, y el nivel de composición es mínimo; si bien varias de las citas
no están enteras, traté de no forzarlas ni tergiversarlas; y, por último: sólo
cité citas. (2013: 7).
Esta tarea es distinta a la de El Martín Fierro...: si en aquel
primaba la concepción de una idea que después simplemente debía ser aplicada,
aquí hay un trabajo selectivo, pero que tampoco intenta mostrarse virtuoso,
sino más bien simplemente busca transmitir el desorden y la cacofonía del
debate público. Es, a su manera, un poema eminentemente realista.
He aquí un ejemplo de las combinaciones que se producen:
«Nos detuvieron los agentes de los Servicios de
Inteligencia bolivarianos y nos acusaron de espionaje», dijo el conductor y
periodista Jorge Lanata.
«Lo que más me interesa de Borges es la idea de que todo
es plagio, de que hay cuatro ideas y todas están en la Ilíada», dijo el escritor portorriqueño Luis Othoniel Rosa.
«Ahora estamos más tranquilos, pero estamos bastante
indignados», dijo el conductor y periodista Jorge Lanata.
«Nosotros estamos abiertos al diálogo», dijo el suboficial de Gendarmería Raúl Maza.
«La verdad es la verdad y las cosas como son», dijo la heredera del escritor Jorge Luis Borges, María
Kodama.
«Ojo, que poner buena onda todo el tiempo cansa»; dijo Pedro Kalaydjian, guardia del subte. (2013:
120-21)
La crítica argentina Graciela Speranza refiere la experiencia de esta obra
en los siguientes términos: el lector «recuerda haber leído algunos de los
dichos, descubre otros, viaja en el tiempo de las referencias. Pero también
arma sus propias series, contrasta unos con otros, sonríe, se consterna,
descubre la ironía dramática que les dio el paso del tiempo e intenta
infructuosamente descifrar la lógica que los reúne, mientras se entrega al
mecanismo y sigue leyendo» (2013). La relaciona con otros casos de apropiacionismo
en la literatura argentina contemporánea como «las páginas subrayadas,
escogidas y escaneadas de Ezequiel Alemian (El tratado contra el método de
Paul Feyerabend) y la poesía spam a través de búsqueda en Google de
Charly Gradín ('El peronismo es como...'; 'Cae la tarde y...')», pero además enmarca su
lectura ampliándola a referentes literarios como William Burroughs, David
Markson y Kenneth Goldsmith, y también visuales, como The Clock de
Christian Marclay. Me gustaría añadir como otra comparación posible: el libro Päivä
de Leevi Lehto, también incluido en Against Expression, quien también se
autoimpuso una seria de estrictas restricciones para reorganizar las noticias
de un solo día emitidas por la Finnish News Agency (en Dworkin; Goldsmith,
2011: 339-40).
Katchadjian también cita sus propios referentes en el prólogo: «Mientras lo
hacía, me acordé, un poco epifenomenalmente, de un poema (‘a balada de los
esqueletos’, de Allen Ginsberg) y de dos libros (Falsos pareados, de
Alejandro Rubio, y Rayar, de Ezequiel Alemian)» (2013: 7). Todos estos
ejemplos resultan bastante ilustrativos, particularmente Rayar de
Alemian, quien más de diez años antes se había propuesto: «Escribir una
frase cada día de mi vida, que no pueda ser corregida ni descartada» (1999: 4). Finalmente
Katchadjian cita una frase de Jonathan Swift cuyo sentido comprendí
perfectamente al terminar el libro: «Detesto leer sus escritos, porque no
comparto sus principios y no puedo soportar que se me trate de convencer» (en Katchadjian, 2013:
7).
— Luis Alvarado también se ha propuesto muchas cosas, y varias de ellas se
encuentran en su único libro de poesía editado hasta la fecha, titulado
correctamente Inventario. Su obra está influenciada por el poeta y
artista peruano Jorge Eduardo Eielson (que merecería sumarse a la ilustre
galería de precursores como Juan Luis Martínez y Ulises Carrión)[6]
y también se relaciona con la artista conceptual Luz María Bedoya y el poeta
Mario Montalbetti, pero también bebe de Fluxus y el arte conceptual
norteamericano. Es muy activo en el campo de la música experimental y la poesía
sonora.
Un buen ejemplo de todos sus
intereses se encuentra en una de las secciones de Inventario. «Notas a
un box set vacío. 9 piezas perdidas de la música peruana», es una pieza que
inicialmente iba a aparecer en una revista musical, que compila una serie de
composiciones perdidas, de las que solo hay algunas referencias. Éstas son
algunas de Manongo Mujica:
En 1973 realizó una serie de experimentos con frotaciones
sobre objetos diversos: un papel, un libro, mesas, alfombras, cojines, todo lo
que pudiese frotarse con la finalidad de crear capas que emularan el sonido del
mar. Durante un año se encerró en el estudio miraflorino de Sandro Li Rossi.
Tras tener la grabación terminada un buen día le regaló la única copia a un
productor alemán: «En ese momento sentía que era lo que tenía que hacer, al mar
no lo podía retener” declara Manongo.
En 1980 fue invitado a Estados Unidos a un homenaje que
se le realizaba al compositor norteamericano John Cage. Allí presentó una obra
que consistía en pisar una serie de círculos formados con una tonelada de hojas
secas crujientes micradas. Sobre esta obra ha dicho Manongo: «Se grabó pero yo
no tengo copia de eso. Eso se lo lleva el viento. Las mejores cosas son así». (2010: 52)
Eduardo Chirinos destaca lo que implica enterarse de estas obras que nunca
se podrán escuchar: «Esta imposibilidad es doblemente traumática: primero
porque se trata de composiciones experimentales y altamente innovadoras [...]
y, segundo, porque estas composiciones realmente existieron» (2011: 211).
Vale la pena comparar este listado con uno igualmente silencioso realizado
por Craig Dworkin: «Further listening», el último capítulo de
su libro No Medium. Dworkin nombra una larga lista de obras silenciosas
como la famosa 4’33” de Cage, pasando por Alphonse Allais, Yvez Klein,
Yoko Ono hasta otras más nuevas como las de Language Removal Service, Nick
Thurston o JAMeS WHITeHead. El paralelo entre dos textos aparentemente tan
parecidos nos permite destacar una diferencia particularmente significativa:
todos los silencios reunidos por Dworkin son voluntarios y su efecto es más
bien provocador, a veces divertido; todos los silencios reunidos por Alvarado
son involuntarios y su efecto es melancólico, dramático.
— No quise utilizar el adjetivo «conceptual» durante esta rápida
presentación de algunas obras de Katchadjian y Alvarado. No es que no crea que
no puede aplicarse, pues por algo he propuesto su comparación con ejemplos ya
sancionados dentro del conceptualismo. Me abstuve porque creo que estas obras
reclaman algo más que esa etiqueta, y nos obligan a entender su posición en los
campos culturales desde los que emergen. Creo que primero hay que leerlas y
contextualizarlas y sólo entonces comenzar a preguntarse por la pertinencia de
este calificación. Su carácter literario también es borroso, pues su autoría no
se basa en la creación sino en la recopilación y el reordenamiento. Cuesta
distinguir si se trata de narrativa, poesía, periodismo o simplemente un
collage. Pero lo que me resulta más desafiante es el modo en que permiten
cuestionar las categorías en que suele encasillarse la literatura
latinoamericana. Sus obras traen a la mente conceptos como nación, política,
memoria, desaparición, que muchos de nuestros críticos y especialmente la
mirada paternalista de muchos académicos norteamericanos han convertido en
clichés. Katchadjian y Alvarado no satisfacen sus expectativas con denuncias y
reivindicaciones explícitas, sino que provocan su emergencia a partir de operaciones
negativas. Por último, lo que me interesa más es que estas obras, como las de
mi amigo Carlos y muchos más, nos permiten alterar el mapa del conceptualismo
como se ha venido escribiendo hasta hoy. La mejor operación crítica que se me
ocurre consistiría en fotocopiar algunas páginas de El Martín Fierro
ordenada alfabéticamente y La cadena del desánimo, y pegarlas
entremedio de la antología Against Expression, y hacer lo mismo con «Notas
a un box set vacío» y agregarlo como un nuevo capítulo a No Medium.
Esto es lo que quería colocar sobre la mesa.
Nota:
Leí este ensayo en el
Departamento de Inglés de la Utah Universidad, el 21 de octubre de 2014,
mientras visitaba a Craig Dworkin. Posteriormente ha habido más intercambios
entre los conceptualismos del norte y del sur. Mi amigo Carlos Soto Román ha
publicado una serie de posts titulados «Chilean Poetics» en Jacket2 (2014a, 2014b,
2014c, 2014d, 2015), y el académico norteamericano Scott Weintraub publicó
una monografía sobre Juan Luis Martínez, donde también establece una relación
con el conceptualismo («in terms of
recent critical discussions of citacionality and borrowing vis-à-vis two books
on contemporary and historical experimental writing processes: Marjorie
Perloff’s Unoriginal Genius:
Poetry by Other Means in the New Century (2010) and Kenneth Goldsmith’s Uncreative Writing: Managing Language in the
Digital Age (2011)» (32-33)). Un par de libros de Kenneth
Goldsmith han sido traducidos en Chile y Argentina (Fidget fue traducido como Inquietud
por Sebastián Jatz Rawicz (2015a), quien también tradujo Theory como La
Teoría del Herrero de Oro (2015b), y Uncreative Writing fue traducido
por Alan Page como Escritura no creativa (2015c)). En mi propia
investigación encontré algunas interesantes reflexiones que no había advertido
previamente, como las de Los muertos indóciles. Necroescrituras y
desapropiación, de Cristina Rivera Garza (2013), donde profundiza en el
conceptualismo norteamericano en dialogo con la teoría europea y muchos
escritores latinoamericanos. También realizamos un diálogo con Riccardo
Boglione y Carlos Soto Román en la Universidad de Santiago de Chile, adonde
también invitamos a Craig Dworkin y organizamos algunas reuniones y una lectura
con poetas chilenos como Carlos Cociña, Martín Gubbins, Carlos Almonte y Alan
Meller. En el intertanto, sin embargo, ha habido un importante cambio en la
percepción del conceptualismo en Estados Unidos, tras la lectura de Goldsmith
del reporte de autopsia de Michael Brown en Brown University, y posteriormente
con los tweets de «Gone With the Wind» de Vanessa
Place. The Mongrel Coalition Against Gringpo (un grupo anónimo asociado a poetas como el
brasileño Lucas de Lima, que estudia en Penn University) atacó fuertemente a
los poetas conceptualistas y planteó argumentos basados en la descolonización.
Estos grandes debates (que obviamente tienen muchas dimensiones políticas y
estéticas) implican un escenario muy diferente al que acabo de describir. Pero
de algún modo considero que la estrategia de Mongrel es finalmente un fracaso,
porque están utilizando exactamente el discurso que los críticos americanos
esperan de los escritores latinoamericanos, y se están autoexotizando. Estas
discusiones, por supuesto, se llevan a cabo en el medio más capitalista de
todos: Facebook. De hecho, ahora estaba tratando de encontrar un comentario muy
inteligente (o eso supongo) que escribí en el muro de Lucas de Lima, que tenía
algo que ver con mi difícil experiencia viviendo en el tercer mundo, pero acabo
de descubrir que ya no somos amigos.
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[1] Correo electrónico a Craig Dworkin, 27-4-2011
[2] En el prefacio «The Fate of Echo», Dworkin también menciona a Pierre Menard, el
personaje creado por Jorge Luis Borges, como un «uncreative writer» (Dworkin; Goldsmith, 2011: xlv).
[3] Rachel Galvin le replica con una fuerte advertencia: «There is a danger
in canonizing non-English-language poets as martyrs whose ‘suffering’ may serve
as a beacon to ‘us’» (2014a). Luego va más allá en su artículo «Poetry is Theft», en el que propone considerar la antropofagia de Oswald de Andrade y
Haroldo de Campos como una perspectiva para analizar a los escritores
conceptuales norteamericanos: «I am proposing the cannibalistic logic of poetic
displacement as an alternative to the concept of ‘uncreative writing’ that has
begun to gain currency among North American poets and scholars» (2014b: 23).
[4] Es importante,
también, conocer no sólo la discusión sobre el conceptualismo «literario» sino también sobre
el arte conceptual en Latinoamérica, que ha sido muy fuerte desde los sesenta.
en 1999, Luis Camnitzer, Jane Farver and Rachel Weiss, publicaron Global Conceptualism: Points of Origin
1950s-1980s, en el que proponen ampliar «the geographic scope of the
definition of conceptualism, to open up the meaning of the term itself to
include a spectrum of artistic intents and responses to reality/circumstances
that goes beyond the limits of the usual (and formally derived) art world scope» (1999: xi). En un libro posterior, Conceptualism in Latin American Art: Didactics
of Liberation, Camnitzer pretende «to trace the roots and genealogies of
Latin American conceptualism from its own tradition rather than treating it
like a derivative product of what was current in New York and Paris, often many
years later» (2007: 3). Allí enfatiza la importancia de los
precursos literarios, como Max Aub, Vicente Huidobro, José Juan Tablada, Carlos
Oquendo de Amat, Oswald de Andrade, Nicanor Parra, Noigandres group, Ferreira
Gullar y Ricardo Carreira, y también subraya la naturaleza política del
conceptualismo latinoamericano. José Ignacio Padilla sigue esta perspectiva al
analizar el trabajo del poeta chileno Martín Gubbins, a quien considera que se
puede comparar con la figura del «unoriginal genius» de Perloff y las
prácticas apropiativas de Goldsmith, pero que difiere en sus propósitos más
políticos: «Quizás en este matiz
político se manifieste nuevamente la diferencia entre el conceptualismo del
norte (más aséptico) y el conceptualismo del sur (más cercano a la crítica
ideológica). Ver Camnitzer (2009)» (2014: 62; se refiere a la versión española de Global
Conceptualism (Didáctica de la liberación: arte conceptualista latinoamericano
(Murcia: CENDEAC, 2009)).
[5] Este libro fue incluido en la antología Reprint.
Appropriation & Literature, editada por Annette Gilbert,
junto a otros autores latinoamericanos como Ulises Carrión, Ezequiel Alemián y
Milena Bonilla Galeano.
[6] También ha investigado sobre su compatriota Heinrich
Helberg, a quien sitúa en la intersección entre la poesía experimental y el
arte conceptual (2018).
*Presentado el 21 de octubre de 2014 en el Departamento de Inglés de la
University of Utah y publicado en inglés en Western Humanities
Review,
vol. 70, 1, Spring 2016, 107-36 (traducción de Virginia Gutiérrez).
Las fotos del presente texto son de Erwin Olaf.


