lunes, 24 de noviembre de 2025

LEONOR OLMOS. TEXTOS INÉDITOS LEÍDOS EN LA XXIII BIENAL DE ARQUITECTURA Y URBANISMO DE CHILE EL AÑO 2025.

 



joel sternfeld





en la raíz nerviosa

 

los objetos se difuminan

 

en la raíz nerviosa post tenebras lux

 

los alquimista de las época - orillaron la nación a una quebrada

 

a un estero

 

se levantaron construcciones

 

siniestras - tubos - adobe - vio el alba el mediodía

 

superficie ocupadas - qué dijo el hombre que vio lo abominable

 

objetos rompecabezas

 

encajados

 

unos en otros

 

la naturaleza dislocada - la conjunción adversa

 

de los astros,

 

el deterioro estético  - mira el tiempo corroer esas orillas

 

tallar esos contornos

 

cebar las superficies - diluir el vocablo que irrumpe en la tiniebla

 

diluir

 

los materiales obsoletos

 

diluir

 

los materiales obsoletos

 

se deshace

 

se deshace el material vívido se deshace

 

la longitud

 

el centímetro                        las manos del artesano

 

entre los materiales

 

arrasa

 

el tiempo

 

se degrada la humedad                 arrasa / persiste entre los tubos

 

la estructura

 

los compartimentos                        el lúgubre silencio

 

el ambiguo silencio

 

retraer el punto

 

en que se unen                                           cartílagos, helechos

 

cómo los pájaros

 

apuntan desde las alturas

 

la muerte

 

lo miscroscópico pervive               entre los andamios

 

se cuelgan

 

arrasan el cuerpo                            la carne

 

lo microscópico

 

pervive

 

soportes

 

que conocen lo minúsculo

 

sedimentos

 

material endeble,

 

otras manos han forjado el fuego

 

la noche                                                        el metal oscuro

 

decaen las grandes ciudades

 

decaen los grandes imperios

 

han tallado                                                   de nuevo la piedra

 

levantan                                                        de nuevo las cúpulas

 

la ruina se extiende en el agua

 

la noche

 

se traga

 

la noche,

 

corpus: órganos, metales, saliva

 

mecanismos             que

 

irrumpen

 

lo intangible,

 

hilos

 

sobre el yunque                   bajo el hierro

 

material hipnótico

 

material celeste

entre los astros      

 

JOSEFINA LUDMER: LO QUE VIENE DESPUÉS






paola franqui


1

Hoy concibo la crítica como una forma de de activismo cultural y necesito definir el presente para poder actuar. Uso algunos instrumentos conceptuales; uno de ellos es lo que llamo imaginación pública, que me permite leer sin categorías de autor y de obra, y fuera de las divisiones individual-social y real-virtual. La imaginación pública sería todo lo que circula en forma de imágenes y discursos; una red que tejemos y que nos envuelve, nos penetra y nos constituye. Y también una fuerza y un trabajo colectivo, que fabrica “realidad”. Para definir el presente, para poder hacer activismo cultural, pongo la literatura en lo público y la uso para ver algunas formas y movimientos de la imaginación pública, alguno de sus modos y formas de significar. Uso la literatura, que es lo que he aprendido a leer, para ver algo delpresente y poder insertar allí mis acciones culturales.

“Lo que viene después” podría ser un instrumento conceptual para pensar un presente porque recorre todas las divisiones (económicas, políticas, históricas, culturales, literarias: el después está en todas partes). El “después” es un movimiento de historización del presente, un modo de periodizar y un modo de imaginar el cambio porque traza una secuencia, se pone en un devenir, e implica una concepción dinámica de la reflexión. Me gusta hablar de lo que viene después porque es hablar de la moda donde se suceden los estilos.

Lo que viene después forma series, como si dijéramos “after post” y como dice alguien en la novela Los topos de Félix Bruzzone (2008):

“Ya imaginaba al tipo [...] hablando sobre los neodesaparecidos o los postdesaparecidos.

En realidad, sobre los postpostdesaparecidos, es decir los desaparecidos que venían después de los que habían desaparecido durante la dictadura y después de los desaparecidos sociales que vinieron más adelante” (80).

Lo post (la periodización post) como instrumento conceptual y también histórico implica que las divisiones no son tajantes ni proceden dialécticamente, porque lo que viene después no es anti ni contra sino alter, no hay un corte total con lo anterior, el pasado está presente en el presente y persiste junto con los cambios.

También podría decir que lo que viene después es un modo de vivir un presente que no puede ver del todo su futuro porque está abierto e indecidido; a lo que viene después le cuesta imaginar el después. No puede ver el futuro, pero contiene entero su pasado y lo sueña todo el tiempo; él mismo es el pasado con algo diferente.


2

Quiero ver entonces lo que viene después en la literatura, en algunas escrituras que constituyen ahora mi campo de lectura. Concibo la literatura hoy no solo como uno de los hilos de la imaginación pública sino también como una práctica minoritaria en el interior de la cultura de la imagen, y como parte de la industria de la lengua. Y pienso que, literariamente hablando, estamos en las escrituras que vienen después de las de los clásicos latinoamericanos del siglo XX: después de los años 60 y 70’s.

Dicho de otro modo. Lo post (lo que viene después) sería el modo en que se podría imaginar el objeto y la institución literaria hoy porque es un modo de pensar el cambio en las escrituras de los últimos años: en el formato, en el soporte, en el modo de producción del libro, en el lugar del autor, en los modos de leer, en el régimen de realidad o de ficción, y en el régimen de sentido. Pero, y esto es crucial, lo post implica que estos modos nuevos  conviven con los anteriores y se influyen uno al otro. Lo anterior está presente en lo actual porque la periodización post no hace divisiones tajantes: no es anti ni contra.

El cambio central, que parece producir los otros, es el cambio en la tecnología de la escritura (el pasaje de la escritura en máquina de escribir a la escritura en computadora). Las tabletas y libros electrónicos implican otros modos de distribución y circulación de la literatura. Y otra tecnología y soportes de la escritura cambian no solo la producción del libro y la lectura sino la cultura misma.

Con los cambios tecnológicos y económicos, y los cambios en los modos de leer, defino al presente como lo que viene después de los años 60 y 70’s, después del boom latinoamericano que nos dejó los clásicos del siglo XX. Me interesa entonces ese momento para poder pensar el presente como “lo que viene después” de la cultura del libro y de la biblioteca.

3

Los años 1960/70 fueron el último avatar de la cultura del libro, dice Georges Steiner en “Después del libro”. En los años 60, en Argentina, los libros eran nacionales y se exportaban; la era de las naciones es también la era de las editoriales nacionales. Borges, Rulfo, García Márquez, pero también Cortázar, Puig y Onetti fueron publicados por Fondo de Cultura, Emecé, Sudamericana, Jorge Álvarez o Losada (y Seix Barral en Barcelona). Las editoriales nacionales en que se publicaron entre los años 40 y 80, y que exportaban literatura, fueron absorbidas en los años 90 por empresas españolas y globales, y la última noticia en esta dirección es que María Kodama firmó con Randon House-Mondadori por la obra completa de Borges por algo así como dos millones de euros. En el pasaje de las editoriales nacionales a los conglomerados se hace visible la fusión entre lo artístico –literario- y lo económico global.

En la obra de Borges, Onetti, Cortázar, Puig, Rulfo, García Márquez, Vargas Llosa y Roa Bastos pueden verse formalmente los rasgos de los clásicos latinoamericanos del siglo XX. La identidad territorial era local y al mismo tiempo nacional: la Comala de Rulfo, el Macondo de García Márquez, la Santa María de Onetti (y también el Coronel Vallejos de Puig y las orillas de Borges). La forma clásica entre los años 40 al 80 es una conjunción entre el experimentalismo moderno del XX (formas y temporalidades narrativas) y la nación (la idea de nación, el territorio de la nación, la representación de la nación, la alegoría de la nación).

Por eso puedo decir que el dispositivo nación (identidades territoriales nacionales, editoriales nacionales), experimentación y modernización, se desarticula en el presente concebido como lo que viene después.

Las identidades de hoy son territoriales pero provisorias y diaspóricas, y por eso no pueden ser identidades nacionales. Aparece en las escrituras un tipo de territorio dominante, la isla urbana, que podría ser pensado como diferente de la nación. La imagen es la de un territorio con límites y con un subsuelo, habitado por personajes que forman comunidades diferentes de las nacionales (migrantes, freaks, travestis y muchos más).


paola franqui


4

Lo que viene después (el presente que va saliendo de la cultura del libro y de la biblioteca) borra o atraviesa fronteras y desdiferencia oposiciones. No cierra el ciclo que se abrió en el siglo XVIII, cuando cada esfera (lo político, lo literario, lo económico) se definía en su especificidad, pero lo altera y lo pone en cuestión. La tendencia general actual, y no solo en la cultura, es atravesar fronteras disciplinarias (que está en paralelo con la posición liminar, adentro-afuera de los sujetos). No es que las literaturas se confundan con otras escrituras ni que desaparezcan: todavía existen las instituciones literarias, las academias, las carreras de letras, las librerías, los premios, los escritores... Todavía existen, pero la imagen es la de algo abierto y agujereado. Las esferas se abren, las prácticas cruzan fronteras y quedan en la posición de éxodo, desterritorializadas. La literatura es también otra cosa: crónica (como

Desubicados de María Sonia Cristoff o Banco a la sombra de María Moreno); testimonio (como Historia del llanto. Un testimonio de Alan Pauls); biografía (como la Biografía de Osvaldo Lamborghini de Ricardo Straface); diarios como Intemperie de Gabriela Massuh. O un post de twiter, de blog, o una escritura en cualquier calle... En síntesis, la literatura a la vez sale y no sale de la “literatura”. El movimiento central de éxodo, de desterritorialización, de atravesar fronteras y de oscilar en la frontera, puede entenderse como un movimiento “trans”, según la distinción de Brian Holmes entre transdisciplinario y antidisciplinario. Esto último, lo “anti”, era dominante en los años 60 y 70.

La literatura también atraviesa la frontera entre realidad y ficción. En los clásicos, en la cultura del libro y de la biblioteca, la ficción aparece como tensión entre una realidad histórica y algún tipo de personaje, subjetividad, familia o árbol genealógico. La historia es la realidad, y las escrituras diferencian esa realidad real (para decirlo de algún modo) de la ficción de personajes, o familias, que pueden representar la sociedad. Para los clásicos del XX, la realidad es casi siempre la realidad histórica nacional.

Hoy realidad y ficción se fusionan en la realidad cotidiana y en experiencias opacas y ambivalentes. En muchas escrituras se borra la separación: no se sabe si lo que se cuenta ocurrió o no, si los personajes son reales o no. Esta borradura forma parte del proceso general que afecta a las oposiciones binarias, un fenómeno de desdiferenciación general que se ve nítidamente en la literatura. Tienden a desaparecer oposiciones como las de literatura realista o fantástica, social o pura, rural o urbana: tiende a desaparecer el mundo imaginado y pensado como bipolar. Los binarismos se someten a un proceso de fusión y de multiplicación.

En el caso de la realidad y la ficción puede verse cómo funciona ese proceso de desdiferenciación de las oposiciones: un polo “se come” al otro y se reformula. Y este es el caso de la ficción hoy, que habría cambiado de estatuto porque ya no parece constituir un género o un fenómeno específico sino abarcar la realidad hasta confundirse con ella. Es posible que el desarrollo de las tecnologías de la imagen y de los medios de reproducción haya liberado una forma de imaginario donde la ficción se confunde con la realidad (lo desarrolla Beatriz Jaguaribe, O choque do real. Estética, media e cultura. Río de Janeiro,Editora Rocco, 2007: 119). El resultado es una mezcla indiscernible, una fusión: la realidadficción.

Todo es ficción y todo es realidad: el régimen de lo que viene después cambia el estatuto de la ficción y la noción misma de realidad en literatura, que deja de ser meramente una “realidad histórica” y se hace puro presente y pura “realidad cotidiana”: una categoría capitalista y tecnológica. La realidad histórica pierde el estatuto absoluto de realidad que tenía en los años 60 y 80, cuando Historia se escribía con mayúscula, y aparece una realidad construida, ambivalente, opaca, como dice Florencia Garramuño (en La experiencia opaca. Literatura y desencanto (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009).

5

Cuando la ficción invade todo, el mundo es penetrado por una ficción sin autor, dice Marc Augé en La Guerre des rêves. Exercises d’ethno-fiction (Paris, Editions du Seuil, 1997:155). Al desdiferenciarse ficción y realidad, al aparecer la fusión que es la realidadficción, cambia el lugar y el estatuto del escritor. El autor, cuya muerte anunciaron Barthes y Foucault en los años 60, se transforma hoy en personaje mediático y se reformula: sería un instrumento de promoción de sus libros en los medios (y esto lo impuso la TV y no internet). En un futuro cercano, los autores tendrían otra función y se ganarían la vida en conferencias, ferias del libro y eventos mediáticos. Dice Silvina Friera a propósito del auge de los festivales literarios, como el Hay Festival en Colombia o el Filba en Argentina: ¿cómo explicar este fenómeno en el que el autor se convierte en el centro de atención y atracción? Si antes un libro era el camino ineludible hacia el escritor, ¿ahora el autor es el camino ineludible hacia sus libros? (en Página /12, 27 de enero de 2012, “El auge de los festivales de literatura”) Y dice Imma Turbau, directora general de Casa de América y del festival Vivamérica (Madrid), cuenta que la eclosión de tantos eventos literarios en los que el escritor es el protagonista “tiene que ver con una época en que la imagen cada vez gana más terreno a la palabra como elemento de comunicación”.

Ya rige un desinterés por la autoría como horizonte de coherencia conceptual, y también existen experiencias de autorías colectivas como la de Wikipedia, Wu Ming, y las novelas colaborativas de los blogs. En la realidadficción y en la red habría otra propiedad y otra juridicidad para la literatura.

6

Pero lo que me interesa más es el cambio en los regímenes de sentido. Entre los años 50 y los 80 puede verse cierta experimentación temporal y narrativa: era difícil leerlos cuando aparecieron por primera vez, y hoy todavía es difícil leer Pedro Páramo de Rulfo, La ciudad y los perros de Vargas Llosa, o La vida breve de Onetti. La experimentación hacía difícil el sentido: había que descifrarlo. Un sentido denso o que se densifica con juegos temporales y narrativos: en Conversación en la catedral se superponen a veces cuatro diálogos diferentes, de diferentes tiempos y personajes; en Pedro Páramo hay que descifrar las situaciones, no se sabe quién habla.

Ese régimen de sentido contrasta con el de las escrituras que vienen después: hoy se leen escrituras sin metáforas. El lenguaje se hace transparente, visual y espectacular. Pierde toda densidad para ir directamente a las cosas y los actos. La escritura trata de producir imagen visual porque la imagen es la ley: la sight machine domina la imaginación pública. La imaginarización de la lengua parece ser un fenómeno totalmente diferente de las formaciones clásicas como la comparación, la metáfora, la alegoría y el simbolismo. No es un fenómeno retórico, pero aparece como otra dimensión que se le añadiría al significante, al significado y al referente, precisamente su capacidad o facultad de hacerse transparente y “hacer imagen visual” o “realidad”. César Aira ve claramente esa tendencia en su ciencia ficción del 2000 El juego de los mundos: en el futuro desaparece la literatura para ser totalmente traducida a imagen. La construcción de imagen termina con la diferencia entre buena y mala literatura y ahora, dice el Aira futuro, leer es ver pasar imágenes.

La transparencia verbal produce un sentido que hace ver, rápido y accesible a todos, a veces engañosamente simple. Una lengua transparente, pura superficie sin adjetivos, como en Varadero-Habana maravillosa de Hernán Vanoli (Buenos Aires, Tamarisco, 2009), y un sentido plano, directo y sin metáfora, como dice Tamara Kamenszain en La boca del testimonio. Lo que dice la poesía (Buenos Aires, Norma, 2007), pero totalmente ambivalente. Puede ser usado en una u otra dirección: puede ser dado vuelta. La comunicación transparente y el sentido ambivalente son algunos rasgos de estas escrituras del presente que llamo postautónomas y que trato de entender para poder imaginar alguna acción cultural. Pero insisto en esto porque es crucial para esta reflexión: las formas del pasado están en el presente.

En la imaginación pública y en la literatura, lo que viene después es un instrumento conceptual que nos permite pensar un régimen literario, un régimen de ficción (o de realidad), un régimen de sentido, y un régimen de producción de “literatura”. Exhibe el funcionamiento de la literatura en la era de los medios, las redes y de la industria de la lengua, cuando los límites entre las esferas se perturban porque se producen todo tipo de éxodos y fusiones. En estas escrituras la literatura pondría en escena otros modos de leer, de pensar, de imaginar y otras políticas: en realidadficción, adentroafuera, en transparencia y en ambivalencia. Y esos otros modos son necesarios para poder hacer activismo cultural.




[Texto de la intervención de Josefina Ludmer en el seminario-encuentro Literatura y después. Reflexiones sobre el futuro de la literatura después del libro (Sevilla, 17 – 19 de abril de 2012) incluido dentro del programa de UNIA arte y pensamiento]


 

domingo, 23 de noviembre de 2025

JORGE AULICINO / REVOLUCIÓN, DIVINO TESORO (BARNACLE, 2025)

 


karolina wojtas


Un cruce, una forma de adscribir al pensamiento apasionado de una época que no se caracteriza por ejercitar esas formas de la dificultad; en “Revolución, divino tesoro” Jorge Aulicino se vale de una mirada que no escatima lucidez ni melancolía para proponer al lector una versión de los desastres que suponen algunos vínculos, algunos vacíos, algunas derrotas (“Llorar por lo que se creyó / no por lo que nunca se realizó”). Las pequeñas tramas de la vida cotidiana en una ciudad que ya no es recíproca ni benigna son el escenario en el que transcurren los días y noches y desvelos, los personajes, los ocasos y el pulso en la guitarra argentina, que integran este poemario (“Viva viva la anarquía / Viva el movimiento obrero / Y los gorriones / en enero”). Pero es el furor y la lucidez permanente el nexo de estas piezas: carentes de cualquier certidumbre respecto de hacia dónde se dirigen (ellos y con ellos el mundo), solo existe la plena sospecha de haber estado huyendo mucho tiempo (en estas pampas hubo algo llamado ley de enfiteusis). El oportuno registro verbal (la mistura esencial) de tales desplazamientos refieren la evidencia de un quebranto: no es el castellano de la ortodoxia que impone el claustro, el periódico o la red social; es la lengua que indaga, vapulea y absorbe una distorsión para recabar las palabras que suponen “una forma de venganza / contra aquello que los hizo peores, / menores, subalternos”. El que sea valiente que siga a Aulicino.

                                                                                                                                      Alberto Cisnero




Roma

                 No es de mayo este aire impuro.

                     Pier Paolo Pasolini, 

“Las cenizas de Gramsci”

 

Aquel impulso de cambiar la vida

“por mí, por todos”

era ya nostalgia en los sesenta

para Pasolini cuando

escribíamos sin mayúsculas

porque eran para todos las palabras.

Pero Pasolini no lloró sobre la tumba 

    de Gramsci,

ni pensó una elegía

bajo fríos árboles

y gatos en el brezo

los lejanos golpes 

de un martillo en la fragua

y las sombras 

de las arcadas romanas

tanto en San Pedro 

como en el interior robusto 

del comunismo Italiano.

Creía en la vida desnuda aún 

mocosa, vital y harapienta 

de los viejos cuentos,

maravilla y miseria, 

de Canterbury de Boccaccio y de Arabia. 

No cambiaban la vida pero la mantenían

    en un raro y fascinante equilibrio,

alzada entre cúpulas.

En vilo.

 

Ahora tenemos nostalgia no de la revolución

sino de cuando creíamos en ella:

una pura mecánica celeste,

marxista convicción 

y seguridad en “leyes” 

implacables de la historia,

de la voluntad, al tiempo que de la ciega

determinación de los hados hegelianos.

 

Llorar por lo que se creyó

no por lo que nunca se realizó

es una condena que obliga

a girar en una noria

de días y multitud y avenidas

en la tarde, en el anochecer de pájaros

apurados y bocinazos.

 



Jabalina

 

—Una crisis es siempre buena—,

decía en el paraninfo de la Universidad

en cuyos escaños comenzaban 

a rodar botella de plástico vacías, envoltorios.

Era inofensivo;

llevó en sus oídos 

la música de los vientos

tras las góticas ventanas

y se retiró entre los árboles

                                    y pastos,

—el límite de lo políticamente

aceptable—

donde practica artes 

de tiro: lancetas, lanzas,

jabalinas intelectuales,

—incluso agujas hipodérmicas—

y pasa 

entre cosas

el hilo sisal de los rancheros:

ruinas, playas, ruinas

contemplación y rutinas.

.

 

Bajo el acuario

 La hermosa floración de la hermosura

florecía arriba y a los costados de ese túnel

subacuático planeado por la imaginación

estético-naturalística, y difundía

intimidad, claridad y libertad

no devenidas de mobiliario o arredo o

suaves ráfagas de invierno, nieve cadente

bibliotecas fuegos.

 

Pero

el filo trabajado del pensamiento 

histórico dialéctico

vino a cortar el ensueño amniótico.

 

“Los peces no se comen entre sí

porque están bien alimentados”,

dijo el maestro. De lo contrario

veríamos tras los vidrios algas rojas

aguas inquietas escondrijos

ojos de vidrio penetrantes

dientes.

 


karolina wojtas





Memoria de la poesía

 

¿Qué es “el” él?

o ¿qué es la cosa?

nos preguntábamos bajo la

magnolia

su gigantesca sombra; 

pero las relaciones son,

están, nos respondíamos:

las relaciones de producción

no sólo

sino la relación del frío y la uña

—aquel otoño—

la relación de la gema y el puño

del almohadón y la espada,

nos decíamos,

y había botas 

en aquel otoño

que pisaban el

pavimento, autos oscuros

de noche bajo los plátanos

 

(la relación del gusto a sal

con la sangre, con el buen plato

de macarrones;

 

de la memoria con sucesos, hechos,

grandes cementerios en cuyas gargantas

habita una bestia bondadosa).

 



 AM-FM-AM

 

Reconstruye, reconstruye, vociferaba Eurípides,

en el profundo convencimiento de que la música 

   de Orfeo era de carácter mágico, sagrado,

de suerte tal que podría darle otro orden al infierno

e incluso a las atribuciones de los dioses —y hasta

     a los propios reinos de éstos—

con el solo acariciar su instrumento.

Presa de spleen había caído Orfeo,

y el rescate —como era de temerse— se frustró,

     el orden se mantuvo,

durante siglos los trenes partieron y llegaron a horario,

los ríos agitaron juncos y arrastraron lágrimas, sangre,

partes arcillosas de las tierras de labor, desechos...

Ahora suben las mareas más que lo acostumbrado,

el orden pasa de la melodía al tumulto acústico del

     vociferante speaker,

corren los sordos y los mudos, caminan los que 

     debieran correr, ciegos.

Hades se atusa la barba y murmura algo ininteligible.

Feliz, eso sí. Emerge.

 

La Kehlsteinhaus

(El Nido del Águila)

Alpes Bávaros

 

Hitler era sincero, dicho esto sobre esta vieja 

mesa de pura madera pulida

suena indulgente con el monstruo:

no tenés en cuenta que la ideología sacudió 

     su mente

arrasó con lo poco que había en su cabeza y 

     en su lugar

construyó palacios y gestas 

con nubes tóxicas, chiqueros, vuelos de diosas

paganas, muslos codiciados

apretados contra el trasero mientras la boca

decía húmedas bestiales cosas

y se movía la carne cual un acorazado al que Dios 

     no podría hundir.

 

Fue eso lo que le daba impunidad:

la ideología 

la ideología

pegada al culo como una vieja hetaira.

Y no la paranoia, etc.

Era un alemán de verdad, aunque lejano del Kaiser 

     y de las cortes.

Un miserable que creía de verdad en sus

     apariciones

y por esa vía endovenosa

instiló el mismo estimulante en millones

que despertaron quemando libros, asando 

     ciudades,

porque la divinidad había cantado en las nalgas

de uno entre cientos de miles de imbéciles creídos

de un destino, un miserable que lamió baños 

y aireó cuchetas hasta que lo oyeron oídos

como caracolas dispuestas a convertir en 

     tumulto incierto 

de mar o de valquirias el sonido de unos pedos.

 

 


karolina wojtas



El maestro desarrolla su pensamiento

paradojal sobre la masa y el héroe

 

a saber:

 

Las tensiones opuestas hacen la diferencia entre el 

     héroe y la masa:

la pulsión de la masa es la negación, dijo el sabio

bajo el sicomoro. Confucio ha de servirnos

cuando solo cambia una palabra para cambiar la historia,

según recuerda Brecht, y llama ejecución a la muerte

     de un tirano.

 

La masa niega, el héroe afirma.

Lleva la maldita afirmación a un chillido de ganso

mientras mueve sin parar el plumaje,

hasta hartarnos.

 

Ved en el psicoanálisis deseo y heroicidad, considerad

a Maradona y la destrucción: yo digo, y como soy la 

     masa lo escribo en el aire:

el héroe cansa, 

abruma, desgasta los tímpanos,

raya nuestros globos oculares,

no nos deshacemos de él ni muerto:

desde las fauces del león de Nemea

sigue rompiendo el esplendor de la tarde.

¿Quién puede vivir con un héroe gritando en la terraza?

La masa

en cambio eleva sus sombras,

la sombra semeja garras o puercoespines,

peines o suturas,

cavernas o naves,

gatos o navidades,

y este es el gran temor que despierta:

su ductilidad, su amoldamiento,

su mímesis que amenaza el pensamiento

de la pax en las aldeas, nada eterno.

La masa es el cambio y el héroe la roca.

 




 El laborismo mirado desde fuera

 

¿Por qué entregar el estofado, el laurel

     a la inteligencia artificial?

Mozart, la cara de mis viejos,

     el secreto de la esquina,

los tobillos de aquella chica italiana,

el busto de Juanita la panadera

    admirado hasta por las abuelas,

          en su mórbido declinar?

Déjenme en paz caminar hacia la mañana

en la estación de Ciudadela, 

pasar adormilado bajo el puente de Liniers

oyendo el traqueteo, 

 adivinar el olor de los murallones 

      del cementerio judío

        y respirar la niebla oleosa

              a los costados del terraplén

Déjenme soñar con los límites de Fuerte Apache

desde donde salieron futbolistas de primera

con los dientes arruinados para siempre,

traficantes, beldades verdaderas

y desde donde el turco Sdrech,

periodista policial

recibió un día

un balazo en la muñeca

y anduvo diciendo es lo que me faltaba

para sumar a los 18 juicios por calumnias

de ladrones y policías.

 




 La filosofía de la historia

 

Hay zonas de la historia

—dijo el filósofo inclemente—

que jamás se recuperarán;

es

cruel,

pero si quieres el monte toma la senda

de las plantas espinosas:

la reflexión

arroja sombras sobre los acantilados

y el faro

gira locamente sobre ellas.




1848

(o Un filósofo en el mundo del satori)

 

Marx navegaba por el mar de las ideologías

y comprendió de pronto que 

ideología quiere decir mentira

—y dejen de joder con “visión del mundo”, profirió

en perfecto alemán

—es decir dijo Weltanschauung.

Su visión del mundo se ensanchó y vio la orilla lejana.

Pero se tardaría mucho en comprender que al desembarcar

se mojó los zapatos y las botamangas.

 



Ku 

 

Si la sincronicidad existe

mientras lees I Ching

alguien se detiene frente a la puerta

de tu casa

nieva en alguna parte

las corrientes contrarias

de la política global

crean un sistema de baja presión

en un camino en los

Bosques Siempreverdes de Taiheiyo

un hombre anciano

le dice a un joven

que no abuse de la cerveza,

no sabemos

si son padre e hijo

o abuelo y nieto o

dos trabajadores 

sin relación de parentesco 

que se dirigen

a Yokohama en un camión liviano,

el clima húmedo de este verano

es simultáneo a la lectura

la cual dice

“el trabajo en lo echado a perder”

(El noble no se apura pero no ceja).

 

Lamento y consuelo de Kublai Khan

 

Oh qué cómodos

los trenes de Europa. 

Los pasillos, las luces, las rápidas estaciones

Los trenes de larga distancia

euros

son mi debilidad,

son mi segundo hogar.

—después de aquella cúpula dorada en la montaña—.

¡Que amables los sanatorios

apenas accesibles para la Horda Dorada, 

pero crearé el Seguro Social, 

y la Medicina Prepaga,

los sanatorios 

con sus cuartos y televisores

son mi segundo hogar.

Qué amables las antenas

celulares

y las grandes parabólicas

en la niebla.

 

Oh los días se deshacen

como el carbón bajo el

golpe de la pala, pero no hay,

no hay ya humeantes locomotoras

no hay vapor en los bosques, no hay 

sino niebla y sombras en la nieve

las luces y las rápidas ciudades.

Mi único hogar es Eurostar.

 

 

La forma segura de pasar la penuria es beberla hasta las heces

 

Dijo el maestro:

 

“¿No nos dijo Hegel

que cada etapa debe ser agotada

y si no

no hay tu tía?”

Entonces recorre y agota

la calle en la que vives en toda

su longitud y si vives en la avenida

más larga de la Ciudad

hazlo en automóvil

o en monopatín eléctrico

—no rechaces las tecnologías 

moderna y posmoderna:

la velocidad, los paneles solares las manicuras

y los vuelos de cabotaje, con las tecnologías

aseguraremos la felicidad en la

Ciudad Futura—.