Jon Davis
nació en New Haven, Connecticut , en 1952 , y recibió un bachillerato en artes
y una maestría en fine art en escritura creativa en la Universidad de Montana,
donde fue editor del diario literario. Fue coordinador del programa de
escritura del centro de artes en Provincetown, editó periódicos literarios y
dio clases en la universidad de Montana. Actualmente es profesor en el
Instituto de Artes Indias Americanas en Santa Fe, New Mexico. Recibió numerosos
premios por su poesía, el Lannan Literary Award, dos becas nacionales y un
premio para poetas jóvenes de la academia de poetas americanos. Sus libros
publicados son:
Dangerous
Amusements (Ontario Review Press,
1987)
Scrimmage of Appetite (Akron
University Press, 1995)
Local Color (Palanquin Press, 1995),
The Hawk. The Road. The Sunlight After Clouds (Owl
Creek Press, 1995) · Preliminary Report (Copper Canyon Press, 2010)
Los primeros datos acerca de Jon
Davis los encontré en En cuerpo y en lo
otro, el libro que recoge colaboraciones de David Foster Wallace. En el
capítulo dedicado a la reseña de Lo mejor
de la prosa poética (2001).
Foster Wallace se expresa de la siguiente manera:
“…un tal Jon Davis, un poeta al
que este reseñista no conocía de nada pero cuyos textos en esta antología son
tan excepcionalmente tremendos que el reseñista ha salido a la calle y se ha
comprado el único libro de Jon Davis que menciona en su nota biográfica…
(página 234 de Lo mejor del poema en prosa, artículo incluido en En cuerpo y en lo otro (Literatura
Mondadori, Barcelona, 2013). “Y en la página 244: “se puede ver como el poema
en prosa se las apaña para alcanzar esa extraña mezcla de lógica y magia de la
poesía sin apenas ninguna de las bazas ni las herramientas habituales de la poesía…”
Mi siguiente movimiento, dado el
respeto que tengo y tenía por la opinión de David Foster Wallace, fue conseguir Dangerous Amusements, Preliminary Report y Scrimmage of Appetite.
Confirmé el juicio de
Wallace, y fui más allá en mi entusiasmo, tanto que traduje Scrimmage of Appetite con gran placer en
unos meses del año pasado. Los comentarios sobre este libro destacan la unión
de lírica y meditación, el examen de la condición humana, la captación de la
necesidad de significado, la exploración de la realidad. Puedo agregar la grata
sorpresa que me llevé con la capacidad de Jon Davis, tanto en prosa como en
verso, para fusionar el estilo conversacional con la argumentación a la luz de
un infalible sentido del ritmo.
Los poemas que escogí pertenecen
a Scrimmage of Appetite
Roberto Appratto
Marriage
In Chagall’s Birthday, the man
floating nearly off the canvas
twists his neck impossibly to complete the shape
suggested by the woman’s face.
She holds a bouquet lightly in
her hand.
The rest of the scene is
domestic: A butter knife, two plates,
a coin purse; behind them, a bed, tapestries, perhaps a
mirror.
But she is leaving the room. That
is the first secret of the
painting.
Though she appears to walk on the
red floor, she is already
tilted impossibly forward.
He snakes above her like smoke of
mist drawn along by the
gravity of her leaving.
She drifts toward the window,
toward the angular repetitions
of the dawn that is just beginning outside.
Or maybe it’s a well-lit night.
This is 1923, and lights are
coming on all around the world.
But that’s not the point.
His eyes are closed, his arms,
hidden, useless.
She’s pushing off lightly with
the toe of her right foot.
He has closed his eyes to kiss
her.
Her eyes are wide, her gaze drawn
to the lights dazzling the
gray sky.
She has already relinquished the
flowers.
The painting is called Birthday,
and they are drifting like
balloons toward the future.
In a moment he will bump the
window sash, crumple to the
floor, and awake.
She will slip through the crack
and be gone.
And that is the other secret of
the painting and why Chagall
stopped them with his art.
He will never fall now.
She will never drift off.
The painting concerns marriage.
That is why, love, I woke up
early and I wrote this while you slept.
Matrimonio
En “Cumpleaños” de Chagall, el
hombre que flota casi fuera del lienzo
tuerce su cuello de manera imposible para completar la forma
sugerida por el rostro de la mujer.
Ella sostiene un bouquet
delicadamente en su mano.
El resto de la escena es
doméstico: un cuchillo para manteca, dos platos,
un monedero; detrás de ellos una cama, tapices, tal vez
un espejo.
Pero ella está saliendo del
cuarto. Ese es el primer secreto
del cuadro.
Aunque ella parece caminar por el
suelo rojo, ya está inclinada hacia
adelante de una manera imposible.
Él serpentea sobre ella como humo
o niebla arrastrada por
la gravedad de su partida.
Ella deambula hacia la ventana,
hacia las repeticiones angulares
del alba que acaba de empezar afuera.
O tal vez es una noche bien
iluminada. Es 1923, y las luces
están encendiéndose alrededor del mundo.
Pero ese no es el punto.
Sus ojos están cerrados, sus
brazos, escondidos, inútiles.
Ella está apartándose levemente
con el dedo de su pie derecho. .
Él ha cerrado sus ojos para
besarla.
Los ojos de ella están abiertos,
su mirada atraída por las luces
que resplandecen en el cielo gris.
Ella ya ha abandonado las flores.
El cuadro se llama Cumpleaños, y
ellos están flotando
como globos hacia el futuro.
En un momento él golpeará el
marco de la ventana, se arrollará
contra el piso, y despertará.
Ella se deslizará por la grieta y
se irá.
Y ese es el otro secreto de la
pintura y de por qué Chagall
los detuvo con su arte.
Ahora él ya no se caerá.
Ella nunca se irá.
El cuadro es sobre el matrimonio.
Por eso, amor, me levanté
temprano y escribí esto mientras dormías.
The
Frogs
Fourth of July and the children
have grown miserable from turning and turning their wobbly cartwheels, from
jump-kicking the forces of evil that throng about us, from dumping Kool Aid on
the younger children to attract our flagging attentions. These children who are
open to beauty and joy –“Look, Dad! A moth!”- but who quickly weary of the
world’s surprises as we weary, the parents of all this joy, who wear our silly
striped ties –the badges of our race, the honors; who bang our heads against
the daily task; who flop on our chaise lounges and rattle the ice in our
drinks; who bolt from our homes at mid-life, then return to hammer back the
boards through which we burst and live out our lives, pails under all the
leaks. Who then fill the wagon with children and drive to a mountaintop to
watch meteorites, stars dying across the sky so beautifully we rattle the ice
in our drinks and remember the monastery we passed on the drive up, those por
monks who have no cluttered lives against which to measure such purity.
And today we sneak four cars to
the frog pond, 17th hole, Manchester Country Club, where we tie the
monofilament to fishing poles, squares of red flannel to monofilament, and
dangle those squares before the appetite of frogs. They turn to face them, mistaking
them for butterflies or moths. They leap and wrap their sticky tongues around
the flannel, and we, shouting and whooping, fling them onto the fairway, where
they flop and sprawl, where we chase them, where they extricate their tongues
and hop, stunned, in whatever direction they face. Poor frogs. Poor frogs. Poor
deluded creatures.
Las ranas
Cuatro de
julio y los niños han quedado tristes de tanto girar y girar sus inestables
carretillas, de saltar y patear las fuerzas del mal que pululan entre nosotros,
de tirar Kool Aid sobre los niños más pequeños para atraer nuestra disminuida
atención . Estos niños abiertos a la belleza y a la alegría- “¡Mira, papá! Una
polilla”- pero que rápidamente se cansan de las sorpresas del mundo como
nosotros, los padres de toda esta alegría, que llevamos nuestras tontas
corbatas a rayas -las enseñas de nuestra raza, los honores; que nos golpeamos
la cabeza contra la tarea diaria; que nos tiramos en nuestras chaises longues y
hacemos tintinear el hielo en nuestros tragos; que escapamos de nuestras casas
en la mitad de la vida, luego regresamos a martillar de nuevo las tablas a
través de las cuales estallamos y vivimos nuestras vidas, baldes bajo todas las
goteras. Quienes después llenamos el vagón de niños y conducimos hasta la cima
de una montaña para observar meteoritos, estrellas que mueren por el cielo de
manera tan bella que hacemos tintinear el hielo en nuestros tragos y recordamos
el monasterio por el cual pasamos en la subida, esos pobres monjes que no
tienen vidas atestadas contra las cuales medir tanta pureza.
Y hoy sacamos cuatro autos para ir a la laguna de las ranas, 17o. Hoyo, Manchester Country Club, donde atamos monofilamento a las cañas de pescar, cuadrados de franela roja al monofilamento, y colgamos esos cuadrados delante del apetito de las ranas. Ellas se vuelven para enfrentarlos, confundiéndolos con mariposas o polillas. Saltan y envuelven sus lenguas pegajosas en las franelas, y nosotros, saltando y vivando, las arrojamos a la calle, donde caen y se despatarran, donde las perseguimos, donde sacan sus lenguas y saltan, aturdidas, en cualquier dirección. Pobres ranas. Pobres ranas. Pobres criaturas engañadas.
The
Woman
The woman in the Garcia Lorca
poem dies of desire, dies luminously, and we are not allowed to feel pity. The
poem is a kind of dance meant to attract and repel. A dance composed of
seductiveness and stomping. What we want is not the eagle’s cry, but the illusion
of the eagle crying. The callers were “outraged” when “it was revealed” that
their “favorite woman,” the one who knew exactly what they needed to hear on
the 900 line, was not a woman at all. One man, who wanted to marry his need to
“her” voice, threatened to sue. In the “studio audience” –distinguished from
the television audience by its apparent presence- the women laughed bitterly,
without pity. Realism is based on conventions and conventions are based on
desire. The desire for calm, for example, broken by the clamor of an engine,
which is a desire for movement. But the imagination can obliterate almost any
paradise. And still the world, the solid world, drifts, unmoved, beyond us.
Beyond us, the gasses burning and bursting, sending unimaginably hot flames
into the unimaginable emptiness. So we return to the comforts of language, to
the
pleasantly manipulative language of power and exerted force. And , sometimes, the beauty, the indeterminate layerings of image. Geese. Moon. Loneliness. Not the gulf. Not the gaps and certainties, the word hanging around the neck of the actual, but this innocence, this childish play, these voices given, given up, or listened to and granted form, this tenderness portioned equally among the gathered creatures.
La mujer
La mujer en el poema de García
Lorca muere de deseo, muere luminosamente, y no se nos permite sentir piedad.
El poema es un tipo de danza que se propone atraer y repeler. Una danza
compuesta de seducción y pisoteo. Lo que queremos no es el grito del águila,
sino la ilusión del águila gritando. Los visitantes fueron “ultrajados” cuando
“se reveló” que su “mujer” favorita, la que sabía exactamente lo que
necesitaban oír en la línea 900, no era en absoluto una mujer. Un hombre, que
quería unir su necesidad con la voz “de ella”, amenazó con demandar. En la
“audiencia del estudio” -distinguida de la audiencia de televisión por su
aparente presencia- las mujeres se reían amargamente, sin piedad. El realismo
está basado en convenciones y las convenciones están basadas en el deseo. Por
ejemplo, el deseo de calma, roto por el ruido de un motor, que es un deseo de
movimiento. Pero la imaginación puede borrar casi cualquier paraíso. E igual el
mundo, el mundo sólido, deriva, impasible, más allá de nosotros. Más allá de nosotros,
los caballos en sus formas absolutas. Más allá de nosotros, los gases ardiendo
y explotando, mandando llamas inimaginablemente calientes al inimaginable
vacío. De modo que volvemos a la comodidad del lenguaje, al lenguaje del poder
y la fuerza ejercida, agradablemente manipulativo. Y, a veces, la belleza, las
capas indeterminadas del vacío. Gansos. Luna. Soledad. No el golfo. No las
brechas y certezas, la palabra que cuelga alrededor del cuello de lo real, sino
esta inocencia, este juego de niños, estas voces dadas, renunciadas o
escuchadas y formadas esta ternura repartida por partes iguales entre las
criaturas reunidas.
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