teaser: PABLO LÓPEZ CARBALLO. PLATÓN Y ASALARIADOS

 


erwin olaf




I

 Las ramas decidieron adoptar

las teorías de Fibonacci.

Las hojas dudan pero continúan,

persistentes flujos de savia,

como cables internos en la casa.

Los verdes, ocultándolo, refulgen.

 

 

 

XV

 Bajo la higuera llena de ruido,

sus ojos, como tensar tanza

para banderines de feria,

pulen el cielo. Es acuático

como una casa abandonada.

La naturaleza se inclina

sobre un instante, su hígado

busca insaciable el pensamiento.

Presta atención al sabor.

 

 

 

 XVII

 Se siguen como las migraciones:

distancias que continuarán

—acercamientos y retiradas—

cuando ya no estén. Así el amor:

el azar y unas ramas, huecos

en muros y una promesa constante

de retorno.

 

 

 XVIII

 El pulpo inaugura alfabeto

de ocho vocales. Con su ritmo

arcaico se oculta de seres

que dimitieron del mar hace tiempo.

Sigue pesando la luz y midiendo

la altura de las estaciones.

Desde el día que comenzó a llover

se encoge dentro de su sombra.

Con las ventosas corrige

los excesos del mar para que la tierra

no detenga sus vueltas.


 

 XIX

 Viene de limpiar las esferas

cada mañana, nítido, temprano,

alberga la claridad que no llega

del cielo, sale de sus manos.

Verde como un ojo mirando a junio,

inquieto como la vida en el trigo.

Siempre está a dos días del final.

Edad conmovida,

no hay propaganda en el duelo.

 

 

XXIII

 Empalidece entre palos de huerta.

Rotos los hilos tensores,

pierde peso y altura, se seca

como una rana, o el interior

de un hueso. Tierno y viejo

su corazón es cada vez más verde,

más líquido y sacudido en sintaxis.

Labra tierra por lechugas,

chupa tomates y rinde culto

a la abundancia pocos días al año.

Se mea encima y abre repollos

para espantar santos y fantasmas.

 










 XXV

 La humedad tiene manos familiares. Protocola el reposo con sentimientos de turba. Perséfone para empleadas domésticas, o un sastre que hace colmenas y razona con hilos. Es esa capacidad humana de construir circunvalaciones para acabar regresando siempre a la amargura.



 
XXIX

 Viene del mar, viento contrario

que aniquila a Artemisa:

peces gemelos en el estómago,

agua dulce y salada en la cabeza;

migraña de pozo oceánico,

que le acercan al abismo.

Quiere dormir el instinto

de las anguilas, ser ciega

y sorda pero a cambio

está condenada a usurpar

el aire a los recién nacidos.

 

 XLII

 Lenguaje limpio como de cascabel,

ningún pájaro es neutral. Equilibrio

de estómago, desmesura en el picoteo.

Yendo, como va, por costumbre

e impaciencia —candidez del destiempo—,

petulante, altivo, quedo, el viento

deja en la ventana lo que quiere,

no bate en su entorno ni calcina.

La yerba orienta flores, amortigua

frutos e intuye la rala geometría

de los dividendos.

 

 


 XLIV

 Choca el cántaro con piedras

fijas, todavía de noche,

para ver con las chispas.

Se mueve en tarareos,

sin teorías.

Cómo fingir que no existe,

no admitir a cada instante,

que hay hombres que portan

la luz del día en una cesta,

que tienen fuego en una mano

y agua en la otra, que causan

problemas, que llevan las cuentas

de los cerdos y el trigo,

que escriben con tiza las dudas

y mantienen la moneda

en el aire como engañan

los amantes.

O, de otra manera: tener dos caras,

fingir certezas, callar las esquinas

por las que no se atreve a pasar.

 

 XLVI

 

Como patas de cangrejo se mueven

las ramas, chopo temblón que interioriza

mareas y devuelve las olas

que los pájaros traen. Así canta

el cuco y se esconde el mochuelo.

 

 LXIII

 

Somos huéspedes, suyo es el mundo.

Justo es recibir la picadura

y verlo huir con su nuevo peso

en las afueras de la luz.

Carga con un poco de nosotros,

que no echaremos de menos.

 




 

LXXI

 

Ha volado de rama en rama y nido

toda la mañana. Ahora se agita

entre troncos y quicios,

                                       raída

intensidad de cielos cortados,

tubos de viento por los que se desplaza

y fuga la cordura.

Sigue el rumbo del remolque

como si supiera que arraigan

los restos de poda en otro lado.

 





 

Pablo López Carballo (España, 1983). Estos poemas pertenecen a su libro Platón y asalariados  (Pre-Textos, 2024). Recientemente ha publicado también beso político de cada amor que tengo  (libros de la resistencia, 2024). Sobrevive como profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

FRAGMENTOS DE MIGRACIONES DE GLORIA GERVITZ (SELECCIÓN DE TANIA FAVELA)

 



jesse marlowe







siempre fuiste la más hermosa


nadie más tuvo importancia 

                                              oh maligna

destiérrame

déjame ir

ten piedad de mí

tú que me has consolado

ayúdame a olvidarte

¿me oyes?

¿estás todavía conmigo? 

                                 ¿eres acaso mi propio eco?

estoy en el mismo lugar 

el mismo lugar donde todo comenzó

donde se comienza

donde todo comienza

ya casi en el olvido

abro las persianas y cierro las persianas 

se pone la mesa y se limpia la mesa

enciendo las luces y las apago 

y doblo la ropa y desdoblo y doblo

y el mismo polvo y la misma estación seca y larga

y los frascos vacíos y vueltos a llenar por si tú vienes

y cae el viento 

y caen las hojas

y caigo

 

 

 

 

 

                                     ¿y a quién le importan estos recuerdos?

ella muchacha con flores

y los vestidos plisados y la boca muy roja sonriendo 

ahora sólo un retrato guardado en una caja de habanos

 

ella con el sol de mediodía

flores blancas

y los dos niños agarrados a su falda

caminando por el Parque México

 

ella que no sabía decir Kadish

despidiéndose en una estación de tren

despidiéndose de padres y hermanos

a quienes nunca más volvería a ver

 

ella

oh tantos sueños que no alcanzaron el mar

 

ella gorda

vieja antes de tiempo

                       ¿cómo pudo ocurrirme a mí?

el pelo recogido hacia atrás

y la mirada de un animal herido

y estuviste distante de los otros

y estuviste distante de ti

y te quedó para siempre el sabor del té

                                     de aquel samovar de tu casa

 

 

 

 

 

 

                sin oponer resistencia

en la espera

                 en la anunciación

en la quietud que antecede a la visita

                                                que antecede al nombre

en la belleza absoluta del regreso

                                            en la fiebre

en la percepción anulada

                                  en la fragilidad

nadie a quién decir esto

                        ¿quién puede decir su propia vida?

 

y no hubo tiempo porque esperé otra cosa otra palabra 

la impronunciada la inoída

                                             y nos dispersamos en la rutina

y las palabras que no dijimos las verdaderas las que sí decían 

quedaron en aquel sueño del que no pudimos despertar

                                                                                    escúchalas

                                           ahora que ya no estás déjame decirte



 

 

 

jesse marlowe

 

 


                                  

                                                             ¿me estás oyendo?

abísmame memoria para que pueda perdonar 

¿quién podría decir la compasión?

                                               quédate

febrero

hablo de aquellos tiempos viviéndose

vuelvo a ver aquella cara

                     ¿puedo acaso arrancarme de mí?

 

 

 

 

 

 

 

 

tercos sueños dádivas para nadie apenas para ella misma

la fotografía no nos descubre nada (todavía es una mujer joven) 

                                                                                 yo nunca la conocí

                    ¿en qué momento aquellos sueños comenzaron a perseguirme?

 

 

 

 

 

 

 

 

los sauces se desprenden de la lluvia

ha pasado tanto tiempo desde que estuve aquí

 

                                                madre no me juzgues

tú también estás condenada al olvido

 

 




                                     

como si tuviera nostalgia de lo que estoy siendo 

                                                              nostalgia de mí

como si pudiese comenzar de nuevo

como si me mudara a otra casa

como quien repite palabras que son mantras 

como un monólogo desde ti hacia ti

como si fuese yo la que ha comenzado a morir y no tú 

como si el miedo y el polvo fuesen uno

 

 




 

                     

ven y dime

             ¿me reconoces en ti?

                                                         ¿me reconoces?

ven olvidada

ven y lléname de lágrimas

lléname de lágrimas para que pueda llorarte 

tocaré tu lucidez y la resaca de este día 

te lameré las manos como un animal

mírame

       no te desvanezcas

                  no me dejes

 

 



                                                         

estoy bajo un cielo pálido

por siempre el pálido inmenso silencio

y era dentro de mí como una floración

 

un despertar al otro lado

y yo quería saber

pero sólo me fue dado preguntar

 

el otoño se tensa como un arco

la lluvia también se desplaza hacia el sueño

lentamente recupera su sombra

 

se inclina como un sauce

                                      cae

 

 

 

 

 

tócame adentro de ti

con esa contención que se desborda

 

tócame

en esta oscuridad del pensamiento

 

en lo incomprensible de mí

en esa otra incomprensible yo

                                       ah si pudieras tatuarme

si te quedaras ahí

si tan sólo te quedaras

 

como una perra ciega

amamantando

 

quédate

dame las palabras






Gloria Gervitz. Migraciones. Libros de la resistencia. Madrid, 2020

Gloria Gervitz. Migraciones. Ediciones IBERO /Mangos de Hacha. México, 2024 

 

JULIA CASTILLO. MÍSTICO SOLO (&OTROS POEMAS)

         


alex webb




De Febrero 

me ha derribado

una distancia que no existe.

 

Ahora está en penumbra.

No le he sublimado.

 

Y su penumbra

es un periplo.

 

¿Quién

la ha visto realmente?

 

Sentir no forma un todo.

 

No es una ecuación,

ni cura.

 

Sentir es nada,

como querer saber

a qué sabe un tatuaje

en una especie

de beso sin final.

 

Qué será pensar,

cuando mirar no vale.

 

Todo lo real es ambiguo,

bárbaro,

y está hecho añicos.

 

…/…

 

Era abstracta,

una mañana para todos,

con estribillos de calor.

 

La semejanza es un sello

que yo no intento

descifrar, sino romper.

 

Aquel día

estaba lo exterior

como caído en un revuelo.

 

Yo sentía un cerco

al caminar.

 

La atención vacilaba

esperando su turno.

 

Todo el paraje

acudía hacia adentro,

a voluntad no,

como a un silbato.

 

Las ramas amputadas

del romero-

parecían morder.

 

Como perros volviendo

a partes

de lo que han mirado-

 

sin buscar.

 

.../...

 

Yo no quiero entender

 

Sólo con mirar-

escucho.

 

Con mirar basta

una condena.

 

Cuando pienso,

¿se mira?

 

Sólo si se marchitan,

espero-

 

A que se haga

por sí solo el poema.

 

Pido-

cómo dice.

 

A lo que no la tenga-

os toca.

 

Como en una pelea.

O como un ermitaño.

 

Nos abrazamos

a cambio de escribir.

 

Por eso nos sueñan.

 

La serenidad

es algo infatigable.

 

Tú cómo huirías.

 

…/…

 

Queremos decir "bajo

los rosales",

y no podemos.

 

Estamos indecisos.

 

Porque lo que queremos decir

está apartado.

 

No como un horizonte.

 

Ni como sólo

lo están unos cabellos.

 

Ríes.

 

Y si no hubiera más allá-

que ahora.

 

¿La dejarías de abrazar?

 

Sólo el juego nos hace

dueños

un segundo.

 

Por turno.

Por poco.

 

…/…

 

Podría hacer

de una visión

el instrumento.

 

Pero escojo

mirar,

a morir.

 

Hay  un espacio

en derredor.

 

El aire

llega  hasta mí

y le dejo entrar,

 

¿Quién no es poeta?

 

El ciclamen

trabaja

para la curación.

 

El lavadero

es escenario

 

¿Y te hace

diferente?

 

Dentro de sí,

en todos,

hay una gruta azul.

 

Brindamos a un instante

de igualdad.

 

De perfección.

 

La belleza no puede

destruirlo rodo.

 

Ha sobrevivido

porque no

son palabras.

 

Y parece imposible

no volver.

 

…/…

 

Un día cualquiera

de enero.

 

Robarle

a la tormenta.

 

Estos rayos.

 

Este cansancio que

no es mío.

 

Quiero volver.

 

Al alba

es más.

 

El fondo.

 

Aunque duela,

acaba.

 

Y qué canta-

es mejor.

 

Nada

desciende aún.

 

¿Por qué

estoy ciega?



(de Místico solo)

 

 








alex webb







UN POCO DE PÁRAMO

  en las hojas

va conduciendo el pensamiento

  a una renuncia.

La fórmula del silencio

hecha visible es:

  desmentir los ojos-

no "producir" sentido.

Entonces es cuando:

  la veo...la veo-

  casi la puedo tocar-

no es un verso que calla

(frente al tema central

  de un mundo nunca visto

o que muere muchas veces)

sino el poema

que no comienza...

¿Por qué?

  Baja la niebla

por ensalmo.

La tormenta dobla

  como campana...

  Sólo la ilusión

de estar vivos

por alquimia del aire-

y la más extensa, incansable

duda:

  no es desconocer

sino permitir

  lo que no acaba...

  También la mariposa

se embarca al despegar

en la duda de estarse quieta:

ah, nada ha cambiado

  en ese amoldarse al vuelo

  tras un silencioso

tintineo de alas...

  Cuanto más acecha

la pinza temblorosa

de unos dedos-

  más el vuelo

me pareció repentino-

  nunca comienza.

Y cuando- alza el vuelo

  es retroceder:

una retirada, en la que

ha ganado tiempo-

  porque no vuela

como habría volado

  un segundo antes

-en todo ayer

  o el otro día...

Vuela el mismo

vuelo.

Es lo más radical

  lo más huidizo

es lo que ha quedado.

Lo que voló

vuelve a escena...

¿Permite que la coja?

  ¿Abrir la puerta?

¿Ha estallado?

  ¿Toda la vida?

  A la mística apresurarse

despacio-

  entre las membranas

  milimétricas del tiempo-

rodando

como en emblema.

  Físico, lento el mareo-

y veloz el pecho-

atropellados unos

con otros, los latidos-

en su persecución

del solo instante

  no más

desear.


 

 




alex prager







EN LA PIRA DE LA NOCHE

la lluvia parece recostada

  sobe un árbol.

Es todo lo sensible

lo que viene usurpando

  lo que tenían

aquellos chopos de especial-

  y no se discute.

"eso es arte"...

"esto es atmósfera"...

Hasta el momento, preciso-

en que la modernidad

  se hace insostenible-

es como niebla

  que viene a morir

junto a la reflexión:

sólo rectificaciones

de la espuma magnífica

de la realidad-

  que se pasea

con una escolta de neutrinos

hasta hacernos- vivos.

  Yo la he visto-

cómo la voy a imaginar...

Pero qué significa-

  ¿sólo

que hay que ser paciente?

  Como al desconocer

en qué noto-

con brusquedad

  que ahora es lo mismo

que aquella tarde

en la azotea:

  oír aullar la brisa-

  y luego, en un pequeño

cataclismo de lo personal

-en parte perdido para la poesía-

  sentir el punto

en que se desgarra

  aquel redil de lejos

y queda forrado

por dentro a la colina-

como en un arrebol

  de ovejas.

Nada hay sutil por obra

  de los ojos-

pero algo nos mueve a soñar

entre bandas azules-

como si fuera una colcha

  la floresta.

Y ese algo transcurre

  desde mi infancia

hasta el lugar

  desde donde yo miraba-

con la cámara oscura

  que es la niñez.

Algo está ausente-

  lo que es biografía.

¿Por qué no es la vez

  impersonal-

sin intentarlo-

  y está a la vista?

Más rayos, más formas-

  ¿qué ojos? ¿qué manos?

desconocidas, desconocidos...

Aquella luz viaja

  hasta aquí-

como un perfume sin olor-

¿y a la vez- tú

  lo pruebas?

En realidad, sobra la luz

  que faltó ayer:

  vibra esta mañana.

Luego hay, ha habido

  una contracción:

era un anillo, no un rebaño-

puede ser oro, en lugar

de lana-

  infatigable

inmemorial...

lana consentida, acabada.

("A ver si se mueve

en la curva-

junto a la columna de humo").

Ah, pastores, sois testigos.

No siento ninguna incertidumbre.

  No lo llamo milagro

  si lo veo todos los días.

Y no importa la glosa-

  me están glosando a mí.

...Las palabras que son

  mi despedida-

las escribí en un futuro:

sólo es ahora, segundos

antes-

  como en un accidente

  repetido-

cuando llegan.








Julia Castillo  Madrid, 1956. Obtuvo el Premio Adonais en 1974 por “Urgencias de un río interior”. Ha publicado, entre otros libros de poesía: “Urgencias de un río interior”. Rialp. Madrid. Premio Adonais. (1974), “Poemas de la imaginación barroca”. (1980) Selva. (. 1983) “Palimpsesto” (1999), Dos Poemas. (2001), “Febrero” (2008) y “Místico Solo” (2017)